En esta Navidad, a los niños masacrados de Gaza
por el nuevo Herodes (Netanyahu) y  su imperio (EEUU y UE)

¿Cómo es posible que la mayoría de una nación (étnica), como los judíos, que nos recuerdan a cada rato el “holocausto” que sufrieron a mano de los fascistas alemanes, pueda apoyar a una dirección política (sionista) que repite los mismos métodos genocidas contra el pueblo palestino? ¿Qué explica que alguien que habla del sufrimiento que padecieron de los habitantes del Gueto de Varsovia replique y justifique exactamente el mismo campo de concentración en que Israel ha convertido a la Franja de Gaza? 

¿Cómo los descendientes judíos de las víctimas del nazismo, calificadas de “subhumanos” por Hitler para justificar su asesinato, repiten desde el gobierno israelí los mismos adjetivos contra los palestinos para pretender “legitimar” su genocidio? 

¿Los medios de comunicación de masas de todo el mundo, controlados por el lobby judío, que a cada rato sacan a relucir las cámaras de gas con que el gobierno alemán exterminaba a los asquenazis, ahora usan esas imágenes para callar cómo las tropas israelíes queman con fósforo blanco a la población gazatí, bombardean casas de civiles, matan niños a mansalva, destruyen hospitales y disparan a periodistas y ambulancias?

El llamado “holocausto judío”, junto a otros genocidios (contra gitanos, rusos, ucranianos, etc.), que supuestamente fue la base para la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos hace 75 años, ha dejado de tener sentido. 

Nadie debería hablar de algún holocausto o genocidio, sin atenerse y exigir el respeto a los principios de esa declaración, cuyo artículo 1 dice: Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Sacar a relucir a relucir el llamado holocausto para luego justificar los mismos métodos fascistas contra los palestinos significa que ese hecho ha sido convertido en instrumento ideológico del nacionalismo judío, cuya forma extrema es el sionismo, un equivalente del nacionalismo alemán, cuya variante extrema es el nazismo.

Los nacionalismos son la ideología de la modernidad usada como instrumento de legitimación política por las clases gobernantes. El nacionalismo ha sustituido en gran parte a la religión, o la ha supeditado, como instrumento de dominio mental sobre los pueblos. Las ideologías nacionalistas toman elementos parciales y aislados de la realidad para, a partir de allí, hacer creer a la gente que pertenecen a un pueblo o nación diferenciado de los demás seres humanos. Los que hablan tal idioma, viven en tal territorio, poseen tales costumbres, se constituyen en una unidad frente a los que no poseen esas características. Esas características supuestamente les hacen diferentes y hasta opuestos a los demás. Hasta justifica odiarles y hacerles la guerra.

Como dice Benedict Anderson el nacionalismo es una ideología construida en el siglo XIX que ha servido de amalgama a los estados modernos. Una amalgama construida sobre mitos históricos. Cada nacionalismo escarba en el pasado algunos hechos de manera arbitraria, los cubre de una narrativa épica, los eleva a epopeya y los ordena de manera que parezcan que un determinismo histórico (teleología) que desemboca en la “nación moderna”, sea la que sea. 

Por supuesto, como bien dijo Ernest Renan, “la esencia de una nación está en que todos los individuos tengan muchas cosas en común y también que todos hayan olvidado muchas cosas”. Es decir, las ideologías nacionalistas borran de su memoria histórica lo que no conviene a sus mitos.

Anderson también cita a Gellner: “… nacionalismo no es el despertar de las naciones a la autoconciencia, inventa naciones donde no existen”. 

Lo cual viene a pelo con el mito del “antisemitismo” por el cual cualquier crítica a la política racista y genocida de Israel se le denuncia como si se tratara de una persecución antijudía (antisemitismo). Pero resulta que la mayoría de los judíos ortodoxos que emigran a Israel como colonos y matan palestinos, no son semitas. Son askenazis, un pueblo europeo que, en la Edad Media, se hizo judío, pero no son descendientes de los hebreos del Antiguo Testamento.

En cambio, los palestinos, como los árabes en general, al igual que los judíos sefarditas, sí son semitas, descendientes (míticos) de Abraham, a través de su hijo Ismael, si nos atenemos a la Biblia. Los judíos askenazis, por la vía de la ideología sionista, han sido convencidos de que ellos son semitas y los palestinos no, cuando la verdad histórica sería completamente la opuesta.

Lo que es inadmisible es que los gobiernos alemán y francés, que deben saber de historia, por culpa de la mala conciencia nazi que les queda a los alemanes, y los crímenes cometidos por Francia en Argelia, pretendan prohibir las banderas palestinas como emblemas “antisemitas”. Con esto los gobiernos europeos no se libran de su responsabilidad moral con los fascistas que los gobernaron y sus actos, sino que están renovando esa ideología racista ahora contra palestinos en particular y contra árabes y musulmanes en general.

Los crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel contra el pueblo palestino, con el apoyo activo de Estados Unidos y la Unión Europea, han desmontado toda la falacia de sus pretendidos argumentos “humanitarios” para su política en la guerra Rusia – Ucrania. 

Para que algún día la Declaración Universal de los Derechos Humanos tenga verdadero sentido y deje de ser palabras huecas, hay que repudiar los nacionalismos de cualquier tipo y recuperar una filosofía verdaderamente humanista, como la que estaba en la base del cristianismo original y en la utopía socialista, que empieza por el verdadero principio: todos y todas somos iguales, hermanos de una sola raza, la humana.

Solo en el humanismo consecuente las víctimas inocentes tanto del Gueto de Varsovia, como de la Franja de Gaza, y tantos otros genocidios, se hermanarán en un símbolo universal que muestre la fase bestial que vive la especie humana desde que sociedad se dividió en clases, pero peor aún bajo el sistema capitalista mundial, que debemos luchar por derrotar, para que algún día todos podamos mirarnos a la cara sin odio y sin vergüenza. 

El nacionalismo se ha convertido en el nuevo opio de los pueblos. Corrijamos a Marx.

El 3 de diciembre de 2023 se llevó a cabo un referéndum en la República Bolivariana de Venezuela en torno a cinco preguntas básicas: (a) si los venezolanos rechazan por todos los medios, conforme a derecho, la línea demarcatoria impuesta por un Laudo Arbitral de 1899 delimitando la frontera de Venezuela con la región llamada Esequibo; (b) si se apoya el Acuerdo de Ginebra de 1966 como base para resolver la disputa territorial sobre la región del Esequibo entre Venezuela y la República Cooperativa de Guyana (RCG); (c) si se está de acuerdo con la posición de Venezuela sobre esta controversia de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia; (d) si se está en contra de la posición de la RCG de unilateralmente disponer de un mar pendiente de delimitar de manera legal y en violación al derecho internacional; (e) si se está de acuerdo con la creación por Venezuela del estado de Guayana Esequiba, que incluya la otorgación de ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el derecho internacional incorporando  dicho estado al mapa de Venezuela.

          El resultado de la consulta, en la cual participaron de acuerdo con el Consejo Nacional Electoral 10,554,320 electores de un total de 20.7 millones, arrojó un resultado favorable al interés de Venezuela por parte del 95% de los votantes.

         El territorio Esequibo  reclamado por Venezuela comprende 160 mil Km.2. En él residen aproximadamente 125 mil habitantes. Representa dos terceras partes del territorio que hoy reclama la República Cooperativa de Guyana (RCG) como su territorio. En total, la población que reclama para sí la PCG, incluyendo el territorio esequibo, alcanza 800 mil personas.

De acuerdo el libro titulado Guayana Esequiba, Historia de un Despojo, la disputa sobre este territorio se retrotrae a un viejo diferendo entre la recién fundada República de Venezuela y el Reino Unido de la Gran Bretaña hace ya más dos siglos.

Hacia 1777, el Imperio Español creó mediante la Real Cédula de Carlos III en suelo hoy venezolano, la Capitanía General. Cuando el 5 de julio de 1811 se firma el Acta de Independencia de Venezuela, esta hereda la totalidad del territorio perteneciente a la anterior Capitanía General. Pocos años después, hacia 1814, colonos ingleses comienzan a asentarse en territorios que pertenecieron a Holanda en las regiones de Demerara, Berbice y Esequibo lo que provocó la protesta del Libertador Simón Bolívar. Con su separación de Colombia en 1830, Venezuela consigna en el Artículo 5 de su Constitución el dominio del nuevo Estado sobre el territorio de la anterior Capitanía General.  En 1831, sin embargo, como parte de su política imperial, Gran Bretaña constituye la Guayana Británica, fronteriza con territorio venezolano, lo que incrementa el traslado de colonos hacia territorio esequibo.

En 1835, Robert Hemmann Schomburgk traza un mapa de Este a Oeste, estableciendo una línea fronteriza entre Venezuela y la Guayana Británica y más adelante traza un segundo mapa, de Norte a Sur, equivalente a una superficie de 141,930 Km. cuadrados que llevó a una protesta por parte del gobierno de Venezuela ante el gobierno británico, abriendo así paso a las primeras negociaciones sobre un conflicto fronterizo entre ambos Estados a partir de 1844. En las negociaciones, Venezuela reclamó el reconocimiento del Río Esequibo como límite fronterizo histórico. El proceso inglés de traslado de población y colonos, sin embargo, no cesó, como tampoco su proyecto expansionista. Hacia 1888, el Reino Unido reclamaba el control de 203,310 km. cuadrados.

En 1897 las partes en disputa suscribieron un Tratado en virtud del cual se comprometieron a resolver su diferendo mediante un arbitraje internacional en París, creándose así un panel arbitral compuesto por cinco integrantes en el año 1899: dos representantes por cada parte y un quinto miembro neutral al conflicto. Sin embargo, Venezuela, ante las exigencias del gobierno de Estados Unidos, se sometió a que sus representantes en el panel de arbitraje fueran designados por dicho país, por lo cual fue el Congreso de Estados Unidos el que hizo las designaciones. El quinto miembro del panel también fue escogido por otra potencia imperial: Rusia.

Tras seis sesiones consecutivas, el panel de arbitraje el panel emitió su laudo en forma unánime concediendo a Venezuela sólo la soberanía sobre la desembocadura del Río Orinoco y una porción contigua al Este de la misma; mientras que al Reino Unido concedió la porción Oeste al Río Esequibo hasta los ríos Venamo y Cuyuní, en una línea de mil kilómetros. Entre 1900 y 1905 se designaría una Comisión Mixta para demarcar las fronteras entre las partes.

Luego de un fallo favorable, el Reino Unido propuso otro arbitraje internacional, esa vez sobre una porción territorial de 33,200 km. cuadrados, hacia el Sur, en la frontera con Brasil. En esta ocasión, el fallo provendría del Rey de Italia, Víctor Manuel III, el cual en 1904 confirió al Reino Unido de la Gran Bretaña una superficie de 19,630 km. cuadrados, y a Brasil 13,570 km. cuadrados. El territorio otorgado al Reino Unido de la Gran Bretaña forma parte del reclamo actual de la República Bolivariana de Venezuela frente a la República Cooperativa de Guyana.

En 1962 el gobierno de Venezuela llevó su reclamo del territorio al Oeste del Río Esequibo ante la Organización de las Naciones Unidas. Alegó la nulidad del laudo arbitral de 1899 basado en varios puntos: (a) engaño y mala fe por parte del Gobierno del Reino Unido; (b) falta de notificación adecuada del laudo; y (c) colusión por parte de los países miembros del panel de arbitraje en su contra.

Luego de discutir largamente las diferencias, se alcanzó un acuerdo entre las partes conocido como “Acuerdo de Ginebra”, el cual fue suscrito el 17 de febrero de 1966. Este Acuerdo, si bien invalida el laudo de 1899, deja pendiente de resolución futura el diferendo entre ambas partes. Este Acuerdo se produjo cercano a la fecha en que el Reino Unido de la Gran Bretaña renunciara su dominación colonial sobre la llamada Guayana Británica, evento que ocurrió el 26 de mayo de 1966.

