Magia, ensueño, revolución. Que se lo digan a uno. ¿Mentira, que no estuvimos? ¿Fue el 82 ó el 83? Villa Sin Miedo. La comunidad se iba levantando apenitas, date cuenta de la casa sin paredes en que se convocaron los poetas. Los y las poetas de uno y otro lado de la foto. Porque lo que tú no vislumbras es que Juan Antonio Corretjer estaba al comando y fuimos ordenados por su aura y por Che y por Anjelamaría y el reverendísimo Pedro Pietri de la reverendísima Madre de los Tomates.

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Era lunes en la mañana. Apenas un día de salir del hospital y de aquel cuarto frío. Jamás olvidaré la hermosa ventana que miraba el mar, palmeras que se movían deprisa, varios edificios y una piscina con algunos niños. Era Semana Santa. Mi niño se queda mirando, segundos de espacio. Tal vez precisamente en esos espacios de tiempo donde mira extasiado algunas cosas, como esas locas melenas del tope de las palmeras, es cuando sé que mi niño será poeta. Pero este escrito no se trata de hacer profecías a destiempo. Nada de eso. Era lunes y quisimos sentir que toda aquella pesadilla quedaba atrás.

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a Eduardo Galeano:

--La utopía está en el horizonte.

Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos

y el horizonte se corre diez pasos más allá.

¿Entonces para qué sirve la utopía?

Para eso, sirve para caminar.--

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Anoche hice el dibujo de un libro. Le coloqué un título, hice la ilustración de la primera página. Lo hice con mi mano izquierda, la que menos uso. Debía simular que era una niña de 5 años. En la página de la derecha escribí garabatos. Todos los participantes de aquella mesa redonda, debían hacer dibujos. Yo hacía mi libro. Éramos parte de una misma historia, pero eso todavía no lo sabíamos. Luego cada uno hizo su historia.

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Son las 10:30 de la noche. Mis botas cargan mi cuerpo por la acera estrecha a la salida del hospital. Supimos que iba a ser un paseo tenebroso. Ya era de noche, y nunca paseamos de noche, el niño y yo. Salimos de la casa ligero. La cabeza le ardía. Ni el sombrerito rojo protegía su pequeña cabeza tan llena de ideas por concebir. Era aligerado nuestro paso. Llegamos al hospital. No habría pastel ni café en este paseo. El mar estaba allí pero demasiado lejos para sentirlo. Y en las noches ya no tiene color. El médico le atendió ligero. Su cuerpecito lleno de ronchas ardía por la fiebre.

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