"No sois nada más que esclavos. Estáis gobernados por un presidente electo sin vuestro voto." - José De Diego
En el día de hoy, todo Puerto Rico conmemora el aniversario número 141, de cuando las autoridades coloniales de España decidieron concederle a la Isla el fin de la crueldad inhumana de la esclavitud de negros. Cabe mencionar, que Puerto Rico, desde los tiempos de las Cortes de Cádiz de 1812 había solicitado, mediante sus diputados en las Cortes españolas la abolición. Gesto que se diferenció de Cuba. En Puerto Rico, a diferencia de la mayor de las Antillas, no hubo tanta esclavitud, y en general la población común no la apoyó tanto, durante el S. XIX. Por otro lado, en Cuba los intereses capitalistas siempre dominaron el debate en cuanto a la esclavitud, logrado inclusive poderosos simpatizantes en la política y la banca de España, como por ejemplo el mismo Cánovas del Castillo, que fue un acérrimo defensor de esta horrenda institución socio-jurídico-económica que ha definido a nuestro Caribe.
Igualmente en la isla de Puerto Rico ayer conmemoramos el aniversario número 77 de la Masacre de Ponce. Ambos eventos históricos cercanos en el calendario, y que en mi opinión, son la fibra de nuestros mayores conflictos por los últimos 200 años.
En este sentido, no solo recordamos la liberación de la institución más horrenda que nuestra historia moderna ha sufrido, la esclavitud. Sino que también recordamos el poderío socio-jurídico-económico que los Estados Unidos ejerce sobre Puerto Rico, y como la Masacre de Ponce es símbolo vivo de una lucha por la soberanía e independencia de todos los puertorriqueños. Un día detrás de otro en el mes de mazo, del 21 al 22, los puertorriqueños recordamos dos cosas fundamentales en nuestra historia: 1-Que en la Isla hubo por siglos la institución de la esclavitud negra; y 2- Que actualmente somos territorio de los Estados Unidos, y que los mártires de Ponce murieron por la independencia de su patria, Puerto Rico.
Hoy día, además, recordamos, como bien pensó el aguadillano, licenciado José De Diego, que seguimos siendo esclavos de los Estados Unidos. Entonces lector, le llamo a que se anime, que rompa el yugo y se libere de su amo. ¡Que Viva la Libertad!