Hay que tener memoria del lanzamiento hacia el espectador; que no le queden dudas de que un mensaje no solo abre las alas sino que nos hará cautivos con la imagen y el lenguaje de un cuerpo ante los ojos que decodifican, asimilan, exilian, o dejan una orilla abierta para otro arribo. Hay que tener memoria de que eres un aire de varios rostros, varios celajes, múltiples abecedarios o consonantes. Es hacer esa memoria como también lo hicieron Richard Huelsenbeck y Tristan Tzara en el templo dadaísta del Cabaret Voltaire y, un tiempo después Joseph Beuys con sus acciones de arte donde en franca confluencia se encontraba la acción, el movimiento, y personajes ajenos a la obra.

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Nunca paraba de hablar y su avanzada edad, venía cargada de interminables memorias e inescapables observaciones sobre la vida, el mundo y los personajes que lo habitaban; en fin, un depósito profundo de leña para el fuego de su lengua. Desde el primer día me incomodó y esperaba que soportarlo fuese sólo un evento casual. Pero al día siguiente volví a verlo, tan parlanchín como siempre e intentando entablar conversación con todo el que se le acercara.

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Entidad – Duppies: en la tradición de Jamaica. La sombra de una persona muerta un espíritu muy temido. Se les puede invocar arrojando monedas y ron en las tumbas...

[…]Somos pues como troncos de árboles en la nieve. En apariencia yacen apoyados en la superficie, y bastaría un leve empujón para poder apartarlos. No obstante están sujetos firmemente al suelo. Aunque cuidado, también esto es aparente […]

Frankz Kafka / Los Arboles

No me contestas. En realidad, no me importa. Hoy es el gran día. Esto le decía a su hermana en imponente tono. Ella, como hermana menor  había vivido toda clase de vejámenes. Fechorías que disfrutan los hermanos mayores cuando se trata de dejar en claro su supremacía. Desde buscar en la ropa sucia de su abuela unas  medias malolientes y ponérselas en la cara mientras dormía, hasta atormentarla con cualquier insecto raro.

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Burkina Faso: aquí me encuentro

Este texto, es una parte de mi experiencia como nativo caribeño en tierra ancestral africana. Empecé a escribirlo hace meses, cuando escucharon hablar por primera vez de Ouagadougou en la televisión boricua durante el verano 2014. Desapareció misteriosamente un avión que viajaba desde la capital de Burkina Faso hacia la capital de Argelia, con todos sus pasajeros y tripulación. ¿Recuerdan? Luego de eso, tal vez escucharon hablar del ébola, un virus altamente contagioso que se ha propagado en varios países de África del Oeste.

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Corro extraviado

por la orilla de un río,

corro desnudo

con el Sol ardiente, abrasador.

Con la música que crean

las aves me elevo del suelo,

besando las nubes.

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“La escena no nos corromperá y nuestro ideal jamás se arrodillaría ante nadie”.

Las cucarachas

Las cucarachas son unas sabandijas muy resistentes, por lo tanto difíciles de combatir. Seres para algunos repulsivos, para otros casi inmortales. Se propagan rápidamente en todo tipo de  ambientes hostiles. En este caso el internet es su vehículo de expansión.

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El inicio de la nueva temporada de American Horror Story: Freak Show nos ha puesto los pelos de punta.  Después de las temporadas anteriores, con el aquelarre de brujas de Nueva Orleans, y La Suprema interpretada por la gran Jessica Lange, o aquella casa embrujada en la tradición eminentemente gótica de lo extraño, el paso a este espectáculo de fenómenos de la naturaleza nos hace reflexionar acerca de cómo cada uno de nosotros es también un monstruo en potencia.  Jessica Lange como Elsa, es esa alemana inmigrante en Estados Unidos, a quien la vida ha dejado sin una oportunidad de éxito en el mundo del espectáculo, pero la ha llevado a reclutar a todos esos personajes que hacen una cornucopia de inadaptados sociales que encuentran en su carpa un lugar en el mundo. 

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A Doris Caraballo

“Quiero esa muñeca, mami, esa, la quiero”. Grita y llora la niña señalando una de las muñecas amarradas en la fachada de una casa abandonada. La mamá tiene prisa de llegar a la peluquería, hace meses que no se arregla el cabello. En realidad ni tiene tiempo de arreglarse desde que la hija tiene tres años. Ya son tres años soportando sus caprichos y gritos. Agarra a la niña del brazo, pero esta se tira al piso y empieza a llorar. Las personas que pasan en los carros la miran, hasta el perro que deambulaba por los adoquines cercanos aceleró la marcha. Entran a la pequeñita peluquería sin letreros de doña Tata. San Juan está lleno de fantasmas y gatos, tenga cuidado con esas muñecas. Los gatos nos salvan de la ira del pasado, comentó la peluquera. La mujer se dejó lavar el pelo. Mientras la niña jugaba con unos gatitos en la terraza, por un rato la mamá se relajó. Cerró los ojos mientras acariciaba a uno de los gatitos que se había subido a su falda. Trató de imaginarse su vida si no se hubiera preñado del guardia de seguridad del condominio de su exnovio. Se sintió tan emocionada que tuvo un agradable orgasmo. Al terminar, pagó, escondió el gatito en su bolso y tomó a la niña del brazo. “Mami, recuerda la muñeca…”. Caminó cuatro cuadras hasta llegar a su casa y preparó la cena para ambas. Esa noche dejó al gato dormir en la cama con la hija. Despertó con los maullidos. Al abrir la puerta de la habitación, solo había una muñeca en la cama. La mujer respiró sonriente y la amarró en la fachada de su casa.

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