“Ninfomaníaca o el sexo de películas”

Cine caribe

“Puedes enseñar a personas comiendo y haciendo cosas normales pero no puedes

mostrar a dos personas haciendo el amor, lo más natural de todas las cosas”.

Cineasta Michael Winterbottom (New York Times, 2005)

El acto sexual (o su simulación) y la desnudez humana, podemos inferir representan sinónimos de polémica en el mundo del cine, a veces hasta el punto de sufrir censura. Desde el comienzo de la cinematografía ha habido interés por experimentar con contenido sensual, como lo hicieron los pioneros franceses Eugene Pirou y Albert Kirchner con el cortometraje El atardecer de la casada en el 1896, donde una mujer se despoja de su atuendo hasta quedar en pelotas. Surgieron películas como El beso de May Irwin (1896) de Thomas Edison, que demuestra el primer beso en la historia del cine hasta El Satario (1907) de Argentina y En la noche (1910) de Alemania que son precursores de lo que luego se convertiría en la práctica de cintas eróticas; que según estudios del británico Dave Thompson tienen sus inicios en burdeles de Suramérica. Siempre ha estado presente este tipo de material en la periferia audiovisual y siempre ha sido rodeado por un aura de controversia.

Con Ninfomaníaca, el más reciente trabajo del aclamado cineasta danés Lars Von Trier, que recién estrenó en nuestras salas de cine de Fine Arts; se explora la semiótica de la sexualidad humana. La obra, que se divide en dos partes, ha estado haciendo mucho ruido debido al contenido explícito que presenta, incluyendo secuencias genuinas del acto sexual. Mas sin embargo, no es la primera vez que esto sucede en películas no pornográficas, refiérase a Calígula (1979), A la Caza (1980), El Conejo Marrón (2004) y Nueve canciones (2005). Tampoco es la primera vez que el danés toma tal acercamiento, refiérase a Los Idiotas (1998) y Anticristo (2009). En su totalidad, Ninfomaníaca Volumen 1 es una majestuosa cinta, audaz, juguetona, sombría y mucho más profunda de lo que parece a primera instancia. No obstante, cabe señalar que esta, al igual que todas las cintas de Von Trier, no es un filme para cualquiera, que su apodo del “infante terrible” no es una coincidencia pues muchas de sus preocupaciones recaen en retar la norma y lo que se tilda de convencional.

La trama de esta entrega gira alrededor de Joe, (interpretada por la subestimada actriz francesa Charlotte Gainsbourg a los cincuenta años y de joven por Stacy Martin) una auto diagnosticada ninfomaníaca que recuenta las aventuras lujuriosas de su vida a un viejo llamado Seligman (interpretado por el veterano Stellan Skarsgard) quien la encuentra apaleada en el suelo de un callejón. El intercambio entre estos dos personajes es el corazón de la película y sus conversaciones son de naturaleza existencialista, poética y filosófica. Al igual que otras películas de Von Trier, está también divide su narración en capítulos. El filme, aparte de obviamente buscar ser chocante con secuencias e imágenes como por ejemplo la demostración de una galería de distintos penes en plano cerrado; se centra en la variedad de maneras de cómo percibimos la sexualidad. Es ahí donde se halla la gloria de esta obra.

Generalmente, cargamos y reflejamos una inherente incomodidad al momento de tratar la sexualidad de cualquier otra forma que no sea en nuestra intimidad. Esas costumbres aprendidas son más bien limitaciones que tornan el acto sexual en tabú. ¿De dónde provienen? ¿Qué dicen de nuestra fibra social? ¿Será un problema educativo en el cual los encargados de orientar a nuestros jóvenes rara vez admiten que el deseo y gozo sexual es tan natural como toser? ¿Será un problema de bagaje moralista que inculca la misma iglesia que tanto dicen le debe al departamento de hacienda y de donde ha brotado tanto escándalo de pedofilia y pederastia en los últimos veinte años? No se podría decir. En Puerto Rico, al menos estamos abriendo la conversación sexual en las películas con los esfuerzos de largometrajes que han puesto su grano de arena como 12 horas, Ruido, Maldeamores y pronto Sexo Salvaje de Eduardo Rosado. Lo cierto es que en este dilema, todos sufrimos cuando unos enseñan a otros a tapar el sol con la mano, el sol seguirá ahí, pero un delirio aprendido es un arma poderosa que se nutre de la inconsciencia.

Referencias:

- Thompson, D. (2007). Black and white and blue: erotic cinema from the Victorian Age to the VCR. ECW Press.