Justicia Social
Breves en la cartografía cultural
Los tres monitos y las nueve palabras
Pasaron meses, antes de que me decidiera a salir nuevamente con mis amigos: los tres monitos. De antemano quedamos en que iríamos al sagrado espacio de El Yunque, y que durante el trayecto sólo escucharíamos música, música como para idiortizarnos los sentidos y no pensar en el asesinato de turno, la corrupción cotidiana, o la puerilidad de ocasión discutida en los medios acerca de los colmillús en los puestos electivos. Por lo anterior, el monito que se tapaba la boca le recordó al que se tapaba los ojos que pusiera, en el equipo musical del auto, el cd que había traido el monito que se tapaba los oídos. Al principio creí que se trataba de un compacto de la agrupación de pop de los sesentas, The Monkees. Ya me imaginaba que escucharía de camino canciones como Last Train To Clarksville o I’m A Believer. Pero no, el grupo de rock seleccionado era uno que se nombraba como The Artic Monkees, y bueno, qué puedo decir del resto del camino. Los monitos, como si estuvieran electrificados, se movían de ventana a ventana en el nissan noventoso que por obra y gracia divina todavía camina. Todo iba bien hasta que entraron a entonar la canción Si estuviste ahí, ten cuidado.
¡Justicia Para Catalina Reyes!
LITIGIO PRESENTA PELIGRO PARA LIBERTAD DE PRENSA
Ni los muertos se salvan
Armas
Están en todas partes. Sus balas explotan, y cuando no, suenan como monedas. ¿Cuántos productores de armas hay en el mundo? ¿Cuántos traficantes y compradores? ¿Cuántos compran y venden acciones en la bolsa de valores pertenecientes a las corporaciones de armamentos? ¿Cuántas balas hay en ‘la calle’? Muchos más que piernas y brazos, que cabezas; mucho más que gente, humanos; mucho más que animales… Muchas.