Selma o el dolor que no puedo erradicar

Cine caribe

La historia del pueblo afroamericano de EE. UU. es una historia de lucha aún por contarse. De forma reciente, vamos viendo películas como The Butler (Dir. Lee Daniels, EE. UU., 2013), 12 years slave (Dir. Steve McQueen, 2013), Django (Dir. Quentin Tarantino, EE. UU., 2012), The Great Debaters (Dir. Denzel Washington, EE. UU., 2007) que nos recuerdan que todo pasado para la población afroamericana fue horrible. Ahora llega la película Selma (Dir. Ava DuVernay, EE. UU., 2014). La historia de las grandes marchas de 1963 a 1965, dirigidas por Martin Luther King y el movimiento cristiano por la igualdad racial, que se concentraron en Alabama, para lograr erradicar las leyes electorales que excluían del registro de electores a las personas afroamericanas.

A diferencia de los otros filmes citados, Selma es el único sobre la historia de la comunidad afroamericana que es dirigido por una mujer. Se trata de contar las historias desde todas las perspectivas y, en este caso, DuVernay rompe con el monopolio que hasta ahora los hombres blancos y los hombres afrodescendientes, en su mayoría, habían tenido sobre el tema. En este sentido, la película encierra varias contribuciones. Por un lado, contar la microhistoria particular de lo que realmente pasó en Selma. Por otro lado, se cuenta la película desde una estética fílmica distinta. Es la mirada de una mujer sobre la microhistoria.

La película tiene un reparto de primera que integra a Martin Luther King (David Oyelowo), Coretta King (Carmen Ejogo), el presidente Johnson (Tom Wilkinson) y el gobernador de Alabama, George Wallace (Tim Roth). Entre estos personajes y otros, se dan unos diálogos que nos explican cómo se constituyen las relaciones de poder dentro y fuera de los movimientos sociales, los cuales son una joya. La película logra de forma extraordinaria explicar cómo se define el poder y cómo se resiste. Desde la perspectiva del movimiento negro, el mismo se definió desde una mirada de resistencia, lucha y mucho pacifismo.

La película hay que verla para comprender la historia de EE. UU. En particular, cómo dicho país se constituyó a partir del dolor. En particular de las luchas sociales, donde la muerte era parte y también no lo era, y donde el pueblo americano, ese que no es heterogéneo, ha luchado por la igualdad.

Para un país y territorio colonial como Puerto Rico, la película embarga una gran lección. Para lograr ser iguales, sea en la independencia o en la estadidad, o inclusive en un territorio no incorporado, uno tiene que luchar.

En el contexto del derecho al voto, tema central de la película, hay muchas lecciones para los múltiples puertorriqueños, sean nacionales o criados aquí a pesar de su estatus migratorio irregular.

Deben ver esta película. Desde el principio hasta el final se la pasarán llorando. Pero de rabia a veces, y de alegría en otros momentos. Es una película muy linda y muy bien pensada. La actuación de David Oyelowo merece ser vista. También se merece todos los premios por la misma. Al cine este fin de semana.