Me uno a Oscar J. Serrano en esta noticia de impacto para nuestra Comunidad LGBTQIA+: “El gobierno de Puerto Rico pidió a una jueza federal que no emita una orden contra el Registro Demográfico para obligarlo a cambiar el certificado de nacimiento, de manera que la comunidad transgénero pueda marcar una ‘X’ en la sección de género en vez de identificarse solo como hombre o mujer.

La reclamación civil la hicieron ante el tribunal federal seis miembros de la comunidad transgénero: Maru Rosa Hernández, André Rodil, Yeivy Vélez Bartolomei, Gé Castro Cruz, Deni Juste e Ínaru Nadia de la Fuente Díaz. Este cuenta con un pasaporte estadounidense en el que su género no binario está representado con la nueva marca ‘X’ porque el Departamento de Estado de los Estados Unidos ya acepta dicha designación en este documento de identificación y de prueba de ciudadanía.

El grupo basa su reclamo en una decisión de la exjueza de distrito federal Carmen Consuelo Cerezo que ordenó al gobierno a reconocer cambios de sexo en el Registro Demográfico. Pero en su oposición a la demanda nueva, el gobierno plantea que esa decisión de 2018 no tiene peso de precedente y que la decisión del Departamento de Estado de ofrecer la alternativa ‘X’ en el pasaporte no los obliga a hacer lo mismo en el registro.

“El sistema legislativo de Puerto Rico no permite espacio para interpretaciones liberales sobre los hechos vitales que se incluyen en el Registro de Estadísticas Vitales de Puerto Rico”, indica la moción del Departamento de Justicia.

Resaltó el gobierno que el Tribunal Supremo de Puerto Rico ha reiterado que cualquier cambio en el registro de estadísticas vitales tiene que estar mandatado en ley y que la ley actual no permite personas que estén registradas bajo una categoría que no sea hombre o mujer.

“El Departamento de Salud y el Registro Demográfico, y su división de Estadísticas Vitales, no puede autorizar la petición de los demandantes para un cambio en su certificado de nacimiento sin legislación a esos efectos. Los demandantes han fallado en alegar suficientes hechos para concluir que hay una historia y tradición larga de proteger un derecho a enmendar su designación de sexo al nacer para reflejar una identidad de género no binaria o que dicho derecho sea fundamental al esquema de libertad”, añadió en su escrito a la jueza María Antongiorgi Jorge.

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Yo me uno a Pedro Julio cuando proclama que ¡VIVE!.  Les remito al texto completo del mensaje del querido amigo y luchador por los derechos de nuestra comunidad, Pedro Julio Serrano.

Hoy llegó el día que —por un tiempo— pensé que no sería posible.

Hoy cumplo 30 años de vivir con vih —lo que era una sentencia de
muerte se convirtió en una esperanza de vida.

Hoy celebro tres décadas de amor, de lucha y de alegría.

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*Agradezco al Dr. José Maldonado Arroyo (alias Chepo), a la Dra. Ana Elvira Cervera Molina (alias Viri), al Maestro Josué David Kú Gallegos (alias Joshua) y a la Universidad José Martí de Latinoamérica, Campus Mérida, en Yucatán, México por organizar esta primera presentación presencial de este libro.
**Palabras leídas en la presentación.
         
