Rusia volvió a recalcar de manera reiterada el llamado a Estados Unidos hecho por China de que explique al mundo el uso y experimentos en laboratorios biológicos en Ucrania, cuya existencia fue admitida por la secretaria de Estado adjunta estadounidense para Asuntos Políticos, Victoria Nuland.

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A estas altura del siglo parece increíble que la Legislatura de Florida, USA, bajo control republicano, considera medidas que activistas pro derechos humanos denuncian que van a limitar el acceso de la Comunidad LGBTQ+ a servicios médicos y convertir en un tabú en las escuelas las preocupaciones de los estudiantes gay. Por increíble que parezca, legisladores republicanos han presentado un proyecto de ley que permitiría a un proveedor de servicios médicos, e incluso una aseguradora, evitar procedimientos que entiendan violentan su conciencia religiosa, moral o ética.

Además, el Comité de Educación del Senado de Florida, USA ya avanzó una legislación que, entre otras cosas, busca prohibir que las escuelas públicas promuevan la discusión sobre la orientación sexual y la identidad de género “en niveles de grados primarios o en maneras específicas”.

Junto a grupos aliados, organizaciones boricuas e hispanas con base en Florida han denunciado que el proyecto de “protección de la conciencia médica” abre un amplísimo espacio para negar servicios médicos por presuntas razones religiosas, éticas o morales.

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De desatarse una guerra en Ucrania, los únicos ganadores van a ser los mercaderes internacionales de armas y la banca internacional, que multiplicarán  sus grandes riquezas a costa de la destrucción de pueblos y ciudades, y la muerte de miles de personas.

Son esos mismos mercaderes, muchas veces tras la fachada de gobiernos falsamente preocupados por la situación reinante en el este de Europa,  los que han hecho sonar con insistencia cada vez mayor los tambores de guerra, generando un clima planetario de desasosiego e incertidumbre.

A ellos se suman en macabra sintonía, algunas de las grandes cadenas de comunicación, que irresponsablemente han proyectado una suerte de guerra mediática, falseando hechos, manipulando datos y proyectando imágenes alejadas de la realidad.

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Durante las últimas semanas, la tensión mundial se ha disparado debido al despliegue masivo de tropas rusas en torno a la frontera con Ucrania ante su posible adhesión a la OTAN.

El presidente Biden y la Unión Europea (UE) han denunciado la posibilidad de un choque militar si se produjera una invasión rusa.  ¿Se está al borde de una nueva guerra regional o mundial? ¿O se están tensando las negociaciones  políticas y económicas entre el imperialismo ruso y el norteamericano por el control de Ucrania y la región? 

Lo primero a señalar es que, en medio de la crisis global que vive el sistema capitalista-imperialista, indudable que no podemos negar la hipótesis de que finalmente se pueda producir alguna confrontación armada. Pero consideramos que lo que predomina es una dura y alocada negociación por la influencia política y económica en Ucrania y en toda la región. No hay ningún lado progresivo en este enfrentamiento.

Consideramos lo menos probable una guerra regional y menos mundial.  Aunque ambas partes compitan en declaraciones amenazantes, ambas buscan salir de alguna manera, del pantano político en que están. Sin caer en el ridículo, como le sucedió a Biden con su abrupta salida de Afganistán, y sufrir nuevos desgastes políticos en sus países.

La reunión entre el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken y el ministro de Asuntos Exteriores ruso Serguei Lavrov, del viernes 21 de enero, acordando volver a reunirse a corto plazo, mostraría que la negociación sigue abierta.

El reclamo central de Putin y Rusia es que Ucrania, su ex aliada, no se integre a la OTAN. Pero el trasfondo de la crisis hay que buscarla, por un lado, en el colapso de la ex URSS de los años 90. La caída de la dictadura del Partido Comunista y la restauración capitalista llevaron al desmembramiento de la ex URSS debilitando el poder político y económico de la nueva burguesía rusa y del régimen totalitario que encabeza Putin. La independencia de Ucrania, en 1991, fue un golpe importante ya que era, en lo que fue la URSS, la segunda economía y su granero. Ucrania es uno de los grandes productores de alimentos del mundo. Desde el colapso de la ex URRS, el imperialismo europeo y los EE.UU. lanzaron una ofensiva para convertir a los países de Europa del Este (Polonia, Rumania, Bulgaria, Rumania, Checa, Eslovaquia y Ucrania) en sus semi colonias. 