Durante cuatro años las partes se reunieron inconsecuentemente con miras a alcanzar un acuerdo sobre el diferendo territorial, firmando el “Protocolo de Puerto España” de 1970, quedando en suspenso las conversaciones por espacio de doce años. Para 1982 el gobierno venezolano determinó dejar sin efecto el Protocolo, proponiendo iniciar conversaciones directas con la República Cooperativista de Guyana. La repuesta de Guyana fue solicitar la intervención de la Asamblea General de la ONU, del Consejo de Seguridad de la ONU o de la Corte Internacional de Justicia, petición ésta que fue aceptada por el Secretario General de la ONU.

El 3 de marzo de 1999 se produjo la visita a Guyana de una comisión integrada por 15 funcionarios del gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías, lográndose el acuerdo de nombrar una Comisión Binacional de Alto Nivel. Sin embargo, ese mismo año, en el mes de julio, el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela notificó, mediante una nota formal al gobierno de la República Cooperativa de Guyana, su protesta por la entrega de concesiones por este último a compañías petroleras como CGX, Energy, Exxon, Mobil y Shell para la exploración en la plataforma marítima del territorio en disputa.  Más adelante, en el año 2000, la República Bolivariana de Venezuela, protestó la concesión a los Estados Unidos de derechos para establecer una plataforma de lanzamiento de cohetes en el referido territorio.

Es importante recordar que en el territorio conocido como Guayana Francesa, el cual hoy se encuentra incorporado a Francia como uno de sus departamentos de ultra mar, este país europeo mantiene un centro de lanzamientos de cohetes al espacio. Desde allí Francia coloca sus satélites en la atmósfera, a la vez que desarrolla investigaciones de todo tipo, incluyendo su posicionamiento militar en la carrera espacial.

Los incidentes y denuncias por parte de Venezuela a las acciones del gobierno guyanés han sido consistentes, como consistentes ha sido lo que Venezuela considera son provocaciones contra su país. A pesar de que Guyana se ha adherido a proyectos de integración suramericana como son la UNASUR, el CARICOM y la CELAC, las diferencias entre ambos gobiernos persisten.

El 15 de noviembre de 2007 se produjo un incidente fronterizo cuando según el gobierno guyanés, un grupo de cuarenta militares venezolanos entró en aguas en disputa entre ambos países para volar  dos dragas en el Río Cuyuní.

Existe una diferencia de capacidad militar entre ambos países ya que la República Cooperativa de Guyana, distinto a la República Bolivariana de Venezuela, no cuenta con fuerzas armadas estructuradas, sino que más bien depende de unas reducidas “Fuerzas de Defensa de Guyana”. Para Venezuela, sin embargo, la salida del diferendo territorial y marítimo no se plantea mediante la acción armada. Tanto el gobierno de Hugo Chávez Frías como el de Nicolás Maduro han apostado a una solución diplomática al conflicto territorial. Las acciones unilaterales de Guyana, sin embargo, con el apoyo de los Estados Unidos y del capital transnacional, apuestan a la no resolución del conflicto entre ambos países por la vía negociada. La posición de Guyana de continuar ofreciendo concesiones al capital transnacional en territorios y lecho marítimo de los territorios en disputa ciertamente no abona a una solución al problema.

Tras la llegada al poder en Guyana de David Graner en 2015, el gobierno venezolano ha denunciado las acciones de Guyana como una “peligrosa provocación”, por lo que el gobierno  bolivariano, a través de su Asamblea Nacional, aprobó el Decreto Núm. 1859 estableciendo zonas de defensa marítima y creó la “Comisión Presidencial para los asuntos limítrofes”, llamando, además, a su representación diplomática en Guyana y reclamando la intervención de las Naciones Unidas para que actúe como mediadora del conflicto. Más adelante, con la participación de la totalidad de los partidos políticos a favor de la medida, la Asamblea Nacional aprobó por unanimidad, apoyar la defensa del derecho de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.

En el año 2018 Guyana solicitó la intervención de la Corte Internacional de Justicia en torno al diferendo, la que Venezuela rechaza. En su petición Guyana solicita que se confirme la validez del Laudo Arbitral de París previamente rechazado por Venezuela. La Corte Internacional de Justicia se declaró en 2020 con jurisdicción para entender en la petición hecha por Guyana; mientras Venezuela indica que sólo reconoce el Acuerdo de Ginebra de 1966.

Actualmente, el gobierno de Nicolás Maduro ha ofrecido licencias autorizadas a través de PDVSA para la exploración de petróleo, gas y minas; así como ha establecido una “zona de defensa integral de la Guayana, como también una sede política administrativa. El territorio en disputa, además del petróleo y gas, es rico en yacimientos de oro, cobre, diamantes, hierro, bauxita, aluminio, manganeso y uranio. Se indica que al presente Exxon/Mobil ha identificado 46 zonas con unos 11 mil millones de barriles de petróleo, que representan el 0.6% de las reservas mundiales, particularmente en una zona de 26 mil Kms.2 frente a las costas del territorio en disputa. Producto de la explotación de minerales en la región del esequibo, la RCG ha triplicado el PIB desde 2019. Se estima que para el año 2027 esté extrayendo 1.2 millones de barriles de petróleo por día.

La situación de tensión entre los dos países puede dar lugar al desarrollo de un conflicto mayor, particularmente en momentos en que sobre Venezuela Estados Unidos ha venido promoviendo un proceso desestabilizador de su gobierno. Un incidente de mayores proporciones en la frontera con Guyana podría llevar a una intervención imperial en la región de parte de Estados Unidos, como también de su aliado el Reino Unido de la Gran Bretaña.

No sería la primera vez que tal escenario ocurriría. Así fue, por ejemplo, la alianza entre estas dos potencias imperiales durante la campaña militar argentina en Las Malvinas. El desarrollo de un conflicto que arrastre a Venezuela a una confrontación armada en el territorio de la Guayana Esequiba, junto al fortalecimiento de una oposición interna en Venezuela, presentaría un escenario muy difícil para la ya inestable situación política en el país.

En el mes de marzo de 2018, la República Cooperativa de Guyana solicitó de la Corte Internacional de Justicia que asumiera jurisdicción en la búsqueda de soluciones a la controversia territorial sobre la soberanía de la Guyana Esequiba. Este reclamo obtuvo el apoyo de dos Secretarios Generales de la ONU, el anterior Ban Ki-moon y  Antonio Guterres. En aquel momento el Departamento de Estado de los Estados Unidos declaró que su país estaba “supervisando los reportes de que la Armada Venezolana pudo haber interferido con los buques que operan en nombre de ExxonMobil” en el litoral costero de la Esequiba. Subrayó el comunicado que “Guyana tiene el derecho de explorar y explotar recursos en sus aguas territoriales y zona económica exclusiva.”

Organismos como CELAC, e incluso otros organismos de integración regional suramericana y caribeña, tienen el potencial de jugar en estos momentos un importante papel en la búsqueda de salidas negociadas a diferentes conflictos que se heredaron de las guerras anticoloniales del Siglo XIX y de aquellas otras que fueron desarrolladas por las diferentes oligarquías en los pueblos recién independizados. Los lastres de aquellos procesos del Siglo XIX siguen impactando y dificultando hoy los procesos políticos del Siglo XXI.

Una salida negociada, o una salida al amparo de procedimientos legitimados por las partes en conflicto a escala internacional, siempre serán superiores a cualquier solución armada entre pueblos hermanos, entre pueblos víctimas de la dominación imperialista a lo largo de su historia.

El referéndum llevado a cabo por el gobierno venezolano, a la par que ha rechazado reconocer jurisdicción a la Corte Internacional de Justicia en este diferendo, ha apostado por la búsqueda de una solución entre las partes, basada en el derecho internacional. Para ello, la voluntad de ambas partes seré determinante.

Introducción

          Ha tomado por sorpresa para gran parte de los analistas en torno al Medio Oriente la ofensiva militar desatada por la organización HAMAS en la Franja de Gaza contra el Estado de Israel. Se desarrolla  en ocasión de conmemorarse el cincuentenario de la llamada “Guerra de Yom Kippur” de 1973 desatada por varios países árabes para recuperar los territorios perdidos durante la “Guerra de los Seis Días” en 1967.

Gaza comprende hoy un territorio ubicado en la península de Sinaí de poco más de 41 kilómetros de largo y poco más 10 kilómetros de ancho. En él residen aproximadamente 2.3 millones de palestinos. Su dimensión actual es menos de una tercera parte de lo que fue en el diseño de partición de las Naciones Unidas en 1947. Se considera uno de los territorios más densamente poblados del planeta con 9 mil personas por kilómetro cuadrado. Colinda por el Oeste con el Mar Mediterráneo; por el Norte y Este con Israel y por el Sur, con Egipto. Desde las elecciones de 2007, a diferencia de Cisjordania donde gobierna la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en el territorio de Gaza gobierna la organización islámica HAMAS.

         La península del Sinaí fue ocupada por Israel tras la “Guerra de los Seis Días” librada en 1967. En esta guerra Siria perdió el territorio conocido como la Alturas del Golán, que es de donde fluyen las aguas del Río Jordán que divide Cisjordania del Reino de Jordania. Cisjordania entonces era conocido como el “Margen Occidental del Río Jordán” (“West Bank” en inglés), territorio que también Israel pasó a ocupar, como también ocurrió con la parte Este de la ciudad de Jerusalén que bajo los Acuerdos de Partición debería ser compartida su administración tanto por Palestina como Israel. Allí se encuentran localidades y edificaciones consideradas sagradas por las tres religiones monoteísta: católica, islámica y judía.

 En el caso de Egipto, que propiamente perdió la península del Sinaí en 1967, tras su reconocimiento del Estado de Israel el 19 de noviembre de 1977, gran parte del territorio ocupado en la península de Sinaí fue devuelto a la soberanía de Egipto, aunque en torno al territorio oeste colindante con la Franja de Gaza, Israel se arrogó su control estableciendo un bloqueo por mar, tierra y aire a la población palestina residente en dicho territorio.

 

La Franja de Gaza

         La Franja de Gaza, junto con Cisjordania, tras los Acuerdos de Oslo de 1993, pasaron a ser denominados como un territorio discontinuo, administrado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Sin embargo, para las elecciones de 2007 la organización HAMAS pasó a asumir el control político de la administración del territorio comprendido de la Franja de Gaza. Desde entonces al presente, HAMAS ha gobernado Gaza manteniendo una postura político-militar frente a Israel distinta a la OLP. Entre la estructura política prevaleciente de gobierno en Cisjordania y la de la Franja de Gaza existen profundas diferencias en torno a los métodos de lucha a seguir frente a Israel. En el caso de Cisjordania, varias organizaciones conforman el gobierno de la ANP.

          Fue en el territorio de Gaza desde donde se originó la primera Intifada en 1987, año que coincide con la fundación de HAMAS. Las distintas Intifadas se extenderían más adelante a todo el territorio bajo la ANP y los territorios palestinos ocupados por Israel. Desde Gaza, operan también otras organizaciones islámicas palestinas afines a las posturas de HAMAS frente a Israel, e incluso más radicales. Entre ellas destaca el Jihad Islámico la cual también ha tomado parte en los actuales sucesos.

         A raíz del bloqueo impuesto por Israel y sus terribles condiciones bajo las cuales vive su población, la Franja de Gaza es considerada hoy la mayor “prisión al aire libre”. Este bloqueo impuesto por Israel al territorio por los pasados 16 años se considera una violación de la Convención de Ginebra. Como resultado, la tasa de desempleo en Gaza se encuentra, según datos del Banco Mundial en un 40%; el 65% de su población vive, según la ONU y el Programa Mundial de Alimentos, por debajo del umbral de pobreza; el 63% de su población está en estado de inseguridad alimentaria;  la mitad de la población, la cual tiene menos de 19 años, se encuentra con poca o ninguna perspectiva de crecimiento económico; prevalece una ausencia de ayuda emocional para la población, particularmente en el caso de ancianos y niños; el deterioro creciente de servicios de salud, educación, transporte agrava las condiciones materiales de vida para la población; existe una privación de servicios para sectores de la población desplazada fuera de los linderos del territorio; se ha impuesto una prohibición a la  navegación y pesca más allá de ciertas delimitaciones de su costa, impuestas por la marina de guerra de Israel; de manera sistemática se ha llevado a cabo la destrucción de su infraestructura crítica, tanto de energía eléctrica como agua; más de 600 mil personas se encuentran viviendo en ocho campamentos de refugiados.  A lo anterior se suma un sistema de apartheid impuesto por Israel, no sólo para la población de Gaza, sino que lo aplica también en todos los territorios ocupados. Simultáneamente se ha producido el desplazamiento de cientos de miles de colonos judíos en todo el territorio palestino.

