París de 7 de enero de 2015: más allá de Je suis Charlie

Caribe Hoy

No existen argumentos de clase alguna que justifiquen, excusen o avalen las acciones armadas que llevaron a la muerte de 12 personas en la revista satírica Charlie Hebdo, y más adelante, la de otros cuatro ciudadanos que profesaban la fe judía en un supermercado ¨kosher¨ de París a manos de jihadistas islámicos franceses. Se trata de actos de terrorismo que ameritan la más enérgica condena y repulsión, sobre todo por parte de quienes aspiramos a una sociedad justa y equitativa donde no prevalezca la explotación del ser humano.

 

Si bien la violencia y como parte de ella la lucha armada, bajo ciertas circunstancias, constituye un método de lucha legítimo, particularmente en el contexto de las luchas anti coloniales, anti capitalistas y las luchas de liberación nacional; su utilización como método de lucha no puede estar dirigido indiscriminadamente contra quienes no participan directa o indirectamente del conflicto armado. Tampoco la lucha armada puede ser utilizada como método de lucha contra civiles indefensos con el propósito de infundir el terror; mucho menos, cuando su motivación no responde a un ejercicio legítimo de defensa propia. Por eso debemos rechazar la violencia armada cuando se trata de acciones de naturaleza punitiva que lo único que persiguen es castigar a sus víctimas por meras discrepancias de pensamiento, sean éstas de naturaleza política, religiosa, de género o de cualquier otra naturaleza.

 

El repudio y la condena contra tales actos, sin embargo, no debe inhibirnos en la búsqueda de las razones que, si bien nunca justificarían los mismos, sí nos permita entender el porqué han ocurrido. Como indica el intelectual argentino Atilio Borón en una reflexión titulada El terror en París: raíces profundas y lejanas sobre lo que él denomina ¨precipitantes o desencadenantes¨ de estos actos, existen ¨causas estructurales o de larga duración que se encuentran en la base de una conducta tan aberrante.¨ Posiblemente en este ejercicio de decantación histórica e intelectual sobre estos sucesos encontremos herramientas superiores que nos permitan trascender el mero acto de protesta, repudio y condena, para ir a la raíz de los conflictos, identificar sus causas y derivar conclusiones.

 

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española la palabra terror significa “miedo muy intenso”. Terrorismo es definido como “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Terrorista es el nombre con el cual se conoce a aquellos y  aquellas partidarios(as) del terrorismo. También nos dice el diccionario, “dícese del gobierno, partido, etc., que practica el terrorismo.”

 

Desde el punto de vista histórico-religioso, encontramos múltiples referencias a actos que en el contexto del desarrollo de ciertas luchas, si nos dispusiéramos a enumerarlas, fácilmente podrían llenarse páginas y páginas de un libro interminable. A modo de ejemplo, las prácticas existentes en la culturas pre cristianas de las cuales la propia Biblia nos narra, se nos presentan innumerables eventos donde el llamado pueblo escogido por Yahvé o Jehová, en sus luchas contra aquellos que habitaban en la Tierra Prometida y  adoraban dioses antropomórficos distintos al único dios de Israel, en el momento de la conquista de una ciudad los vencedores pasaban a cuchillo a una gran parte de los capturados en batalla. En el caso específico de los reyes y señores de los pueblos vencidos, era una práctica común la ejecución de éstos y de toda su descendencia, independientemente de su edad y género, de manera que desapareciera de la faz de la tierra toda su estirpe.

 

En la Roma de los primeros siglos de nuestra era cuando aún el cristianismo no alcanzaba la condición de religión oficial del Imperio, decenas de miles de hombres, niños y mujeres murieron crucificados, torturados, esclavizados, sometidos en el Circo Romano al apetito devorador de fieras salvajes, mientras el pueblo aplaudía y se recreaba delirantemente en esas escenas de muerte.

 

La oficialización de la religión católica trajo para Europa, durante la Edad Media la institución del Santo Oficio (la Inquisición). Cientos de miles de seres humanos, por la mera duda o cuestionamiento de dogmas absurdos, sufrieron el desmembramiento de sus cuerpos, laceraciones horrorosas, torturas y muerte en la hoguera, todo ello en nombre de Dios, todo ello en la defensa de la Fe.

 

Nuestros pueblos originarios también fueron víctimas del terror. Ansiosos los conquistadores por despojar a las civilizaciones que encontraron a su llegada en las tierras americanas de lo que los europeos consideraban ¨riqueza¨, tras la bandera de la cristianización de estos pueblos originarios, degradaron con sus actos la naturaleza humana de su habitantes, arrastrando a la muerte cerca de 70 millones de seres humanos en su proceso de conquista.

