Treinta tantos años atrás, cuando Estados Unidos invadió Panamá, el mundo vivía una coyuntura histórica de cambio de signo político; la Guerra Fría agonizaba, aunque no nos dábamos cuenta. Semanas antes habían empezado en Europa Oriental y la República Democrática Alemana las movilizaciones que culminaron con la caída del Muro de Berlín y, meses después, con la desaparición de la Unión Soviética y el llamado Bloque Socialista. 

Aunque no éramos conscientes de ello, se estaba produciendo una derrota social y económica para la clase trabajadora mundial, gracias por causa del modelo neoliberal; y una derrota ideológica y política para el movimiento comunista, la cual se hizo extensiva a todos los proyectos de “izquierda”. Una derrota relativa, por supuesto, pero derrota, al fin y al cabo. 

No vimos venir la nueva coyuntura. Tan es así que la revista internacional de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) editorializó, en diciembre de 1989, que una invasión a Panamá era imposible. 

Influidos por esos criterios erróneos, la noche del 19 de diciembre, el Comité Ejecutivo del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Panamá estuvo reunido hasta tarde analizando los informes sobre una posible invasión, pero se descartó la idea. Nos despedimos hasta el año nuevo. Poco después de llegar a nuestras casas las bombas despejaron todas las dudas.

La época de los Acuerdos de Paz en Centroamérica:

La coyuntura 1989-90 también implicó un cambio de época en Centroamérica. Veníamos de 20 años de guerras civiles contra las dictaduras militares apoyadas por el Pentágono, cuyo cénit fue la victoria de la Revolución Sandinista en 1979, que abrió diez años a un gobierno del FSLN presidido por Daniel Ortega y los 9 comandantes. Aunque esa revolución fue sitiada, como todas, y agredida por Estados Unidos (recordemos el escándalo Irán-Contras), su triunfo dio impulso a los procesos revolucionarios en Honduras, El Salvador y Guatemala.

Sin embargo, contra todo pronóstico, aquel diciembre de 1989 se gestaba una nueva fase que inició con una gran ofensiva militar del FMLN en San Salvador, la cual terminaría no con la victoria tan esperada, sino en una mesa de negociaciones que puso fin a la guerra e incorporó a los exguerrilleros a la política nacional, por supuesto, sin que se cumpliera ninguno de los objetivos políticos y sociales que habían guiado la lucha armada. 

Los Acuerdos de Paz se extendieron a Guatemala también y abrieron una época de 20 años de estabilidad política basada en gobiernos seudodemocráticos y neoliberales, con los guerrilleros devenidos en partido político. 

Para decepción de muchos, en paralelo se dio la derrota electoral del FSLN en Nicaragua y la asunción al poder de doña Violeta Chamorro, al frente de una coalición de derechas, con lo cual se cerró el ciclo revolucionario abierto en 1978-79.

Panamá, del acuerdo neoliberal EEUU-Noriega a la invasión

Panamá venía de una década de crisis política creciente, acicateada desde arriba por una lucha por el control del liderazgo militar, luego de la muerte del general Omar Torrijos, en 1981; y desde abajo, por la resistencia a la aplicación de políticas neoliberales, que se expresó en una oleada de huelgas y movilizaciones, especialmente a partir de 1984, cuando EE UU y los militares impusieron mediante el fraude electoral a Ardito Barletta, funcionario del Banco Mundial.

Aunque el general Manuel A. Noriega recibió como apoyo del Pentágono la asistencia militar para crear un ejército (las Fuerzas de Defensa) que sustituyera al norteamericano a medida se concretaba la reversión del canal con el cumplimiento de los Tratados de 1977, cuando la crisis iba en escalada y la figura del general concitaba el repudio popular, Washington empezó a pedirle, al principio muy cuidadosamente, que pusiera fecha a su jubilación. Pero en febrero-marzo de 1988 se produjo la ruptura entre ambos aliados (EE. UU.-Noriega), misma que se formalizó en sanciones económicas muy duras para el país.

Según el periodista Bob Woodward, la decisión definitiva de invadir Panamá se tomó luego de las fracasadas elecciones presidenciales, en mayo de 1989. En ese momento se planeó una estrategia para rediseñar las instituciones políticas del país y probar nuevos criterios con los cuales hacer la guerra en el extranjero y superar el llamado Síndrome de Vietnam.

En Panamá se estrenaron métodos y armamento que serían habituales en las dos Guerras del Golfo y en Afganistán.

El sofisticado armamento del ejército estadounidense utilizado en la invasión a Panamá incluyó los últimos adelantos tecnológicos alcanzados por ese país en el «arte» de hacer la guerra, y que luego serían usados masivamente en la guerra del Golfo Pérsico: bombarderos Stealth F-117, bombas de 2,000 libras, misiles Hellfire, helicópteros y lanzamisiles Blackhawk, Apache AH-64 y Cobra, aviones de asalto A-37, cañones de fuego rápido de 30 mm, vehículos HMMWV (Hummer) con  ametralladoras de alto calibre, fusiles M-16 con mirilla infrarroja. 

Diversos organismos de derechos humanos, entre los que podemos mencionar a la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos (ALDHU), consideraron que tal despliegue de capacidad bélica, muy superior al armamento de las Fuerzas de Defensa panameñas, no sólo era injustificado, sino que era violatorio de la Convención de Ginebra (Protocolo I, título III, sección I) que «prohíbe expresamente el empleo de armas, proyectiles, materias y métodos de hacer la guerra que causen males superfluos o sufrimientos innecesarios».

La manipulación de la verdad y el control a la prensa, la principal arma de EEUU:

Pero lo más novedoso de la invasión consistió en el control de la prensa, que impidió a los periodistas acceder a las zonas de conflicto para que no reportaran situaciones de violación a los derechos humanos y crímenes contra civiles, una de las causas del repudio generalizado a la guerra de Vietnam. Por eso la inexistencia de imágenes directas del combate y la prevalencia de tomas lejanas o posteriores. 

El periodista que mejor documentó con imágenes la invasión, el español Juantxu Rodríguez, fue sospechosamente asesinado por las tropas norteamericanas con un certero tiro en la cara, en la puerta de su hotel, en una zona en la que no había combates.

Desde el primer momento de la invasión, la mentira y la manipulación de la verdad fue una estrategia clave del gobierno de George Bush y sus aliados en los medios de comunicación. Este método se ha vuelto clave en todos los conflictos en que interviene Estados Unidos, militar o políticamente, desde Venezuela a Bolivia, en el último período. En Panamá sirvió para amedrentar a las víctimas y sus familiares imponiendo la mentira de que todos eran norieguistas y delincuentes.

Panamá: 30 años de régimen oligárquico y neoliberal gracias a la invasión

Frecuentemente explicamos a los jóvenes que la invasión no fue algo malo que le pasó a gente que no conocieron. La invasión y sus consecuencias se han padecido por treinta años: 

Un régimen político antidemocrático controlado por cuatro partidos que a su vez son manejados por un par de grupos económicos; 

Una política neoliberal de privatizaciones, apertura de mercado y reformas laborales impuestas por el Convenio de Donación de julio de 1990; 

Un título constitucional sobre el canal de Panamá que lo ha colocado fuera del alcance del pueblo panameño y sus organizaciones sociales y en manos de una oligarquía depredadora;

Unos “acuerdos de seguridad”, como el Salas Bequer, que son una burla de los Tratados de 1977 y una continuidad de bases militares extranjeras en el país.

Treinta años ha costado en Panamá que la gente empiece a comprender la esencia antidemocrática y corrupta del régimen actual y todos sus órganos del Estado. Una nueva generación se ha levantado contra el lavado de cara que quieren hacer con las reformas constitucionales que no cambian nada. Luchando por verdaderas transformaciones, la juventud ha ganado la calle y rodeado la Asamblea Nacional.

Treinta años también han tardado decenas de familiares y de víctimas de la invasión en atreverse a salir del ostracismo y narrar los horrores que han vivido el 20/12/89. Tres décadas no han sido suficientes para que la sociedad panameña procese mental e intelectualmente el trauma de la invasión, aún cuando se la han dedicado ensayos, poemas y novelas, documentales y hasta películas.

El signo de los tiempos está cambiando y en América Latina ha empezado un ascenso revolucionario

El tiempo y la historia no se detienen. Si “el mundo cambió” en 1989-90, ahora, treinta años después, está volviendo a cambiar. Si bien aún no se ha cuajado en una revolución triunfante, como las de hace un siglo (rusa, mexicana, etcétera) no hay dudas de que la globalización neoliberal capitalista está en crisis, de que una nueva generación de jóvenes en todos lados (como ocurrió en 1968) se ha lanzado a luchar y cambiar el mundo, y de que cada vez más personas comprenden que el capitalismo está destruyendo con miseria a los trabajadores y con polución a la naturaleza, como señalara Carlos Marx.