 

El “Acuerdo del Siglo” y su relación con los sucesos actuales

         Los meses previos a los sucesos del pasado 7 de octubre hay que entenderlos, independientemente las posturas que asumamos ante los hechos consumados, tomando en consideración las anteriores condiciones. A ellas se suma el hecho de que estamos ante uno de los gobiernos más bélicos y derechistas que ha tenido Israel desde hace décadas. Su actual dirigente, Benjamín Netanyahu, acusado en su país de corrupción, pretende desde el poder de su coalición gobernante suprimir los derechos de otras ramas políticas de gobierno usurpando sus funciones. Netanyahu también le ha dado la espalda a los reclamos de paz de su propia población desatando su ira contra el pueblo palestino. Su gobierno no cree en el diálogo ni en la búsqueda de una solución negociada al conflicto. Su aspiración es terminar de una vez por todas lo que considera el “problema palestino” sencillamente forzando la salida de su población del territorio que aún le queda para así avanzar más a su objetivo final que es crear, con los territorios ocupados desde 1967, el “gran Israel”.

         Los sucesos ocurridos a partir del pasado 7 de octubre eran previsibles que ocurrieran. Lo que era algo incierto era el momento de su ocurrencia. No se puede ir asesinando, encarcelando, expulsando y  persiguiendo palestinos a dos manos, sin que haya de parte de éstos una respuesta. Han sido decenas los palestinos asesinados por las fuerzas de seguridad de Israel en lo que va de año. Si vemos los antecedentes en este trágico drama por el que ha atravesado la población palestina, podemos decir que todo el daño provocado hacia el pueblo judío en este conflicto, ha sido la consecuencia autoinfligida por su propio gobierno.

Si “como muestra un botón basta”, veamos lo ocurrido a finales de 2020. Entonces fue anunciado en conferencia de prensa por el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, una propuesta elaborada por ambos gobiernos para una nueva partición del territorio entre Israel y Palestina. El acuerdo anunciado, del cual una de las partes concernida, Palestina, no tuvo participación alguna, fue denominado el “Acuerdo del Siglo”. Con él se propuso que donde previo a 1947 se ejercía el mandato británico de Palestina, se establecieran nuevas fronteras para dos Estados, uno de los cuales, Israel, controlaría el 85% de la superficie del territorio y en un segundo Estado, con demarcaciones discontinuas, los palestinos ocuparían el 15% del territorio.

El Plan, que llevaba dos años cuajándose. Fue elaborado por Jared Kushner, yerno del presidente Donald Trump y uno se sus asesores en Casa Blanca, junto al embajador estadounidense en Israel, David Friedman y el Enviado Especial de Casa Blanca a Israel, Jason Greenblatt. La propuesta fue rechazada tanto por la ANP como por HAMAS.

Bajo la propuesta se modificaban las actuales fronteras anexando formalmente la zona ocupada por Israel a Siria en 1967 en las Alturas del Golán; la anexión de parte de Cisjordania donde se encuentra el gobierno de la ANP; se declaraba a Jerusalén como “capital indivisible” o “íntegra” del Estado de Israel; y le permitiría a Israel ocupar zonas al oeste del Río Jordán que Israel considerara esenciales para su seguridad nacional y que hoy, como cuestión de hecho, son zonas de exclusión para la ANP. Estas zonas, bajo la ocupación de Israel, representan el 30% del territorio de Cisjordania.

En el caso del Estado Palestino, indicaba el Plan, la capital sería “en la sección de Jerusalén Oriental localizada en áreas al Este y al Norte de la actual barrera de seguridad, incluyendo Kafr Aqab, la parte oriental de Shafat y Abu Dis, y que podría llamare Al Quds u otro nombre determinado por el Estado de Palestina”, que actualmente son barrios ocupados por palestinos en las afueras de la ciudad.

En materia de cartografía, el modelo propuesto es un Estado palestino discontinuo, donde se estarían uniendo sus partes mediante un túnel a ser construido entre las porciones palestinas en Cisjordania y la Franja de Gaza.

La propuesta incluía también el establecimiento de dos zonas, localizadas también de forma discontinuas, en la Península de Sinaí, la cual pertenece a Egipto. Allí se establecería un polo de desarrollo industrial y otro agrícola. Sobre el particular, a pesar de que Egipto había expresado su rechazo a la cesión de territorios en el Sinaí, junto con Arabia Saudita se hizo el llamado a los palestinos a considerar la propuesta hecha en el Plan. Otros países como el Reino Unido de la Gran Bretaña y España reaccionaron con cautela al Plan, sin aprobarlo ni rechazarlo. Sin embargo países como la República Islámica de Irán, Turquía, la República Bolivariana de Venezuela y Siria, en lo inmediato, expresaron su rechazo.

En cuanto a cómo quedaría la distribución del territorio entre los dos Estados, con la anuencia de Israel, se dibujó un mapa para evidenciar las condiciones en las cuales quedaría demarcado el futuro Estado palestino. Además de la condición discontinua del territorio, que quedaría ampliamente fragmentado, se validaban los asentamientos israelíes en territorio palestino, declarando las mismas como zonas anexadas a Israel. Éstas zonas serían conectadas al Estado judío a través de corredores que partirían de la actual demarcación territorial de Israel. A cambio de ello, el Estado judío se comprometería a no llevar a cabo demoliciones de las llamadas “construcciones ilegales”, ni de aquellas que se alegue representan un “riesgo a su seguridad”, con excepción de aquellas que Israel determine en forma unilateral es necesario demolerlas como castigo por acciones que también Israel identifique y defina como “terroristas”.

En el caso de la Franja de Gaza, la soberanía sobre su litoral costero permanecería en manos de Israel, disponiendo no podrían llevarse a cabo en dicho territorio “mejoras significativas” si no se lograba la desmilitarización total y absoluta del territorio y se estableciera en él un gobierno con garantías para la comunidad internacional.

En materia de seguridad, el Estado de Israel mantendría predominantemente la “responsabilidad” en el territorio que pasaría a conformar el Estado de Palestina en asuntos relacionados con seguridad interna, lucha antiterrorista, seguridad fronteriza, control del espacio aéreo y respuesta ante desastres. También le estaría vedado al nuevo Estado palestino llevar a cabo acuerdos de naturaleza militar, en materia de inteligencia o seguridad con otros Estados u organizaciones, si a juicio de Israel tales acuerdos representan un efecto adverso en su seguridad. La propuesta impedía, además, que Palestina desarrollara capacidades militares que pudieran “amenazar” a Israel, dándole a este último el derecho a destruir o desmantelar instalaciones construidas con tal propósito.

Bajo el Plan, las autoridades palestinas tendrían que retirar todas las demandas presentadas contra Israel, los Estados Unidos o contra ciudadanos  de estos países ante organismos judiciales internacionales, y no podrían unirse a otras organizaciones internacionales sin el consentimiento de Israel.

 

Antecedentes históricos del actual conflicto

Las causas del actual conflicto, sin embargo, más allá de las inmediatas, hay que buscarlas en los condicionantes históricos relacionados con la trasferencia de personas extranjeras al territorio palestino, mayormente europeas y rusas, que se inicia desde el siglo 19. Este proceso migratorio se acentúa luego de la Segunda Guerra Mundial, a lo que se añade  el fracaso de las Naciones Unidas en la creación en el territorio palestino de dos Estados a partir del “Plan de Partición de 1947”. Veamos.

         En 1882 se inicia un movimiento a escala global para establecer un Estado judío en el territorio de Palestina. Para entonces convivían en el territorio palestino aproximadamente 20 mil árabes que profesaban la fe judía. Para el año 1917 el 90% de la población árabe musulmana de Palestina era dueña del 97.5% de las tierras. En aquel momento la población que profesaba la fe judía se estimaba en apenas 56 mil personas, la mayoría de ellos inmigrantes. Para 1925 la cantidad de personas que profesaban la fe judía se estimaba en 122 mil personas y para 1932 había ascendido a 355 mil personas.

Al momento de culminar la Segunda Guerra Mundial, la población que profesaba la fe judía en Palestina era dueña del 6% del territorio. Poco antes de que el Reino Unido de la Gran Bretaña finalizara su mandato de administración del territorio de Palestina, ya se discutía la partición del territorio palestino para crear en él dos Estados políticos, Palestina e Israel.

El 29 de noviembre de 1947 la ONU aprobó la Resolución. 181 (I) donde crea un “Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina”. Este elaboró un “Plan de Partición con Unión Económica”,  con cuatro encomiendas: (a) La Constitución y Gobierno futuro de Palestina, donde se estipulaba el fin del mandato del Reino Unido de la Gran Bretaña sobre el territorio, su partición mediante la creación de un Estado árabe, un Estado judío y un Régimen Internacional para la Administración de Jerusalén; (b) la definición de fronteras entre ambos Estados y Jerusalén; (c) el Régimen de Administración para Jerusalén; y (d) un apartado titulado “Capitulaciones”, sobre los privilegios e inmunidades concedidos previamente a los extranjeros en el territorio.

 Al momento de la propuesta partición, a pesar de que el 67% del total de la población era árabe musulmana, la ONU le asignó a Israel el 54% del territorio. La Liga Árabe no reconoció la creación del Estado de Israel mientras el 15 de mayo de 1948 el Reino Unido renunció su mandato sobre Palestina. El día anterior, Israel unilateralmente había proclamado la fundación de su propio Estado proclamando su independencia. Se desata entonces la primera guerra entre los países árabes circundantes e Israel.

Mediante el flujo migratorio que se había  producido luego de la Segunda Guerra Mundial, la población judía en el nuevo Estado político ascendió para 1948 a 758,700 personas. Entre 1948 y 1956 llegaron otros 826,000 inmigrantes judíos a Israel y entre 1956 y 1975, se  sumaron 735,000 adicionales.

La llegada de nuevos inmigrantes que practican la fe judía al Estado de Israel no se he detenido hasta el presente. Para dar acomodo a los nuevos pobladores (colonos), Israel ha ido forzando el éxodo de población árabe palestina de los territorios creando asentamientos de colonos judíos en los territorios de donde han sido desplazados físicamente los palestinos. Para 2020 se estimaba que la población palestina en su propia tierra, es decir, en el territorio originalmente dispuesto en la partición del año 1947,se había reducido a un 15%. Actualmente apenas el 21% de la población que vive dentro de los linderos del actual Estado de Israel es árabe musulmana.

         La primera gran ola de desplazados palestinos de su propio territorio por parte de la población que profesaba la fe judía en dicho territorio ocurrió entre los años 1946-1948. Entonces fueron despojados de sus tierras cerca de 711,000 palestinos; se destruyeron 531 de sus aldeas; y fueron asesinados cerca de 10,000 árabes musulmanes. Esta acción redujo en una tercera parte la población palestina. El resto  quedaron dispersos en calidad de refugiados y desplazados en otros países limítrofes donde aún sus descendientes permanecen ya que no tienen permiso de regresar a la tierra de sus padres y abuelos.

El nakba (Día del desastre o catástrofe), como se denomina el inicio de la expulsión de los palestinos de sus tierras, se conmemora cada año el 15 de mayo. La sed de anexión del territorio palestino al Estado de Israel se ha mantenido a lo largo de la historia de su existencia como entidad política. En un mandato anterior, su actual Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, indicó su propósito en anexar el territorio de lo que hoy es Cisjordania, dando entonces la orden a las tropas israelíes de avanzar hacia la anexión del 30% de este territorio bajo el mandato de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

 

Enfrentamientos de 2020 y condicionantes históricos

El pasado gran enfrentamiento entre Israel y HAMAS se desarrolló a finales en 2020. Previo a ello, el 15 de septiembre se dio a conocer una nueva llamada “iniciativa de paz” en el Medio Oriente a raíz de la firma de un Acuerdo de Paz suscrito entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin e Israel, firmado en Washington bajo la bendición del presidente Donald Trump. El acuerdo pasó a conocerse con el nombre de “Acuerdos de Abraham”, en referencia al patriarca de las tres principales religiones monoteístas: judía, musulmana y cristiana. Si bien se trata del tercer acuerdo de paz suscrito por Israel con sus vecinos árabes, luego de los suscritos con Egipto en 1979 y el Reino de Jordania en 1994; este fue el primero que se materializa por países en la península arábica con Israel.        