 

La institución de la esclavitud africana fue impuesta sobre el llamado ¨Nuevo Mundo¨ a fuego y pólvora. Como resultado de su implantación, millones de seres humanos fueron amontonados en barcos pestilentes para cruzar el Océano Atlántico y llegar a las costas del hemisferio americano. Los sobrevivientes serían marcados con acero ardiente y al igual que los animales, vendidos como objetos; usados y explotados hasta su total desgaste como simples mercancías, sujetas siempre al poder absoluto sobre sus vidas por parte de sus amos.

 

El fanatismo religioso junto con el poder económico y político de las clases dominantes han sido, a lo largo de la historia, inseparables compañeros de viaje y aventuras. Uno al otro se han apoyado buscando sostén recíproco en el miedo y el terror como forma de dominación contra los menos afortunados.

 

El terror, a lo largo de la historia, ha sido una constante en el desarrollo de la humanidad. Su existencia, sin embargo, siempre ha sido factor de destrucción para aquellos que han sido víctimas del mismo y ejercicio degradante para aquellos que lo han ejercido contra sus semejantes. El terrorismo en su ejercicio como práctica individual o colectiva, ya  sea  cuando se lleva a cabo por un Estado o por individuo contra otro semejante; por un Estado o individuo contra un pueblo; o por un Estado o individuo contra una etnia o comunidad, degrada la naturaleza humana.

 

Lo ocurrido en Francia el pasado 7 de enero nos ha impactado tanto como pudieron impactarnos los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos; o los sucesos ocurridos años más tarde en Madrid  el 11 de marzo o en Londres un 7 de julio; el intento de atentado en el Metro de Barcelona en 2008; los sucesos más recientes en las ciudades de Ottawa en Canadá y Sidney en Australia, en 2013; o los del Maratón de Boston y en una escuela en Francia; o como podrían impactarnos hoy, las cientos de muertes acaecidas en Yemen, Afganistán, Paquistán y tantos otros lugares del planeta con el uso por parte de algunas potencias víctimas de los sucesos terroristas antes mencionados a través de los llamados ¨drones¨ o aviones no tripulados. Estos medios militares, al igual que los ataques terroristas que repudiamos, también han dejado contra objetivos en aire y tierra, muerte y desolación arrebatando las vidas de cientos o miles de víctimas civiles no combatientes.

 

La reacción a las muertes ocurridas en el Estado francés el 7 de enero ha tenido la capacidad de lanzar a las calles de este país a millones de ciudadanos, identificados todos con las víctimas y sus familiares, independientemente de su fe religiosa, como también en repudio al terrorismo como método de lucha. La identificación con las víctimas de la revista Charlie Hebdo bajo la consigna de Je suis Charlie ha recorrido la Unión Europea y el mundo. ¿Qué sin embargo pudo estar detrás de estos actos de terror? ¿A quién o quiénes benefician los mismos? ¿Estaba el Estado francés y los servicios de inteligencia occidentales desprevenidos ante tales acciones? ¿Qué cuota de responsabilidad tienen los gobiernos occidentales en el desarrollo y preparación de los autores responsables por estos actos? Veamos algunas aproximaciones a esta discusión.

 

David Brooks en su artículo titulado Je ne suis pas Charlie (¨Yo no soy Charlie¨, en español), reaccionando a la campaña lanzada de inmediato en Francia en repudio a los actos de terror mencionados, indica:

 

¨A los periodistas de Charlie Hebdo se les aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario estadounidense durante las últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos. Los grupos de estudiantes y docentes los hubieran acusado de incitación al odio. La Administración les habría retirado toda financiación y habría ordenado su cierre. ¨

 

La conocida caricatura publicada por Charlie Hebdo donde aparece un musulmán portando en sus manos una copia del Corán perforado por balas indicando en francés lo que en español sería ¨el Corán es una mierda, no puede detener las balas¨ y que se señala por el Estado francés ser parte de la libertad de expresión, si se hubiera tratado de la caricatura de un rabino portando una copia perforada por las balas del Torá y con la misma leyenda despectiva, seguro hubiera sido reprimida como anti semita. Nos dice al respecto Renán Vega Cantor, en su artículo Caricaturesca libertad de expresión en Francia, lo siguiente:

 