La Antología de narrativa LGBTQ+ escrita en español en Estados Unidos y Puerto Rico (2023) fue un proyecto de Ars Communis Editorial con base en Chicago, Illinois y dirigida por el escritor argentino Fernando Olszanski (autor de la novela Rezos de marihuana, el poemario Parte del polvo y el libro de cuentos El orden natural de las cosas). Me tocó editarla a instancias de Fernando y el procedimiento fue el siguiente: se hizo una convocatoria en las redes sociales de Facebook e Instagram a la cual contestaron 28 autoras y autores residentes en EE.UU. de Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Argentina, Ecuador, Perú, México y España así como de residentes en la isla de Puerto Rico, que como sabemos es un territorio no incorporado de EE.UU. Esto puede resultar problemático a la hora de clasificar las literaturas escritas tanto en la metrópoli como en la colonia, pero los textos mismos resuelven esta cuestión, pues, la mayoría están relacionados con lo que se conoce como el sexilio (la experiencia de exiliarse de su país de origen por su orientación sexual). Otros comentan sobre el hecho de vivir en ese territorio no incorporado de los EE.UU. como lo es el Estado Libre Asociado de Puerto Rico. De ahí que el título de la antología incluya a la isla. Los nombres de las autoras y los autores antologados son: Vera (Hernán Vera Álvarez), Joseph F. Delgado, Gastón Virkel, Óscar Molina V., Jesús J. Barquet, María Mínguez Arias, Paul Montjoy Forti, Ani Palacios, Eïrïc R. Durändal Stormcrow, Estela González, Érika Almenares Ávalos, Roberto Alexander Pérez, Denisse Almeyda, Carlos Vázquez Cruz, Juan Pablo Rivera, Alma Cervantes, om ulloa, Mabel Cuesta, Norman Joel de Jesús de Jesús, Maythe Ruffino, Gustavo Ruffino, Criseida Santos Guevara, José Antonio Santos, Daniel Torres, Yolanda Arroyo Pizarro, Alexis Aguirre, Sandino Vargas-Pérez y Jonathan Montalvo Román.
          En cada uno de los cuentos o crónicas hay una reflexión sobre la cuestión del género desde una perspectiva LGBTQ+ hacia una experiencia “diaspórica”, es decir, desde el desplazamiento inicial del lugar de origen a distintos lugares de la unión americana como son los estados de Florida, Texas, Carolina del Sur, Nuevo México, California, Oklahoma, Indiana, Vermont, Arkansas, Michigan, Massachusetts, Illinois, Ohio y Maryland en el orden en que aparecen las 28 narraciones en la antología. Esta variedad de espacios añade a la riqueza de experiencias que cuenta cada historia.   

          Según me iban llegando los manuscritos al buzón del correo electrónico procedíamos Fernando y yo a leerlos y evaluarlos. El orden del índice es el de llegada de los manuscritos. En algunos casos aceptamos textos que no cumplían con la convocatoria, la cual estipulaba un número específico de páginas. Este fue el caso del capítulo de novela Maldito Lasticön del autor argentino residente en la Florida, Gastón Virkel. La calidad del texto nos pareció que excedía las reglas y decidimos aceptarlo en su totalidad. Las gamas que cubren estas narrativas van desde el acto de vivir en la calle homeless o indigente, en “Balneario” de Hernán Vera Álvarez, hasta el sexo casual de aplicaciones como Growlr para gorditos en “Los gordos también se vienen” del boricua Jonathan Montalvo Román. No cuento con el tiempo ni el espacio aquí para comentar cada una de las 28 narraciones, pero una lectura atenta al prólogo de la antología les puede servir como un buen menú para lectoras y lectores curiosos que quieran degustar el libro selectivamente porque una antología no necesariamente se lee de corrido.

          Me tomé el atrevimiento de incluir un cuento mío titulado “La increíble y triste historia de una gata loca que se creía perra” y, en este sentido, mi trabajo de editor se amplió al de escritor con dos sombreros, el de autor y el de crítico literario o antólogo. En este caso usé el nombre con el que suelo firmar mi ficción y mi poesía, Daniel Torres, en lugar de mi nombre de pila, Daniel Torres Rodríguez, con el que en los últimos tiempos firmo mis trabajos (c)académicos. Esto de la (C)academia es una reflexión mayor que no tiene cabida en esta breve reseña, pero la incluyo con un poco de humor porque en los espacios (c)académicos va siendo hora de que no nos tomemos tan en serio y podamos recurrir al humor como una herramienta de desmantelamiento y descolonización de los poderes del conocimiento. En “La increíble y triste historia de una gata loca que se creía perra” abordé precisamente esta idea por medio de una fábula entre una gata tirana y un pobre perro callejero que es abusado por la gata siguiendo la larga tradición cervantina de El coloquio de los perros y su reescritura feminista por la escritora puertorriqueña Rosario Ferré en su El coloquio de las perras. En mi texto abordo la rivalidad de las escritoras y los escritores en la isla del (des)encanto y cómo se trascienden los campos del poder intelectual. Mi cuento presume de ser humorístico y seguir varios postulados del choteo caribeño del cubano Jorge Mañac, pero serán quienes lo lean, aquellos y aquellas que puedan juzgar si no fue un ejercicio fortuito. Por supuesto les digo el milagro, pero no el santo porque la historia está basada en una triste realidad de cómo algunos escritores abusan de los espacios de la publicación para suprimir la obra de otros autores. Que sirva este cuento como un testimonio fehaciente y una denuncia directa de esta práctica. Curiosamente otro cuento de la antología aborda esta misma temática, “Hibristoquinesis” de la mexicana Maythe Ruffino, y, en esta instancia, se narra el control que tiene una persona para dominar la mente y las acciones de otra refiriéndose a un famoso escritor mexicano contemporáneo que se las da de “progre” cuando es invitado a dar una charla en una universidad norteamericana.