El punto de encuentro común en este tratado de paz por estos tres Estados políticos fue la enemistad profesa de dichos países con la República Islámica de Irán, lo que va también unido a la manera confesional en que se practica la religión musulmana. En la República Islámica de Irán, si bien su población no es árabe sino persa, la corriente islámica que se practica mayoritariamente es la corriente chiita.

Previo al acuerdo, ya desde el año 2015, Israel había anunciado la apertura de una oficina diplomática en los Emiratos Árabes Unidos; mientras  que para el 2019 anunció, al calor del incremento del diferendo de ambos países con Irán, ciertos niveles de colaboración militar entre ambos Estados.

         Se ha indicado que los acuerdos fueron precedidos por la negociación entre las partes donde Israel se comprometería a desistir de la anexión de la región de Cisjordania. Según indican Isabel Kershner y Asam Rasgon, en un artículo publicado el 14 de septiembre de 2020 por The New York Times, el acuerdo fue un “golpe diplomático” por parte de Israel, el cual le permitió romper “décadas de unidad árabe en torno a la causa palestina.” El acuerdo, indicaban, “revierte el orden de la Iniciativa de la Liga Árabe que pide el reconocimiento pleno de Israel por parte de todas la naciones árabes e islámicas a cambio de la completa retirada israelí de los territorios ocupados a las fronteras que existían antes de la guerra del Medio Oriente de 1967.” Indicaron los autores que de lo que se trataba este acuerdo de paz, era de un “realineamiento en Oriente Medio de los ejes pro y anti-iraníes.”

         En el momento en que se desata el actual conflicto en Gaza, venía desarrollándose por debajo del radar otras conversaciones entre Israel y Arabia Saudita. Este último es el principal estado árabe y posiblemente el más rico de la región, como parte de una estrategia compartida para completar el cerco diplomático de Israel en torno a la República Islámica de Irán. Tal acuerdo, al menos en lo inmediato, como resultado del ataque de HAMAS a Israel se ha venido abajo, en parte ante la respuesta de Israel hacia la población palestina en Gaza, la cual ha estado siendo apoyada por años por Arabia Saudita.

         Otro elemento a considerar en la actual situación es la respuesta que desde el Líbano ha dado la milicia chiita Hezbolah a los ataques a Gaza y HAMAS. Hezbolah en el pasado ha tenidos fuertes enfrentamientos con Israel en suelo libanés obligando a Israel al retiro de sus tropas ocupantes de la porción sur del territorio libanés. Hezbolah a su vez ha mantenido una importante presencia militar con varias brigadas de combatientes en la República Árabe de Siria en apoyo al gobierno constitucional de Bashar al-Assad. Hezbolah mantiene fuertes lazos con la República Islámica de Irán, incluyendo el acopio de armamento que recibe de este país y ciertamente sus milicias se han fogueado en múltiples combates en Siria.

En el presente contexto de guerra entre Israel y HAMAS, Hezbolah ya ha participado de enfrentamientos militares limitados contra Israel y en represalia ha recibido ataques de Israel contra instalaciones de Hezbolah en el Líbano.

         Estados Unidos ha propuesto, ante la declaración de guerra total de Netanyahu contra Gaza, la apertura de un corredor de seguridad para la evacuación de civiles hacia Egipto u otros territorios aledaños. Lo que encubre la propuesta es que también es un mecanismo para el desplazamiento de más palestinos fuera de su territorio, en un viaje d ida sin regreso. Se produce la propuesta también en momentos en que Egipto se pronuncia por el cierre de los pasos fronterizos para evitar precisamente el éxodo de desplazados que a la larga serían refugiados dentro de su territorio.

Mientras tanto, Israel ha intensificado su bloqueo total hacia la Franja de Gaza y continua un proceso sistemático de destrucción de su infraestructura civil, industrial, comercial, escuelas hospitales y zonas residenciales, creando así una grave e impredecible crisis humanitaria.

 

Conclusión

Más allá de los objetivos militares de Israel contra HAMAS como respuesta a las operaciones de dicha organización a partir del 7 de octubre, dada la humillación recibida por sus fuerzas armadas, sus mecanismos de seguridad y espionaje y su desarticulación inicial ante los ataques de HAMAS, su gran respuesta ha sido contra objetivos civiles.  Ambas partes han tenido cientos de bajas civiles y militares en apenas unos días de combates dentro y fuera del territorio de Gaza. La capacidad operativa de las milicias de HAMAS han demostrado un nivel sin precedente en su lucha contra las Fuerzas de Defensa de Israel en tierra, aunque Israel sigue manteniendo la superioridad en el aire, mar y en la maquinaria de guerra en tierra. Igualmente, hay una desigualdad extraordinaria en la cantidad de efectivos que dispone Israel frente a HAMAS para el desarrollo y continuación de una operación militar total. Después de todo, HAMAS es una organización política que como partido prevalece en un limitado territorio, frente a Israel que es un Estado político que ejerce su control político, económico, social y militar sobre un país.

A pesar de lo anterior, cada golpe dado por cada parte en esa dirección de enfrentamiento militar agravará por los años venideros un conflicto cuya única solución no se encuentra en el plano militar sino en la mesa de negociación entre todas las partes en el conflicto, donde tanto Israel como las organizaciones que representan al pueblo palestino reconozcan el derecho del pueblo palestino y del pueblos israelí a constituir sus  correspondientes estados nacionales, con la delimitación de fronteras, a partir de las fronteras existentes al 1967 y los acuerdos de 1947, fecha en que Israel ocupó los territorios que hoy sigue reclamando para sí el pueblo palestino; y la supervisión por parte de la comunidad internacional del respeto a tales fronteras  tomando como punto de partida, en una mesa de negociación, el Plan de Partición de Palestina delineado por la ONU de 1947.

Para ello hace falta por las partes en conflicto, no sólo capacidad de negociar, sino la voluntad de alcanzar acuerdos definitivos; como también, el compromiso de la comunidad internacional de un acompañamiento continuo en el proceso de restablecer el espacio necesario para los diálogos correspondientes y el compromiso económico, técnico y asesoramiento en la reconstrucción de la infraestructura destruida por un conflicto de décadas entre las partes. Esa y no otra es la salida al túnel.

El pasado 22 de octubre se llevaron a cabo elecciones presidenciales en la República Argentina.  Se trata de un país inmenso. Cuenta con una superficie de 2,780,400 kilómetros cuadrados, equivalente a 305.40 veces el tamaño de Puerto Rico. No obstante, si se suma la plataforma continental, incluyendo las Islas Malvinas, las Georgia de Sur y Sándwich del Sur ocupadas por el Reino Unido de la Gran Bretaña, y la extensión marítima hacia el sur en dirección a la Antártida; la superficie territorial se convierte en una de 8,581,000 kilómetros cuadrados, es decir, 942.55 veces el tamaño de Puerto Rico.

La República Argentina es el octavo país del mundo con mayor extensión geográfica; es también el país de habla hispana con mayor extensión a escala global. Colinda en su porción norte con Bolivia; en el extremo noreste con Brasil; al este con la República Oriental de Uruguay y el Océano Atlántico; y por el Oeste con Chile.

En estas elecciones ninguno de los/as candidatos/as a la presidencia obtuvo más de cuarenta y cinco por ciento de los votos; o el 40 porciento estableciendo una diferencia en votos con relación a quien llegue en segundo lugar, de un diez por ciento o más. En consecuencia, ninguno de los candidatos/as resultó electo/a en una primera vuelta.

En estas elecciones participó el 77.6% de los electores inscritos. Este porciento supera en casi un 9% el número de votantes en las pasadas elecciones primaristas en Argentina de mes de agosto. Los candidatos más votados fueron Sergio Massa (36.68%) por la “Unión por la Patria”; Javier Milei (29.98%) por “La Libertad Avanza”; Patricia Bullrich (23.83%) de “Juntos por el Cambio”; Juan Schiaretti (6.78%) por “Hacemos nuestro País” y la abogada Myriam Bregman  por el “Frente de Izquierda” con un 2.70%. Otros candidatos obtuvieron una cantidad menor de votos. Ante la realidad de que ninguno de los aspirantes a la presidencia del país obtuvo votos suficientes para ser proclamado presidente o presidenta del país, una segunda votación habrá de llevarse a cabo el 19 de noviembre.

En esta segunda vuelta se enfrentarán como candidatos a la presidencia, el peronista y actual Ministro de Economía, Sergio Massa, frente al derechista Javier Milei. Ambos candidatos ya han comenzado a hacer acercamientos con otras agrupaciones y candidatos/as con miras a establecer acuerdos formales para la segunda vuelta electoral, comprometiendo o flexibilizando posiciones.

         Analistas del proceso político en Argentina como José Pablo Criales han expresado a medios internacionales la poca probabilidad de que Massa o Milei, independientemente llegue uno u otro a la presidencia, logren el control del Congreso o del Senado. Sin  embargo, vale la pena señalar el avance del partido que postula a Milei “La Libertad Avanza”, que ha obtenido un incremento en las bancas en el Congreso, pasando de tres escaños a 35 nuevos escaños para un total de 38, en un Congreso compuesto por 357 diputados; y en el caso del Senado, donde no dicha organización no ocupaba ningún escaño, ahora ha alcanzado 8 bancas.

         Aunque inicialmente resultaba ser una interrogante cuál habría de ser la posición que de cara a la segunda vuelta asumiría la candidata ultra conservadora de  “Juntos por el Cambio”, Patricia Bullrich, quien obtuvo en estas pasadas elecciones el voto de 6.2 millones de argentinos, ya se ha hecho público, luego de gestiones del expresidente Mauricio Macri, su endoso y apoyo a Milei.

Si bien se indica que sus seguidores no conforman un bloque homogéneo, no debe perderse de perspectiva que en gran medida fue su apoyo a Macri hace dos elecciones lo que resultó determinante en su triunfo electoral y su acceso a la presidencia de Argentina. Sin embargo, no todos en su coalición coinciden con su decisión de apoyo a Milei. Así por ejemplo lo expresa la “Unión Cívica Radical” (UCR), partido que comunicó el pasado 25 de octubre que si bien no estaría respaldando al peronista Massa tampoco lo haría respecto al ultraderechista Milei.

Lo cierto es que tan pronto Milei supo del resultado de los pasados comicios y de la eventual segunda vuelta electoral el 19 de noviembre, abrió las puertas a dicha excandidata para recabar su respaldo en dichas elecciones a pesar de las riñas que precedieron el proceso en la primera vuelta. En éste Milei acuso de Bullrich de “montonera asesina”, ello en referencia a su participación en la organización guerrillera de la década de 1970 conocida como “Montoneros”, imputándole haber colocado una bomba en un jardín de infantes. Por su parte, Bullrich entabló contra Milei una acusación criminal por difamación.  

Esta alianza coyuntural sin embargo es importante, sobre todo tomando en consideración que la ventaja de Massa frente a Milei fue de poco más de 6% votos, mientras que Bullrich  como indicamos obtuvo en la primera vuelta el 23.83% de los votos.

         La pérdida de apoyo o desgaste del peronismo en Argentina es evidente. En estas elecciones Massa apenas obtuvo 9,645,983 votos, lo que representó una pérdida de no menos de 3.3 millones de votos frente a aquellos obtenidos por Alberto Fernández en las elecciones de 2019. Entre los partidos políticos a los cuales Massa intentará hacer un acercamiento de cara a la segunda vuelta para una alianza se encuentra el “Frente de Izquierda”, que ya indicamos obtuvo en las elecciones el respaldo de apenas el 2.7% de los votantes. Si asumiéramos que estos votos, y aquellos de otras fuerzas minoritarias que participan directa o indirectamente en la política argentina se sumaran al candidato peronista, aun así, sería poco lo que podrían lograr si los electores que votaron por Patricia Bullrich, en esta nueva votación, cerraran filas como aparentemente ocurrirá con Milei.

         No perdamos la perspectiva de que si se mantienen unidos quienes votaron por Milei y Bullrich en la segunda vuelta electoral, ambas fuerzas políticas superan el 53% de los votantes que concurrieron a la primera vuelta endosando a estos dos candidatos.