¨En 1972 se aprobó una disposición contra el racismo en donde se condena hasta con una pena de seis meses de cárcel y una multa de 150 mil francos a quien incurra en los delitos de injuria y difamación y ofendan a personas por pertenecer o no pertenecer a una raza, etnia, nación o religión determinada con ´discursos, gritos o amenazas, proferidas en lugares o reuniones públicas, mediante escritos, impresos, dibujos, grabados, pinturas, emblemas, imágenes o cualquier otro soporte de lo escrito, de lo hablado o de la imagen…puesto en venta o distribuido tanto en lugares o reuniones públicas, como  por impresos o afiches expuestos a la mirada pública. La Ley Fabius-Gayssot, del 13 de julio de 1990, perfecciona la disposición de 1972 contra el racismo ya que sostiene en su artículo primero: ´Toda discriminación fundada en la pertenencia o no pertenencia a una etnia, nación, raza o religión está prohibida…¨

 

Si así era desde el año 1972 el estado normativo en Francia, ¿qué permitió se circulara sin ninguna consecuencia legal ese tipo de caricaturas ofensivas de Charlie Hebdo hacia la comunidad musulmana y su religión?

 

Maximiliano Sbardi Osuna, por su parte, en su artículo Atentado en París: manipulación mediática e islamofobia, publicado al día siguiente de los sucesos, aborda el tema levantando ciertas interrogantes que entendemos son pertinentes a la discusión:

 

¨La derecha lleva agua para su molino, dado que la islamofobia está creciendo en Francia, Alemania, Suecia y Gran Bretaña y sus postulados se ven legitimados con los asesinatos.¨

 

El autor, describiendo como una ¨doble estrategia¨ lo que ocurre en estos momentos en Francia y la Unión Europea con  relación a estos sucesos, y adelantando su preocupación porque estos faciliten que crezca en Europa ¨el etnocentrismo, la xenofobia y la simplificación¨, indica más adelante:

 

¨El terrorismo islámico es una realidad, más cruda en Medio Oriente que en Europa, pero no es la única forma de terrorismo. La financiación de grupos armados, intervención directa en países extranjeros por parte de Francia, y la expoliación de recursos en Irak y en las ex colonias francesas africanas también son terrorismo, que con estos atentados como el de ayer en París, parece estar cada vez más justificado por la opinión pública y los grandes medios de manipulación social.¨

 

Carlos Aznárez, por otro lado, en su artículo El gobierno francés co-responsable de la masacre de ´Charlie Hebdo´, se acerca a la discusión de los sucesos procurando identificar también en ellos la cuota de responsabilidad del propio Estado francés, al indicar:

 

¨…el grupo ultra que atacó las oficinas de ´Charlie H´ no era desconocido para la inteligencia francesa, ya que varios de ellos, en ocasiones totalmente distintas a las actuales, habían salido del país para formar parte de las ´milicias de la libertad´ que intentaron, sin éxito, derrocar al presidente sirio Bashar Al Assad. Otros, hermanos, primos o vecinos de estos que ahora fueron fusilados por la policía francesa, habían combatido del lado de la OTAN, en Libia y en Irak. Equipados con armamento de primera tecnología, ayudados económicamente por el dinero que depositan en bancos europeos o del Medio Oriente, jeques, emires o monarcas, pero también por no pocos empresarios europeos. Los mismos que hoy se rasgan las vestiduras y claman al cielo por la ´libertad de opinión´, palabra que sistemáticamente les sirve para violarla y perseguir a quienes la practican.¨

 

Recurriendo a lo que equivale en nuestra jerga popular el refrán ¨cría cuervos y te sacarán los ojos¨, Aznárez nos recuerda que lo ocurrido en Francia, también ocurrió en Estados Unidos con relación a ¨los talibanes afganos, o con las mismas milicias mercenarias en Libia¨; como hoy ocurre en lo que ha venido a llamarse como el ¨Estado Islámico¨, el cual a través del Frente Al Nusra, su organización militar en la guerra contra el gobierno constitucional sirio; o contra el gobierno en Iraq a través del Ejército Islámico de Iraq y Levante. En todos estos casos, las organizaciones islámicas respaldadas por Estados Unidos y la Unión Europea hoy se han tornado en contra de sus gestores occidentales.

 

En el Medio Oriente y Asia Central, más allá de las particularidades de las organizaciones que hoy combaten contra Estados Unidos y la Unión Europea, la realidad es que las visiones estratégicas entre el Estado Islámico y Al Qaeda, más que diferenciarse, se complementan. Cualquier distinción, si alguna, la encontraremos en los métodos tácticos utilizados en la búsqueda de sus objetivos estratégicos comunes. Ambas parten de un radicalismo islámico a nombre del cual enfrentan, con el uso del terror, el intervencionismo occidental en la región.