Desde los millones que se movilizan para salvar al planeta del cambio climático, de los que la joven Greta es el símbolo central, pasando por las luchas de los chalecos amarillos y los trabajadores en Francia, las movilizaciones juveniles en Irak y, en especial, en América Latina, con la juventud chilena, colombiana y costarricense a la cabeza, así como también la masacrada juventud hondureña y nicaragüense, y los indígenas ecuatorianos y bolivianos. En fin, una nueva generación ha echado a andar.

Panamá no escapa a ello y así lo demostraron las movilizaciones contra la reforma constitucional de 2019. Acá continuamos la lucha que empezó el 20 de Diciembre de 1989 contra la ocupación del imperialismo yanqui y las consecuencias sociales y económicas de la última invasión.

Se ha llevado a cabo en La Habana, Cuba, entre los días 18 y 19 de noviembre, la Cuarta Conferencia “La Nación y la Emigración”. Se produce la misma en el 45 Aniversario de los acercamientos iniciados en 1977 por jóvenes cubanos salidos de país fueron el preludio al viaje de la Primera Brigada Antonio Maceo. Este esfuerzo inicial desembocaría un año más tarde, en 1978, en el inicio de los Diálogos, y más adelante, en tres conferencias  llevadas a cabo en 1994, 1995 y 2004.

La Primera Conferencia de la Nación y la Emigración se llevó a cabo en los días 22, 23 y 24 de abril de 1994 con la participación de 200 cubanos residentes en 77 países; la Segunda Conferencia en noviembre de 1995 con la participación de 332 invitados provenientes de 34 países; y la Tercera Conferencia en mayo de 2004 con la participación de 521 representantes de origen cubano residentes en 49 países. En esta Cuarta Conferencia se acreditaron 361 participantes provenientes de 50 países.

         Como parte de los paneles de discusión compartidos entre cubanos residentes en el exterior y las autoridades cubanas se incluyeron temas como: (a) los vínculos entre Cuba y sus nacionales en el exterior, incluyendo la política migratoria y la política en general sobre el tema por parte de las autoridades cubanas; (b) el tema de la cultura y la identidad; (c) el Desarrollo Económico y las Inversiones; y  (d) la comunicación social y las tecnologías.

         De acuerdo con el discurso pronunciado por el Ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, estos eventos destacan la importancia que reviste para el gobierno cubano “la necesidad de restablecer lazos con aquellos cubanos que por diversas razones habían salido del país, en especial a los Estados Unidos, y que, con independencia a su inclinación política, tenían el deseo de regresar o establecer contacto con la Patria y sus familias.”

         En su discurso también hizo referencia a cómo, las tres Conferencias previas, “permitieron el acercamiento, ampliar la composición de los participantes en el diálogo procedentes de varios países, no sólo de los Estados Unidos.” Se logró con ello “diseñar con mejor estructura y mayor institucionalidad la política de acercamiento e inserción de los entonces emigrados en la vida nacional.”

         El presidente cubano, Miguel Díaz Canel por su parte, destacó en su intervención el efecto emocional que apenas unas semanas antes tuvo cuando junto a su familia, había vuelto a ver el documental titulado “55 Hermanos”. El filme se refería a la visita hecha a Cuba en 1977 por la Brigada Antonio Maceo, compuesto dicho contingente por jóvenes cubanos que, desde la emigración, iniciaron los acercamientos con la Revolución Cubana. Entre ellos destacó los casos de dos mártires de este proceso, nuestro siempre recordado Carlos Muñiz Varela y José Eulalio Negrín Santos, ambos asesinados por la contrarrevolución cubana.

         Valorando estos eventos que unen a los cubanos en Cuba con aquellos que residen en el exterior, señaló que una de las virtudes que han tenido los encuentros es que “no depende de las relaciones, los contactos o incluso la opinión de otros gobiernos. ¡Este es un ejercicio estrictamente cubano, entre cubanos y para los cubanos!”

         Díaz Canel en su denuncia al Bloqueo impuesto a su país por los Estados Unidos, destacó que en los primeros 14 meses de la Administración de Joseph Biden, sus efectos sobre Cuba habían producido una afectación diaria estimada en $15 millones diarios, producto de más de 200 sanciones adoptadas contra el país. Destacó igualmente que ante los esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos por aislar a Cuba, desde la sociedad civil, en 57 países, se levantan hoy 138 asociaciones de cubanos  en apoyo y solidaridad con la Revolución Cubana. Afirmando “la fórmula martiana de una Cuba con todos y para el bien de todos”, dejó claro que en ese “todos” no tienen cabida “los que conspiran contra la nación para agredirla y ofenderla, los que piden invasión y licencia para matar a su propio pueblo, ni aquellos que manchan la Bandera de la Estrella Solitaria con la vocación anexionista de convertirnos en el Estado 51 de la Unión americana, y acosan y agreden a los artistas y deportistas que nos representan en escenarios y eventos internacionales”.

         Muy significativa fue la intervención en el programa “Mesa Redonda” que transmite la televisión cubana del Director General de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE), Ernesto Soberón Guzmán. Entre lo que destacó en los pasados años, se encuentran la participación de cubanos residentes en el exterior en el proceso de consulta llevado a cabo en torno al pasado anteproyecto de Constitución, en el cual indica, participaron cubanos en más de 130 países expresando sus opiniones de las cuales el 40% ellas “quedaron reflejadas en el texto.” Igualmente, señaló la participación de cubanos residentes en el exterior en la discusión del recientemente aprobado Código de Familias.

         El coronel Mario Méndez Mayedo, Jefe de la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior, mencionó cómo Cuba había ido actualizando su política migratoria. Para ello tomó la experiencia de la Revolución Cubana dividiéndola en varios períodos: (a) 1959-1969, donde a partir de 1961 se comienza a establecer, aunque de manera restrictiva, los permisos de entrada; (b) 1970-1979, donde se propicia la reunificación familiar mediante visados por razones humanitarias y se autoriza la entrada por grupos. Es dentro de este período que se propicia el primer diálogo con cubanos residentes fuera de Cuba; (c) 1980-1989,  donde se genera el Permiso de Residencia en el Exterior y autorizaciones de viajar a varones mayores de 60 años y mujeres mayores de 55 años; (d) 1990-2012, así como desde el 2013 en adelante, se eliminó el permiso de salida y carta de invitación, se extendió hasta 24 meses la estadía en el exterior, se amplió la salida de familiares, la salida de menores y las causales de reasentamiento; se desregularon las salidas de menores de forma legal, la entrada al país por razones humanitarias, se estableció la edad de 18 años para gestionar pasaportes y se amplió el tiempo de visitantes  cubanos al país; en 2016 se permitió la entrada y salida de pasajeros y tripulaciones en buques mercantes y de pasajeros.

En el año 2018 de autorizan las entradas y salidas de cubanos residentes en el exterior en embarcaciones de recreo; la entrada de cubanos que salieron ilegalmente (salvo los salidos por Guantánamo); en 2023 extender por 10 años la validez de los pasaportes a cubanos de 16 años y de 5 para menores de edad.

De acuerdo con el funcionario, entre 2013 y 2022 han viajado al exterior 7.7 millones de cubanos; en 2022 salieron 864,019 cubanos y en lo que va de 2023, 904,568. Se estima que el acumulado de una década para el año 2023 alcance 9 millones de salidas.

Elier Ramírez Cañedo, en su libro titulado Cuba y su Emigración, 1978: Memorias del Primer Diálogo, recopila una serie de eventos relacionados con las primeras tres Conferencias “La Nación y la Emigración”. Sobre la Primera Conferencia destaca algunas medidas adoptadas por el gobierno cubano, entre ellas: (a) la creación de la Dirección de Atención a los Cubanos Residentes en el Exterior, la cual posteriormente pasaría a llamarse “Dirección de Asuntos Consulares y de Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE), adscrita al Ministerio del Exterior; (b) Eliminación del requisito de esperar 5 años para poder visitar Cuba a cubanos que emigraron legalmente; (c) autorización a. jóvenes cubanos residentes en el exterior a estudiar postgrado en Cuba; (d) publicación de revista Correo de Cuba, dirigida por cubanos en el exterior; (e) eliminación de tener que hospedarse en hoteles a los emigrados que visiten familiares; (f) reducción  hasta 18 años de la edad mínima para viajes personales al exterior; (g) ampliación de 6 a 11 meses de estadía para viajes temporales al exterior; (h) flexibilización en causales de repatriación a mayores de 60 años o menores de 16 desvalidos; y  (i) eliminación de permiso de entrada para poseedores de Permiso de Residencia en el exterior.

