Dedicado a mi inspirador Efraín Barradas

Lentamente se asoma, temerosa a enfrentarse a si misma. Solo puede ver una sombra más negra que el fondo del mar; que los restos de lava fría y crujiente; como el joyo de un culo prieto y pelu!

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Una versión Nácar-Colunga de la Biblia. Unos papeles de infancia que nunca se abandonan porque el mapa de la vida empieza ahí, en ese trazo de suave grafito que hace la curva de la letra, intrínseca y secreta, dándose en armonía en un intimismo que enseña el rostro al estilo, la entrega y las ideas. Un paseo pictórico, preferiblemente en un cuadro célebre con una perspectiva ceñida a una rutina de la inmensa cotidianidad “La ronda nocturna” de Rembrandt pintada entre 1640 y 1642 cuyo protagonista es el capitán  Frans Banning Cocq en el momento en el que éste da la orden de marchar al alférez Willem van Ruytenburch, -que, recordamos en paréntesis, amparados en la bitácora de trasfondo se hicieron aparecen 18 integrantes de la compañía, que pagaron una media de cien florines al pintor holandés por aparecer en el cuadro-,

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“Porque yo no hilo lana

porque yo estoy expuesto cada día

a órdenes de arresto

y mi casa está expuesta a las visitas policíacas

a las pesquisas, a las “operaciones de limpieza”

porque me encuentro en la imposibilidad

de comprar papel

grabaré todo lo que me sucede, grabaré todos mis secretos

en un olivo del patio de mi casa

yo grabaré mi historia y el retablo de mi drama

y mis suspiros en mi jardín

y las tumbas de mis muertos…”

 

-‘Tawfiq Zi-yad

Escrito en el tronco de un olivo

Poesía de Resistencia

Amanece en Gaza. La noche de ayer, la noche anterior, todas las noches, la sangre extiende su manto sin identidad; alguien será hijo de la muerte. En la callejuela ya sin orillas las balas son el polisón en tierra, amargo y asesino, que entra en cualquier hogar y se hace amo de los silencios.

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La conciencia de lo efímero de los tiempos y el deseo de perpetuar los gratos recuerdos infantiles han llevado al artista plástico Edgard Acosta a consagrase a pintar las casas viejas, escenificar tradiciones populares y conservar la expresión religiosa  puertorriqueña expuesta a través del simbolismo de los Reyes Magos y los nacimientos.

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Ven a mí, ven… Llego a ti. Te observo. Aun no me reconoces, pero me sientes. Puedo respirar el deseo en tus sueños. Pongo mi mano en la ventana y abres los ojos. Tus latidos se dilatan así como tu mirada en la mía. El calor de tu sangre es un carnaval de feromonas en mis manos y pechos.  Ven a mí, ven… El latido de los labios de mis labios te obliga a invitarme a entrar. Entro a ti lentamente, tu cuerpo desnudo desnuda mi cuerpo.

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