Para ver las estrellas

hay que esperar a la noche

apagar las linternas

y rogar que no llueva.

Para ver las estrellas

hay que encontrar un lugar

sin luces eléctricas,

o montarnos en un barco

rumbo a alta mar,

o ser un astronauta

como el maestro Akabá.

Para ver las estrellas

también podemos soñar.

 

Amanecida de recuerdos y charlas con gente que habrá conocido en su infancia, la mañana comienza para ella con los buenos días hasta que abre sus ojos. A veces, con coraje porque está dónde no quiere estar. Pasado el aseo, su paso va cada vez volviéndose más y más lento; su balance, se pierde y como no reconoce los nombres ni el uso de las cosas, las paredes, los muebles, mis manos, las barandas y las rejas, son su apoyo para caminar un poco. Una vez desayuna, comienza el concierto de música que ella tararea porque recuerda y que inmediatamente pasa a convertirse en un llanto desgarrador para una hija.

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Se dice que viajar te abre la mente, te hará más curiosa, te ayuda a hacer nuevos amigos, te descubre a ti misma y te hace sentir libre.  En efecto, nunca faltan motivos para viajar. Pero sucede que, con la repetición o la saturación de las imágenes de los viajes, viajar también se vuelve menos significativo. Entonces, es preciso buscar más significado o darle otro sentido a la experiencia. 

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El roce del abrazo invisible

Horada el suelo, lo vuelve vórtex

savia peligrosa

Airada melancolía de fiera trunca

¿bailamos?

olvidada sonrisa de este vivo sueño

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Una tristeza microscópica

como del odio de Dios

o el de

la estupidez y la maldad humanas

me versa del sueño al despertarme.

Hoy no celebro nada

ni flor muerta ni alcantarilla

de palabras

porque estoy presa

contigo, con nadie y la nada

-abarrotados de incertidumbre y de falsas risas de memes pasajeros…-

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Se confundía con el humo

era cada vez más nube

y nube entrelazada

una sobre otra

otra sobre muchas

…fue así que su luz

de diosa soleada,

mirada astral,

a lo PH Hernández

se ocultaba para dejarme

sin credo de hija

y a oscuras.

 

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