En el marco de la Segunda Conferencia, se introdujeron otros cambios, a saber: (a) la “Vigencia de Viaje”, consistente en permiso de entrada múltiple, permitiendo entrar y salir del país sin tener que pedir nuevo permiso; (b) autorización a jóvenes cubanos residentes en el exterior de cursar estudios universitarios en Cuba; (c) se aprueba la nueva Ley de Inversiones Extranjeras autorizando a cubanos residentes en el exterior a invertir en Cuba; y (d) flexibilización a intelectuales y artistas que cumplían contratos en el extranjeros  y abandonaron sus misiones oficiales de una moratoria por cinco años para regresar a Cuba.

La Tercera Conferencia propició: (a) eliminación del permiso de entrada y extensión por 30 días sin ningún otro trámite; (b) creación de oficina adscrita al MINREX para atender situaciones de cubanos residentes en el exterior; (c) otorgación de becas universitarias para hijos de emigrantes cubanos; (d) creación de cursos de verano en español sobre historia y cultura cubanas diseñado para descendientes de cubanos; (e) la restitución de la Ciudadanía Cubana a 7 ex integrantes de la Brigada Invasora en Playa Girón; (f) enmiendas a la Ley de Migración de 1976.

Entre los cambios introducidos a la Ley de Emigración se encuentran: (a) salida del país por 24 meses sin perder la condición de residentes en Cuba; (b) titulares de pasaporte corriente no requieren permiso de salida del país ni carta de invitación; (c) grupo de personas queda sujeta a condiciones especiales para permiso de su salida del país; (e) aumento en las causales de repatriación de quienes salieron del país con menos de 16 años, quienes han mantenido posiciones consecuentes en la lucha contra el bloqueo y otras acciones contra Cuba y razones humanitarias; (f) extensión de 60 a 90 días emigrados que visiten el país; (g) entrada al país de quienes salieron ilegalmente si llevan más de 8 años fuera, incluyendo personal médico y atletas que abandonaros sus misiones y equipos; (h) derogación de Ley 989 que permitía decomisar los bienes de quienes emigraban definitivamente y flexibilizando los traspasos de titularidad.

En ocasión del IV Encuentro realizado en Washington el 28 de octubre de 2017 el Canciller Bruno Rodríguez Parrilla dio a conocer nuevas medidas, a saber: (a) la eliminación del requisito de habilitación del pasaporte cubano para emigrados que viajen a Cuba; (b) autorización para entrada y salida  de Cuba a residentes cubanos que vivan en el exterior en embarcaciones de recreo a través de determinadas marinas turísticas internacionales; (c) el permiso de entrada a aquellos que salieron ilegalmente, salvo quienes lo hicieron a través de Guantánamo; (d) eliminación del requisito de avecindamiento para los hijos de cubanos residentes en otros países que hayan nacido en el extranjero permitiendo obtener ciudadanía cubana y documento de identidad.

Finalmente, destaca Ramírez Cañedo, en el proceso de aprobación de la nueva Constitución aprobada el febrero de 2019, se permitió a los cubanos residentes en el exterior, participar con sus comentarios y opiniones a través de una plataforma de internet creada por el Ministerio de Relaciones  Exteriores.

Ciertamente se han dado grandes pasos a lo largo de las pasadas décadas en un esfuerzo real de las autoridades cubanas por normalizar los intereses del Estado con las relaciones entre los cubanos residentes en Cuba y en el exterior; como también la normalización de las salidas de cubanos al exterior y sus potenciales regresos a su país de origen. De lo que se trata es de cómo ir ampliando las relaciones del Estado cubano con los nacionales cubanos; es decir, con aquellos nacidos en Cuba, aquellos hijos e hijas de personas nacidas  en Cuba y aquellos/as descendientes de éstos.

Aquel primer esfuerzo de 55 jóvenes cubanos continua dando hoy sus frutos.

Creo que la mayoría de los puertorriqueños deben reclamar la independencia de Puerto Rico. Sirve para satisfacer la necesidad de aliviar la desesperanza y la fatal realidad. Vivimos tiempos de incertidumbre económica en lo local y lo internacional. Eso nos debería obligar a tener el control de nuestro destino como pueblo. Sí, somos un pueblo geográfica, étnica y culturalmente distinto al de los Estados Unidos. Esos elementos, antes mencionados, son los que se recogen para definir que es un pueblo para el derecho internacional. Esos elementos están siempre presentes en nuestras vidas y nos acusan de ser un pueblo; “boricua pa’ que tú lo sepas”.

En un reciente artículo publicado en el periódico Primera Hora, bajo el título “El País Que Todos Queremos” por Osman Pérez Méndez (11/16/2022), se recopilan dos cuadros que se proyectan para el 2047, uno el que seremos y otro al que debiéramos aspirar. Pintan un cuadro trágico para el 2047, que no hace falta esperar ni un día más excepto para que se alcancen números aún peores, tanto en lo económico como en lo climático, pero con menos puertorriqueños y más extranjeros. Lo irónico es que ellos señalen que se pueden alcanzar resultados diferentes y hasta opuestos sin mencionar siquiera que ocurran cambios en nuestra relación colonial con los Estados Unidos.

Al parecer, según los profesores consultados, en la colonia todo es posible y se puede ir del infierno al cielo sin cambiar nada en nuestra relación política. En realidad, de lo que depende, según estos profesores, es de cómo utilicemos sobre 80 mil millones de fondos federales que hay aprobados. Eso hace suponer que eso de cómo utilizar esos fondos lo decidimos nosotros. Para que tengan una idea, en Haití cuando ocurrió el terremoto, los norteamericanos le asignaron 8 billones para su rescate y de esos menos de medio billón llegó a manos del gobierno haitiano. Pero si de ejemplos recientes se trata, miren la contabilidad de 52 mil millones aprobados para ayudar a Ucrania y de 37 billones más que están en camino. A Zelensky solo le faltan nuestros profesores para que le den idea de cómo se pueden utilizar esos dólares.

Y es que resulta cuando menos incómodo ver como intelectuales puertorriqueños pierden de vista que este desastre es el resultado de un proceso colonial. Eso quiere decir que se gestiona, por muchos medios, el mantenernos en un estado de dependencia y efectivamente divididos. Por eso habrá que añadirle que están divorciados de la realidad porque estos profesores se van al extremo, como los economistas, para hacer proyecciones “Ceteris Paribus”, es decir todo lo demás se queda igual. Claro, pueden proyectar unas aspiraciones para solucionar un problema que pueden describir muy bien pero no saben de dónde les viene. Quizás por eso pueden fantasear con las ideas de cómo utilizar asignaciones federales, que según su diagnóstico es parte del problema, sin explicar cómo hacer para desaparecer las causas.

Hay razones políticas de peso para reclamar nuestra independencia. “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.” Así lo establece el primer inciso del artículo primero del “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos” en vigor desde 1976 y firmado por 173 países. El mismo pacto fundamenta ese derecho en el segundo inciso que dice eso será; “Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio recíproco, así como del derecho internacional.” Los puertorriqueños necesitamos y debemos tomar la decisión de iniciar ese proceso de libre determinación como lo establece la resolución 1514 XV de las Naciones Unidas.

¿Cómo debemos iniciar ese proceso de libre determinación? Debemos comunicarle al mundo y al gobierno de Estados Unidos, nuestro deseo, irreversible e irresistible, de lograr nuestra independencia como pueblo. Esa iniciativa debe nacer de nuestra asamblea legislativa que es el órgano que representa a todas las vertientes políticas de mayoría y minoría en Puerto Rico. Se debe levantar un legislador, o legisladora, puertorriqueña y presentar esa resolución haciendo esa proclama. Lo deberá hacer cuantas veces sea necesario hasta su aprobación en ambas cámaras.

La importancia de ese acto es obvia. Además, se acaba el cuento de que los puertorriqueños no estamos unidos para resolver nuestro problema colonial. Por otro lado, se debe incluir en esa resolución algo que es de interés para todos los puertorriqueños que desean acabar con la desidia de los norteamericanos de resolver nuestra condición colonial. Eso es pedirle que cumplan el deber de informar al Comité para la Descolonización de la ONU, bajo el artículo 73 del capítulo XI de la Carta. 

