¿Mesa redonda, más de lo mismo?

Política

Recibí con beneplácito la noticia de que una filial de la aerolínea alemana Lufthansa va a establecer un centro de mantenimiento y reparación en Puerto Rico, creando, de acuerdo al Gobierno, 400 empleos. Este tipo de noticia, que aunque haga poca mella en nuestra grave situación de desempleo, es lo que necesitamos para traer algo de felicidad a los corazones apesadumbrados de los puertorriqueños. Sin embargo, le doy una mirada de suspicacia y desconfianza a la mesa redonda formada por el gobernador, Alejandro García Padilla, ente que hace poco anunció sus recomendaciones para un Puerto Rico mejor.

Después de cinco semanas de reuniones, la llamada Mesa de Acción para la Competitividad y el Crecimiento de Puerto Rico, recogió sus hallazgos, un documento compuesto por una plétora de platitudes que hacen cuestionar por qué se reunieron después de todo. Parece que las mesas redondas aparecen cada vez que hay alguna crisis, y esto no es autóctono de nuestra isla querida. Lo que estas mesas redondas, a diferencia de las de Merlín el Mago no producen mucha sustancia ni heroísmo. Me recuerda a las elecciones presidenciales norteamericanas de 1988 cuando el ex presidente y contendor para la presidencia, Walter Mondale tomó prestado de un anuncio de Wendy’s para burlarse de las platitudes de su contrario principal Gary Hart. “Where’s the beef?”, Mondale le ladraba a Hart en un debate televisado.

El próximo paso es que un comité “ejecutivo” de nueve poderosos cerebros evaluará las propuestas, muchas de ellas, dice el Gobierno, sometidas por gente común. Me pregunto a qué responde esta movida tan política y tan carente de carne, como decía Mondale. Una cosa que hizo bien el gobernador, Alejandro García Padilla, que no hizo su antecesor Luis Fortuño, fue incorporar a líderes obreros en la mesa. Fortuño, miembro de la clase exclusiva republicana y anexionista del centro de banca y negocios de Hato Rey, jamás se le ocurriría sentarse en la misma mesa con un líder gremial. Pero, lo triste es que el resultado de las dos mesas de acción es mucho aire caliente, del que emanan las ponderosas chimeneas industriales.

Uno de las conclusiones es que el Gobierno debe de crear una entidad para que los desempleados creen su propio negocio. Estoy harto de oír la crítica que nuestro centro máximo de enseñanza, la Universidad de Puerto Rico, se formó en un momento en que las empresas norteamericanas necesitaban empleados diestros. En otras palabras, no estaba en su visión adiestrar jóvenes para el empresarismo sino para que fuesen empleados del americano. ¿Me preguntó qué es lo que creen los que repiten esta mantra, que un negocio lo puede operar cualquiera? Otra de mis favoritas propuestas es la que hace un llamado para identificar a adultos mayores interesados en “a convertirse en promotores de salud en su en su comunidad”. Verdaderamente, me tienen que explicar esta propuesta con un chin más de detalle.

Sí me gusto una de las sugerencias para que los graduados de la Universidad de Puerto Rico, tengan que dar dos años de servicio en Puerto Rico como compensación para abonar al capital que ha invertido el Gobierno en su educación, y para que le devuelvan algo a su comunidad. Créanme, la cantidad invertida en estos estudiantes es cuantiosa. No quiero sonar como un aguafiestas pero me gustarían más propuestas concretas como estas, y soluciones traídas a la mesa con un poco más de detalle. He visto proyectos como este quedar como éter, desvaneciéndose en el cielo. Ah, y otra cosa que por poco se me olvida, ¿y los empleos; cómo vamos atraer más empleos como el de Lufthansa? No sería mal escuchar este tipo de noticia, de tanto en vez.