Yo he cambiado,
He madurado.
Ya no me importa que en mis costados haya grasa,
Ni que mis caderas tengan estrías como pasas,
Ahora me gusta la curvatura de mis senos,
Y ya acepté en mi todo lo obsceno.
Yo he cambiado,
He madurado.
Ya no me importa que en mis costados haya grasa,
Ni que mis caderas tengan estrías como pasas,
Ahora me gusta la curvatura de mis senos,
Y ya acepté en mi todo lo obsceno.
“Soy una raya en el mar, Fantasma en la ciudad…”
Clandestino, Manu Chau
Hola. Mi nombre es Diana y soy de un país de Centroamérica. Vivo con mi papá, madre y hermana. Ya a mis 13 años, mis manos se podía ver el adelanto de los años, una falsa juventud. Estaban llenas de callos y golpes por trabajar en la tierra. Esa era mi vida, salía de mi casa de madrugada y llegaba de noche a ayudar a mi madre y hermanita. Todos en mi casa, trabajan para guardar dinero y poder ir al norte. Ese país ofrecía grandes garantías de vida. Esa era la meta familiar.
Y no quiero existir más en el bullicio de la primavera, el otoño y el invierno
En el levantarse, producir y dormir que se ha convertido en rutina
En lo que muchos denominan “vida adulta”
Un estado en donde la biomecánica de mi cuerpo sabe que va hacer todos los días
Llega un punto donde aquello que añoras ya no tiene espacio para existir
Hay un tipo de amor que ya no puede existir
Aquel amor de nosotros dos contra el mundo
Las promesas de “no hay mar ni tormenta que nos pueda separar” se empiezan a escuchar como palabras de dos niños ingenuos
Hay mucho que puede lograr resolver todos los problemas posibles
El techo es blanco, y tiene una burbuja grande de agua cerca del abanico. El abanico también es blanco. Hace un sonido como si en cualquier momento fuera a dejar de funcionar. Los coquis cantan cada 5 segundos, y la brisa se une en coro cada 10. Llevo escuchando esta sinfónica por más de media hora, y no la soporto más.
Hoy es un día fresco e invernal en el trópico. La lluvia invita a requedarse, regodearse y a tomar chocolate caliente con queso de papa – la receta de mi abuela. Hay poco azul en el cielo, por las nubes del frente frío; y, aquí me veo comparando su fondo gris azulado con el de mi computadora.
He tomado la pócima
para perder tus recuerdos,
cómo se toma agua de un manantial
entre las palmas de las manos
No fue bueno ser tu satélite,