Charlie Hebdo: Una Reflexión difícil

Agenda Caribeña
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El repugnante crimen cometido contra los periodistas y

dibujantes del semanario Charlie Hebdo hace muy difícil un análisis

sereno de lo que está implicado en este acto bárbaro, de su

contexto y precedentes, así como de su impacto y repercusiones

futuras.

Sin embargo, este análisis es urgente, bajo pena de

continuar avivando un fuego que mañana puede alcanzar a las

escuelas de nuestros hijos, nuestras casas, nuestras instituciones y

nuestras conciencias. Ahí están algunas pistas para tal análisis.

 

La lucha contra el terrorismo, la tortura y la democracia

 

No se pueden establecer nexos directos entre la tragedia de Charlie

Hebdo y la lucha contra el terrorismo que los EUA y sus aliados

están ejecutando desde el 11 de septiembre de 2001. Pero es

sabido que la extrema agresividad de Occidente ha causado la

muerte de muchos millares de civiles inocentes (casi todos

musulmanes) y ha sometido a niveles de tortura de una violencia

increíble a jóvenes musulmanes contra los cuales las sospechas

son meramente especulativas, como consta en el reciente informe

presentado al Congreso norteamericano. Y también es sabido que

muchos jóvenes islámicos radicales declaran que su radicalización

nació de la revuelta contra tanta violencia impune. Ante esto 2

debemos meditar si el camino para frenar la espiral de violencia es

continuar con las mismas políticas que la han alimentado como

ahora es demasiado patente.

 

La respuesta francesa al ataque muestra que la normalidad

constitucional democrática está suspendida y que un estado de sitio

no declarado está en vigor, que los criminales de este tipo, en lugar

de ser apresados y juzgados, deben ser abatidos, que este hecho

no representa aparentemente ninguna contradicción con los valores

occidentales. Entramos en un clima de guerra civil de baja

intensidad. ¿Quién gana con ella en Europa? Ciertamente no los

partidos de izquierda como Podemos en España o Syriza en Grecia.

 

La libertad de expresión

 

Es un bien precioso pero tiene límites, y la verdad es que la

abrumadora mayoría de ellos son impuestos por aquellos que

defienden la libertad sin límites siempre y cuando sea "su" libertad.

Ejemplos de límites son inmensos: si en Inglaterra un manifestante

dice que David Cameron tiene sangre en las manos, puede ir preso;

en Francia, las mujeres islámicas no pueden usar el hiyab; el 2008,

el dibujante Maurice Siné fue despedido de Charlie Hebdo por

haber escrito una crónica supuestamente antisemita. Esto significa

que los límites existen, pero son diferentes para diferentes grupos

de interés. Por ejemplo, en América Latina, los grandes medios,

controlados por familias oligárquicas y por el gran capital, son los

que más claman por la libertad de expresión sin límites para insultar

a los gobiernos progresistas y ocultar todo lo bueno que estos

gobiernos han hecho por el bienestar de los más pobres.

 

Aparentemente, Charlie Hebdo no reconocía límites para insultar a

los musulmanes, incluso cuando muchos de sus dibujos fueran

propaganda racista y alimentasen la onda islamofóbica y

antiinmigrante que avasalla a Francia y a Europa en general.

Además de muchos dibujos con el Profeta en poses pornográficas,

uno de ellos, bien aprovechado por la extrema derecha, mostraba

un conjunto de mujeres musulmanas embarazadas, presentadas

como esclavas sexuales de Boko Haram que, apuntando a sus

barrigas, pedían que no les fuese retirado el apoyo social a la

gravidez. De un golpe se estigmatizaba el Islam, a las mujeres y al

Estado de bienestar social. Obviamente que, a lo largo de los años,

la mayor comunidad islámica de Europa se fue sintiendo ofendida

por esta línea editorial, pero fue igualmente inmediato su repudio

por este crimen bárbaro. Debemos, pues, reflexionar sobre las

contradicciones y asimetrías en la vida vivida de los valores que

creemos son universales.

La tolerancia y los "valores occidentales"

 

El contexto en que ocurrió el crimen es dominado por dos corrientes

de opinión, ninguna de ellas favorable a la construcción de una

Europa inclusiva e intercultural. Las más radical es frontalmente

islamofóbica y antiinmigrante. Es la línea dura de la extrema

derecha en toda Europa y de la derecha cuando se ve amenazada

por elecciones próximas (el caso de Antonis Samarás en Grecia).

Para esta corriente, los enemigos de la civilización europea están

entre "nosotros", nos odian, tienen nuestros pasaportes; y esta

situación solo se resuelve liberándonos de ellos. La pulsión

antiinmigrante es evidente.