          Espero que estas breves palabras les hayan picado la curiosidad y ordenen su ejemplar en Amazon de la Antología de narrativa LGBTQ+ escrita en español en Estados Unidos y Puerto Rico para leer sus 295 páginas, sea de corrido o a discreción, según los títulos de los cuentos y las crónicas que les llamen la atención. Recomiendo encarecidamente la crónica “Todxs para todxs: la consigna trans frente a la pandemia” del ecuatoriano Óscar Molina V. sobre Lorena Borjas, quien fuera una mujer trans veracruzana que emigró a EE.UU. y muere por complicaciones del coronavirus en 2020, en el Hospital Coney Island de Brooklyn, Nueva York a los 59 años. Un personaje central para la comunidad LGBTQ+ en el sexilio que fue obrera de fábrica, trabajadora sexual, limpió casas y, eventualmente, asumió la lucha por la igualdad para sus hermanas de la comunidad trans. Otro cuento a destacar es “{Dos orillas}” de José Antonio Santos que propone un final feliz al hacer una reescritura del emblemático “Jum” de Luis Rafael Sánchez.

          Cierro este comentario recordando al poeta y ensayista cubano, José Martí, quien escribiera el ensayo fundacional “Nuestra América” en 1891 en la ciudad de Nueva York y con este texto inició todo un corpus de escritura en español en los EE.UU. así como con sus crónicas de la ciudad y su emblemático poema “Amor de ciudad grande”. No se me escapa el detalle de presentar esta particular antología en la Universidad José Martí de Latinoamérica, Campus Mérida, porque Martí fue un escritor latinoamericano que también escribió desde la metrópoli y se formó en otra metrópoli, España, cuando estudió Derecho en la Universidad de Valladolid. Los paralelos aquí son insoslayables.
 

Daniel Torres

Ohio University

Pasé la mayor parte de mis 20 sintiéndome como lo peor. Homosexual.

A principios de ese año, experimenté el -cruceo- por primera vez, casi por accidente. Si bien hoy en día existe literalmente una aplicación para ligar, los hombres homosexuales anteriores a Internet tenían que buscarse entre sí de una manera más matizada con lenguaje codificado y señales encubiertas, como un piercing en la oreja derecha o un pañuelo de un color particular en un bolsillo específico. Viajar en coche tenía su propio protocolo. Por ejemplo, estaba caminando hacia mi auto cuando un tipo me encendió las luces de su coche. Pensando que algo andaba mal con mi auto, caminé alrededor del perímetro del mío buscando una llanta pinchada o una fuga hasta que él se acercó y entabló conversación conmigo. Se rió de buena gana cuando le pregunté qué le pasaba a mi auto y luego me explicó cómo funcionaba el -cruceo- en el circuito de bares, conocido cariñosamente como -la carrera de la leche- y el -circuito de la fruta-.En 1996 aprendí que el cruceo no se limitaba al centro de la ciudad, sino que también, el parque cerca de la universidad era un lugar de cruceo.

En ese momento ya había hecho mi primer amigo gay, Fred, que trabajaba en la universidad. Él y yo íbamos a ver una película un viernes por la noche. Llegué y estacioné con la nariz primero en un espacio de estacionamiento. Al cabo de 15 minutos, dos coches con conductores masculinos retrocedieron a mi lado y me preguntaron cómo había ido la noche. Cada vez respondí: “Estoy esperando a un amigo; vamos a ver una película”.

