A la memoria de Luis Nieves Falcón: más que nada, un amigo

Caribe Hoy

altHace apenas unos días, el pasado lunes 10 de marzo de 2014, se nos fue el amigo, patriota y distinguido intelectual público, Luis Nieves Falcón. Murió a los 84 años dejando un impresionante legado de memorias y actos por la lucha por la independencia de Puerto Rico y la excarcelación de los presos políticos. Comparecí a la funeraria. Comparecí a su sepelio. Escuché a todos y todas los que a nombre de él y su memoria hablaron de su vida y su obra. Me quedé pensando, ¿cómo yo recuerdo a Luis Nieves Falcón?

Me es curioso, pero desde que tengo uso de la razón, Luis Nieves, como cariñosamente le llamaban algunos, estuvo en mi vida. De una parte porque fue profesor de mis hermanas mayores; de otra parte, porque de alguna forma u otra se vinculó con mi familia. De mi parte porque a partir del año 1984, cuando el era presidente del Pen Club de Puerto Rico, y este que aquí escribe, era presidente del Consejo General de Estudiantes, realizamos una actividad conjunta en el Teatro de la Universidad, para honrar a dos insignes poetas: Ernesto Cardenal de Nicaragua y a Juan Antonio Corretjer, de Puerto Rico. A partir de dicho momento, desarrollamos una amistad, la cual tránsito por muchos caminos, algunos de cercanía, otros de la distancia, algunos de afectos, otros del desafecto. Pero se trató de una amistad, que por 30 años nos vinculó.

En esta medida, como tantos otros, fui un hijo adoptado de Luis Nieves. Como para tantos otros, fue mi mentor. Mentor de ideales, mentor de formación académica. Mentor de formación profesional. Su legado en mi vida, tendría que verlo a partir de estas mentorías, por las cuales transite junto él, y por las cuales, le estoy altamente agradecido.

Pero como muchos otros, podría hablar de cuando participamos en el 1988 en el Primer Tribunal Internacional Russell, que Luis Nieves organizó, en este caso en Barcelona, España. En el mismo, se enjuiciaba a los EE.UU, por el colonialismo en Puerto Rico. En el mismo, Luis Nieves, nos ayudó a vincularnos a personas de distintas generaciones políticas, para pensar y hablar por la independencia de Puerto Rico. Luego vinieron más tribunales, el de Nueva York de 1992, y luego una serie de tribunales en Puerto Rico entre el año 2000 y 2001. En todos, Luis Nieves nos iba vinculando a múltiples generaciones de sus hijos e hijas adoptados, para vincularnos por la misma filosofía que lo inspiraba todos los días: la lucha por la libertad, tanto de Puerto Rico como de los hombres y mujeres encarcelados por dicha lucha.

Pero mi memoria no podría quedarse en tanto patriotismo hoy, y solo pensar a Luis Nieves por estas experiencias. Deseo recordar a Luis por momentos donde la humanidad no tuvo nada que ver con la gloria de la patria, sino con vivir la vida. Sin lugar a dudas, podría comenzar con el dato de que mi primer trabajo académico, en el 1991, en el Instituto de Estudios del Caribe, me lo ofrecerá Luis Nieves. Pero pienso que hay mucho más que eso.

Así lo recuerdo cuando en el 1997 fuimos a África del Sur para solicitarle al entonces presidente Nelson Mandela que apoyara la excarcelación de los presos político de Puerto Rico. Nos pasamos una semana en África del Sur, y a través de los asesores de Mandela, negociamos, hablamos y esperamos. Y de verdad, al día de hoy, continuamos esperando un acto que nunca sucedió. Para Luis Nieves esto fue una experiencia dura, pues él siempre se reconoció como un hombre negro de Bayamón, que tuvo la inteligencia y oportunidades para llegar en la vida muy lejos. Pero no recibir el apoyo de otro hombre negro, fue una situación de mucho dolor, que en ese momento ambos compartimos.

Pero también lo quiero recordar en agradecimiento y alegría. En el 1987, cuando era un estudiante pobre y medio desamparado en el Reino Unido, Luis Nieves me llamó un día y me invitó a que lo acompañara a Salzburgo, Austria. Invitado al fin, lo hice, y siempre le estaré agradecido porque en mi momento de mayor pobreza me extendió la mano para introducirme al mundo de la alta cultura, en este caso la cuna de Mozart. La ópera que aprendí a conocer en ese momento se la debo a él. Como ser humano, aprendí a partir de dicho momento, y hoy lo honro diariamente, que tener bienes materiales, es motivo de compartirlos. Gracias a Luis, y a su detalle de ofrecerme su amistad, soy hoy un mejor ser humano.

En fin, que como tantos otros y otras, guardaré en mi memoria los momentos de cercanía y amistad que nos unieron por 30 años. Los otros momentos, esos que nos llevaron a puertos distantes en el pasar de la vida, de esos me olvidaré.

Honro, como tantos otros, la memoria y la vida de uno de los intelectuales más importantes que diera Puerto Rico en el Siglo XX. Luis Nieves Falcón, para mí sin titubear, epitomiza lo más supremo del pensamiento y la vida de Eugenio María de Hostos y Ramón Emeterio Betances.

Mucha vida y dicha para Luis Nieves Falcón. ¡Aché!