El Antillano que hay en mí: Betances en el Siglo XXI

Cine caribe

El discurso y práctica independentista en Puerto Rico siempre ha opacado y minusvalorado el tema de las relaciones raciales, y sobre todo el legado del hombre y la mujer esclavizada al pensamiento libertario e independentista. Ramón Emeterio Betances (Cabo Rojo, 1827 a 1898), fue posiblemente uno de los pocos, sino el único prócer e intelectual boricua del Siglo 19, que supo fundir dichos elementos: la negritud con la independencia. Será porque era hijo de mujer boricua y un padre dominicano, o será porque era mulato, lo cierto es que Betances fundó una práctica política que pocos han logrado fundir hasta el presente.


En homenaje a Betances, Tito Román Rivera, joven cineasta boricua, nos presenta su ópera prima: El Antillano (Tito Román, Puerto Rico, 2014). Se trata de un documental con influencias de drama, que narra la vida del prócer y líder de la independencia de Puerto Rico del Siglo 19, Ramón Emeterio Betances. En el Siglo XXI para algunos, Betances es un icono de la libertad, para otros un prócer del siglo XIX, y para muchos Betances es un desconocido.

Este documental pasaría desapercibido en el Siglo XXI, si no se entremezclaran dos asuntos de gran interés. Por un lado, la urgencia siempre necesaria, de valorar y reafirmar para las presentes generaciones, la figura de Ramón Emeterio Betances. Es decir, prohibido olvidar. Recordarle al país de hoy, que en el país del ayer hubo un combatiente, médico e intelectual, que deseó ver a Puerto Rico libre. Por otro lado, está la figura de Tito Román, el emergente cineasta, de apenas 33 años, nacido en cuna humilde y criado en uno de los residenciales públicos más notorios del área metropolitana, Manuel A. Pérez. Graduado de la Universidad de Puerto Rico, condujo estudios graduados en la Escuela de Cine y TV de San Antonio de los Baños, en Cuba.

La mezcla entre un antillano irreverente, en la figura de Betances, unido a un joven emergente venido de sectores populares, debió haber sido la chispa para el entendido perfecto entre figura histórica y medio de expresión. En particular, porque Tito Román no es cualquier joven. Es un destacado líder e intelectual orgánico, cuya obra es ya superior a este último capítulo en el cual se consagrara como un gran director de cine caribeño. La obra previa de Tito Román habla por sí sola, en particular ser el precursor del mural de arte urbano en homenaje al asesinado líder independentista, Filiberto Ojeda Ríos, que yace por casi una década en una de las paredes de Manuel A. Pérez. Pero también por haber defendido los intereses del Partido del Pueblo Trabajador (PPT), como candidato a la alcaldía del Municipio de San Juan, en las elecciones del 2012 en Puerto Rico.

Dicho lo anterior, en dirección y personaje, nos enfrentamos a un documental que su importancia fundamental, es haber puesto en película la historia de Ramón Emeterio Betances. Esto en sí mismo, es un hecho sin precedente alguno. Betances, a pesar de ser reconocido por algunos como el verdadero padre de la patria puertorriqueña, no es reconocido por tantos otros. Para muchos es meramente el nombre de una avenida o un centro comercial. Es aquí donde yace una tensión, tal vez innecesaria, que el director no supo reconciliar en cuanto a este filme se refiere en relación al personaje. A partir de este punto es que el director Román intenta tejer su historia: ¿Por qué Betances no es reconocido y admirado por todos en Puerto Rico? Ésta tal parece ser la pregunta que Román intenta contestar.

Para contestar la pregunta anterior, Tito Román se vale del principal historiador de la figura de Betances, el Dr. Félix Ojeda. De igual forma se vale de otro historiador en contraparte, el historiador francés Paul Estrade, también especialista en el Caribe y en la figura de Betances. Entre ambos nos explican a plenitud dos de los tres ejes en que podemos examinar la importancia de la figura de Betances. Por un lado, su contribución al pensamiento libertario e independentista en el Caribe. Esto incluye su colaboración con los movimientos por la independencia o soberanistas de Cuba, República Dominicana y Haití. De otra parte, se encuentra el análisis del pensamiento y obra por la independencia de Puerto Rico que llevará a cabo Betances.

