Latinoamérica enraizada en la cultura árabe

Historia

En estos momentos en que el Medio Oriente es sacudido por el conflicto israelí-palestino, es importante resaltar la gran aportación que ha tenido la cultura árabe en Latinoamérica, la cual vemos no solo en nuestra arquitectura, literatura y música sino en el creciente número de líderes políticos, comunitarios y económicos de ascendencia árabe y palestina que sobresalen en nuestros países.

La aportación de los árabes a nuestra cultura está presente desde el mismo momento de la llegada de Colón al Nuevo Mundo. Los españoles recién habían conquistado el último reino árabe de la Península Ibérica y los futuros conquistadores venían empapados con 8 siglos de influencia musulmana. En el continente se dio una mezcla entre las culturas originales y la europea, así mismo con la africana, los mozárabes y judíos conversos que llegaron junto a los conquistadores y más reciente aún, con los miles de árabes y palestinos que desembarcaron en las costas americanas en el siglo XX.

La influencia morisca colonial fue empañada, por no decir enajenada, porque la historia que se enseña es parte de la reconquista, con autores que se han fijado en otros modelos culturales.  Por eso, es necesaria esta recuperación histórica para revalorizar el acervo árabe en nuestras idiosincrasias nacionales.  Lo interesante es ver, además, cómo de esta conciliación los árabes de la segunda y tercera generación han podido surgir a lo más alto en el campo empresarial, profesional y político. Algunos han llegado a ser parlamentarios, ministros y presidentes, como Carlos Menen en Argentina, de ascendencia siria, y  Jamil Mahuad, de ascendencia libanesa,  en Ecuador, o como Gabriel Turbay llamado el "turco" en su campaña a la presidencia de Colombia, o ministros en Chile como Jorge Tarud y Sergio Bitar. No podemos olvidar mencionar que el mexicano Carlos Slim, para muchos el hombre más rico del planeta, es de ascendencia libanesa.

Luego de los atentados del 11 de septiembre de 2011, los medios de comunicación estadounidenses iniciaron una campaña masiva de proyección negativa de árabes y musulmanes. Los intereses occidentales han lacerado aún más la imagen del Islam según se han identificado los vínculos de grupos militares islámicos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la presencia de depósitos de  misiles del Hezbolá en la isla de Cuba y de grupos militares libaneses en Venezuela.

Obviando los intereses políticos y el fanatismo religioso, la cultura islámica es una de las que más ha aportado al desarrollo de la humanidad, protegieron el legado de la antigüedad y en su momento, fueron una de las civilizaciones más justas del planeta.

Los ocho siglos de influencia árabe en España salen a relucir en la cotidianidad de la vida diaria donde elementos que creemos propios, resultan que tienen un origen islámico. La evaluación de nuestra cultura e identidad latinoamericana y sus nexos con el mundo árabe tal vez nos ayuden a reevaluar nuestra visión de la cultura y sociedad islámica.

El inicio de la interacción entre la cultura árabe y la occidental de da en la España del 711 d.C. con la invasión musulmana y su asentamiento  en la península del Islam en el resplandeciente territorio del  “Al-Ándalus”. No cabe duda que España, por su pasado histórico y por el papel que representa en el mundo actual, como país importante de la Comunidad Europea, es un nexo cultural muy decisivo para Latinoamérica y los países árabes.

El simbolismo más importante de la influencia islámica en el hemisferio occidental se da en la literatura donde  insistentemente aparecen personajes árabes que, a veces, son los principales protagonistas de una novela o un cuento. Es indudable que nunca estarán todos en una selección, pero lo esencial es que esta presencia árabe corresponde a un mosaico de impresiones a través de una creación literaria que entra en la historia, en lo islámico, en lo cristiano y en la ficción.

