Ángel Luis fue el único de los poetas residentes del Burger King de Río Piedras que llegó a leer, a apreciar mi poesía y a respetarme como poeta. En aquel comeyvete americano—localizado frente a la residencia de varones de la Universidad de Puerto Rico y al costado del antiguo local de la librería La Tertulia—, Ángel Luis salvó mi cuaderno inédito de poesía que llevaba por título Las formas del vértigo. Poemario que estuvo a punto de ser devorado por las llamas del olvido. Todo esto sucedió a principios de 1990, cuando ningún editor boricua, grande o pequeño, apostaba a publicar a los escritores noveles del país; cuando la dictadura de los escritores setentistas, comandados por dos Vegas (Ana Lydia, en prosa, y José Luis, en poesía) era absoluta y discriminatoria.

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altPensando en E.

Al escuchar la voz del presentador de su programa favorito de los sábados, no pudo más que contener su alegría silenciosa, y de reojo miró a su perro, llamado Canela.  Ambos se miraron con ternura.  Luego, ambos dirigieron sus miradas a la pantalla del televisor, y prosiguieron en silencio.  El presentador continuaba haciendo chistes, que tanto para él como para Canela, no les provocaban alegría.

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altAún incrédulo, alzaba la mirada hacia las llamas que uniéndose al espeso y negro humo, claramente dibujaban la despiadada gorgona, regocijada, mientras insaciable devoraba mis libros.

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altCompañeros, exploraba yo la idea de encontrar a una novia para casarme, cuando decidí un día entrar en la página cibernética de www.busconoviaparacasarme.com.Al .   Ahí comenzó el problema.  Siempre me dijeron mis padres que casarse era fácil, pero a mis 38 años comprendí lo complicado que era.  ¡Ah!, y una vez comencé a navegar por la línea cibernética, descubrí cómo todo se me hizo aún más difícil.

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Era para mí difícil oír con claridad el sonido que hizo la cabeza al dar contra el piso. Solo la vibración del golpe, que cual onda de maremoto viajaba por sus venas de sangre detenida, me confirmaba que finalmente lo había matado. Estaba en mí y era mi destino, que cual Mantis Religiosa, al final, le quitara la vida al que tanto me había querido.

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Fue para el 1991.  Fue en Johannesburgo, África del Sur.  Se trataba del primer congreso, post el régimen del apartheid que organizaba el antes proscrito/ahora liberado, Congreso Nacional de Escritores de África del Sur (Congreso of South African Writers). Me acuerdo que en dicha conferencia conocí a escritores de la talla de Albie Sachs, Nadime Godimer, Louis Nkosi, Chinua Achebe  y a Ngugi W´ Thiong´o (Ngugi).

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Tres disparos despertaron a Santiago de su habitual siesta de las tardes. El letargo del sopor veraniego y la media caneca de Palo Viejo bañaban sus recuerdos. Solo logró inclinarse hacia el piso sintiendo un torbellino gástrico que pronosticaba una posible erupción. Las piedritas negras del terrazo danzaban con chispas de pólvora que lo hipnotizaban.

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altEl pasado 23 de marzo el presidente de la República de Bolivia, Evo Morales, pronunció un importante discurso. En él anunció, entre otras cosas, que próximamente su gobierno estará compareciendo mediante una demanda contra la República de Chile, ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. La demanda persigue resolver, en definitiva, el reclamo de Bolivia a Chile de un acceso soberano al mar en los territorios y litoral costero que su país perdiera en la llamada ¨Guerra del Pacífico¨, librada durante los años 1879 a 1883.

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