Entrevista: Renia Fermaint Rosa en “las noches oscuras del alma”

Voces Emergentes

La artista Renia Fermaint Rosa presentará el performance “Esas que no soy yo” el sábado, 25 de octubre de 2014 en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), en Santurce, a las 7 de la noche. La actividad es promovida y gestionada por El Post Antillano.

A continuación queremos traer a nuestros lectores, una conversación que este servidor sostuvo con la creadora de “Esas que no soy yo”, acerca del proceso creativo y los fundamentos que involucran esta pieza escénica que se sirve del cuerpo, el movimiento y la voz para profundizar en los linderos sinuosos de lo que unos llaman enfermedad mental (en este caso, el Trastorno Obsesivo Compulsivo) y otros -más poéticos- nombran como “noches oscuras del alma”.

Para este performance, Renia es acompañada por el músico Enrique Cárdenas y la psicóloga Veroshk Williams. Interviene también su progenitora Sonia Rosa, quien comparte memorias de una travesía conjunta, en la que madre e hija han aprendido una de la otra.

Carlos Esteban Cana: ¿Por qué “Esas que no soy yo”?

Renia Fermaint Rosa: Esa es la gran pregunta. Esas que no soy yo porque siempre me he visto como si yo fuera múltiples yoes. Pero eso no quiere decir múltiples personalidades. Es que simplemente, con el Trastorno Obsesivo Compulsivo tengo en mi mente esos pensamientos intrusivos, persistentes, repetitivos, que causan un alto grado de ansiedad y los veo como algo aparte de mí. Yo soy esta persona y esos yoes enfermos son otra cosa, abocados en esa locura que no soy, lejos de la esencia que me representa, del ser humano que soy. Por eso es ‘Esas que no soy yo’.

CEC: Ese término ‘obsesivo-compulsivo’ te sirve para explicarte unas cosas sobre ti misma.

RFR: Sí. Yo había pasado por diferentes experiencias con diferentes médicos, que me ofrecieron diferentes diagnósticos. Hasta que un psicólogo me dijo: “Tú tienes el Trastorno Obsesivo Compulsivo”. Y cuando me puse a investigar alocadamente qué era el Trastorno Obsesivo Compulsivo, vi que tenía mucho sentido, que las cosas se explicaban. Eso me ayudó porque necesitaba saber qué tenía. Hay muchas personas que me decían: “¿Cuál es la importancia?”. Yo les contestaba que para mí era necesario saberlo porque ese conocimiento me permite saber cómo voy a trabajar con eso. Sí, ese diagnóstico me ayudó a comprender experiencias que había pasado y cosas desde pequeña.

CEC: Te dio un lenguaje para nombrarte.

RFR: Claro, necesitaba nombrarlo. Ahora bien, si lo contemplo de lejos, entiendo que ese proceso era necesario para entender qué era esa locura. Nombrar fue importante. Aunque incluso hoy se me hace algo difícil explicar el grado de ansiedad que causan esos pensamientos, que son de todo tipo. Entonces es cuando recurro como a especie de rituales para calmarlos -que realmente no alivian- y si lo hacen es de manera temporal.

CEC: Y el arte... ¿no es un ritual en sí mismo?

RFR: ¡Sí! ¡Claro que sí! Me gustó esa pregunta.

CEC: Entonces háblame de eso...

RFR: En mi caso, el arte es un ritual que empieza en la mente. Yo lo veo todo en mi mente, o sea, lo visualizo como si fuera una película. Antes de ponerme a crear estoy todo el tiempo ensimismada en las imágenes, entonces de ahí, de una imagen es que inicia la creación. Trabajo mucho con esas imágenes. Mi proceso es como una película.

CEC: Como me hablaste de otros rituales... en qué se diferencia ese ritual del arte a los otros...

RFR: Sí, son diferentes, y te voy a dar un ejemplo. Mi mayor miedo y el pensamiento que siempre está molestándome es que yo le pueda causar daño a alguien, aunque de ningún modo eso significa deseo de hacerlo, para nada; es solo temor. Un ejemplo habitual es que cuando voy conduciendo mi temor es que haya atropellado a alguien y que no me haya dado cuenta y haya seguido. Entonces tengo que volver una y otra vez al espacio que recorrí para ver que no pasó nada, que todo está bien. Pero incluso aún cuando estoy viendo, observando, no estoy segura de que lo que estoy viendo es cierto. ¿Me entiendes?

CEC: Lo que me cuentas me recuerda un poco las historias de Philip K. Dick, escritor de ciencia ficción y autor de cuentos y novelas que han terminado en versiones fílmicas como Blade Runner, Total Recall y Minority Report, entre otras...