Colocar a Estados Unidos en el deber de informar es útil a todos los puertorriqueños por igual. Esto permitirá que los norteamericanos se vean, presionados por la comunidad internacional, obligados a comprometerse no solo con nosotros sino con los demás pueblos del mundo a cumplir con estos informes para demostrar el alcance obtenido por Puerto Rico en las áreas económicas, sociales y educativas.

La independencia no fantasea con los fondos federales. Sabemos que es el estado colonial de dependencia la causa del actual estado de la economía sin crecimiento, con la fuga de profesionales, el desplazamiento poblacional, el rentismo financiero, la especulación con los bienes inmuebles, el despojo de los haberes del gobierno y la privatización de los servicios esenciales. Eso mantiene un pueblo en el hacinamiento con miles de hogares donde conviven más de una familia. Miles viviendo en la precariedad de sueldos de hambre, miles que buscan tener más de un empleo, miles que viven en la ilegalidad de tener subsidios gubernamentales, pensiones de seguro social y a la vez empleos fuera de nóminas o pequeñas empresas de ventas de todo tipo de productos caseros y artesanales para reunir el pan nuestro y poder pagar por todas las facturas y para hacer de tripas corazones y vender el desayuno para comprar el almuerzo. La colonia es también ver como una clase política entregada, a intereses imperiales, le impone a todos la responsabilidad de pagar las deudas del desgobierno colonial.

Ser independientes asume, no supone, que somos nosotros los que vamos a transformar esa realidad con los recursos de nuestro pueblo, con nuestro trabajo y con nuestro ingenio. Tenemos los hombres y mujeres capaces para lograrlo y a eso le añadimos las herramientas de la soberanía que nos permiten entrar al juego y el acceso al libre intercambio con otros países como resultado lógico de ese mismo hecho. Serán nuestras decisiones y nuestras acciones las que enfrentarán los escollos del coloniaje. Romper con la dependencia como el adicto en frío y lograr las alianzas de negocios que faciliten el crecimiento y fortalecimiento de nuestra economía. Existen numerosas oportunidades para enfrentar la crisis energética, el abaratamiento de costos de transporte y de mercancías, acceso a mercados nuevos e intercambiar recursos, así como acceder a nuevas tecnologías. Todo dentro del marco real y posible de la independencia. 

El próximo año son las elecciones.  En ella, se escogen los administradores que serán la fachada de la colonia por los próximos cuatro años.

Y con la administración viene la posibilidad del guiso y robo, el PNP organización corrupta hasta el tuétano, se va preparando para ganarlo todo.  Y para ello utiliza su cómplice de años, el periódico El Nuevo Día.

¿Quién representa El Nuevo Día? Primero, a la familia Ferrer, capitalistas neoliberales, derechistas, aliados incondicionales de los estadounidenses y colonialistas. Los une al PNP, el deseo del guiso fácil y la ideología, no podemos olvidar que el patriarca de la familia fue el fundador del PNP, y propulsor de la ideología colonial anexionistas.

Ambos, El Nuevo Día y el PNP, viven de ser intermediarios del gran capital extranjero y del régimen.  Sus riquezas y beneficios han sido construido con la explotación del puertorriqueño. 

Su periódico nunca ha sido objetivo o imparcial, siempre y repetimos siempre ha ido en contra del pueblo.  Por eso apoyaron el IVU abusivo, el despido de los empleados públicos con la Ley 7, el quitarles derechos a los trabajadores, el robo de LUMA.  Siempre al lado de los extranjeros y bonistas.

Y como quieren ganar y quieren seguir guisando se preparan.  Por eso, la encuesta del periódico.  De acuerdo con la encuesta del Nuevo Día, no importa lo que quiera el pueblo, el Nuevo Día dice que gana Pierluisi y el PNP, como quiera.  Gana porque gana, nadie más tiene oportunidad.  Nada importa que Pierluisi sea un dulce chupao, sin proyecto, sin logros, no importa, de acuerdo con el periódico de los blanquitos, el tipo y su partido gana.  Quiere decir que la encuesta sea válida, hombre no, las encuestas del Nuevo Día son famosas por nunca pegar nada.  El propósito es otro, es dar la impresión de que el PNP va a ganar y para que la gente no cuestione cuando el PNP se las robe como hizo el 2020.

El PNP se robó los comicios del 2020, sin duda alguna.  Lo hicieron con la utilización de su reforma electoral, especialmente con el voto ausente y voto adelantado.  Aumentaron el voto ausente y pusieron a gente que no vive aquí a votar.  La segunda parte del robo fue el voto adelantado y a los encamados.  En una práctica inmoral, el PNP puso a votar cientos de ancianos de hogares, con condiciones de demencia senil y Alzheimer.  Personas mayores, enfermos, que no tenían idea ni donde estaban, ni sus propios nombres, los pusieron a votar, sin consideración, ni pensar en la dignidad de esas personas.  Una total desfachatez.

Esa es la razón para la encuesta de El Nuevo Día, para que usted no diga nada cuando el PNP se robe las elecciones del 2024.

Aclaramos, esto no es un endoso para el otro partido corrupto y neoliberal el PPD, para nada.  Tampoco es un endoso para decirle que acción debe tomar con respecto a participar o no participar en el proceso.  Es solo una explicación del manipuleo entre un partido el PNP, un periódico, el Nuevo Día, que han sido y son una de las instituciones más corruptas y cómplices del saqueo que implementa los Estados Unidos en Puerto Rico. Ojo al pillo… 

Creo que la mayoría de los puertorriqueños deben reclamar la independencia de Puerto Rico. Sirve para satisfacer la necesidad de aliviar la desesperanza y la fatal realidad. Vivimos tiempos de incertidumbre económica en lo local y lo internacional. Eso nos debería obligar a tener el control de nuestro destino como pueblo. Sí, somos un pueblo geográfica, étnica y culturalmente distinto al de los Estados Unidos. Esos elementos, antes mencionados, son los que se recogen para definir que es un pueblo para el derecho internacional. Esos elementos están siempre presentes en nuestras vidas y nos acusan de ser un pueblo; “boricua pa’ que tú lo sepas”.

En un reciente artículo publicado en el periódico Primera Hora, bajo el título “El País Que Todos Queremos” por Osman Pérez Méndez (11/16/2022), se recopilan dos cuadros que se proyectan para el 2047, uno el que seremos y otro al que debiéramos aspirar. Pintan un cuadro trágico para el 2047, que no hace falta esperar ni un día más excepto para que se alcancen números aún peores, tanto en lo económico como en lo climático, pero con menos puertorriqueños y más extranjeros. Lo irónico es que ellos señalen que se pueden alcanzar resultados diferentes y hasta opuestos sin mencionar siquiera que ocurran cambios en nuestra relación colonial con los Estados Unidos.

Al parecer, según los profesores consultados, en la colonia todo es posible y se puede ir del infierno al cielo sin cambiar nada en nuestra relación política. En realidad, de lo que depende, según estos profesores, es de cómo utilicemos sobre 80 mil millones de fondos federales que hay aprobados. Eso hace suponer que eso de cómo utilizar esos fondos lo decidimos nosotros. Para que tengan una idea, en Haití cuando ocurrió el terremoto, los norteamericanos le asignaron 8 billones para su rescate y de esos menos de medio billón llegó a manos del gobierno haitiano. Pero si de ejemplos recientes se trata, miren la contabilidad de 52 mil millones aprobados para ayudar a Ucrania y de 37 billones más que están en camino. A Zelensky solo le faltan nuestros profesores para que le den idea de cómo se pueden utilizar esos dólares.

Y es que resulta cuando menos incómodo ver como intelectuales puertorriqueños pierden de vista que este desastre es el resultado de un proceso colonial. Eso quiere decir que se gestiona, por muchos medios, el mantenernos en un estado de dependencia y efectivamente divididos. Por eso habrá que añadirle que están divorciados de la realidad porque estos profesores se van al extremo, como los economistas, para hacer proyecciones “Ceteris Paribus”, es decir todo lo demás se queda igual. Claro, pueden proyectar unas aspiraciones para solucionar un problema que pueden describir muy bien pero no saben de dónde les viene. Quizás por eso pueden fantasear con las ideas de cómo utilizar asignaciones federales, que según su diagnóstico es parte del problema, sin explicar cómo hacer para desaparecer las causas.

Hay razones políticas de peso para reclamar nuestra independencia. “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.” Así lo establece el primer inciso del artículo primero del “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos” en vigor desde 1976 y firmado por 173 países. El mismo pacto fundamenta ese derecho en el segundo inciso que dice eso será; “Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio recíproco, así como del derecho internacional.” Los puertorriqueños necesitamos y debemos tomar la decisión de iniciar ese proceso de libre determinación como lo establece la resolución 1514 XV de las Naciones Unidas.