         ¿Quién es Javier Milei, de donde surge este candidato y cuál ha sido su tránsito por la política en Argentina? Veamos los antecedentes en las pasadas elecciones primaristas de 2023.

El domingo 13 de agosto, tras 40 años del fin de la Dictadura Militar y con la participación del 68.3% de los electores registrados para votar, se efectuaron elecciones primarias en Argentina. Estas elecciones son denominadas como “Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias” (PASO). En estas, los candidatos a todos los puestos electivos en las elecciones que en efecto se llevaron a cabo pasado domingo 22 de octubre de 2023, compitieron para impulsar sus candidaturas en esa primera vuelta electoral.

En estas elecciones primaristas los electores argentinos fueron estimados en aproximadamente 35.4 millones de ciudadanos de una población de 46.1 millones. Como tales podrían votar en torno a las candidaturas a presidente, vicepresidente, diputados nacionales, senadores nacionales, así como las correspondientes autoridades ejecutivas y legislativas de 23 provincias; y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

         Las elecciones PASO se celebran en Argentina desde 2009. Fueron establecidas bajo el gobierno de Cristina Fernández. Con ellas se perseguía eliminar los procesos primaristas internos de los partidos políticos y abrir paso a la definición de candidaturas previo al proceso de elecciones generales. En ellas vota en una misma fecha toda la población y no únicamente los afiliados a los partidos políticos. Se realizan estas elecciones dos meses y medio antes de las elecciones generales. En este caso, concurrieron a las urnas candidatos por diferentes partidos políticos o alianzas. Entre los principales partidos se encontraban: Unión por la Patria, Juntos por el Cambio, Frente de Izquierda, Frente Principios y Valores, Movimiento Izquierda Juventud y Dignidad, Frente Liber.ar y Proyecto Joven y Hacemos por nuestro País. Aquellas fuerzas políticas que superen en las elecciones PASO el 1.5% de los votos, son las que concurrirán a las elecciones generales.

         Desde la reforma constitucional de 1994, Argentina figura como un estado nacional donde, en su división política se suman los municipios. Argentina configura un estado federal donde a nivel de provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, estas entidades gozan de un alto grado de autonomía política reteniendo plenos poderes sobre aquellos asuntos no delegados específicamente por el gobierno central. Los municipios, en su respectiva escala con relación a las provincias, también retienen importantes ámbitos de autonomía frente a los correspondientes gobiernos provinciales donde ubican.

         Como indicamos, para que una candidatura a la presidencia y vicepresidencia se declare victoriosa en unas elecciones generales, ésta debe obtener a su favor, o el 45% de los votos emitidos; o el 40% de los votos estableciendo una diferencia con relación a la fórmula que le sigue de al menos el 10% de los votos. De no alcanzarse alguno de estos resultados, se impone una segunda vuelta donde competirán las dos fórmulas que más votos obtuvieron en la primera vuelta.

En Argentina, el mandato presidencial es de cuatro años y sólo existe la posibilidad de una reelección. De hecho, el actual presidente, Alberto Fernández, podía correr para un segundo término, pero el 21 de abril de 2023 manifestó que no lo haría.

En las elecciones primarias recientes, para gran sorpresa, resultó victoriosa la candidatura del ultra derechista Javier Milei obteniendo el 30.1% de los votos (7.1 millones de 34.4 millones de electores). Superó las dos grandes coaliciones que habían gobernado el país en las pasadas dos décadas. La primera, “Unión por la Patria”, agrupación peronista del actual gobierno que encabeza el presidente Alberto Fernández. Ésta obtuvo con poco más del 28% de los votos en las primarias con su candidato a la presidencia en estas elecciones, Sergio Massa, Ministro de Economía desde 2022. En segundo lugar llegó “Juntos por el Cambio”, agrupación del anterior presidente Mauricio Macri. Se trata de una estructura política integrada por “Propuesta Republicana” de Macri; la histórica “Unión Cívica Radical”; y la “Coalición Cívica”, con el 27% de los votos.

         De acuerdo con bbc.com, si se sumaran todos los votos de cada espacio político (“La Libertad Avanza”, “Unión por la Patria” y “Juntos por el Cambio”), “los tres principales candidatos en las elecciones llegaban con cifras similares”: aproximadamente 30% para Milei de “La Libertad Avanza”; 28% para Massa, de “Unión por la Patria”; y 27% para Patricia Bullrich, de “Juntos por el Cambio.”

El resultado de estas elecciones primaristas fue visto por algunos medios como un “voto castigo” al actual gobierno ante su incapacidad para manejar el tema económico. Se hablaba de que en la elecciones de octubre de 2023, lo que se decidiría es si prevalecía la opción de centro derecha de Macri o la extrema derecha de Milei.

         Al presente la candidata de “Juntos por el Cambio” ha colocado como “primer interés” terminar lo que llama el “kirchnerismo” en la política argentina, ello en referencia a Massa y quienes desde el peronismo le precedieron en el pasado reciente. A cambio de su endoso a Milei, éste ha atenuado, o al menos da la apariencia, su discurso de ultra derecha por uno de derecha más moderado. En todo caso, lo que le depara a Argentina en los años venideros, si prevalece Milei como presidente, será un gobierno neoliberal más a la derecha de los que fueron las posturas neoliberales de Mauricio Macri, un mayor empobrecimiento para el pueblo argentino y un deterioro de marca mayor en la prestación de los servicios públicos esenciales.

Vivimos momentos terribles. Cada día asoma en nuestros rostros la barbarie cometida contra la población palestina en Gaza. En cada momento transcurrido Palestina nos duele.  Nos duele su sufrimiento, nos duele el genocidio de un pueblo que tiene derecho a existir, nos duele su dolor.

         Cuando en 1789 se suscribe en Francia el documento titulado “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, se afirmaron dos principios esenciales. Primero, que los seres humanos “nacen libres e iguales en derechos”; segundo, que “la soberanía reside en la nación”, por lo que “ningún cuerpo o individuo puede ejercer autoridad que no emane de ella.”

         El 10 de diciembre de 1948, precisamente hace 75 años, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidad aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos, donde consigna, entre otros derechos, “el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”; que “nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”; el “reconocimiento de todo ser humano a su personalidad jurídica; a no ser “arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”; el “derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”, como también el derecho “a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”; el derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él en cualquier país”; el “derecho a una nacionalidad” y a no ser “privado arbitrariamente de su nacionalidad”; el derecho a “manifestar su religión o creencia”; el derecho a la “libertad de opinión y expresión”; el derecho a la libertad de reunión y asociación; y entre otros, los derechos económicos, sociales y culturales “indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. Estos y otros tantos derechos consignados en dicho documento han sido violentados a lo largo de décadas por el Estado de Israel a la población palestina hoy residente en Cisjordania y la Franja de Gaza.

         Como parte de los pronunciamientos en el plano internacional por parte de la Organización de las Naciones Unidad, el 14 de diciembre de 1960, es decir, hace 63 años, fue aprobada la Resolución 1514 (XV). En ella se indica entre otros aspectos:

  • que la sujeción de los pueblos a una “subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una denegación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y de la cooperación mundiales”.

 

  • Que todos “los pueblos tienen el derecho de libre determinación” a partir del cual “determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural”.

 

  • Que a los fines de que dichos pueblos “puedan ejercer pacífica y libremente su derecho a la independencia completa, deberá cesar toda acción armada o toda clase de medidas represivas de cualquier índole dirigidas contra ellos, y deberá respetarse la integridad de su territorio nacional”.

 

  • Que en “los territorios en fideicomiso y no autónomos y en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia, deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados, y sin distinciones de raza, credos ni color, para permitírseles gozar de una libertad e independencia absolutas.”

Culmina la Resolución 1514 (XV) requiriendo de todos los Estados la observación “fiel y estrictamente de la Carta de las Naciones Unidas, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la presente Declaración sobre la base de la igualdad, de la no intervención en los asuntos internos de los demás Estados y del respeto de los derechos soberanos de todos los pueblos y de su integridad territorial.”

De darse cumplimiento a los documentos antes citados, ese dolor que hoy nos embarga al observar la sangría humana en Gaza, la cual ya se acerca a casi 19 mil vidas humanas documentadas por las autoridades sanitarias en dicha región y otras decenas de miles de personas heridas, a las que se suma el desplazamientos de cientos de miles de gazadíes en calidad de refugiados, expulsados de su territorio, no sería un lamento continuo.

De acuerdo con Philippe Lazzarini, portavoz de la “Agencia de la ONU para  refugiados palestinos”, al señalar las condiciones que les toca vivir a los desplazados de Gaza, condenados a inimaginables condiciones sanitarias, expuestos a enfermedades, padeciendo hambre y faltos de servicios esenciales como el agua, la energía eléctrica y combustible, no estaríamos ante la catástrofe humanitaria donde presagia que dicho conglomerado humano se encuentra “al borde del colapso.”

Hiere la sensibilidad de toda persona con un sentido de humanidad, el triste manejo de la Organización de las Naciones Unidas y su falta de capacidad para hacer valer sus propias resoluciones y convenciones internacionales. El 27 de octubre de 2023 más de 120 países, con 14 votos en contra de parte de Israel, los Estados Unidos y sus aliados, en momentos en que el gobierno de Benjamín Netanyahu anunciaba la ampliación de las operaciones militares contra la Franja de Gaza, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución  presentada por el Reino de Jordania en la cual se hacía el llamado a:

  • una “tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida que conduzca al cese de hostilidades”;

 

  • “acceso humanitario inmediato, pleno, sostenido, seguro, sin obstáculos”;

 

  • “liberación inmediata e incondicional de todos los civiles que se encuentran ilegalmente cautivos”;

 

  • “anular la orden de evacuación del norte de Gaza”.

La continua matanza de civiles en Gaza llevó al Secretario General de las Naciones Unidas a hacer uso de las facultades que le permite el Artículo 99 de la Carta de las Naciones Unidas,  el cual prescribe:

“El Secretario General podrá llamar la atención del Consejo de Seguridad hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

         Así las cosas, el 8 de diciembre de 2023, el propio Secretario General de la ONU convocó una reunión del Consejo de Seguridad procurando un alto al fuego en Gaza bajo la presunción de que entre la población desplazada, podría comenzar a ocurrir muerte por hambre. Indicaba también la destrucción o afectación  en Gaza de 339 centros educativos, 26 hospitales, 56 centros de salud, 88 mezquitas y 3 iglesias, dando cuenta, además, de 60% de las viviendas destruidas o dañadas, el desplazamiento del 85% de la población y el colapso del sistema sanitario.

         En votación, 13 integrantes del Consejo de Seguridad votaron a favor de la Resolución, dos integrantes votaron en contra, incluyendo a Estados Unidos el cual ejerció su poder de veto y una abstención por parte del Reino Unido de la Gran Bretaña. En fin, el mero hecho del ejercicio por parte de los Estados Unidos de su poder de veto en el Consejo de Seguridad impide la aprobación por dicho cuerpo de cualquier medida para atender la situación, particularmente cuando se trata del único organismo de la ONU con poder para tomar medidas específicas, como el desplazamiento de una fuerza de paz en la zona que permita hacer efectivo un alto al fuego.

         El pasado 12 de diciembre de 2023 una nueva resolución fue presentada al seno de la Asamblea General de la ONU, esta vez promovida por Egipto. En ella, haciendo referencia a resoluciones anteriores del organismo, con una votación de 153 países a favor, 10 países en contra y 23 abstenciones, se aprobó un “alto al fuego humanitario”; la exigencia de que las partes en el conflicto cumplan con sus obligaciones bajo el derecho internacional, particularmente la protección de civiles; la liberación inmediata e incondicional de rehenes y garantías de acceso humanitario a la zona de guerra. Destaca la resolución que el 70% de las personas fallecidas son mujeres y niños. La resolución autoriza, además, al Secretario General de la ONU, reanudar la sesión extraordinaria de emergencia iniciada a raíz de ésta hacer uso de las facultades que le delega el Artículo 99 de la Carta.

         Datos más recientes demuestran cómo, en la medida en que Israel ha ido avanzando sobre el territorio de Gaza como parte de su operación de limpieza contra la población palestina, dicho Estado ha ido aislándose cada vez más del resto de los países que conforman las Naciones Unidas, incluyendo territorios, posesiones o enclaves coloniales. Son varias las voces que claman por el cese al fuego inmediato, incluso desde el propio interior de Israel, donde se habla de la pérdida de simpatías o respaldo de la población hacia el gobierno de Benjamín Netanyahu.