Ahora bien, hay un tercer componente en la vida de Betances, que la película toca a la ligera, y que no le da el valor que históricamente tuvo. En la vida de adulto de Betances, luego de haber terminado sus estudios de médico, éste se dedicó en Puerto Rico a luchar por la libertad de los hombres y mujeres esclavizados. Este tema, la intervención de Betances en el mundo de la esclavitud, es manejado con bastante ligereza en este filme. A manera de ejemplo, el filme tiene toda una omisión en torno a los 10 mandamientos de hombre libre, tema que no se menciona ni se discute en el filme.

Esta [im]pertinente omisión, nos pone a preguntarnos cuánto del filme maneja un tema crucial de Betances, como las relaciones sociales de dominación y poder. Si uno de los próceres del Siglo XXI fue distinto, en cuanto a vincular la independencia con el tema de la negritud, y de paso con el anarquismo y la masonería, lo fue Ramón Emeterio Betances. El documental adolece de vincular, de forma continua, esos dos pensamientos en la práctica política de Betances.

Dicho lo anterior, el filme logra capturar la imaginación de todos y todas nosotros, provocando el orgullo nacional y admiración por esta figura, muy estudiada en Puerto Rico, pero poco difundida hoy en el Siglo XXI, por los administradores del territorio nacional, como por los propios intelectuales y académicos adscritos a la Universidad de Puerto Rico. Es curioso que sea al día de hoy, luego de 30 años, Félix Ojeda el único académico citable que ha desarrollado toda una obra en torno a la figura de Betances. Es una pena, que el director Román, no pudo incorporar ni a un solo historiador boricua joven, que pudiera hablarnos de este prócer caribeño.

En este sentido la película, más allá de la emotividad de hablar de Betances, tiene desaciertos en su narrativa, como incorporar a un joven narrador a ritmo de hip hop, cuyo texto y narrativa no guardan correlación con la figura de un mulato, independentista, anarquista y libertario. Así y de forma consistente, la figura del propio Betances, como lo lograra hacer su padre en la vida real luego de haber muerto su madre, la vida y la película intentan blanquear la figura del prócer, y desvincularlo de su relación curtida con la negritud, lo popular y su profunda caribeñización. De forma curiosa la película se torna en una lectura desde una mirada de clase media sobre la vida de Betances, cuando pudo haber sido una lectura desde los sectores populares y contestatarios a él.

Ahora bien dónde objeto el filme, y donde siento que el mismo rompe con la propia contribución de Betances como libertario-educador, es cuando el filme, luego de habernos expuesto en cinco países distintos a la pregunta quién es Betances, se enfrenta a unos ciudadanos, de ese inmenso pueblo trabajador, el pueblo de Bayamón y en una avenida llamada Betances. Allí el pueblo al que se le preguntó si conocía a Betances, respondió con miedo, inseguridad e incapacidad de expresarse. En la sala a la que yo fui, el público reía a carcajadas de los desaciertos del pueblo trabajador entrevistado. Es decir, Román venido de cuna humilde producía en su ópera prima una reacción no deseada: que nos riéramos del pueblo trabajador y humilde que él ha defendido tanto en su vida.

En fin, que nada es perfecto, y se trata de una ópera prima, la cual sin lugar a dudas y por la entremezcla entre director y personaje, habrá de consagrar a Tito Román como un intelectual orgánico transdisciplinario y orgullo de su generación. Pero más que nada, se trata de un joven al que hay que seguirle la pista, como yo en mi caso lo he hecho por los pasados ocho años.

Adelante con El Antillano, a pesar de sus contradicciones en contenido y narrativa. Es un filme que hay que ver. También hay que apoyarlo. ¡Arriba los mulatos: Román y Betances!

Crédito foto: Unknown, Wikimedia Commons, bajo dominio público de Creative Commons.