La cultura árabe sentó las bases de nuestros conocimientos matemáticos y aportó el diez por ciento de nuestro idioma. Por ejemplo, el reconocimiento a uno de los grandes aportes árabes a la cultura universal está en el Álgebra. Esta rama de la matemática es un curso obligado por un grado secundario  para resolver ecuaciones utilizando símbolos en lugar de números.  Así mismo, la medicina occidental fundamento siglos de su enseñanza en el canón de la medicina, del filósofo y médico islámico Avicena (980 a 1037 d. C.).

Encontramos también la presencia árabe en la cultura cotidiana: en las albercas de las casas, en las alfombras que decoran muchas de nuestras salas, en las cenefas que han estado tan de moda durante el último año.

La influencia árabe marcó profundamente el misticismo español, se sabe que el sufismo, metafísica islámica, influenció a los principales exponentes de corriente mística cristiana, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. La Divina Comedia de Dante es un ejemplo de lo influyente que fue la cultura árabe en el Medioevo tardío y el renacimiento.

La influencia religiosa del Islam, no termina en el misticismo, sino que el rosario católico surge de las cuentas con que la hija del profeta Mahoma y la única de todos los hijos del fundador del Islam, Fátima, acompañaba sus plegarias. Este rosario podía tener entre 33 y 100 cuencas. El sistema fue copiado por San Francisco de Asís en el siglo XIII y el resultado son las camándulas del cristianismo, empleadas para contar Avemarías.

 

Musulmanes y cristianos católicos comparten el culto a la Virgen María, figura prominente en el Corán, libro sagrado del Islam, donde tiene un capitulo.

Los mercados árabes dieron origen a los mercados latinoamericanos. Es impresionante ver las similitudes que guardan nuestros mercados atestados de mercaderes y compradores regateando por mejores precios con los de Marruecos.

Sobre las similitudes entre los mercados marroquíes y latinoamericanos nos dice el  profesor Luis Ruiz,  Director de la Universidad Metropolitana de Aguadilla, “es una experiencia  similar a la que he vivido en los mercados latinoamericanos. La diversidad de alimentos y productos es una amalgama de colores y olores que me transportaron a las antiguas plazas del mercado que existían en Puerto Rico. El viaje en el tiempo me hizo recordar la creatividad con que nuestro pueblo producía infinidad de objetos impresos con colores y formas similares en las que observe en el mercado”

Recalca además Ruiz que “la fastuosidad de los diseños en los textiles es una confirmación de cómo los árabes han influido en nuestras modalidades y el alto valor que le otorgamos a la vestimenta confeccionada con algodón estampado con figuras geométricas y matizadas con gran colorido”.

No podemos dejar fuera el hecho de que nuestra América es un continente agrícola. Nuestros campos son vergeles que proveen el sustento de nuestras familias a la vez que sirven para generar ingresos nacionales. A los árabes les debemos la transformación de páramos en huertos fértiles. Los árabes desarrollaron una tecnología hidráulica de canalizaciones, sistemas de captación de aguas, de almacenamiento e irrigación. Incrementaron la explotación de la tierra al ampliar la gama de plantas disponibles como los cítricos, el melón, el jengibre, la caña de azúcar y el algodón procedentes del continente asiático, algunos de ellos introducidos en Hispanoamérica durante la colonización española en Siglo XVI.

La influencia musulmana se destaca también en la arquitectura. Las casas coloniales conservaron en su estructura la influencia árabe. El área en forma cuadrada con un patio central lleno de jardines y una fuente en la mitad obedece a una concepción islámica del paraíso.

La influencia árabe colonial se integró profundamente en nuestras conciencias nacionales e hicieron nuestras muchas de las aportaciones de ellos a la cultura universal.

La Era Moderna y el colonialismo europeo abrieron una ventana para una nueva influencia árabe.

