“Mujeres que se portan MAL y el cambio social”

Historia

altMi abuela, mi nana y mi madre me criaron, porque los hombres en mi familia siempre estaban trabajando, muertos o ausentes. Me casé con una mujer abogada e ingeniera que no depende de mí económicamente y en la compañía en la que trabajo me supervisa una mujer. Mi vida ha sido formada y controlada por mujeres.

De hecho, me siento incomodo cuando estoy en compañía de hombres. Yo doy por sentado que las mujeres son más inteligentes, las que deberían dirigir todas las instituciones sociales y todo lo que ellas dicen y hacen es correcto. Ese soy yo. Porque así me crié. Así moriré. Ciertamente estoy seguro que no todas las personas son como yo pero  muchos piensan que debería haber un cambio social que acerque nuestra realidad puertorriqueña a mi forma de pensar.

Hace unos meses estuve en un foro  auspiciado por El Post Antillano junto a Daniel Nina, Eduardo Lalo y otros autores y autoras donde discutimos,  entre otras cosas, si en Puerto Rico tenemos una literatura comprometida con un cambio social y qué sociedad es la que queremos cambiar con nuestra literatura. En ese momento expliqué que al menos yo no escribía para cambiar la sociedad. Yo escribo para cambiarme a mí. Para cambiar mi realidad ya que con tan solo escribir y compartir el escrito ocurre un cambio; cambian al menos dos personas. Cada acto de escritura y lectura es un acto de cambio social. Ese cambio social  para algunos escritores no necesariamente  es intencional, pero ocurre. Por ende, inevitablemente la literatura comprometida con un cambio es toda literatura. Lo importante es cuántas lecturas se necesitan para que haya un cambio social.

¿De qué nos vale comprometernos con el cambio social si no hay personas que nos lean? ¿Si los canales de distribución no son suficientes? ¿Si los críticos son dos o tres? En eso pensaba yo cuando de repente llega a mis manos Mujeres que se portan MAL (AIC, 2013) de la autora puertorriqueña Arlene Carballo. El título de este libro de relatos contrasta con las mujeres que yo he conocido. No solamente eso, la portada es una mujer que mira desde una página desgarrada y me invita a darle una mirada a quiénes son esas mujeres que se encuentran atrapadas entre las páginas. Cuando hago la lectura de los cuentos, me doy cuenta que,  además de la portada sugerente, su título seductor y el contenido bien cuidado, la mayoría de los personajes son mujeres puertorriqueñas.

Alguien dijo una vez que la literatura es un espejo en el que las sociedades se ven reflejadas. A mi entender pocos autores logran reflejar la sociedad puertorriqueña como lo logra Arlene Carballo en este libro de relatos. Su estilo me recuerda a Pedro Juan Soto, Emilio Díaz Valcárcel, Ana Lydia Vega y Juan Antonio Ramos quienes también concentraron su literatura en personajes puertorriqueños y que entre líneas llevaron un mensaje de cambio social. Cada puertorriqueña en el libro de Carballo se porta mal con sus acciones u omisiones y merecían  ser retratadas en palabras para dejarlas en evidencia y para que con cada lectura que hagamos de esas mujeres ayudemos a  cambiarlas a ellas y a la sociedad que representan.

Sin temor a equivocarme, asevero categóricamente que el único mal del libro Mujeres que se portan Mal se encuentra en la última palabra del título.