 

La otra corriente es la de la tolerancia. Estas poblaciones son muy

distintas de nosotros, son una carga, pero tenemos que

"aguantarlas", hasta porque son útiles; empero, solo debemos

hacerlo si ellas son moderadas y asimilan nuestros valores. ¿Pero

qué son los "valores occidentales"? Luego de muchos siglos de

atrocidades cometidas en nombre de estos valores dentro y fuera

de Europa –de la violencia colonial a las dos guerras mundiales--,

se exige algún cuidado y mucha reflexión sobre lo que son esos

valores y por qué razón, según los contextos, ora se afirman unos

ora se afirman otros.

 

Por ejemplo, nadie pone hoy en duda el valor de la libertad, pero lo

mismo no puede decirse de los valores de la igualdad y de la

fraternidad. Fueron estos dos valores los que fundaron el Estado

social de bienestar que dominó la Europa democrática después de

la segunda guerra mundial. Sin embargo, en los últimos años, la

protección social, que garantizaba niveles más altos de integración

social, comenzó a ser puesta en causa por los políticos

conservadores y hoy es concebida como un lujo inaccesible para

los partidos del llamado "arco de gobernabilidad". La crisis social

causada por la erosión de la protección social y por el aumento del

desempleo entre jóvenes, ¿no será leña en el fuego del radicalismo

por parte de los jóvenes que, más allá del desempleo, sufren la

discriminación étnico-religiosa?

 

El choque de fanatismos, no de civilizaciones

 

No estamos ante un choque de civilizaciones, incluso porque la

cristiana tiene las mismas raíces que la islámica. Estamos ante un5

choque de fanatismos, aunque algunos de ellos no aparezcan como

tales por sernos próximos. La historia muestra cómo muchos de los

fanatismos y sus choques estuvieron relacionados con intereses

económicos y políticos que, en realidad, nunca beneficiaron a los

que más sufrieron con tales fanatismos. En Europa y sus áreas de

influencia es el caso de las cruzadas, de la Inquisición, de la

evangelización de las poblaciones colonizadas, de las guerras

religiosas y de Irlanda del Norte. Fuera de Europa, una religión tan

pacífica como el budismo legitimó la masacre de muchos millares

de miembros de la minoría tamil de Sri Lanka; del mismo modo, los

fundamentalistas hindús masacraron a las poblaciones musulmanas

de Guyarat en 2003 y el eventual mayor acceso al poder que han

conquistado recientemente con la victoria del Presidente Modi hace

prever lo peor.

 

Es también en nombre de la religión que Israel continúa imponiendo

la limpieza étnica de Palestina y que el llamado Emirato Islámico

masacra poblaciones musulmanas en Siria y en Irak. ¿La defensa

de la laicidad sin límites en una Europa intercultural, donde muchas

poblaciones no se reconocen como tales, será después de todo una

forma de extremismo? ¿Los diferentes extremismos se oponen o se

articulan? ¿Cuáles son las relaciones entre los yihadistas y los

servicios secretos occidentales? ¿Por qué los yihadistas del Emirato

Islámico, que ahora son terroristas, eran “combatientes de la

libertad” cuando luchaban contra Kadhafi y contra Assad? ¿Cómo

se explica que el Emirato Islámico sea financiado por Arabia

Saudita, Catar, Kuwait y Turquía, todos aliados de Occidente? Una

cosa es cierta, por lo menos en la última década: la gran mayoría de 6

las víctimas de todos los fanatismos (incluyendo el islámico) son

poblaciones musulmanas no fanáticas.

 

El valor de la vida

 

La repugnancia total e incondicional que los europeos sienten ante

estas muertes debe hacernos pensar por qué razón no sienten la

misma repulsa ante un número igual o mucho mayor de muertes

inocentes como resultado de conflictos que, en el fondo, ¿tal vez

tengan algo que ver con la tragedia de Charlie Hebdo? En el mismo

día, 37 jóvenes fueron muertos en Yemen en un atentado con

bomba. El verano pasado, la invasión israelita causó la muerte de

dos mil palestinos, de los cuales cerca de 1.500 eran civiles y 500

niños. En México, desde el año 2000 fueron asesinados 102

periodistas por defender la libertad de expresión y, en noviembre de

2014, 43 jóvenes fueron asesinados en Ayotzinapa.

 

Ciertamente que la diferencia en la reacción no puede estar basada

en la idea de que la vida de europeos blancos, de cultura cristiana,

vale más que la vida de europeos de otros colores o de no

europeos de culturas basadas en otras religiones o regiones. ¿Será

entonces porque estos últimos están más lejos de los europeos y

estos los conocen menos? ¿Acaso el mandato cristiano de amar al

prójimo permite tales distinciones? ¿Será porque los grandes media

y los líderes políticos de Occidente trivializan el sufrimiento causado

a esos otros, cuando no los demonizan al punto de hacernos pensar

que ellos no merecen otra cosa?