The theory of everything es el tiempo

Cine caribe

Lo mejor de la película The Theory of everything (Dir. James Marsch, Reino Unido, 2014) es el hecho de pensar que al final de la vida, ningún final es feliz.  Los finales como la vida misma, son como son.  En esta película que rinde un homenaje a la vida del filósofo astrofísico Stephen Hawking (Eddie Redmayne) y a su primera esposa Jane Hawking (Felicity Jones) se describe la vida de este inusual matrimonio que perduró unidos toda la vida que pudieron: es decir 30 años, hasta que el amor en si mismo se transformó. 

No obstante esos años fueron de mucho amor, sobre todo por la condición de degeneración en su capacidades físicas, que sufre el astrofísico Hawking desde los 21 años, y que en la actualidad casi a los 70 años de vida, lo han llevado a vivir en total deterioro físico, no así mental.

 

La vida de Hawking a la cual su esposa Jane se sumó, sin perder y perdiendo su propia vida, estuvo concentrada en ser feliz y poder explicar mejor la teoría de la relatividad general de Albert Einstein de 1915 y como la misma se relaciona con la teoría cuántica, también de principios de siglo pasado. No obstante en el filme se le da una nota poética a este dilema. Hawking le imparte un sabor peculiar: “el tiempo, ese es el comienzo de todo, el tiempo” nos dice el actor Eddie Redmayne al interpretar al joven profesor.

 

Poniendo a parte la búsqueda de la explicación del origen del universo, lo cual no tiene tanta poética en el filme, como sucede en la vida real por el propio Hawking, el eje principal de la película yace en entender el desarrollo del matrimonio entre Jane y Stephen. Este matrimonio, y pese a la condición de salud de él, procreó tres hijos, dos varones y una hija, y al día de hoy tiene tres nietos.  Pero todo se va perfilando distinto en la película cuando la esposa Jane empieza a demostrar ser incapaz de continuar amando al físico pese a todos sus quebrantos de salud.  Tan fuerte es esta etapa, que la película en si se basa en las memorias que ella publicara (Viaje al infinito, mi vida con Stephen Hawking, 2008) y que luego se convirtiera en el guión de la película que ella co-escribió.   No obstante, y a pesar que ambos se divorciaron y se volvieron a casar, la vida los ha mantenido juntos y en distintos momentos albergando más o menos felicidad.

 

La película es un monumento al amor complejo. Ese que no se enseña, pero que hay que aprender a vivir.  Es una película fuerte, que como muchas de temas similares nos inspira a pensar que la teoría del todo es el amor. Cierto y no cierto, pues como bien apunta Hawking “no puede haber una teoría del todo, pues entonces seríamos Dios”, el amor es casi todo, pero tampoco lo es. Simplemente hay que vivir la vida, lo mejor posible y dar amor mientras el mismo dure y sea reciprocado.

En la misma línea de Interstellar (Dir. Christopher Nolan, EE.UU., 2014) o The five element (Dir. Luc Besson, EE.UU, 1997), la razón de todo lo que nos vincula en vida, es el amor. Eso es intangible. Lo demás como nos reitera el propio Stephen Hawking, es ciencia.

 

Recomiendo esta película con mucha dulzura. Es un pequeño homenaje a la vida.  Las actuaciones son buenas, aunque el guión se divide entre la perdida de la vida matrimonial y la obra científica de Hawking. Es un largo caminar el armonizar ambos proyectos. Usted elige en cual de los dos concentrarse. En fin, cine británico en su mejor momento. Véanla.