El Jurado del Certamen del Pen Club de Puerto Rico en la categoría de libro de cuentos, compuesto por la profesora Yaricel Rivera, la Dra. Ramonita Reyes y el Dr. Roberto Echevarría Marín concede por unanimidad el primer lugar al libro Seis cuentos de amor (Breves) y uno del recuerdo de Daniel Nina. Estos cuentos nos confrontan con los antagonismos inesperados que suscita lo aparentemente inocuo de la cotidianidad, narraciones que proponen el poder de lo inanimado, desvelador de deseos insatisfechos y traiciones íntimas.

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A mi padre, Jorge David Ortiz.

¿De niño grande o de adulto pequeño?

Hay un lugar donde convergen Peter Pan y su sombra. No sé el por qué de esa idea fija tuya de empequeñecer las cosas. Yo siempre he sido Nancita, Ariadna siempre llevó el mote de Arianita. Y todas tus sobrinas y sobrinos invariablemente han sido, nenes chiquitos y nenas chiquitas. Persistente has dicho: −Para que me quede bien la ropa cómpramela en el departamento de niños, pero de manga larga las camisas, por favor. La estampita del divino niño no podía faltar en la siempre estropeada “wallet”. Le dedicabas repetitivas suplicas, incesantemente. (Ensalmo para alejar las perturbaciones de tu alma). Así como se repetían mis travesuras, que siempre perdonabas. Abuela Juana decía: –Cabeza grande la tuya, donde entra completo El brindis del bohemio. Recuerdo haberlo escuchado por WVJP en tu voz ¡Me sentía tan orgullosa! Esa noche de año viejo, como todas, como todos los años. Los días en que te convertías en el tipo más jondo de Puerto Rico, Georgie Ortiz. Frase que murmurabas y murmurabas hasta quedarte dormido. Siempre entendí que no eras, que en ese momento no estabas. Ahora sé que también, eso era parte tuya .El ron le servía de vehículo a ese otro papi. Corrección, papito como dice Ariadna Sophia, acostumbrada a tus diminutivos. ¡Por favor, levántate! Cuéntame cómo inventaste la cura el cáncer. ¡Por favor, levántate! Llama desde Nueva York, dime que regresas el lunes. ¡Por favor levántate! Quítate la máscara de oxígeno que cubre un rostro real. ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! Las camisas 14 al 16 de niños, son para ti nada más. Carmelo se las puso y le quedaron pequeñas. Ariadna, tu nieta, las usa para la universidad. Juan las luce como anillo al dedo. Yo las visto para dormir y en realidad no las puedo llenar.

La utopía puede ser caminar al compás de la visión, sentarse en un café y observar el entorno; allí la imaginería se nos hace visible y a veces inquisidora para que la veamos. Se nos sucede una mirada de cambio, de arquitectura futura, lentamente o en diversidad de expresiones, símbolos, universos paralelos, y hasta el sonido puede tener su nombre y su vestido.

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El cuerpo de las palabras. Cuerpo leal a una luminosidad que rasga máscaras, establece formas, disloca patrones disecados, hace otro mundo. El esculpido cuerpo a ritmo de letras lucientes y audaces; el diámetro de una vanguardia que asoma su tierra en movimiento, su entorno natural blindado de buena imaginación, y de gruta al cambio. El escritor que esculpe ese cuerpo a trazos de continuidad de papel blanco, y a la diestra un lápiz, un bolígrafo, o el ordenador con su constante pasaje hacia los mundos itinerantes. Cuerpo volumen y delicioso “’corpus delicti”

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¿Quién es María Arrillaga? Ella dice que es Filí-Melé, un personaje rescatado de la poesía de Luis Palés Matos. Filí-Melé es, además, muchas mujeres, o facetas diferentes de una sola mujer: la poeta que se transforma, se inventa, o se reinventa a sí misma, se desnuda, nos habla de sus gozos y sus tristezas. En la nota biográfica que aparece al final de este libro, Ciudades con mares, la autora nos dice que Filí-Melé es la “manifestación múltiple de la experiencia femenina, que conspira contra el silencio impuesto por la tradición”. No es, y acaso también sea, la Filí-Melé idealizada por Palés, una mujer que dice lo que quiere decir porque para María el silencio de la mujer es inaceptable, como exclama enfáticamente en el poema número uno del grupo que aparece bajo el título Con soltura lenta (p. 178): ¡Muda no!

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Un grito al consumismo.

“Un artista no puede cambiar el mundo. Pero puede mantener vivo un margen esencial de inconformidad”, Luis Buñuel.

Tenía solo tres años de vida. Disfrutaba del sonido que hacían las ollas de la cocina cuando les pegaba con una cuchara. Se divertía con crayones de colores con los que creaba paisajes imaginarios en las paredes imaginarias y también en las reales.

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