Los hongos o la forma y manera en que el arte urbano se reproduce

Cine caribe

Se trata de la historia de jóvenes urbanos cuyo único motivo es pintar paredes. Ras busca a su amigo del alma, Calvin, y ambos deciden participar de una gran pintada de protesta social urbana. Ellos asumen la voz del grito de las mujeres musulmanas encapuchadas, que en Egipto gritan libertad.

Estos jóvenes de la ciudad de Cali, Colombia, se dedican al arte del grafiti, y como tal intentan pintar todos los días. La película tiene más de un motivo, como más de un interlocutor. Y en esta medida, se torna en un profundo análisis de las relaciones humanas interpersonales en la vida contemporánea. El telón de fondo de la película son las luchas sociales, en donde esas vidas y relaciones interpersonales se insertan.

La película se desarrolla en Colombia, y haciendo uso de la licencia poética entrecruzan la segunda reelección del conservador Álvaro Uribe al poder, y el candidato local a alcalde. Mientras esto pasa, en tiempos históricos distintos, la película hace alusión también a la llamada “primavera árabe”. En particular a la experiencia en Egipto. En ambos contextos la represión del estado está presente.

La película Los Hongos (Dir. Oscar Ruiz Navia, Colombia/Francia, 2014) es una interesante coproducción entre los colombianos y casas productoras en Francia, Argentina y Alemania. En esta medida, presenta un cine trasnacional en su producción, aunque nacional en su problemática social.

La película está participando del Festival de Cine Internacional de San Juan, festival que sesiona en las salas del teatro Metro, del 22 al 29 de octubre. Dicho lo anterior, lo fascinante de la película es su complejidad, en un tema tan sencillo como es el de los jóvenes pintando grafitis.

Lo interesante de la película es que la misma mantiene diálogos fílmicos con otras películas que merecen ser exploradas. En todo lo que tiene que ver con el arte popular urbano, la película que se desarrolla en Cali, rinde un merecido homenaje a la salsa que se origina en Puerto Rico. Es algo curioso, pero los “mayores” en la película cultivan continuamente la salsa. Para una ciudad que se autodenomina “del cielo, la sucursal”, esta película dialoga generacionalmente con la salsa, pero cuando se mueve a los protagonistas del filme lo hace con otro tipo de música urbana, más en los rubros del rock de prostesta, el ska y hip hop/reguetón.

Pienso en el dialogo histórico con Memorias del subdesarrollo (Dir. Tomas Gutiérrez Arroyo, Cuba, 1968); o más recientemente en Habana blues (Dir. Benito Zambrano, España-Cuba, 2005). En estas películas, como en Los Hongos, la música es un transmisor generacional de voluntades y realidades. Nos parece que en Los Hongos, como en las películas cubanas, esto se logró muy satisfactoriamente.

De otra parte, en lo que es la protesta social, el filme le rinde homenaje a La batalla de Argel (Dir. Gillo Pontecorvo, Italia, 1965). Es interesante como los jóvenes grafiteros se inspiran en la revuelta social de Egipto, y en particular por el rol que asumen las mujeres musulmanas, supuestamente subordinadas por el hombre y la religión en dicho país. La consigna que ellos desarrollan, a partir de los visuales que ven por internet, es uno sumamente curioso: “nunca volveremos a hacer silencio”.

La película es una buena producción, aunque por momentos el guion se pierde y la narrativa se ennublece para el espectador. No obstante, lo bueno es más satisfactorio que lo no tan bueno. Sobre todo, que da una mirada muy interesante y comprometida de las relaciones sociales y el mundo de protesta, en las nuevas generaciones emergentes.

Es momento de apoyar el Festival de Cine Internacional de San Juan, donde podrá ver Los Hongos. Pero Los Hongos hay que verla hoy o mañana, entre otras razones porque nos explica el estado del tiempo de los más jóvenes en Colombia. Sin reservas la iría a ver, aunque reconociendo sus limitaciones.