Consolidación de municipios. ¿Y cuál es el problema?

Política


Los puertorriqueños queremos cambiar, pero no queremos cambiar nada. Tal parece que esta es la actitud que tienen muchos de los 78 alcaldes de la Isla, la mayoría de los cuales están al mando de municipios con serios problemas económicos.

Dice el presidente de la Asociación de Alcaldes, Josean Santiago, un hombre de incuestionable verbo e inteligencia, que tal cosa como ceder responsabilidades no es una opción que su asociación esté dispuesto a aceptar. La asociación agrupa a la mayoría de los alcaldes, aquellos que pertenecen al oficialista Partido Popular Democrático. Es tiempo de plantearnos, ante la crisis fiscal que nos hunde más y más cada día si una isla de apenas 110 millas de largo necesita 78 alcaldes. ¡¡¡WOW!!!. Setentiocho cabezas de estado municipales con todo y sus asambleas municipales; muchos con policía municipales, pero en bancarrota virtual.

Tenemos tantos municipios porque antes de la era moderna, una que significó incesantes construcciones de carreteras y un flujo indetenible de automóviles, tomaba mucho tiempo moverse de un lado a otro. En el siglo 19, debido a la falta de estas conveniencias, los caballos que cargaban a los hombres necesitaban sitios de descanso. No fue hasta los años 1970 que se terminó de construir del expreso Las Américas, hoy en día el Expreso Luis A. Ferré, un gobernador que comenzó a construir el sistema de carreteras con muchos sacos de su empresa, la Ponce Cement , Inc. Una vez hubo un tren, en los tiempos de antaño, que le daba la vuelta a la Isla. Pero el tren no corría por la infame Piquiña, la ruta montañosa que separaba a San Juan a la ciudad de Ponce.


La piquiña era un monstruo de curvas y de pérdida de tiempo. Tomaba más de tres horas y media ir de San Juan a Ponce. Ahora, les pregunto por qué Puerto Rico necesita municipios como Maricao, que apenas tiene 11,000 habitantes. Hay otros que están por ahí en términos de población. Esto por no hablar de la manada de alcaldes que se han subido el sueldo últimamente, aún cuando sus pueblos no anda muy bien. Santiago, mismo, está en la cabecera de unos de los municipios más pobres de la Isla. No se si decir que teme quedarse sin trabajo. Hoy en día se llega a casi cualquier municipio en un dos por tres.


Hay quien habla de la cultura y la tradición que tienen los pueblos. Este no es el momento para argumentos tan cabecihuecos. Consolidar municipios o servicios de estos no traerá fin a la afinidad de la población con sus distintos terruños. Simplemente es una cuestión fiscal y de buen sentido. Según un informe reciente, la mayoría de los municipios están perdiendo población y tienen una alta dependencia del gobierno central. Según el secretario de Estado, David Bernier, habría un ahorro  de un 20 por ciento en gastos si se regionalizan los municipios. La propuesta de la Comisión de Descentralización y Regiones autónomas parece no ir a ningún lado.

La realidad es que los partidos polٕticos dependen de los alcaldes para que le movilicen las masas y saquen a la gente a votar. Pero la idea de que un municipio pierda su identidad al aunar esfuerzos con otros pueblos es una ridícula. Hatillo seguiría siendo Hatillo, y Las Marías, Las Marías. Piensen en la ciudad capital, para tomar un ejemplo. En San Juan, el que es de Santurce dice que es de Santurce (incluyendo a este servidor) y el de Villa Palmeras, dice que es de Villa Palmeras (que es técnicamente parte del barrio santurcino). Río Piedras sigue siendo Río Piedras a pesar de su incorporación el siglo pasado a la ciudad capital. Vamos a tener algo de cordura por una vez en nuestra existencia como país. Sería algo patriótico.