En el caso de su principal aliado, los Estados Unidos, luego de la visita hecha por el Consejero de Seguridad Nacional de este país, tras haberse reunido con Netanyahu y su gabinete de guerra, éste confirmó que la ofensiva israelí sobre Gaza pasará a una nueva etapa. En la misma Israel desarrollaría ataques más precisos para evitar bajas civiles cuando como indicamos, ya se aproxima al 19 mil el número de muertos, y se concentraría más en liquidar a dirigentes de Hamás, en particular a Yahya Sinwar, su principal líder.

Por otra parte, ante los señalamientos hechos por Israel a los fines de que utilizará agua del mar para inundar los túneles construidos por Hamás en Gaza, Osama Hamdan, vocero de la organización en Beirut, señaló que los túneles habían sido construidos por ingenieros previendo tal eventualidad. Señaló además, que no contemplan nuevas conversaciones para liberar los 130 rehenes que se considera aún están en manos de Hamás mientras Israel no cese totalmente la ofensiva contra Gaza y responda “a las demandas de la resistencia.”

         El ordenamiento internacional y las Naciones Unidas en particular, reconocen el derecho de Palestina a conformar su propio Estado. Sin embargo, aquel mandato de partición aprobado mediante la Resolución 181 (II) de 29 de noviembre de 1947 nunca se ha materializado. El derecho del pueblo palestino a conformar su propio Estado político ha sido reiterado en distintas ocasiones por la ONU destacando la Resolución 3236 de 22 de noviembre de 1974 sobre la “Cuestión Palestina” donde destaca que “se haya impedido al pueblo palestino disfrutar sus derechos inalienables, en particular su derecho a la libre determinación”, sin injerencia exterior; como también la Resolución 67/19 de 29 de noviembre de 2012 donde no sólo reafirma los anteriores principios, sino que también reclama la retirada de Israel de los territorios ocupados desde 1967 y el cese de los asentamientos de colonos judíos en el territorio palestino ocupado, incluyendo Jerusalén Oriental.

         Es momento de no decaer en la exigencia de un cese al fuego inmediato que permita detener esta sangría de vidas humanas perdidas o afectadas gravemente por el conflicto y demandar acceso humanitario a las víctimas, desplazados y refugiados. Ese es el deber de la comunidad internacional, incluyendo al pueblo de Puerto Rico.

Llegué a la Calle Loiza como por incongruencias del destino, sin proponérmelo.  Tomé puerto en la Loiza como cuando uno se baja en un barco y alguien advierte: “Hasta aquí la travesía.  El regreso, la estadía o la peregrinación corren por cuenta cuando se apearon”.

Pero ya en el lugar, ni modo.  Sacar pecho y hacer de tripas, corazones.  Al rpincipio la situación fue difícil.  Me invadió un sentimiento de abandono e impotencia que me impedía los pronombres posesivos.  El hábitat que me cobijaba en las noches no era mi apartamiento, sinó el apartamiento; el lugar donde aparcaba mi coche era el estacionamiento del Condominio, siempre en mayúsculas, no vivía en la Loiza, sinó en Santurce.  Estaba, en resumidas cuentas, desmadrado y desvalido por la ominosa fealdad de aquel entorno coronado por doquier de alambres eléctricos.

Sin embargo, poco a poco, como todas las cosas en la vida, me fui acostumbrando a la cadencia del nombre Loiza, habituándome al ruido y al hollín de las guaguas de la AMA, y de todo tipo de vehículo que por allí transita.  Y se encallecieron mis tímpanos hasta no escuchar los gritos de los borrachos, de los locos y de cuanto vástago del desorden antillano que por allí cruza o vagabundéa.

Vivir allí ya no era razón para el susto, aunque tampoco para reírse de lo lindo.

La Calle Loiza se me fue haciendo rutina, dejó de ser una manía contra la cual despotricar.  Sin darme cuenta se me convirtió en querencia.  Mis ojos se ajustaron a sus limites y su gente, como legión, me conquistó con hechizos de caldos enjudiosos y el mal de ojo generoso de las miraditas y sonrisas, en el saludo matutino y vespertino.

La Loiza, mi Loiza, puede ser una aventura diaria entrañable pero no por la quietud y la paz bucólica que otras calles evocan y que aquí, desnuda de árboles, no existe. Sino precisamente por la terrible batalla de gente viva, real de carne y hueso que la habita y que ostenta con desenfado su burlona melodía tropical de sobrevivencia, de quebrantos, de gestos exagerados e inocencia zumbona y perseguida. La gritería endémica, la confusión histérica, el jolgorio merenguero, y las eternas trifulcas soslayan las diferencias.  Aquí se hegemoniza el Caribe mulato. 

Vivir en este lugar es a primera vista como estar en dos mundos al mismo tiempo. 

Por un lado, el Puerto Rico de años cincuenta y sesenta, de techos de zincm de cafetines con velloneras canturreando boleros, guaguancós y merengues; de quincallas y tiendas de 5 y 10 abarrotadas de tereques y cachivaches con los letreros uncidos y místicos del Lay Away Plan.  También las fondas con olor a fritangas y caldo de mondongo o la hercúlea fuerza, con sus mesas cubiertas de hule y los casquitos de frutas,  y dulces pretéritos de rancia puertorriqueñidad: mampostiales, besitos de coco, polvorones, pirulies, ardillitas. Maryjanes…Y como un vaho que todo lo nivela, el tufillo a cebollín de axila sudorosa, y el embrollo de aromas de Coty, Heno de Pravia, Maja, Avon y Agua de Florida de Murray y Lanman, además de las azucenas espiritistas de las botícas santeras y cubanas.  Todo ello enriquecido por  la dominicanada trabajadora, los jamaiquinos, haitianos, más los cubanos, santomeños colombianos y unos cuantos españoles en busca de trabajo y de chicas casaderas.   Sin olvidar la argentiniada porteña y la dosis de chilenos soñando a toda hor con su mantequilla, sus vinos y sus divinas empanadas. 

Parejo a todo ello, la Loiza ofrece otra realidad, la hiriente, la del ”joseo” neoyorkino-sanjuanero con el “dame una pejeta” a flor de labios y los tristes deambulantes, bañándose en las cunetas y gritándole a sus fantasmas, que no se les acerquen.  En esto la muerte puede encontrase en un tecato de Llorens o de un blanquito también adicto, pero al crack o la coca, que viene desde Guaynabo por los lares de Shannahs Pub. El Padrinito o Mona’s.

Sin embargo existe otra Loiza de reciénte fundación, la de los “yupies” boricuas, que entre col y col, por aquello de las inversiones, comprar un apartamiento para restaurarlo en su antigüedad, cuyo enorme espacio se levantó cuando el cemento era casi gratis.  Este nuevo entramado incluye las tiendas chic de regalos, las sucursales de Bancos, las boutiques exclusivas, las galerías de arte, las floristerías distinguidas, las tiendas de yogurt y “health food” y las temibles tiendas de “fast food”.

En fin,  tres elementos sustantivos de un mundo para todos que, por supuesto, cuentas con sus iglesias católicas, protestantes y hasta su sinagoga judía. 

He aquí el pandemónium comercial y mítico donde se puede conseguir sin mucho esfuerzo, el bálsamo fierabrás tan cotizado por Don Quijote.

La Loiza es una calle dura, contradictoria, espinosa en la que se descubre la belleza a pesar del tormento y de la pena.  Una calle que se sabe desproporcionada y cimarrona habitada por gente, unas ociosas, otras laboriosas, que a pesar del hambre, y del excesos son más fuertes que las cosas: tenaces, suspicaces, respondonas. 

En la llamada brega de todos nosotros, la Loiza tiene su capítulo brillante, aquí se sufre pero se goza.  Justo acá, entre la De Diego y Punta Las Marias, se prueba la paciencia, pero se puede ser feliz.

Introducción

Buenas noches a todas las personas en esta actividad dedicada a la presentación del más reciente libro del amigo, compañero y hermano masón Edgardo Pratts, titulado ¡Dicen que llegaron…! A 125 años de la Resistencia a la Invasión Norteamericana de 1898. De Coamo a la Trinchera de Asomante. Es la segunda ocasión en que he tenido el privilegio de ser tomado en consideración por el autor para comentar su investigación relacionada con lo que se ha conocido como la “Batalla de Asomante”. La primera vez en el año 2006, mi participación giró en torno al libro publicado por el autor del presente texto en 1998, titulado En la última trinchera: La Batalla de Asomante.

Este episodio militar se relaciona con los combates librados entre soldados regulares y voluntarios españoles, frente al avance de las tropas estadounidenses desplazadas desde Coamo hacia Aibonito en el contexto de la Guerra Hispano-Cubana-Americana. Entonces, expuse mis comentarios en el ensayo escrito en 2006, el cual actualicé en 2012, titulado La Afirmación Nacional puertorriqueña en el drama de la Guerra de 1898: la experiencia de las batallas de Coamo y Asomante.

Como cita el autor en su libro exponiendo uno de nuestros señalamientos, en aquel encuentro de 2006 donde compartimos impresiones sobre Asomante con el Lcdo. Juan Manuel García Passalacqua,  indicamos:

 “…en los procesos de lucha de los pueblos, la pérdida de la memoria colectiva es quizás una de sus mayores limitaciones. En los pueblos coloniales, la historia como proceso social y económico, es la historia de los conquistadores. Ese es el mecanismo de excelencia para la dominación ideológica del colonizado. Una historia sin referentes propios, sin lucha, sin victorias, sin triunfos, todo ello facilita la dominación. Es por eso que en la formación de la conciencia e identidad nacional de un pueblo, cada rescate de esa historia propia que le arrebatemos al enemigo, al contrario o al adversario, para colocarla como referente para el desarrollo futuro de nuestros procesos emancipadores, se convierte en objetivo necesario.”

Dicho lo anterior, también en aquella ocasión expresé que, en la valoración de los sucesos de resistencia como los habidos en Coamo y en la trinchera de Asomante, no deberíamos extrapolar su significado imprimiéndole “características épicas o mitológicas que no estuvieron presentes.”  De ahí la importancia de abordar los sucesos ocurridos en el contexto de 1898 a la luz de sus circunstancias específicas.

 

Puerto Rico: bastión militar

          Históricamente hablando, Puerto Rico siempre se consideró por el imperio español como bastión militar estratégico. Constituía el territorio insular más adentrado en el Océano Atlántico. Por su ubicación geográfica, la Isla queda ubicada frente a las rutas de navegación que desde América del Sur discurrían hacia Europa. Puerto Rico ocupaba, además, una de las llaves de acceso a la región de América Central y el Mar Caribe. Como tal, fuimos desde muy temprano en el período colonial presa apetecible para distintos poderes imperiales europeos; y ya desde inicios del siglo XIX, para el emergente imperio estadounidense. Será la Guerra de 1898 la que selle, al menos hasta el presente, el destino de nuestro país. Para una mejor comprensión del conflicto es necesario echar una mirada histórica al desarrollo militar español en Puerto Rico en siglos anteriores.

En 1759 ascendió al trono de España Carlos III. Se indica que con su reinado comenzó el período conocido como “despotismo ilustrado”. Fue un período de reformas, impulsado principalmente por el creciente incremento del poder de Inglaterra, lo que llevaría al Rey de España a establecer un tratado o alianza militar con Francia. Los acuerdos alcanzados conllevaron que Inglaterra declarara la guerra a España.

          Los escenarios en los cuales se libraron los enfrentamientos entre ambas potencias, muy pronto tocarían las puertas del Caribe con la ocupación por parte de los ingleses de La Habana, en julio de 1762. Un año después, mediante el Tratado de París de 1763, se puso fin a las hostilidades entre ambos países. La experiencia de la ocupación temporal de La Habana, sin embargo, llevó al Rey español a designar al Mariscal de Campo Alejandro O’Reilly como “Comisario Regio” de su Majestad Católica. Como tal se le encomendó visitar, entre otras posesiones de la Corona, las islas de Cuba y Puerto Rico, formular sus recomendaciones para el mejoramiento de las defensas en la capital cubana y “convertir la plaza de San Juan en un gran fuerte militar”.

