¿Qué significa ser negro en Puerto Rico?

Política


Ser negro en Puerto Rico significa ser feo, ordinario, sucio, maloliente, irresponsable, bruto, poco fiable, torpe... Equivale a ser incapaz de hacer, hasta las cosas más simples, bien hechas. Que para lo único que sirven es para hacer trabajo bruto bajo el sol, donde se necesite hacer mucha fuerza, siempre y cuando que no se requiera pensar mucho. Tal vez, en el menos malo de los casos, sirve para jugar algunos deportes que fundamentalmente requiera de alguna habilidad o destreza física ordinaria. O a lo mejor para bailar o tocar bomba, plena o cualquier otro género de música tropical.

Eso, es lo que significa ser negro en Puerto Rico… para algunas personas.

Pero para nosotros, sin duda, significa todo lo contrario. Ser negro en Puerto Rico equivale a la antítesis de todo lo antes mencionado.

¿Cuántas veces hemos escuchado? “El negro si no la hace a la entrada, la hace a la salida”; “Tiene el pelo malo y la nariz de negro”, “Muchos negros juntos, da calor”, “De momento se puso oscuro”, “Estás haciendo cosa de negro”; “El negro siempre tira pa’l monte”; “Hay que mejorar la raza”.

¿Quién puede olvidar las imágenes degradantes del trato deshumanizante que sufrieron los hermanos haitianos en el Fuerte Allen de Juana Díaz en el año funesto de 1982. O el trato que se les da a nuestros vecinos más inmediatos que viven al otro lado del Canal de la Mona, encerrandolos en el Centro de Detención en la antigua Base Ramey de Aguadilla. Comparemos la diferencia del trato a ambos con el que, en contraposición, reciben los refugiados cubanos, para quienes le fueron creadas leyes especiales con tratos preferenciales. Ocultan el racismo con pretextos políticos, que tampoco pueden justificarse, pero optan por ellos, antes de exponer las razones verdaderas.

Si se prefiere algo más de todos los días, consideremos los chistes y comentarios de mal gusto que se hacen en contra de los dominicanos, que por razones involuntarias arriban a nuestras costas a riesgo de perder sus vidas. Olvidan que en tiempos pasados éramos los puertorriqueños los que cruzamos el Canal por razones similares.

Hay quienes alegan que no es racismo y sí una condición cultural que nos hace rechazar a todo lo que es extranjero. De nuevo, vemos como se disfraza el racismo para que se confunda con xenofobia aguda y generalizada. Entonces, ¿por qué entonces no escuchamos chistes y comentarios con las mismas connotaciones raciales de otros grupos extranjeros que conviven con nosotros aquí? Resulta que las cosas, a veces, son más iguales para unos que para otros.

Pero por suerte, a raíz de las actividades del domingo, 23 de marzo pasado, en Aguadilla, Humacao, Loíza, Mayagüez, Ponce, San Juan y el Barrio 27 de febrero del Patronato de la Loma del Chivo en la República Dominicana, donde además reclamamos la excarcelación inmediata e incondicional del hermano boricua Oscar López Rivera; pudimos celebrar el primer día de libertad de las personas esclavizadas luego de la Abolición de la Esclavitud hace 141 años.

Ahí en este acontecimiento histórico del domingo demostramos que, aunque nuestros antepasados fueron desarraigados de sus tierras, arrancados de sus hogares y separados de sus querencias, y tras siglos de desventaja social, económica y de oportunidades de desarrollo, somos y siempre seremos una raza de espíritu inquebrantable.

Aprendimos que el comportamiento nefasto reiterado por parte de unos –consciente o inconscientemente - en contra de otros que no tienen el mismo nivel de pigmentación en la piel, produce debacle de espíritu y de moral tanto en la víctima, al igual que en el victimario.

Que no importa que seamos evidentemente negros o que nos asumamos negros, la definición de lo que somos y la decisión de serlo recae en nosotros.

Que las posturas serán siempre desde nuestra perspectiva, desde nuestra óptica, y no desde la del otro.

Que ser negro en Puerto Rico significa precisamente eso… SER NEGRO.