Las vacas con gafas, ¿OP o Ray Ban?

Cine caribe

La más reciente producción cinematográfica local que se ha estrenado en los cines de Puerto Rico se titula, de forma ocurrente, Las Vacas con Gafas (Dir. Alex Santiago, Puerto Rico, 2014). Se trata de un filme que ha despuntado como una obra de arte en Puerto Rico, sobre todo para los círculos del cine arte o cine crítico. Sin lugar a dudas, la película compite muy bien, en calidad y sobre todo en su ritmo, con cine de igual calibre internacional.

Se trata de la historia de un personaje que es un pintor, profesor de la escuela de artes plásticas del País, que se está quedando ciego. El personaje Marcelino Sariego, que es interpretado por el histórico actor Daniel Lugo, nos convence que son los dioses y las diosas que en castigo lo quieren dejar ciego. Así las cosas, la película va narrando a través de otros artistas de reparto, entre otros, Israel Lugo, Georgina Borri, Raúl Carbonel, hijo, que ayudan a comprender cómo en la vejez, la pérdida de las facultades fisiológicas, entre otras la vista, se resienten mucho más. El pasar del tiempo nos afecta a todos y todas, incluido los personajes de la historia.

Es interesante, pues el personaje central, Marso, nos comparte la vida. La buena y la mala, pero a un ritmo que jamás se altera. La película se narra a un ritmo suave, slow. En esta medida, solo cuando el personaje Marso se confronta con la ceguera de otro personaje, el vendedor de dulces (Adrián García), es que uno descubre que hay un ritmo subyacente a ritmo de salsa. Se trata de la dualidad del Caribe que Adrián García sabe representar desde su ceguera y silencio. Sobre todo, cuando el personaje Marso abusa de este ciego y le roba unos dulces. La contestación de García fue buena, “usted no me robó, yo se los regalé”. Es decir, y para un vidente, todo depende del cristal del color con que se miren las cosas.

Más allá del ritmo, la película comienza como terminó. No hubo distracción o alteración. La misma debe gustar en algunos círculos educados del País. A la comunidad de personas de la tercera edad no creo que les resulte simpática. No obstante, necesitamos de este tipo de cine para poder también convivir con otra clase de cine boricua, en particular con películas de corte más popular.

En fin, hay que verla, pues en los círculos de cine de arte esta película seguirá recibiendo todos los premios habidos y por haber. Aunque, a usted, a lo mejor no le parezca muy entretenida. Con libreta, el texto de Michel Foucault: El orden de las cosas, y con una copita de vino tinto (merlot, reserva 1998), la va a disfrutar.