Indica Héctor Andrés Negroni, que luego de revisar las defensas existentes en Puerto Rico y evaluar la capacidad defensiva de la llamada “Milicia Irregular Urbana”, O’Reilly propuso la creación de nuevas milicias. En el examen que efectúa sobre el estado de las tropas regulares españolas en Puerto Rico encuentra lo que llamó el autor “un cuadro patético”. De 400 efectivos regulares acantonadas en la Isla, sólo 274 estaban aptos para sus funciones militares.

A partir de las recomendaciones de O’Reilly, se organiza el “Cuerpo de Milicias Urbanas”. Este no era otra cosa que la restructuración de las antiguas “Milicias Irregulares Urbanas”, existentes en Puerto Rico desde 1692. Este cuerpo pasó a ser el “componente de reserva” desde donde, en parte, también se nutrían en sus filas las “Milicias Disciplinadas”. A diferencia del Cuerpo de Milicias Disciplinadas, las Milicias Irregulares Urbanas estaba compuesto íntegramente por puertorriqueños, salvo una unidad denominada “Fijo” o “Guarnición”, que era mixta. A este cuerpo pertenecían todos los varones entre las edades de 16 a 60 años. Cumplían funciones policiacas, velando por la tranquilidad y el orden en sus pueblos. Hacia 1813 tenía en sus filas 38,070 milicianos y 1,240 oficiales. Aunque se indica que la Orden militar para su eliminación surgió en 1855, su extinción se lleva a cabo en 1860.

          Tomando en consideración las recomendaciones de O’Reilly, el 20 de septiembre de 1765, el Rey autorizó la creación del “Cuerpo de Milicias Disciplinadas” y la creación del “Cuerpo de Milicias Urbanas”. El Cuerpo de Milicias Disciplinadas integraba en sus filas hombres blancos, pardos y negros. Hacia 1775 este cuerpo ya contaba con 20 compañías de infantería (100 efectivos por compañía) y 4 de caballería.

          Cuando se produjo el Ataque Inglés a San Juan en 1797, había cerca de 2,500 efectivos dentro de esos cuerpos castrenses. Se indica que durante la Invasión Inglesa, la defensa de San Juan y sus vecindarios, al igual que la lucha sin cuartel desarrollada contra las fuerzas invasoras hasta su eventual expulsión, estuvo a cargo del Cuerpo de Milicias Disciplinadas y del Cuerpo de Milicias Urbanas. Concluidas las operaciones militares, en 1798 el Cuerpo fue reorganizado a partir de la estructuración de un regimiento, batallones y compañías, elevándose su número a 3,000 efectivos.

          Se ha debatido en cierta medida si la defensa de San Juan ante el Ataque Inglés y la férrea defensa de la cual participaron destacadamente criollos, negros y pardos provenientes de distintas partes de nuestra Isla, constituye la primera experiencia de la defensa nacional de los puertorriqueños de su suelo patrio frente a un poder extranjero.

           Ciertamente, a la altura de 1797, el hilo histórico, sicológico, territorial, idiomático y económico a través del cual se forja una conciencia nacional y como secuela de ella la nacionalidad de un conglomerado humano, estaba ya hace mucho tiempo en proceso en nuestra Isla. Independientemente de que la defensa de Puerto Rico se hubiera dado desde la perspectiva de la defensa de un territorio bajo la bandera y estandarte español frente a otra potencia colonial, el sentido de la defensa de la patria en aquel momento, no la española sino la defensa de la patria desde el concepto que nos define Eugenio María de Hostos, la patria como “punto de partida”, ya estaba presente en muchos de los que murieron y arriesgaron su vida como puertorriqueños.

Este ejemplo histórico, sin embargo, tiene a su vez elementos de coincidencia parcial con lo que ocurriría un siglo más tarde en el contexto de la Guerra Hispanoamericana– también conocida por muchos como Guerra Hispano-cubana-americana–, aunque también, importantes elementos que la diferencian.

El crecimiento de las tropas españolas regulares y de los Cuerpos de Milicianos (Milicias Disciplinadas y Milicias Urbanas), llegó a alcanzar, en vísperas del Grito de Lares cerca de 7,900 efectivos.

Entre 1812 y 1898 existió otro cuerpo castrense denominado “Instituto de Voluntarios”, organizado por España a partir de su experiencia en el resto de América Latina con el desarrollo de las guerras de independencia. Allí la experiencia española con la organización de cuerpos de milicias integrados total o parcialmente por criollos, tuvo como resultado que en gran medida, los ejércitos organizados para las guerras de independencia, tuvieran como embrión en su conducción a integrantes de cuerpos similares a las Milicias Disciplinadas y Milicias Urbanas existentes en Puerto Rico. Así las cosas, hacia 1813, el Gobernador Militar de Puerto Rico en funciones, a la par que establecía que los milicianos solo podían utilizar armas blancas, organizó el “Cuerpo de Voluntarios Distinguidos”. Este fue integrado por civiles conservadores  españoles que hubieran nacido en España, o los hijos de éstos de primera generación. Hacia 1864 el “Cuerpo de Voluntarios Distinguidos” pasó a llamarse “Instituto de Voluntarios”. Sería este cuerpo militar auxiliar uno de los componentes participantes junto a las tropas regulares de las operaciones españolas en la Guerra de 1898.

La misión de dicha organización militar, según expresada en su Reglamento, era:

“La fuerza de Voluntarios de la isla de Puerto Rico tiene por principal misión la defensa del territorio, la protección de los intereses públicos y el sostenimiento del orden.”

          A partir de 1873 este Instituto había pasado formalmente a convertirse en la reserva activa de las tropas regulares españolas en Puerto Rico. Para entonces contaba con 14 batallones y cada batallón estaba formado por cuatro compañías de 100 efectivos. Ya desde entonces, en Ponce se encontraba destacado el Noveno Batallón, mientras en Coamo se encontraba destacado el Décimo Batallón. En otros lugares en los cuales se libraron los combates durante la Guerra de 1898 también existían unidades del Instituto de Voluntarios. Tales fueron los casos de Mayagüez, Maricao, Sábana Grande y Guayama.

Es a este estamento militar al que el autor del libro que presentamos, hace constante referencia al referirse a las unidades de defensa españolas localizadas en Coamo y Asomante como complemento auxiliar de las tropas regulares de infantería española y las unidades de artillería.

 

1898: Puerto Rico de cara a una invasión

De acuerdo con el Capitán Ángel Rivero Méndez, en su libro Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, el total de efectivos militares españoles en Puerto Rico ascendía a 18,000 tropas, de los cuales 7,930 eran parte del “Instituto de Voluntarios”. Indica que habían 2 batallones de infantería regulares, “Patria” y “Alfonso XIII”, compuesto por 800 efectivos cada uno; cinco batallones de infantería provisionales y 2,300 efectivos de otras ramas auxiliares. La fuerza expedicionaria de Estados Unidos en Puerto Rico, sin embargo, estuvo compuesta por 15,472 efectivos agrupados en 4 Brigadas de infantería, unidades de Caballería, Ingeniería y de Artillería. En estos números no se encuentran incluídos los efectivos militares pertenecientes a la Marina de Guerra a bordo de las unidades navales. En el desembarco en Guánica participaron 3,415 efectivos, conducidos en 10 transportes de tropas y 5 buques de guerra.

          El 15 de febrero de 1898 ocurrió la voladura del buque USS Maine en la bahía de La Habana. Si bien es cierto que desde el 20 de abril de 1898 el gobierno español había recibido un “ultimátum” de parte del Gobierno de Estados Unidos, las operaciones militares por tierra no llegaron a Puerto Rico sino hasta el 25 de julio de 1898. El 12 de mayo, sin embargo, la escuadra naval del Almirante Sampson bombardeó la ciudad de San Juan. En este enfrentamiento surgieron las primeras bajas de ambas partes. Sangre española, estadounidense y puertorriqueña fue derramada.

          Los hechos del 12 de mayo establecen que no es correcto, históricamente hablando, decir que la Guerra comenzó en Puerto Rico a partir del 25 de julio con el desembarco en Guánica; o que la campaña militar en Puerto Rico solo duró 17 días. 

          La realidad es que desde el 21 de abril de 1898, fecha en que se suspende por el General Manuel Macías Casado, Gobernador y Capitán General, las garantías individuales que confería la Carta Autonómica de 1897, ya Puerto Rico ya vivía un virtual estado de guerra. Las operaciones militares a partir del intento de bloqueo marítimo al puerto de San Juan el 10 de mayo de 1898, se ampliaron en la mañana del 12 de mayo con el bombardeo a San Juan.

          Tampoco es correcto minimizar las operaciones militares en días siguientes a invasión terrestre. Sin tomar en consideración las maniobras navales en diferentes puntos de nuestras costas y las militares en tierra, durante la guerra se efectuaron las siguientes acciones bélicas:

(a) El inicio del primer disparo de artillería desde el Fuerte San Cristóbal sobre el crucero USS Yale el 10 de mayo ;

          (b) El bombardeo de San Juan el 12 de mayo; 

(c ) El enfrentamiento naval de la escuadra de Sampson con buques de la armada española como resultado de un intento de bloqueo al puerto de San Juan el 22 de junio, donde resulta muy averiado el buque español “Terror”;

(d) El enfrentamiento de buques de la escuadra de Sampson con buques de la escuadra española entre la noche del 27 de junio y el día 28 de junio, donde resulta destruido el buque español “Antonio López” y averiado (varado en la playa) el “Isabel II”;

(e) El desembarco de tropas al mando del General Nelson A. Miles en Guánica el 25 de julio de 1898.

          (f) El combate entre fuerzas de tierra en Yauco el 26 de julio;

          (g) El combate entre fuerzas de tierra en Arroyo el 1 de agosto;

          (h) El combate entre fuerzas de tierra en Guayama el 5 de agosto;

(i) El combate entre fuerzas de tierra en las alturas de Guamaní el 9 de agosto;

          (j) El combate entre fuerzas de tierra en Coamo el 9 de agosto;

(k) El combate entre fuerzas de tierra en San Germán el 10 de agosto;

(l) El combate entre fuerzas de tierra en Hormigueros el 10 de agosto;

(m) El combate entre fuerzas de tierra en las alturas de Asomante el 12 de agosto;

(n) El combate entre fuerzas de tierra en Las Marías (El Guasio) el 13 de agosto;

(o) Las operaciones de desembarco y combate por parte de unidades de la Infantería de Marina en Fajardo durante los días 1 al 9 de agosto.

Las operaciones militares en Puerto Rico se suspenden el 13 de agosto como resultado de la firma el día anterior del “Protocolo de Armisticio entre España y Estados Unidos”, estando en pleno desarrollo el combate  y duelo de artillería en las alturas de Asomante en Aibonito. A partir de tal momento, pasarán días en lo que comienza la desmovilización de las tropas españolas en Puerto Rico. Este proceso tardó semanas culminando el 23 de octubre con la partida del último contingente español de nuestro país y la transferencia oficial de poderes del Reino de España a los Estados Unidos.

          Ciertamente la corta duración de la campaña militar y el repliegue de las tropas españolas en los primeros días del conflicto hacia otras posiciones militares en el interior de la Isla influyeron en que los combates y las bajas registradas fueran menores. A pesar del estado precario del componente militar español en Puerto Rico, no es correcto asumir que España no tenía en Puerto Rico tropas preparadas para ofrecer una mayor ya más prolongada resistencia; sería asumir que las tropas regulares españolas en Puerto Rico eran distintas a las que había en Cuba; o asumir que España no tenía previsto un control sobre Puerto Rico que le permitiera defender esta plaza militar, como indicamos, al menos por un tiempo mayor.

 

Las operaciones militares en Coamo y Aibonito descritas por Edgardo Pratts en su libro

El libro que hoy presentamos aborda con mayor detalle las operaciones militares de los Estados Unidos en el contexto de la Guerra de 1898, enfatizando los enfrentamientos armados entre fuerzas estadounidense y españolas en el pueblo de Coamo; y más adelante, en el repliegue de españoles y la resistencia armada desarrollada por éstos últimos frente a las tropas invasoras desde sus posiciones defensivas en Asomante, Aibonito.