¿Cómo debemos iniciar ese proceso de libre determinación? Debemos comunicarle al mundo y al gobierno de Estados Unidos, nuestro deseo, irreversible e irresistible, de lograr nuestra independencia como pueblo. Esa iniciativa debe nacer de nuestra asamblea legislativa que es el órgano que representa a todas las vertientes políticas de mayoría y minoría en Puerto Rico. Se debe levantar un legislador, o legisladora, puertorriqueña y presentar esa resolución haciendo esa proclama. Lo deberá hacer cuantas veces sea necesario hasta su aprobación en ambas cámaras.

La importancia de ese acto es obvia. Además, se acaba el cuento de que los puertorriqueños no estamos unidos para resolver nuestro problema colonial. Por otro lado, se debe incluir en esa resolución algo que es de interés para todos los puertorriqueños que desean acabar con la desidia de los norteamericanos de resolver nuestra condición colonial. Eso es pedirle que cumplan el deber de informar al Comité para la Descolonización de la ONU, bajo el artículo 73 del capítulo XI de la Carta. 

Colocar a Estados Unidos en el deber de informar es útil a todos los puertorriqueños por igual. Esto permitirá que los norteamericanos se vean, presionados por la comunidad internacional, obligados a comprometerse no solo con nosotros sino con los demás pueblos del mundo a cumplir con estos informes para demostrar el alcance obtenido por Puerto Rico en las áreas económicas, sociales y educativas.

La independencia no fantasea con los fondos federales. Sabemos que es el estado colonial de dependencia la causa del actual estado de la economía sin crecimiento, con la fuga de profesionales, el desplazamiento poblacional, el rentismo financiero, la especulación con los bienes inmuebles, el despojo de los haberes del gobierno y la privatización de los servicios esenciales. Eso mantiene un pueblo en el hacinamiento con miles de hogares donde conviven más de una familia. Miles viviendo en la precariedad de sueldos de hambre, miles que buscan tener más de un empleo, miles que viven en la ilegalidad de tener subsidios gubernamentales, pensiones de seguro social y a la vez empleos fuera de nóminas o pequeñas empresas de ventas de todo tipo de productos caseros y artesanales para reunir el pan nuestro y poder pagar por todas las facturas y para hacer de tripas corazones y vender el desayuno para comprar el almuerzo. La colonia es también ver como una clase política entregada, a intereses imperiales, le impone a todos la responsabilidad de pagar las deudas del desgobierno colonial.

Ser independientes asume, no supone, que somos nosotros los que vamos a transformar esa realidad con los recursos de nuestro pueblo, con nuestro trabajo y con nuestro ingenio. Tenemos los hombres y mujeres capaces para lograrlo y a eso le añadimos las herramientas de la soberanía que nos permiten entrar al juego y el acceso al libre intercambio con otros países como resultado lógico de ese mismo hecho. Serán nuestras decisiones y nuestras acciones las que enfrentarán los escollos del coloniaje. Romper con la dependencia como el adicto en frío y lograr las alianzas de negocios que faciliten el crecimiento y fortalecimiento de nuestra economía. Existen numerosas oportunidades para enfrentar la crisis energética, el abaratamiento de costos de transporte y de mercancías, acceso a mercados nuevos e intercambiar recursos, así como acceder a nuevas tecnologías. Todo dentro del marco real y posible de la independencia. 

El fallo de inconstitucionalidad emitido por la Corte Suprema de Justicia de Panamá, del 28 de noviembre de 2023, constituyó la consumación de una gran victoria popular contra el abusivo contrato minero con First Quantum Minerals (FQM). Esta decisión es la legitimación judicial de lo que ya el pueblo panameño había expresado en las calles: ese contrato era ilegítimo por cuanto constituía un atraco a la nación, consumado en una conspiración entre la trasnacional canadiense y un gobierno corrupto, con la complicidad de los grandes medios de comunicación, los gremios empresariales y partidos políticos tradicionales.

Es una victoria del pueblo organizado y resistiendo en la calle, no de la “Corte”:

Tanto el sentido del fallo, declarando la inconstitucionalidad del contrato, como la celeridad completamente inusual como actuaron los magistrados y magistradas, fue producto de la presión popular que no dejó las calles, ni levantó los cierres y mantuvo los bastiones de lucha. El pueblo organizado, dirigido por las dos alianzas (Pueblo Unido por la Vida Digna y ANADEPO), que se mantuvo firme y movilizado es el que produjo el milagro de una resolución positiva y expedita del máximo tribunal de justicia. No se olvide que el fallo anterior tardó 20 años y 5 años más en ser publicado.

Esta es una victoria de los compañeros y compañeras indígenas de todas las comarcas, pero especialmente de los Ngäbe-Buglés, que mantuvieron firmes los cierres en Tierras Altas, Horconcitos, San Félix, Tolé, Viguí, en Changuinola y diversos sitios de Bocas del Toro. Es un triunfo de los gremios docentes que sostuvieron los bastiones del río David, Santiago, Aguadulce y Penonomé. Es una conquista lograda gracias los bastiones de Pacora, de Colón, de Arraiján, de Chorrera, de la Iglesia del Carmen y tantos lugares, sostenidos por educadores, obreros de la construcción, jóvenes y pobladores. 

Tienen buena parte del mérito de este triunfo los estudiantes universitarios organizados y los vecinos de Viejo Veranillo que, junto a los trabajadores universitarios, sostuvieron el bastión de la Transístmica cerrado por un mes. Por supuesto, les tocan honores también a las decenas de miles de jóvenes y a las familias que acudieron disciplinadamente a la Cinta Costera y a la Corte a exigir la derogación de la Ley 406.

Esta victoria tiene una deuda particular con la firmeza de los moradores y pescadores de Donoso, vecinos de la mina, que impusieron el cierre marítimo al puerto minero. La derrota judicial de FQM se la debemos a la entereza de los docentes y sus gremios, que se sostuvieron en lucha pese a las amenazas del MEDUCA. Este triunfo le debe mucho a los dirigentes y afiliados al SUNTRACS cuya firmeza ayudó a sostener la lucha, pese a las campañas difamatorias de los medios de comunicación, gremios y funcionarios del gobierno.

Esta victoria tiene una deuda perenne con las familias de los compañeros caídos defendiendo sus bastiones: Agustín Morales, atropellado en Buena Vista Colón el 26 de octubre; Tomás Milton Cedeño García, atropellado en San Lorenzo, el 1 de noviembre; Abdiel Díaz e Iván Rodríguez, baleados en Chame el 7 de noviembre, por un abogado vinculado a intereses mineros.

En fin, este fallo no significa que la Corte halla dejado de ser un instrumento de los sectores del poder político y económico, que nombran a los magistrados, para sostener la impunidad y la corrupción imperantes en el país. No. La Corte no ha cambiado. Fue el pueblo el que con su lucha en las calles los obligó a declarar la inconstitucionalidad.

Necesitamos un gobierno honesto que defienda al país frente a las amenazas de la empresa:

Tal y como habíamos advertido anteriormente, daba lo mismo la derogación de la Ley 406  que la declaratoria de inconstitucionalidad, porque la empresa iba a demandar de todos modos, lo cual ya hizo, para que un tribunal foráneo defienda sus intereses. También ha tramitado ante el Ministerio de Trabajo el despido de 7,000 obreros. Está claro que ni a los gerentes canadienses, ni los accionistas internacionales, ni a los abogados, políticos y comunicadores panameños al servicio de FQM, les importa en absoluto con lo que opine el pueblo de Panamá ni sus tribunales. 

A los dueños de FQM sólo les interesa seguir saqueando los recursos minerales del país a cambio de casi nada. Ellos quieren seguir robándose el cobre y otros minerales panameños de manera impune porque las autoridades corruptas y vendepatrias de 5 gobiernos, sus Asambleas y jueces se lo han permitido. Los dueños de FQM están convencidos de que en Panamá seguirán gobernando políticos venales y títeres cuyos hilos mueven desde Morgan y Morgan. 

Esa esperanza de los saqueadores de FQM se funda en que casi todas las propuestas electorales de mayo de 2024 son tributarias de intereses mineros: José Gabriel Carrizo (abogado de Petaquilla Gold), Rómulo Roux (socio de Morgan y Morgan); Ricardo Martinelli (en 2011 intentó reformar Código Minero a costa de muertos y heridos); Martín Torrijos (uno de los expresidentes que no hizo nada frente al contrato); Ricardo Lombana (cuyo vicepresidente Michael Chen avaló el contrato en nombre de la Cámara de Comercio de Colón) y Melitón Arrocha (ocupó cargos ministeriales en tres gobiernos pro minera). 

