El 1ro de noviembre, las brujas vuelven a sus baúles para reposar y dormir tranquilas durante nueve largos meses. Unas refunfuñan molestas y por lo bajo comentan: “no es justo tener que esperar tanto tiempo para volver a respirar aire puro y ver de nuevo los rayos del sol”. Otras, conformes, sin más remedio se marchan alegres dándole la bienvenida a las figuras de madera creadas por Christian Steinback y sus descendientes. Esas no son egoístas. Por el contrario, satisfechas comparten su hogar con hermosos y coloridos cascanueces, soldados de plomo y hombrecitos fumadores de madera. Estos últimos aromatizan la casa de exquisitos olores a incienso, pino y arándano, anunciando que la Navidad se acerca.
Creativo
Para olvidar
He tomado la pócima
para perder tus recuerdos,
como se toma agua de un manantial
entre las palmas de las manos
No fue bueno ser tu satélite,
ni sentir
que en tu todo yo era nada.
Hoy quieres saber si estoy bien…
Periplo antillano
Han querido hacer salir a la gente que pueda
defenderse porque en el plan económico del imperialismo necesitan tomar las tierras de los campesinos para las transnacionales [...]
Camille Chalmerese
En las últimas décadas esa dominación imperialista […]
ha logrado hacerse con la explotación de recursos naturales
(bauxita) […]
Txente Rekondo
Y parece que fue ayer que Don Pedro se quitó el sombrero ante las estatuas de Dessalines y Loverture en el Campo de Marte haitiano.
Ana Lydia Vega
Poema 13
Arrastro mis miedos
los suicido a todos
Con un mismo fin
Ser una nueva mujer
Vísteme de cielo que soy luna
Vísteme de cielo que soy luna
para poder alumbrar todas las sombras,
caminar descalza por los mares,
perfumar de salitre la aventura
y mirar en lo profundo del reflejo
cómo flota el silencio en tus palabras.
Digo
Digo alto tu nombre y soy feliz
aroma a oreja amorosa
nexo de sal inseparable
inagotable suspiro abismal
eres fortaleza de hormiga mágica,
Casa de tormenta
En la casa vacía me guarezco
En las esquinas
los aromas
del pasado llegan antes
que las gotas de Fiona.
El valor de mi crianza
A veces suelo reflexionar en el valor de mi crianza, la dada por mi madre. Su temperamento no era perfecto (cuando levantaba su voz, el mundo callaba) ni las cosas que alguna vez me decía, pero lo que sí fue perfecto, les puedo asegurar, fue su amor incondicional. Mi madre siempre estuvo con nosotros. Nunca nos dejó cuidando con nadie y no trabajó sino hasta que ya todos estábamos en la universidad.