Hace unos meses descubrí que padezco de ombrofobia; eso me dijo el psicólogo. Con ironía le comenté: “Yo no tengo problemas con los hombres; ninguno de los que he conocido me provoca fobia. Es más, que nos haríamos sin los hombres.”
Cuando el médico escuchó mis palabras aguantó la risa y me preguntó si sabía el significado de la palabra ombrofobia. Le contesté que ombro me sonaba a hombre y fobia significaba temor. El psicólogo me aclaró que la ombrofobia es tener un miedo incontrolable a mojarse con la lluvia. Al escucharlo, me quedé pensativa y le mencioné: “Pero cómo puede ser eso posible. De niña me fascinaba correr en la lluvia.”