Sólo dos candidatas a la Presidencia de la República se opusieron a la Ley 406, Zulay Rodríguez y Maribel Gordón, pero solo esta última ha estado en las calles acompañando la lucha contra el contrato minero.

Quienes lucharon denodadamente contra la destrucción ambiental y el robo de FQM deben pensar muy bien por quién van a votar en las elecciones de 2024, porque todo lo alcanzado con la lucha se puede perder si se elige un gobierno compuesto por funcionarios penetrados por los intereses mineros y el poderoso bufete de Morgan y Morgan. Funcionarios corruptos no defenderán consecuentemente el interés nacional frente a FQM.

La lucha contra el extractivismo es una lucha contra la globalización capitalista:

No basta elegir un gobierno honesto, hay que elegir uno que también tenga una comprensión de que enfrentar a FQM es una lucha contra un modelo económico extractivista, por el cual las empresas transnacionales de los países capitalistas (G-7), saquean los recursos naturales de los países dependientes o semicoloniales. 

Enfrentar a FQM es enfrentar un sistema internacional injusto, hecho para legitimar el saqueo económico y la donación política de nuestros países. Las leyes internacionales, los tribunales que deben dirimir estos litigios, los acuerdos de “libre” comercio, las instituciones como la Organización Mundial de Comercio (OMC), los organismos de crédito (Banco Mundial, FMI, BID), las calificadoras de riesgo, etc., trabajan para sostener ese modelo económico expoliador.

No podemos ser inocentes y creer que se respetará el derecho de una pequeña nación como Panamá. Hay que ser conscientes de los problemas que han tenido naciones hermanas cuando han querido controlar sus recursos nacionales y protegerlos de los depredadores capitalistas internacionales: sanciones, golpes de estado, sabotajes, etc.

Por eso se requiere que la vanguardia del movimiento popular panameña, generadora de esta victoria que celebramos, asuma como siguiente paso la consolidación de una alternativa que lleve a un cambio político institucional profundo, con una Asamblea Constituyente originaria. Se requiere trabajar por un gobierno que tenga la actitud, los argumentos y la estrategia para llevar la lucha contra FQM y el extractivismo a un terreno que rebasa las fronteras nacionales y que obliga a alianzas con países hermanos que enfrentan los mismos retos que Panamá.

Para derrotar definitivamente los antinacionales intereses mineros se requiere que la vanguardia que capitaneó esta victoria asuma conscientemente la construcción de proyecto de transformaciones que sea parte de la lucha por “otro mundo posible”, distinto a la globalización capitalista.

En Páramos del amor: escrituras del VIH y sida en la poesía puertorriqueña (2023), Daniel Torres Rodríguez combina ensayos, entrevistas y poemas de escritores gais que han convertido el sida en estética literaria. Desde esta combinación de géneros publicado por la Editora Educación Emergente, se traza una cronología de la enfermedad en las letras puertorriqueñas desde la década de los setenta hasta el presente. A través de esta cronología, se ofrece un análisis de las obras de Víctor Fragoso, Manuel Ramos Otero, Alfredo Villanueva Collado, Joey Pons, Moisés Agosto-Rosario, Ángel Lozada y Eïrïc R. Durändal Stormcrow. Para acercarse a estos autores, se toma en cuenta la importancia del sexilio. Los autores examinados emigraron a los Estados Unidos influenciados por la represión sexual en Puerto Rico. En los Estados Unidos, encontraron un anonimato y una apertura que no tenían en la isla ante el privilegio de unas expectativas impuestas por el patriarcado y que discrimina preferencias sexuales que no estén fundadas con el fin de procrear.

Desde el título del libro, se examina las escrituras sobre el VIH y sida como terreno por explorar. Por lo tanto, además de cronología, Páramos del amor… podría leerse como un intento de cartografía. Sin duda, se dibujan mapas literarios para guiar al lector. Al principio, el crítico nos remite a un lugar frío y desamparado. Un páramo cuenta con una superficie llana, poco fértil y desértica. Esta imagen se conecta con la reproducción sexual del sexo gay que no permite la progenie o con el sentimiento de desolación que muchos gais infectados con sida experimentan ante la inminencia de su muerte. Sin embargo, se aborda esta literatura con un oxímoron: los páramos están llenos de amor. Dentro de la aflicción, se abre un espacio para crear una estética que celebra el deseo por el cuerpo masculino y que se enfrenta a la enfermedad desde la escritura. Tanto los poetas como el crítico reconocen que la experiencia dolorosa del VIH y sida puede convertirse en fuente de inspiración. Las palabras no pueden sanar el cuerpo enfermo, pero mantienen vivo el acto creativo.

Al trazar una cronología de la enfermedad en estos poetas, se delinea a su vez el desarrollo de la literatura gay en Puerto Rico. Desde estas dos coordenadas, el crítico hace una doble contribución con Páramos del amor… a las letras puertorriqueñas. Por un lado, el uso de la metáfora de una enfermedad evoca a los autores del siglo XIX que intentan diagnosticar al país. Si bien podríamos tomar como referencia las “Crónicas de un mundo enfermo” de Manuel Zeno Gandía, muchos escritores no olvidan que la enfermedad y sus metáforas forman parte de la literatura anterior a Susan Sontag y su clásico estudio AIDS and Its Metaphors (1989). Por otro lado, el análisis de Torres Rodríguez muestra cómo escribir sobre lo gay se hace con más comodidad y aceptación que en el pasado. Ya no estamos frente a escritores que deben hacerse paso para desarrollar un tema, sino que nos encontramos con escritores que han recorrido un camino y que, ahora, pueden criticar los aciertos y desaciertos de las generaciones anteriores.  

Páramos del amor: escrituras del VIH y sida en la poesía puertorriqueña es un texto que celebra la diversidad. Al reunir ensayos, entrevistas y poemas de escritores gais que se enfrentan al virus, el libro llega a nosotros como collage para recordarnos que, a pesar de compartir una experiencia única, cada uno de estos escritores se acerca a la enfermedad y a su preferencia sexual desde un punto de vista particular. Hay visiones, voces, y reacciones distintas. Además, al trazar una cronología de la enfermedad, el estudioso está consciente de que esta cronología no es lineal. Por ejemplo, al estudiar la escritura de Manuel Ramos Otero, Torres Rodríguez se desplaza al pasado para explorar la obra de Víctor Fragoso y al futuro para analizar los textos de Alfredo Villanueva Collado. Se dibuja un mapa que se mueve en el espacio y en el tiempo. Por tanto, lo que une a este libro y a los autores examinados son los puntos de encuentro, las conexiones y convergencias que se pueden trazar entre homosexualidad, sexilio y enfermedad.

La diversidad está presente en la estructura misma del libro. El texto se divide en tres partes que aglutinan un género distinto. En la primera parte, “El síndrome bajo análisis”, se incluye un prólogo, cuatro ensayos de crítica literaria y un ensayo sobre representaciones artísticas de Néstor Millán. Con el prólogo, se presenta el tema además de ofrecer un contexto del origen del libro. Desde la primera oración, el lector sabe que tiene en sus manos un estudio crítico que resalta la experiencia personal. El primer ensayo, “La inmunidad en la lógica de la poesía del síndrome: Poemas de la lógica inmune de Joey Pons y Moisés Agosto-Rosario”, es la ampliación del prólogo al libro que se menciona en el título. Se examina esta poesía y se conecta con la décima puertorriqueña. En el ensayo “Imágenes retrovirales en la lírica boricua del VIH y sida”, se explora cómo aparece la enfermedad en una serie de poemas. Escribir sobre el sida no es un acto aislado, sino una red que une a escritores gais. En el siguiente ensayo, “De la metáfora silenciosa de Víctor Fragoso a la metáfora contagiosa de Manuel Ramos Otero y a la poética de la ira de Alfredo Villanueva Collado”, se identifica una posible lectura del virus en la escritura de Víctor Fragoso además de identificar coincidencias entre su escritura, la de Manuel Ramos Otero y Alfredo Villanueva Collado. El ensayo “El síndrome de Lázaro: Moisés Agosto-Rosario, Ángel Lozada y Eïrïc R. Durändal Stormcrow”, continúa rastreando la representación literaria del VIH y sida en generaciones más jóvenes. Para concluir, la sección se cierra con un ensayo sobre el arte de Néstor Millán.

