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Benito Massó, Jr., es un amigo reciente. Si lo hubiera visto en la calle, siempre lo hubiese saludado, sin conocerle. Es un hombre negro, afrodescendiente, cuya evidente configuración negra me crea un vínculo de comunicación, y sin lugar a dudas afectivo. Desde hace muchos años había descubierto que la negritud me vinculaba. Será porque mi padre era un hombre evidentemente negro. Será porque soy evidentemente mulato. Será porque mis experiencias por el mundo siempre me dijeron y me llevaron por lugares donde los similares nos hemos encontrado.

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altEn la tarde de ayer tuvo lugar, en la sala José Lezama Lima, la presentación del libro Destellos de la negritud: Investigaciones caribeñas (Isla Negra Editores), de la artista e investigadora de la Universidad de Puerto Rico, Dra. Marie Ramos Rosado.

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Con su más reciente entrega, el poemario titulado 69 (Puerto Rico: Colección Maravilla, 2013), el hatillano Edgardo Nieves Mieles nos ofrece una meditación sobre vida, erotismo y muerte. Tal reflexión se extiende, a tono con el título, a lo largo de 69 poemas.

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altQuerido lector:

Olvide el diario de Marco Polo, las peripecias del Cándido y la imaginación de Julio Verne. Si algo tiene matices fantásticos y maconderantes es el valiente acto de lanzarse a publicar en Puerto Rico. Lo que comienza como un irresistible escozor desesperante por escribir se transforma, en algunos casos, en una atropellada empresa. Si bien es cierto que en este momento histórico publicar es más fácil que nunca (blogs, páginas de web, libros artesanales, publicaciones a petición), también es cierto que lograr acceso a los medios, promocionar, vender, distribuir y, sobre todo, cobrar, se han convertido en gestiones en extremo azarosas.

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“Con esa tristeza del desterrado que es desterrado de su destierro”.

-Reinaldo Arenas

Marioantonio Rosa

Creo que lo vi desterrado, terminándose el exilio, con esos intentos que las palabras no dejan descubrir, y sin embargo existen, y matan. Creo que lo vi en aquél Nueva York de 1990, donde se acorralan muchas voces, se ahogan otras, se canibalizan los buenos sueños y el alma es considerada innecesaria. Se fue hacia la muerte, Reinaldo, con su verbo inconcluso. Su apellido, Arenas, quedaba en la comisura de las playas de una Cuba prohibida para su esencia, y a donde nunca regresó. Contemporáneo y amigo de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, fue encarcelado y torturado, llegando a admitir lo inconfesable y a renegar de sí mismo. Le robaron su espejo, lo trizaron y ni siquiera hubo esperanza de cenizas. Como Boris Pasternak, en su gólgota personal, adolorido ante el paredón de Vladímir Semichastny, quien, en campaña de descrédito se atrevió a decir, muy serenamente que, "Si comparamos a Pasternak con un cerdo, un cerdo no haría lo que él ha hecho, porque un cerdo jamás defeca allá donde come" frase ruin que destrozó al genial poeta autor de “Dr. Zchivago” casi lanzándolo al suicidio. Con Reinaldo Arenas se dio la misma fórmula, las palabras malditas, los azogues amargos, el castigo contra el espíritu, la herida irredenta. Peor aún, Reinaldo Arenas no resistió el aquelarre marxista, y luego de una carta emotiva a la intelectualidad cubana  en el exilio, donde se despedía, decide suicidarse. Ya la vida lo había estrangulado, y esa soledad de un escritor cumbre de la Literatura Caribeña e Hispanoamericana, no era esa soledad donde San Juan de la Cruz, echaba su contemplación al Amado, sino que era la soledad de los sepulcros, de los andares de insomnio y calaveras, de esa navaja que se siente traspasando el atrio del alma y los vivido, de manera fugaz, e inquisidora. La historia de la literatura universal está marcada por el amor, desamor, la política, los salones de la envidia, los crímenes de odio-aún clama Federico, en su barrica de Víznar-y el otro odio, ése, el fiel a la sonrisa y el silencio, y que de espaldas, calcina y vuelve a dar el frente, con un ramo de esmeraldas.

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altEl discurso poético que transita por los versos de En la punta de los dedos de José E. Muratti es sugerencia de realidades, acercamiento a sentires que nos convoca a la comunicación profunda. Ante la magnitud de su sentir, la palabra se torna menuda como el rocío mañanero ante el sorpresivo chubasco de un mes de mayo. Porque no es lo que dicen las palabras, es lo que insinúan, lo que sugieren, lo que pretenden, lo que callan. En el poema Intermitencia permanente lo confirmamos:

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altLos XI premios Pensar a Contracorriente y el premio especial Una especie en peligro 2014 se dieron a conocer a pocas horas de que el jurado deliberara y eligiera a los ganadores. En la sala Nicolás Guillén, a las cuatro de la tarde, estuvieron reunidos Rafael Bernal, ministro de Cultura; Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, así como los miembros del Jurado Internacional Félix Masud Piloto, en su condición de Presidente y Belén Gopegui, novelista española; además, la profesora cubana Gladys Hernández y público participante. La ceremonia comenzó con las palabras del poeta Edel Morales, de quien a continuación ponemos un fragmento:

«[…]El Concurso Pensar a Contracorriente, instituido en el año 2003 nos reúne hoy con motivo de la entrega del premio en su oncena edición. En momentos en que en el mundo cobran más fuerzas los problemas que sufre la humanidad: pobreza, hambre, desigualdades sociales y exclusiones de todo tipo, hacen que se mantengan vigentes los razones que propiciaron el surgimiento de este evento y la convocatoria a impulsar un cambio radical en el injusto orden internacional establecido a través del pensamiento más radical.

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altEste pasado mes de diciembre el Ateneo puertorriquño celebró el cumpleaños # 118 de la bandera puertorriqueña. Vivo cerca, en el VSJ, y quería estar allí, además de que sabía que Monseñor Roberto González Nieves daría el discurso de ocasión.

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