Me quedé sentado allí un rato más, reflexionando sobre los intercambios amistosos cuando Fred retrocedió a mi lado. Salí de mi auto, lo cerré y me subí a su coche para ir al cine.

Estaba contando mi experiencia reciente con mi manera de “caramba” cuando Fred me miró con incredulidad: “Estás bromeando, ¿verdad? Te estaban crusiando”, logró explicar entre carcajadas.

Y una vez, mientras cambiaba las luces del faro en el garaje de la casa de mi compañero de cuarto gay, su anterior compañero de cuarto se acercó y me preguntó qué estaba haciendo. Cuando se lo dije, me respondió: “¡Guau! ¡Eso es tan macho! Más tarde, cuando le pregunté a mi compañero de cuarto qué significaba eso, se rió.

Mientras aprendía lo que significaba ser gay, hubo algunas partes que no me resultaron muy fáciles de entender.

En los clubes, me paraba en el perímetro de la pista de baile, observando cuerpos apenas vestidos saltando al ritmo del remix del club de You Are Not Alone. de Michael Jackson y el remix de Junior Vasquez de One By One de Cher. Si sonara una canción realmente buena, podría encontrar un lugar para esconderme en la pista de baile y moverme al ritmo de la música.

No era un gran bebedor. Habiendo crecido con un padre alcohólico nunca bebí en la escuela secundaria ni en la universidad. Cuando salía, siempre bebía Coca-Cola Light. Los chicos intentaron acosarme con bebidas y se rieron cuando expresé mi preferencia por un refresco.

No tenía sentido de la moda ni talento para la decoración. Como intérprete, tenía un mandato bastante sombrío en cuanto a la vestimenta profesional: la ropa debe ser de un color sólido y contrastar con el color de la piel. Como persona de piel de alabastro, que en realidad sólo es blanca o roja (con una quemadura de sol), eran preferibles los azules oscuros, granates, verdes bosques, grises oscuros y negros. Y siendo un profesional incipiente para quien el dinero siempre fue un problema, no compré muchas camisas que no pudiera usar para el trabajo; siempre vestía ropa sencilla.

En retrospectiva, parece absurdo haber sentido que no era “lo suficientemente gay” basándose en algunos de estos rasgos personales, muchos de los cuales llevo conmigo hasta el día de hoy. Sólo bebo socialmente, pero no siempre bebo cuando salgo. Mi vestimenta todavía no está muy a la moda y no disfruto particularmente bailar.

Me tomó entre 15 y 20 años sentirme tan cómodo como lo estoy con mi propia piel gay, aunque esté mal vestido. La terapia me ayudó a dejar de lado mi necesidad obsesiva de presentarme como la persona "normal" que pensaba que me había robado mi traumática infancia. Resulta que es una lucha casi universal, a pesar de lo seguras que puedan parecer las personas. Hoy en día siento presiones profesionales que me causan cierta angustia, pero muy poca de ella está relacionada con ser gay. Pero claro, no “salgo” tanto, principalmente debido al hecho de que los espacios gay están desapareciendo, Me cuesta un poco no estar delgado; Todavía estoy aprendiendo a hacer las paces con mi cuerpo.

Como adulto que ha estudiado cómo nuestros cerebros están precableados para emitir juicios rápidamente sobre todo lo que vemos (poner rápidamente las cosas en categorías nos permite evaluar el riesgo y comprender nuestro entorno), reconozco que ser una persona reflexiva, sensible y abierta. Un miembro inteligente de la sociedad moderna requiere que rechace activamente algunos de los prejuicios que mi cerebro ha sido condicionado a aceptar para otros.

El truco es recordarme a mí mismo que debo rechazar los prejuicios que mi cerebro quiere que crea sobre mí mismo, decirme a mí mismo: "No eres lo que mucha gente espera que sea un hombre gay"… Pero eres exactamente quien deberías ser”. Debo recordarme a mí mismo que no debo compararme con los demás, sino con versiones pasadas de mí mismo. ¿Soy mejor “ser gay” que entonces? Tal vez. Tal vez no. Realmente no importa.

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