Elogio a la Bocina

Caribe Imaginado

La bocina, el claxon, sonido amplio inconfundible. Ese instrumento que cotidianamente todos conocemos y escuchamos, instalado en el manubrio de nuestros carros. Apaciblemente encendemos el vehículo de motor y nos accionamos a salir a las carreteras maniobrando en las calles defensivamente. Físicamente demostrando la capacidad diestra de manejar y rebasar obstáculos.

Entonces, sin ton, ni son, tocamos la bocina para liberar adrenalina, para defendernos, para esquivar, para saludar, para llamar la atención, para celebrar. Tocamos la bocina para abrir paso, y forzar llegar temprano. Con un elegante corte de pastelillo. Para demostrar superioridad, (pasajeros aplaudiendo). Tripulación contenta. Rebasando el tapón. Deseando que sea domingo, sin prisa, y calles vacías.

¿Vivir sin tocar bocina pensable o impensable? O, ¿vivir tocando bocina para liberar la frustración o defenderse de conductores coléricos en carreteras? Felices por sus perversas hazañas. Reto gigantesco de andar sin tocar la bocina. Manejando más precavido y siendo condescendiente con los demás.

Desnudos nos sentimos sin guiar sin tocar la bocina. ¿Indefensos? Podremos celebrar el Día nacional de la no-bocina. BIP BIP. ¿Veremos a ver?