Hasta el 2014 Rusia controlaba aún a Ucrania vía el gobierno capitalista pro ruso de Yanukovich. Pero la caída vertiginosa del nivel de vida del pueblo trabajador por la restauración capitalista hizo que una rebelión popular tumbara al gobierno aliado de Putin y se impusiera un gobierno pro acuerdo con el imperialismo europeo.

Ante esta derrota la reacción de Putin fue invadir Crimea, territorio ucraniano, y quedarse con la histórica base naval de Sebastopol en la estratégica entrada del Mar Negro. Y, en el mismo 2014, impulsó levantamientos separatistas en la región del Donbass en el este del país. Sectores que siguen controlado esa región con apoyo financiero y en armas desde Rusia. Desde entonces el conflicto sigue latente.

¿Porqué sale ahora Putin con esta contraofensiva? Porque la crisis mundial económica capitalista también la afecta política y económicamente. El imperialismo ruso se ha debilitado, acechado por distintos conflictos. En primer lugar, en Rusia a raíz de sus políticas de ajustes, combinado con las consecuencias de la pandemia del Covid 19 y la represión, su gobierno ha sufrido un desgaste y esto se ha reflejado en un retroceso en las últimas elecciones. En segundo lugar, ha tenido que sostener a los gobiernos pro rusos interviniendo, directa o indirectamente, con tropas, en las rebeliones populares de Bielorrusia y, recientemente, en la de Kazajistán. Por eso quiere reavivar la crisis de Ucrania, aprovechando su posible adhesión a la OTAN, para tratar de recuperar puntos atizando los sentimientos nacionalistas rusos en amplios sectores populares de su base social. Y por otro lado, Putin quiere negociar en mejores condiciones los precios del gas ruso que va a Europa y la construcción de nuevos oleoductos. 

El imperialismo yanqui y europeo le han servido en bandeja el argumento a Putin con su ofensiva para que Ucrania sea parte de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que es la alianza militar imperialista más importante. Biden y la UE buscan de esta forma, consolidar el control y dominio sobre Ucrania y todo Europa del Este. Política que asume el actual gobierno capitalista de Ucrania que sigue, a su vez, explotando a su pueblo trabajador aliado a las multinacionales.

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La invasión de Ucrania por Rusia debe ser denunciada desde todas las organizaciones que se reclamen de la izquierda y del movimiento obrero y popular. No hay excusa alguna que pueda justificar la masacre y destrucción que está perpetrando Putin con esta guerra. Apoyamos las movilizaciones en todo el mundo por Fuera las tropas invasoras de Putin. Apoyamos la resistencia ucraniana para que derrote la invasión. Defendemos su derecho a defenderse y el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano.

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Ya la pandemia del Covid-19 no existe. Ahora cada país se encargará de enfrentarlo y tratarlo individualmente, según los epidemiólogos y expertos de cada país. A la luz de esta nueva realidad, muchos países han descartado las restricciones que se tenían en cuenta para la prevención del contagio masivo de este virus.

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El presidente de la República, Luis Abinader, expresó hoy su preocupación por la tensión entre Ucrania y Rusia, al considerar que un conflicto bélico traería consecuencias muy negativas tanto de pérdidas humanas y agudización de la crisis económica global.

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El Polo Ciudadano de Panamá saluda la postulación de algunas personalidades del campo popular y académico propuestos por un grupo de organizaciones populares, gremiales y sindicales para que cubran las tres vacantes que este año se producen en la actual Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá.   

Por primera vez en más de 20 años, un sector del movimiento popular se ha animado a postular representantes y a exigir el espacio en la ACP que por derecho propio le corresponde al pueblo panameño y que ha estado copado por empresarios y oligarcas. Nos congratulamos de que se haga en el marco unitario que abarca a un número representativo de organizaciones.  

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