RFR: Sí, curiosamente te digo que me habían hablado de Blade Runner. Pues esos rituales como el que te acabo de mencionar no son sanadores para nada. Sin embargo, el arte es un ritual que sí me ayuda a sacar esos demonios; como que es un despojo. Yo lo nombro como un despojo, una catarsis. Es un dolor que está ahí, que lo estoy trabajando como dolor, pero a la misma vez siento que es un ritual que me está sanando. Sucede que después que termino un performance me siento mejor porque no soy la misma, porque ya no puedo ser la misma.

CEC: ¿Y cómo es ese proceso de hacer aprehensible el dolor? Eso que te permite hacer la alquimia, la catarsis a través de la danza, del baile...

RFR: Más bien a través del movimiento corporal. Yo no me considero bailarina. Respeto los años que invierte una bailarina en su formación. Yo lo que hago es un movimiento corporal que sale de las entrañas, que sale del momento, de la experiencia. Trabajo mucho la improvisación...

CEC: Es decir, que en medio de esa improvisación tú necesitas palpar lo que ese auditorio tiene que ofrecerte. Digamos que ese acento particular que tú le das a la puesta en escena depende de alguna manera de lo que está ocurriendo en ese momento...

RFR: Es necesario ese sentimiento, ese rompimiento con la ‘cuarta pared’ que puede haber en el teatro. Yo necesito esa conexión total con la persona que está asistiendo, que para mí no ya no es un público, sino otro actuante... La persona, hasta cierto punto, tiene que estar de una manera en el performance. No es que se vaya a parar o a mover necesariamente; es que a la misma vez que estoy caminando hacia una introspección quiero provocar también esa introspección en las personas. Por eso mi deseo es crear un vínculo, y aunque no necesariamente se va a dar se pretende crear.

CEC: Cuando hablaste de exorcismo y esas sombras –demonios dijiste- que nos habitan, me recuerdan la experiencia de John Forbes Nash, el Premio Nobel de Economía, del cual se hizo la novela y la película “A Beautiful Mind”. En la misma se tocaba la tesis de que no necesariamente se trata de curación total, sino que más bien se entra en un proceso que permite convivir con las propias sombras; se llega a un momento en el que todo hace ‘click’ y las cosas caen en su sitio. En tu caso, ese movimiento corporal que realizas no será semejante a lo que permite ese ritual de convivencia con tus sombras.

RFR: Nunca me lo había planteado así, pero no lo dudo. Yo había realizado otros performances de crítica social, sin embargo, en ‘Esas que no soy yo’ incluso he confesado al público que he tenido miedo de hacerle daño a mi madre. No es fácil decir eso a 30 personas. Entonces el arte me permite digerir las sombras y expulsarlas. Yo no sé si aún con lo que he caminado he llegado al momento de hacer ‘click’. Porque más allá de que hago los perfomances, y estoy ahora hablando contigo sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo, siempre va a estar la duda presente... Y pienso: ‘¿Será esto en verdad un trastorno obsesivo compulsivo o será otra cosa?’. Para hablar con la verdad, yo no creo que haya llegado a ese momento. Pero sí reconozco que estoy en el proceso para hacerlo, para llegar a ese ‘click’, imagino.

CEC: A mí me impresiona la liviandad que tienes, hay que ser valiente y hasta cierto punto ser libre para uno atreverse a apalabrar temores como ese. Me parece que la mayoría de las personas que han experimentado situaciones similares jamás se atreverían a manifestarlo. Me conmueve ese gesto tuyo de apalabrarlo porque también muestra que estás compartiendo tu vulnerabilidad...

 A veces me da la impresión que ese saber, ese conocimiento es algo que se va instalando paulatinamente en el registro de las emociones -lo que unos nombran bajo la metáfora del corazón-, una sabiduría a la que se accede no tan solo desde el intelecto. Parece que en esos espacios neuronales se da una actividad vertiginosa -quizás por eso también le llaman la loca de la casa a la imaginación- por su dinámica... Tu ventaja es que desde muy joven -y créeme que a otros les ha tomado más tiempo entrar en esos procesos de discernimiento- tienes esa capacidad para escrudiñar, más allá de lo aparente, tus experiencias y eso permite el proceso...

Hablemos ahora de ese trabajo colaborativo que tienes con el músico -y maestro para mí- Enrique Cárdenas.