En la segunda parte, “Ellos tienen la palabra: Entrevistas a los poetas”, se incluye una variedad de textos. Además de las entrevistas a Alfredo Villanueva Collado, Joey Pons, Moisés Agosto-Rosario y Eïrïc R. Durändal Stormcrow, se añade un comentario a una carta inédita de Manuel Ramos Otero y  una “Oda al SIDA” de Ángel Lozada. Todas las entrevistas se presentan con una breve introducción que selecciona las ideas principales de los escritores. Aunque cada autor fue entrevistado individualmente, el lector tiene la sensación de presenciar un debate. Alfredo Villanueva Collado hace énfasis en el aspecto político de la literatura gay y pone en contexto su desarrollo en la década de los setenta. Para este autor, la insistencia en el tema de la nacionalidad hizo que no se les diera más atención a voces interesadas en escribir sobre lo sexual. Perteneciente a una generación más joven, Joey Pons se centra en las nuevas tendencias y el desplazamiento de la literatura gay por el interés en la literatura queer. Miembro de la misma generación, Moisés Agosto-Rosario celebra la existencia de un espacio visible para la literatura gay. Por su parte, Ángel Lozada utiliza la escritura misma para reflexionar la conexión entre lo gay y el VIH. Finalmente, Eïrïc R. Durändal Stormcrow resalta la familiaridad con que ahora nos acercamos a esta literatura y hace un llamado a apoyar nuevas voces. Tal como hace Torres Rodríguez, estas entrevistas funden crítica literaria y experiencia personal.

Finalmente, en la tercera parte, “Poesía del síndrome”, se ofrece una selección de poemas de Víctor Fragoso, Moisés Agosto-Rosario, Joey Pons, Ángel Lozada y Eïrïc R. Durändal Stormcrow. Lamentablemente ni los herederos de Manuel Ramos Otero ni los de Alfredo Villanueva Collado respondieron al pedido del crítico para publicar tres poemas de cada poeta en esta parte. La inclusión de los poemas analizados en el libro facilita el acceso a los textos. Muchos de estos poemarios no se encuentran en librerías o solo son accesibles a través de bibliotecas. Consciente de los lectores, Torres Rodríguez comparte los versos en su totalidad para que podamos leerlos sin su interpretación y, a la misma vez, para incluir el objeto de estudio que apoya su análisis. De este modo, la estructura tripartita del libro empieza desde la mirada del crítico, pasa a través de las voces de los autores y culmina con la palabra misma. Dicho de otro modo, crítica, opinión y texto nos permiten auscultar cómo la literatura gay ha logrado crear una estética de la enfermedad a través de la poesía.

Páramos del amor: escrituras del VIH y sida en la poesía puertorriqueña es un conjunto de voces. A través de las letras, podemos oír a los escritores con sus opiniones, pero también a los enfermos que se refugian en sus versos. Sin embargo, hay una voz indirecta que aparece a lo largo del texto: la voz del autor del libro. Además de darle unidad al volumen, esta voz de Torres Rodríguez aparece para dar testimonio de la relación que ha tenido con estos autores. Igualmente, selecciona epígrafes al principio de cada ensayo tanto para atraer como para guiar el acto de lectura. Aunque los autores son los que escriben, Torres Rodríguez se convierte en orfebre de la palabra. Sabe usar los materiales a su disposición y, por tanto, también podemos ver el goce por las letras desde su posición de lector.

Con armonía, Torres Rodríguez se luce como crítico y escritor. Durante 40 años, se ha dedicado al estudio de la poesía virreinal y contemporánea publicando libros y ensayos académicos. Ha estudiado la anti-poesía conversacional hispanoamericana, con especial interés en la escritura del poeta mexicano José Emilio Pacheco, y la poesía gay en Puerto Rico. Además, ha publicado novela, ensayo, cuento y poesía. Amén de una sólida carrera literaria, Daniel Torres Rodríguez se acerca a esta poesía desde la hermandad que lo une con aquellos que se dedican a la palabra. El crítico no esconde su excelente calidad humana y su capacidad para ser solidario con el otro. En su análisis del VIH y sida, no hay discrimen, juicio o culpa, sino camaradería con estos autores y un reconocimiento a su escritura sin alejarse de su compromiso intelectual. Los lectores futuros podrán juzgar la calidad de sus textos, la rigurosidad de su trabajo y la contribución a la disciplina.

Finalmente, Páramos del amor: escrituras del VIH y sida en la poesía puertorriqueña es un texto que se convertirá en punto de referencia para los interesados en el tema de la escritura del VIH y sida en las letras puertorriqueñas. Tal como hace Torres Rodríguez en los ensayos y los autores en las entrevistas, la presencia de la enfermedad en la literatura gay puertorriqueña debe examinarse cada década para entender cómo las actitudes han cambiado. Sin duda, este trabajo cuidadoso dará paso a seguir identificando textos que elaboran una estética del virus y a motivar a otros escritores a que escriban sobre sus experiencias. Del mismo modo, apuesto a que este libro se convertirá en fuente de inspiración para que más voces femeninas se atrevan a desarrollar el tema o a que estudiosos se animen a rastrear las imágenes retrovirales en nuestras escritoras puertorriqueñas.

La poética del VIH y el sida en la literatura puertorriqueña que se nos presenta es una invitación a leer al otro infectado, marginado y exiliado. A través de versos, estos autores gais se han acercado a la enfermedad desde el acto de creación. Sin duda, ellos han recorrido un camino duro semejante a los páramos o desiertos secos y desamparados. Daniel Torres Rodríguez ha trazado un mapa en el tiempo para acercarnos a ellos y recordarnos que no hay nada más poderoso que el amor.

A raíz del triunfo de la Revolución Cubana, diversas medidas de naturaleza económica y política adoptadas por el nuevo Gobierno Revolucionario sostenidas en el ejercicio de la soberanía del pueblo, llevaron al deterioro de las relaciones entre Estados Unidos de América y la República de Cuba. A partir de enero de 1961 se produjo la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos. A este evento le siguieron otras medidas de igual naturaleza con las cuales Estados Unidos pretendía someter la voluntad de lucha del pueblo cubano y revertir el proceso revolucionario iniciado.

Entre las medidas económicas adoptadas, efectivo a las 12:01 de la mañana del día 7 de febrero de 1962, el gobierno de los Estados Unidos de América tomó la decisión de imponer sobre la República de Cuba un embargo de sus bienes financieros dentro del territorio estadounidense y de bloqueo económico contra el país. Sesenta y un años han transcurrido desde entonces.

Resulta del todo contradictorio que estados políticos con sistemas económicos diferentes al de los Estados Unidos con los cuales dicho país sostuvo profundas discrepancias como son los casos de la República Popular China y la República Socialista de Vietnam, hoy sostenga relaciones políticas, comerciales y diplomáticas plenas, con beneficios comunes con cada uno de dichos Estados. Con Cuba, sin embargo, los Estados Unidos sostienen una política de constante presión tal como fue durante los años de la llamada Guerra Fría.

La normalización de las relaciones políticas, económicas, diplomáticas y comerciales anunciado en el año 2014 por los presidentes Raúl Castro y Barack Obama fue un paso positivo en el acercamiento entre ambos Estados y ciertamente de beneficio recíproco para ambos pueblos. Fue, además, un paso importante en la distensión de los conflictos y en las aspiraciones de paz para la región del Caribe y América Latina. Se trató de un cambio cualitativo en la historia, constituyendo posiblemente el evento de mayor significado en las relaciones entre ambos pueblos en más de medio siglo. Sin embargo como proceso histórico, el restablecimiento de relaciones no allanó el camino para el cese del bloqueo impuesto durante la década de 1960.

Con la llegada de Donald Trump a Casa Blanca se inició un proceso de reversión de los cambios impulsados por el gobierno de los Estados Unidos durante la Administración Obama. Durante los cuatro años de su mandato se adoptaron 243 medidas adicionales contra Cuba, 55 de ellas en el año 2020.  Entre otras medidas, Trump intervino: (a) limitando los viajes de estadounidenses a Cuba; (b) limitando y obstaculizando el envío de remesas económicas desde los Estados Unidos a residentes en Cuba, incluyendo el cierre de más de 400 oficinas de Western Union; (c) adoptando medidas dirigidas a afectar la inversión extranjera en Cuba por parte de empresas acogidas a la “Ley de Inversión Extranjera en Cuba”, prohibiéndoles transacciones con el Banco Financiero Internacional de Cuba e incluyendo a dicha entidad en la lista de empresas cubanas con las cuales los estadounidenses no pueden hacer negocios; (d) estableciendo una  prohibición a los ciudadanos estadounidenses que viajaran a Cuba de alojarse en hoteles cubanos propiedad del Estado; (e) prohibiendo la llegada de cruceros, propiedad de o que partieran de, los Estados Unidos hacia Cuba; y la peor, que en el pasado ya se tuvo y se había derogado, (f) incluyendo a Cuba en una lista que compartiría con la República Popular Democrática de Corea, la República Árabe de Siria y la República Islámica de Irán, como “Estados que promueven el terrorismo.”