El colonialismo europeo del siglo  XIX llevo al empobrecimiento de las comunidades árabes del mediano y cercano oriente. Este proceso  se agudizo a principio del siglo XX con la explotación desmedida del petróleo y las guerras mundiales. Surgen movimientos subversivos en busca de la libertad de sus países del yugo colonial occidental. Estas situaciones forzaron a las familias árabes, principalmente las libanesa, palestina y siria a buscar en América nuevas oportunidades. La mayoría de estos emigrantes van a México, Argentina, Chile, Cuba, Venezuela y otros países incluyendo Estados Unidos y Puerto Rico. Esta nueva migración aporto elementos importantes para la construcción de los estados nacionales latinoamericanos desde el punto de vista socioeconómico, político y cultural

Los árabes son hábiles comerciantes que se formaron con  el trueque de productos entre las diferentes tribus beduinas que deambulan por el desierto.  Estas destrezas adquiridas son traídas al nuevo mundo creándose una nueva clase de comerciante que no solo tenía negocios de mercaderías, sino que se establecieron como vendedores ambulantes que visitaban los lugares más recónditos llevando sus productos, vendiéndolos a crédito supliendo así las necesidades existentes y trayendo el progreso a los campos.

El comercio no fue el único renglón en el que estuvieron los árabes presentes. Trabajaban incansablemente en los campos y en las fábricas con el solo propósito de traer a sus familiares a un Nuevo Mundo, libre de odios, rencillas, fanatismos y militarismo.

Las nuevas generaciones se integran a la sociedad latinoamericano. El árabe pasa a ser la lengua de sus ancestros, pero sus costumbres, comidas y bailes se integran al gran acervo latinoamericano. Ya no son árabes, son latinoamericanos comprometidos con sus nuevas patrias. La segunda y tercera generación ingresa en las universidades y aportan con sus conocimientos y destrezas a construir los estados modernos en que vivimos hoy.

“La revalorización de la influencia árabe en nuestro acervo es necesario para que podamos entender nuestra idiosincrasia y acervo cultural. Identificando los regalos que hemos recibido de tan fastuosa multiplicidad de naciones podemos descubrir soluciones a problemas viejos y construir una América donde valoremos la diversidad y se fomente la unión entre hermanos unidos por una lengua y una cultura mundial tan antigua como los tiempos”, asegura el escritor y gestor cultural Félix Cruz.

Triste es realizar el desasosiego en que se sumerge el mundo árabe a finales del siglo XX y principios del XXI. La creación del estado de Israel, el militarismo egipcio, el fanatismo de Irán e Irak y la opresión oligárquica en que viven los campesinos y marginados en Arabia, Líbano y Siria han creado una bomba de tiempo que puede conducir a una desgarradora Tercera Guerra Mundial.

La sangre corre por las calles del Cercano y Medio Oriente. El  “mundo árabe”  pasa por un proceso altamente conflictivo. Como siempre, la indiferencia, los discursos huecos y las posturas confusas brindan una alta inestabilidad en el Medio Oriente. La falta de comunicación entre occidente, que vela por sus interés económicos y políticos y los países árabes que intentan mantener su independencia, proteger sus recursos y sus creencias religiosas, han creado un abismo que no nos permite valorar la gran aportación del mundo islámico a la cultura universal.

La desinformación y el odio visceral creado para satisfacer el egoísmo de unos pocos generan los continuos conflictos bélicos. No se pueden imponer valores que corresponden a nuestra formación cultural, ni conductas, ni nuestra misma democracia por medio de la fuerza, más claramente a través de la guerra. ¿Quién responde por los miles y miles de muertos, huérfanos, viudas, hogares destrozados y las violaciones de los derechos humanos? ¿El dominio de ciertas riquezas básicas por compañías de países poderosos y la mayor venta de armamento a quién beneficia? Los pobres pasan a ser más pobres en un mundo de pobres manejados por los monopolios internacionales. ¿Cómo conseguir lo fundamental que es la paz? Sólo a través del diálogo y de la cultura. Valorar el aporte que han hecho nuestras civilizaciones para obtener un mayor progreso. Armonicemos y respetemos la diversidad para conformar un mundo donde el bienestar holístico e integral sea el norte de nuestra sociedad planetaria.