RFR: Él me acompañó en la primera puesta en escena de ‘Esas que no soy yo’. Incluso Enrique no sabía ni lo que iba a pasar, porque aunque nosotros ensayamos y tenemos un croquis que ilustra cuándo se supone que entre la música, de eso a lo que realmente sucede pueden haber sorpresas...

CEC: Lo que sucede cuando hay espontaneidad, lo que llamaste improvisación.

RFR: Exactamente. Las personas que vieron la primera puesta en escena no van a ver lo mismo en esta segunda. Porque no es posible que improvisando haga exactamente lo mismo, con los mismos movimientos y las mismas palabras que dije durante la pasada...

CEC: Esto de la improvisación y la música me recuerda parte de lo reflexionado por la compositora y pianista Brenda Hopkins Miranda acerca del proceso creativo. Pero sigamos... ¿Cómo es esa dinámica colaborativa con Enrique Cárdenas?

RFR: Enrique y yo ensayamos... Él se involucra mucho, está de lleno en el proyecto. Yo le digo algo así como que cuando yo entre a la habitación quiero que suene algo parecido al tiempo... Él me dice: “Sí, pero qué te parece tal cosa”. Él sabe que vamos a trabajar sobre las compulsiones, acerca del ciclo del trastorno. Y de ahí partimos para trabajar la música, para que sea cónsona con lo que quiero transmitir. Lo que no se puede olvidar y es importante de todo esto es el factor de la improvisación. Él me está siguiendo en la improvisación.

CEC: Pero el tono, la textura digamos, la pones tú...

RFR: Hay unas pautas establecidas, como un boceto, pero Enrique me sigue y yo también lo sigo a él. Tiene que haber una armonía y una interpretación en ese trabajo conjunto. No podemos estar separados en esto.

CEC: Desde cuándo comenzó en ti esta inquietud de trabajar el movimiento corporal...

 RFR: Cuando estaba entre los 29 y 30, yo siempre había querido bailar y nunca me había atrevido por timidez... Recuerdo que le dije a mami: “Yo quiero tomar clases de baile”, entonces empecé a tomar clases en Palpando Danza y en el Conservatorio de Música. Lo primero que tomé fue improvisación y me encantó. Luego baile y estaba perdida todo el tiempo; tengo una memoria coreográfica fatal. Sucedía que mientras todo el mundo estaba por allá, yo estaba por acá todavía. En esos momentos notaba que sentía que la improvisación era como más yo; en cierta forma me permite ser...

CEC: Es decir, que entiendes que tu fortaleza está ahí, en la improvisación...

RFR: Así es, primero, porque la memoria y la coordinación no son lo fuerte en mí. Y segundo, siento que me permite mayor libertad, aunque esto es un continuo aprendizaje.

CEC: ¿Como ves este proyecto, irá evolucionando?... ¿A que tú aspiras con ‘Esas que no soy yo’?

RFR: Primero sensibilización. Yo creo que es bien importante que nosotros como colectivo nos sensibilicemos ante la salud mental. Hoy mismo escribí una nota en la que digo que la salud mental ha sido excluida históricamente en la Isla. Tenemos que apartar el miedo que tenemos acerca de la salud mental. Yo simplemente quiero lograr una sensibilización y una introspección en las demás personas, en sus propios procesos y que eso pueda redundar en beneficio de cada cual...

En cuanto a la evolución que pueda tomar pienso en una idea que ofreció mi jefe, Daniel Nina, acerca de que ‘Esas que no soy yo’ se pueda llevar a universidades que se especialicen en medicina y se pueda hacer como un recorrido por tales instituciones con esta idea de la sanación a través del arte.

CEC: Estas haciendo con tu propuesta algo que dialoga con lo que otros llaman visión holística... Es como si Renia, aún con todo su dolor y mediante ese ritual artístico y continuo, lograra -como lo has manifestado en la conversación- una catarsis, ese despojo, que a la vez y a través de ese servicio te convierte también en una sanadora... Y lo digo poniendo sobre la mesa que la sanadora que eres no excluye el proceso personal que estás viviendo contigo misma, que es para ti y para todos, de todos los días...

RFR: Sanadora es una gran palabra, de inmensas dimensiones. Aspiro a sanarme mediante el ritual del arte.

En el performance también me acompaña Veroshk Williams, ella es doctora en psicología y es quien explica a los asistentes el Trastorno Obsesivo Compulsivo. O sea que somos tres las personas, aparte de mi madre, Sonia Rosa, que aparecemos en este performance. No soy yo sola porque sola no lo podría hacer. El que ellos crean en mi propuesta ha permitido que ahora seamos este colectivo de ‘Esas que no soy yo’.

 Foto: Suministrada