La pesadilla cotidiana para alcanzar un sueño prometido transita por una ruta longitudinal al Istmo de Panamá, primer punto del obligado enlace entre Sur y Norteamérica, senda que hicieron suya los emigrantes con la esperanza de arribar a la frontera de Estados Unidos.
Aquí confluyen caminantes desde la lejana África, envuelta en guerras intestinas que ponen en peligro permanente la vida de sus ciudadanos, hasta caribeños procedentes de la cercana isla de Cuba, cuyos nacionales son, en exclusiva, bienvenidos en el destino final, siempre que lleguen ilegales.
La propia "puerta" de entrada a Panamá los distancia: tras largas y penosas caminatas por dentro de la selva del Darién, donde acechan peligros naturales, hambre, sed y desorientación en una jungla desconocida, los africanos escapan de los controles colombianos para "milagrosamente" llegar al Istmo.