Estas medidas, dirigidas a incrementar e interponer obstáculos a las posibilidades de que Cuba pueda llegar a acuerdos internacionales con actuales y potenciales socios en materia financiera que le permita, además, adquirir determinados productos en el exterior, se extiende también a la aplicación adicional de las sanciones económicas y políticas contra Cuba tomadas desde febrero de 1962.

            Con la llegada de Joseph Biden a la presidencia de los Estados Unidos, se pensó por un momento que tal cambio iniciaría un nuevo giro de timón por parte de la nueva administración en torno al tema cubano. Los medios de comunicación recogieron con alguna incertidumbre declaraciones escuetas y sin mayores detalles de parte de su Secretaria de Prensa, Jen Psaki, a los efectos de que la administración entrante formularía la necesidad de “una nueva política hacia Cuba.” Tal política estaría orientada por dos principios: primero, “el apoyo a la democracia y los derechos humanos”, que ha sido el discurso oficial de los Estados Unidos a partir de la Administración de Jimmy Carter; y segundo, el argumento de que los cubanos residentes en los Estados Unidos, “son los mejores embajadores de la libertad en Cuba.”  Sobre el particular, Jen Psaki señaló lo siguiente:

“Estamos revisando las políticas de Trump en varios temas de seguridad nacional para asegurarnos que nuestra visión se ajusta a eso. Vamos a marcar nuestro propio camino.” (Énfasis suplido)

         Dentro de dicho contexto, algunos medios noticiosos se aventuraron a señalar los posibles cambios en la política de los Estados Unidos hacia Cuba, entre ellos: (a) permitir el envío de remesas; (b) eliminar la prohibición de vuelos directos y la llegada de cruceros hacia Cuba; (c) la reapertura de consulados; (d) reestablecer la política de intercambio “people to people”; y  (e) restablecer los llamados “Viajes de enriquecimiento cultural”, que facilitaban los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba.

         La realidad, sin embargo, fue otra. En esencia, al presente, prevalece la misma política de bloqueo y aislamiento por parte de los Estados Unidos hacia Cuba y no se avizora en el horizonte un “nuevo camino”.

         El pasado 2 de noviembre la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, una vez más de manera abrumadora la trigésima resolución desde 1992 repudiando el bloqueo impuesto por los Estados Unidos a la República de Cuba desde 1962. En esta ocasión, 187 países se pronunciaron en contra del Bloqueo; dos países votaron en contra de la Resolución (Estados Unidos y su aliado Israel), con las vergonzosa abstención de Ucrania.

La Resolución A/78/L. insta una vez más a los Estados en los que existen y continúan aplicándose leyes y medidas  de este tipo a que, “en el plazo más breve posible y de acuerdo con su ordenamiento jurídico, tomen las medidas necesarias para derogarlas o dejarlas sin efecto.” La resolución pide del Secretario General de la ONU la preparación de un informe sobre los efectos del bloqueo. En su comparecencia presencial en la sala donde se adoptó la Resolución, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, hizo un recuento de cómo el bloqueo afecta la alimentación, el acceso a medicamentos y la manera en que a través del bloqueo se perjudica diariamente a la familia cubana. Puntualizó que el bloqueo contra su país “es un acto de guerra económica en tiempos de paz, dirigido a anular la capacidad del Gobierno para atender las necesidades de la población, crear una situación de ingobernabilidad y destruir el orden constitucional.”

Reconociendo que el bloqueo no es responsable por todos los problemas de Cuba, indicó que sí es la causa principal del sufrimiento por el que atraviesa la población. Destacó el carácter genocida del bloqueo contra su país.

         Existe una relación muy estrecha entre las prohibiciones que establece el Derecho Internacional Humanitario y otras convenciones internacionales, como es el caso de la “Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio”. Esta fue aprobada mediante la Resolución 260 (III) de la Asamblea General de la ONU de 9 de diciembre de 1948, entrando en vigor el 12 de enero de 1951. La Resolución 260(III), sostenida como antecedente en la Resolución 96 (I) de 11 de diciembre de 1946, declara el genocidio como delito del derecho internacional contrario al espíritu y los fines de la Carta de las Naciones Unidas. Al definir “genocidio”  señala que cubre aquellos actos en virtud de los cuales, con la intención de “destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, se provocan matanzas de miembros del grupo; se provocan lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo; se provoca el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que pueden acarrear su destrucción física, total o permanentemente; se provocan medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; y finalmente, se provoca el traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.”

         En una alocución anterior en 2020 en el proceso de aprobación de la resolución correspondiente a ese año, en referencia además al “Informe sobre las afectaciones del Bloqueo a Cuba en el año 2020”, Rodríguez Parrilla estimaba los daños causados a su país entre abril de 2019 a diciembre de 2020 en $9,157 millones a precio corriente y en $17,000 millones en el pasado lustro. Sumando el costo para Cuba como resultado del Bloqueo impuesto, desde su origen temprano en la década de 1960 al presente, el costo estimado asciende a $147,853 millones. Indicó el Canciller cubano que se trataba de “una guerra económica de alcance extraterritorial contra un país ya afectado en el período reciente por la recesión y la crisis económicas global provocada por la pandemia”, que había privado a Cuba de “ingresos indispensables como los derivados del turismo.”

         El antes mencionado Informe incluía datos acerca de la vigencia de las leyes norteamericanas en las cuales se sostiene el bloqueo; las principales acciones del bloqueo por parte de Estados Unidos adoptadas entre abril de 2019 y marzo de 2020; los efectos de la aplicación de la Ley Helms-Burton (“Ley para la Libertad y Solidaridad  Democrática Cubanas”) y las demandas presentadas por Estados Unidos al amparo de ésta en sus tribunales; la respuesta cubana a dicha ley mediante la aprobación de la Ley Núm. 80 “Ley de Reafirmación de la Dignidad y Soberanía Cubanas” de 1996; las afectaciones del bloqueo en los sectores de mayor impacto social (salud, alimentación, agricultura y deporte); afectaciones al desarrollo económico (producción y servicios, industria biofarmacéutica, turismo, comunicaciones e informática, construcción, transporte, energía y minas) y comercio exterior; las afectaciones  al sector bancario y financiero (negativa a prestar servicios bancarios, envío y recepción de documentos bancarios a través de agencias de mensajería y aplicación extraterritorial); afectaciones a entidades cubanas; afectaciones extraterritoriales; etc.

         A pesar de la política contra Cuba de parte del gobierno estadounidense, han sido múltiples las voces que desde el propio Estados Unidos, representando los sectores agrícolas, cultural, académico; del mundo de los negocios; personalidades, incluyendo sectores políticos; así como desde la solidaridad, han demandado el cese del bloqueo. En el plano internacional, también ha sido importante las expresiones de rechazo al bloqueo, tanto por gobiernos como a través de mecanismos multilaterales en materia de relaciones exteriores. Lo anterior demuestra inequívocamente que en esta lucha contra la agresión imperialista, Cuba no está sola. Entre los países que se expresaron en contra del bloqueo impuesto a Cuba se encuentran países con distintos tipos de gobierno y diferentes aproximaciones ideológicas en dichos partidos de gobierno, entre otros, a saber: Nicaragua, Bolivia, Brasil, Chile, Perú, la Federación Rusa, Colombia, Argentina, la República Popular China, la República Bolivariana de Venezuela, México y El Salvador.

         Es evidente que a escala global, el consenso de la comunidad internacional es en favor del cese del bloqueo a Cuba. Sin embargo, también es un punto de partida en el análisis que el poder económico de los Estados Unidos a escala global continúa siendo un impedimento para el normal desarrollo de Cuba y su Revolución. De ahí la importancia de continuar denunciando la agresión que representa este bloqueo para el hermano pueblo cubano.

Nos viene a la memoria hoy, como antes, las expresiones del Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, cuando clamó en el Siglo XIX: “Quien se levanta hoy por Cuba, se levanta para todos los tiempos.” ¡Viva la solidaridad con el pueblo cubano y su Revolución!

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