Aproveché el verano entre otras cosas, para escribir cuentos, ensayos, trabajar en la edición de una novela y leer libros. Todos los años reviso lecturas inéditas para decidir qué asignar a los estudiantes que comienzan un nuevo semestre. Por tal motivo, en el mes de abril,compré Aún aguardo por tu llamada 11 cuentos y un monólogo del licenciado Daniel Nina. El libro está dedicado a Carlos Muñiz Valera (1953-1979) y en él encontramos el cuento Aún aguardo por tu llamada, donde mezclando historia y ficción, relatan la trágica muerte del cubano Muñiz Varela, residente en Puerto Rico, desde su niñez. Vuelve a examinarse en la historia el complot, la maquinación entretejida que resultaron en el asesinato de uno de los dueños de la famosa agencia Viajes Varadero. Según afirma su amigo y socio, Raúl Alzaga Manresa, en un artículo publicado el 29 de abril de 2019 en Cuba Debate, su muerte fue concretada: por parte de elementos de la extrema derecha cubana en Puerto Rico como consecuencia de sus gestiones para viabilizar los viajes de cubanos a Cuba, la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y de susposturas afines a la independencia de Puerto Rico y al proyecto social y político que se desarrollaba en su país de origen, Cuba.”

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El primer libro que leí de Mayra Santos Febres fue “Sirena Selena vestida de pena” en el año 2000 y quedé perdidamente enamorado de ella.  Inclusive visité varios de sus Festivales de la Palabra, incluida la novena edición en el parque Luis Muñoz Rivera en medio de la oscuridad en que aún estaban algunas zonas de Puerto Rico tras el huracán María de 2017, donde anunció la publicación tres libros nuevos: Antes de que llegue la luz, sobre el huracán, Quién teme a la literatura y Mujer cumplida.  

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¿Y tu abuela dónde está? Aunque es una pregunta retórica, se ha insertado en nuestro diario vivir casi desapercibidamente. Busca resaltar que aún negamos, escondemos o soslayamos nuestra afrodescendencia e historia negra.

Afrofeministamente (2020, Editorial EDP), de Yolanda Arroyo Pizarro, es un ejemplo idóneo de que, por medio del arte, específicamente las letras, nos podemos enfrentar desde otro espacio a este mundo y reescribir la historia desde una perspectiva más amplia y justa.

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El 21 y 22 de julio de 2021, se celebra en la Ciudad de Guatemala virtualmente, el IV Congreso Internacional Nuevo Reencuentro con Enrique Gómez Carrillo y su obra, auspiciado por la Universidad Mesoamericana y la Asociación Enrique Gómez Carrillo, ambas con sede en el país centroamericano.

Enrique Gómez Carrillo fue un escritor que nació en Guatemala el 27 de febrero de 1873, y murió en París el 29 de noviembre de 1927, con apenas cincuenta y cuatro años. Es autor de una vasta obra literaria que sobrepasa los ochenta libros. Murió muy joven, pero vivió intensamente la bohemia parisina y la línea decadente, dentro del movimiento literario conocido como el Modernismo. Apenas tenía veintidós años cuando comencé, en 1986, mis estudios de maestría en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. En el 1987, me matriculé en el curso Literatura Guatemalteca del Siglo XX, dictado por el Dr. Ramón Luis Acevedo, y fue así, que conocí algunas crónicas de Enrique Gómez Carrillo, un total desconocido para mí. El doctor Ramón Luis Acevedo, había sido profesor visitante en la Universidad de San Carlos (la USAC) en Guatemala, invitado por su amigo el académico y gran crítico literario guatemalteco, el Dr. Francisco Albizúrez Palma (1935-2014) q.e.p.d. De esa amistad, surgió la idea de dictar cursos graduados en la Universidad de Puerto Rico, sobre la literatura centroamericana.

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Estas fiestas son el cierre de las fiestas navideñas en Puerto Rico. La diferencia es que
en esta ocasión (2016) los recursos se optimizaron para hacerlas accesibles a más
personas.
Puerto Rico es una joya cuando cae en las manos de buenos puertorriqueños que nos
entienden y trabajan para el beneficio de los que aquí vivimos. La Sanse fue un éxito
rotundo. Aquello parecía Disney, pero para el pueblo y con costo mínimo de transporte.
El tren urbano repleto y planificado el ingreso de los vagones para que fueran llenos,
pero no sobrecargados. Los choferes de las guaguas estaban muy bien informados. El
horario, perfecto. Pero lo más impresionante fueron las filas kilométricas más agiles y
divertidas que en Disney. Perdónenme el orgullo, pero qué manera de cerrar las fiestas
navideñas.
Una vez en el casco, unos subían y otros bajaban como siempre y con sus momentos
apretados. Había comparsas, pleneros, cabezudos, artesanías (dulce de coco con
café); y, las atracciones musicales en las plazas con artistas para cada gusto. Y allí se
pensó en todos: electrónica, reguetón, bachata, merengue, música típica, salsa y otros
menjurjes.

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Ese era el nombre de la gata que llegó a la casona familiar hace cincuenta años. Un animal sigiloso, de colores brillantes y ojos verdes. Mi abuelo se encariñó con ella a tal extremo que olvidó que, a mi abuela, no le gustaban los gatos. Él, una vez llegaba de trabajar, se daba un baño, cambiaba de ropa y salía a llamarla. Su voz resuena en mis oídos al unísono cuando repetía: Mifufa, Mifufa, Mifufa. La gata sabía que era la hora de alimentarla. Llegaba cabizbaja al encuentro, con una humildad cuasi humana. Yo la miraba desde la puerta de la cocina, pero no me acercaba, porque como ya dije, a mi abuela los felinos no le atraían.

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La página de su cuaderno seguía en blanco. Todos los días era el mismo ritual; iba a su biblioteca, miraba entre los anaqueles y ojeaba los libros que descansaban sobre la madera de cedro. Repasaba sus títulos, el orden en que estaban colocados, sacaba uno del estante, lo olía, acariciaba, trataba de recordar dónde lo había comprado y luego, lo devolvía a su lugar. Siempre se detenía en uno en particular porque le atraía aquella edición francesa de 1913, donde se combinaban en la portada el color gris con un fino estampado de flores rojas. Flores de penitencia así se llamaba el texto que la atrapó desde aquella vez que lo vio en la Librería de Ávila en Buenos Aires. Recordó que el encuentro entre ambos no fue casual ya que ir a Buenos Aires y no entrar en una librería antigua, era como viajar a París y no subir a la Torre Eiffel. Por lo menos, así lo creía ella.  Insistía que ir a Buenos Aires y no asistir a una obra teatral, era lo mismo que estar en Broadway y pasar de largo sin mirar sus teatros. Por eso, la noche anterior a ir de librerías, decidió entrar al Teatro Ópera en la Avenida Corrientes para disfrutar de una obra. Aunque suene absurdo, fue en Buenos Aires que vio el musical Los miserables.

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Ercalú Notovsky era un experto en planificación urbana computadorizada y tenía a su cargo, muy merecidamente, la encomienda de diseñar la destrucción de las antiguas zonas residenciales, ya obsoletas por el exceso poblacional, así como de la construcción de los nuevos complejos de vivienda horizontal y carreteras multipisos que prometían resolver un poco el desmesurado hacinamiento citadino.

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