Las operaciones militares contra el pueblo de Coamo por parte de la fuerza invasora comenzaron en la mañana del día 9 de agosto con fuego de artillería a partir de las 6:00 a.m. Los movimientos de tropas desde diferentes posiciones y el intercambio de disparos y las acciones de hostigamiento, mantuvieron las operaciones de combate hasta entrada la tarde. En el proceso las tropas estadounidenses hicieron varios prisioneros españoles que se rendían. Las tropas españolas  destacadas en Coamo eran 248 hombres, entre ellos músicos de la banda militar y 42 caballos. No disponían, a diferencia de las fuerzas invasoras, de cañones.

 El Comandante Rafael Martínez Illescas, oficial a cargo de las tropas españolas en Coamo, entendía que sus órdenes para la defensa del pueblo eran tan solo temporales. Así las cosas, no estableció las defensas necesarias para resistir un asedio por tiempo prolongado. Posiblemente Martínez Illescas tampoco esperaba un ataque tan inmediato por parte de las tropas estadounidenses. Ante un avance por sorpresa de parte de las fuerzas invasoras temprano en la mañana, optó por organizar sus tropas para partir en retirada hacia Aibonito. Al organizar la marcha, dispuso para que en la retaguardia permanecieran, junto a algunos efectivos, los capitanes Frutos López y Raimundo Hita protegiendo a la columna.  López era un puertorriqueño dentro de la tropa regular española.

Mientras el resto de la columna española se replegaba hacia Aibonito, comenzó el combate, el cual duró por espacio de varias horas.  En medio del intercambio de disparos, a eso de las 9:00 a.m., en momento en que el Comandante Martínez Illescas arengaba a sus tropas en medio del combate para sostener la defensa de la posición que ocupaban, recibió un disparo mortal. El Capitán López, quien era el segundo al mando, al intentar socorrerlo, también fue alcanzado por otro disparo mortal. Se indica, sin embargo, que el Capitán Hita, ante la situación, eventualmente optó por rendirse junto a algunos de sus soldados. Otros efectivos regulares de menor rango se negaron a rendirse y procedieron a bordear a las fuerzas invasoras, llegando finalmente a entrar en contacto con fuerzas españolas que venían en auxilio de los defensores de Coamo, desde donde se dirigieron a Asomante.

El valor demostrado por estos dos militares españoles caídos en combate frente a una fuerza superior en número y armamento enmarca en aquellas palabras pronunciadas por Don Pedro Albizu Campos al despedir el duelo de los mártires nacionalistas caídos en la Masacre de Río Piedras cuando dijo:

“El valor es lo que permite al Hombre pasearse firme y serenamente sobre las sombras de la muerte; y cuando el Hombre se pasea firme y serenamente sobre las sombras de la muerte es que entra en la inmortalidad.”

En Asomante, las tropas españolas, mal apertrechadas como estaban, se organizaron para enfrentar el avance de las tropas estadounidenses. Desde una posición favorable a la defensa dada su elevación topográfica y localización respecto a las vías de comunicación existentes, se dispuso la organización de la defensa. Los españoles contaban con una fuerza compuesta por 1,280 soldados, 70 caballos y dos cañones con 40 municiones de artillería cada uno.

La oficialidad española dispuso la organización de la línea de defensa. En el proceso de planificación de su ofensiva, las fuerzas estadounidenses diseñaron un movimiento táctico envolvente: primero, con el desplazamiento de una parte de sus tropas hacia Barranquitas, para desde allí caer sobre el pueblo de Aibonito y luego sobre las defensas de Asomante. En segundo lugar, a la par que  esto ocurría, la columna del General Brooke, que había desembarcado por Arroyo y ya se había desplazado hacia Guayama, se preparaba para el combate en las alturas de Guamaní y Jájome, a donde se habían replegado también las fuerzas españolas para al igual que en Asomante, para desde una mejor posición defensiva presentar combate a las fuerzas invasoras. De ser tomada dicha posición por las tropas estadounidenses, entonces, la columna podría desplazarse hacia Cayey para desde allí, en dirección Norte a Sur aproximarse hasta el pueblo de Aibonito y Asomante.

          Las operaciones militares sobre las defensas de Asomante dieron comienzo los días 10 y 11 de agosto, dedicadas principalmente a operaciones de reconocimiento y planificación. El día 12 de agosto el mando estadounidense ordenó el desplazamiento de fuerzas de artillería y tropas de infantería contra posiciones españolas. En el duelo de artillería entablado, a pesar de la superioridad numérica en piezas de artillería de las fuerzas invasoras, la posición topográfica favorable de las fuerzas españolas y la calidad de alcance de sus limitados cañones, dieron la victoria en el duelo de artillería a éstos últimos.

          En Coamo como en Asomante las tropas españolas pelearon mientras estuvo al frente de dichas tropas una oficialidad que les imprimió el ejemplo. Pelearon como soldados, sin embargo, lo hicieron en defensa de la Corona española, no en defensa de la nación puertorriqueña, mucho menos en defensa de su libertad o independencia.

Concluidas las operaciones militares de ese día, sin que se diera un avance masivo de las tropas estadounidenses sobre las posiciones españolas, llegó la noticia del Armisticio. Horas adicionales transcurrirían hasta que al Capitán General en la Isla, General Macías, recibiera la confirmación por parte de las autoridades españolas de que, en efecto, había entrado en vigor un armisticio entre las partes beligerantes.

El pueblo de Aibonito, nos indica el autor, fue ocupada el 24 de septiembre de 1898 la Casa Consistorial, arriandose la bandera española. Mas adelante, indica, el 9 de octubre “se dirigieron al Ayuntamiento las compañías del ejército estadounidense y formaron en la plaza pública frente a la alcaldía bajo el mando del comandante de Armas Henry N. Newton, capitán de la tercera compañía del Regimiento de Wisconsin.” En el acto, indica Pratts, el alcalde Don Juan Sifonte, el teniente alcalde Don José Jesús Rodríguez, el consejal Juan Merly y el síndico Diego Becerra, entregaron la plaza y procedió a izarse la bandera de los Estados Unidos.

 

¡Una mirada final al libro Dicen que llegaron…!

El libro que hoy nos obsequia Edgardo Pratts constituye no sólo una importante narrativa de los combates desarrollados en el pueblo de Coamo y más adelante, luego del repliegue defensivo español, del desarrollo de las operaciones militares en el Asomante de Aibonito. Se que en la valoración de una defensa heróica a la luz de los limitados medios disponibles por parte de las tropas españolas al enfrentar a las estadounidenses, se impone destacar la resolución y firmeza de sus principales oficiales. Sin embargo, reafirmo mi convicción de que, a diferencia de la defensa del país ante la invasión inglesa de 1797, aquí la defensa fue como españoles y no desde una perspectiva nacional como puertorriqueños.   

El texto nos introduce, además, a varias interpretaciones sobre la respuesta de los puertorriqueños al hecho consumado de la invasión del país. Nos acerca al drama del “temor” al invasor en algunos; del “orgullo” de defender la corona española en Puerto Rico en otros; de la calidad en la “recepción” en algunos sectores de la población hacia las tropas invasoras; del “comportamiento” de las autoridades civiles bajo el régimen español y su conducta tras el armisticio; y también, la “resistencia” de los llamados “macheteros” que como guerrillas, hicieron frente a las tropas invasoras o llevaron a cabo acciones armadas contra peninsulares.

Otra gran aportación que nos hace el autor, entre las páginas 127-141 del libro, es la explicación en detalles del desarrollo de las operaciones militares entre las partes beligerantes en los enfrentamientos en Coamo entre los días 7 al 9 de agosto; del repliegue desorganizado de parte de las fuerzas españolas que no se rindieron hacia las alturas de Asomante; y de la reconcentración por parte de los españoles de sus fuerzas para enfrentar el avance de las tropas estadounidenses aprovechando la posición ventajosa que les proveía la topografía del área para organizar la resistencia.

El texto integra como parte de la narrativa que nos presenta el autor, diversos relatos de puertorriqueños(as) que dan testimonio oral de algunas vivencias en aquellos días; las impresiones del conflicto armado por parte de personal de las fuerzas invasoras; múltiples referencias a obras tales como La Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, del Capitán de Artillería español Ángel Rivero Méndez; la excelente carta testimonial del Capitán de Artillería a cargo de las defensas españolas en Asomante, Ricardo Hernáiz; de su relación con el coronel Larrea y el comandante de infantería Nouvilas; el cuento escrito más adelante en 1910 por Antonio Blanco Fernández, combatiente en Asomante, titulado Desde las trincheras; combinado con múltiples fotografías, planos geofísicos, páginas de periódicos y reproducciones de ilustraciones de la época. Destaca también en la obra la referencia a la utilización del telégrafo como mecanismo de comunicación entre los mandos militares y la tropa en el campo de batalla; y expresiones artísticas como la Décima escrita por la cantautora Raquel González, titulada La Batalla de Asomante.

No puedo dejar de mencionar la “Cronología” incluida en uno de los capítulos finales del libro. En ella, el autor nos lleva de la mano, a partir del mes de abril de 1897, cuando se construyen en Aibonito y Cayey dos cuarteles de infantería y lo que fue a partir de ese momento, la preparación militar asumida por el gobierno insular español ante la inminencia del conflicto entre el Reino de España y los Estados Unidos de América.

 Como texto elaborado por un historiador, no podía faltar que Edgardo incluyera en su libro una amplia “Bibliografía”; así como en un apartado distinto, donde él añade las “Fuentes Consultadas”. Hago notar que con sobrada humildad, nuestro hermano masón omite mencionar en dichas fuentes su anterior libro sobre el tema, Aibonito en 1898: La Batalla de Asomante, (aunque ciertamente sí figura mencionado en la “Presentación” del libro que nos hace el propio autor).

No quisiera concluir esta presentación sin darle gracias a Edgardo por el título seleccionado para este libro: ¡Dicen que llegaron…! evocando el verso hecho canción de Antonio Cabán Vale, El Topo, en referencia a estos “barbaros” que llegaran hace más de un siglo por la Banda Sur, a quienes como indica la canción, daremos un día, “a golpe de bomba y plena o como quiera tú”, la merecida despedida a “los barbaros Trucutús”. Muchas gracias.

Con un lenguaje y escritura sugerentes, sensuales, irreverentes y poéticos, los dieciséis relatos antologados en “Puro Paisaje” de la poeta y escritora puertorriqueña Lourdes Vázquez, conforman un deslumbrante y polifónico archivo de intensas y dramáticas experiencias, oníricas, fantásticas o vivenciales,  que dibujan  visiones, ritmos,  realidades y paisajes, íntimos o exteriores, del amplio horizonte caribeño, en la especificidad puertorriqueña, y de sus contactos y contagios con las diásporas de otros grupos, ya sea en la isla, Barcelona, Miami o en Nueva York. 

          Cada cuento, una filigrana literaria, convoca a sumergirnos en un cuadro, que, revestido de color, misterio, secretos, soledad, búsquedas, erotismo, meditación, exploración o evocación histórica, social, urbana o interna, termina por sorprender, fascinar y despistar por inesperados y a veces pavorosos finales (“El turismo apacible”; “Feeding Habits”, “Todo era posible”). Otros cuadros cautivan por evocar historias de supervivencia (“Tambor para los espíritus”), por rememorar personajes, ciudades y espacios desfigurados por el despiadado paso del tiempo (“Acertijos”), por seguir como una cámara fotográfica el recorrido de una escritora que como el pintor Basquiat, va deconstruyendo historias oficiales para recuperarlas en sus memorias  “(Si de cantar se trata”), por las diversas posturas para descubrir un manuscrito perdido (“Códice desaparecido), por la descripción cómica-trágica de una familia norteamericana residente en la isla (“Los Anderson”) o por su voyerismo (“Escenas con geisha en sala de baile”).

          Manhattan, Brooklyn, Orlando, Miami, San Juan, Barcelona son los escenarios que sirven para replantear el impacto de la frontera porque según la voz narradora de un relato que vive cerca de ‘Little Haiti,’ “Mi vecindario es un símil de frontera.”  Además de rasgos vinculantes como la condición de marginalidad, la otredad,  la transnacionalidad, los seres que habitan este hermoso, fascinante y magistralmente redactado libro los unen la solidaridad, la búsqueda, la esperanza, la amistad, amor  y hermandad. 

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