 

La comunidad musulmana en Europa alcanza ya más de 20 millones de personas, la mayoría de las cuales profesan la fe islámica sunita o chiita. De estos, 1.7 residen en España, mientras que en el Reino Unido de la Gran Bretaña se estima alcanza el 3% de su población. Sin embargo, en ciudades como Londres, ya constituyen el 13% de sus habitantes. En el caso de Francia, se cuentan por millones los franceses de origen argelino o del Magreb africano y sub sahariano, provenientes de las viejas colonias o descendientes de éstos. Por esto, asumir la islamofobia como reacción a los recientes sucesos a lo único que puede conducir es a una acentuación del problema y no a su solución.

 

Toda aspiración a una convivencia y tolerancia en el seno de la Unión Europea se torna cada vez más difícil ante el avance de las organizaciones políticas, de los grupos de extrema derecha y de los sectores fascistas en los gobiernos de muchos de estos países y el parlamento de la Unión Europea.

 

Como ocurrió antes en Estados Unidos a raíz de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, además de la militarización de la vida ciudadana en la calles de las principales ciudades, el gobierno francés ha aprobado o se apresta a aprobar nuevas leyes, siguiendo los modelos de la llamada ¨Ley Patriot¨ de 2001; la ¨Ley de Seguridad Interna¨ de 2002;  de la ¨Ley de Reforma de Inteligencia y Prevención del Terrorismo¨ de 2004; de la ¨Patriot Improvement Authoritzation Act¨ de 2005; y de la ¨Protect America Act¨ de 2007, por mencionar algunas. Ciertamente estas leyes restringirán aún más las libertades y garantías personales de los ciudadanos franceses. También se ha hecho público la adopción de otras medidas, entre ellas el equivalente de las disposiciones estadounidenses sobre restricciones de viaje mediante las llamadas ¨non flight lists¨, que aplicarían a los ciudadanos franceses. Mediante estas ¨listas¨, las autoridades del gobierno de Estados Unidos incluyen a determinado grupo de ciudadanos, impedidos de viajar en aviones desde y hacia dicho país, así como también otros sobre los cuales se imponen otras restricciones de viaje, cotejo y registros.

 

También se discute en estos momentos en Francia otro tipo de iniciativas dirigidas a intervenir mediante sistemas de vigilancia, a organizaciones religiosas, deportivas o culturales donde el Estado entienda que potencialmente las organizaciones jihadistas puedan llevar a cabo acercamientos a personas jóvenes que culminen eventualmente en procesos de reclutamiento y organización de futuras células que eventualmente lleven a cabo actos terroristas. En el caso de Estados Unidos, si bien no llegó a aprobarse, mediante el HR 1955 de 2007 (¨Violent Radicalization and Homegrown Terrorism Prevention Act¨), se perseguía tal propósito.

 

Otras medidas objeto de discusión son las de incrementar los intercambios de inteligencia entre instancias propias del Estado francés, así como con otros países en y fuera de la Unión Europea; el uso de la tecnología para una mayor vigilancia e intrusión en la vida privada de los ciudadanos; el desarrollo de perfiles para la identificación de personas sospechosas de ser terroristas o ser potenciales terroristas; la creación de ¨bancos de datos¨ donde se carpeteen ciudadanos; etc.

 

Ciertamente, si lo que los jihadistas perseguían con sus acciones, además de detener las publicaciones de Charlie Hebdo, era promover un clima de terror al interior de la población francesa, que a su vez repercutiera en otros países de la Unión Europea y Estados Unidos, entonces, parcialmente estarían logrando sus objetivos políticos.

 

Debemos entender que las acciones de los causantes de las muertes ocurridas en la revista Charlie Hebdo y el supermercado de productos ¨kosher¨ no responden al espíritu auténtico de la fe musulmana, como nunca correspondieron en el pasado al espíritu auténtico de la fe cristiana, las barbaridades llevadas a cabo por la Inquisición contra aquellos que no profesaran la fe católica. Tampoco responden a las aspiraciones de los pueblos de Estados Unidos o de los distintos Estados que conforman la Unión Europea, las acciones que hoy sus gobiernos llevan a cabo contra los pueblos musulmanes, que sufren guerras de agresión y exterminio a nombre de un ¨occidente civilizador¨.

 

El Islam, el judaísmo o el cristianismo, como también es el budismo o el brahmanismo, por solo mencionar algunas religiones, en sus visiones doctrinales promueven la paz y la concordia entre los seres humanos, aunque hayan algunos, personas y Estados en donde estas religiones puedan ser mayoritarias o minoritarias, que  pretendan corromperlas.

 

No hay que ser ¨Charlie¨ para repudiar el terrorismo, se trate el mismo de terrorismo individual o terrorismo de Estado. Por eso, asumir acríticamente el principio de decir ¨soy Charlie¨ sin buscar las causas reales de tales sucesos, tiene en sí mismo, no solo trivializar lo ocurrido y sus causas, sino quizás, en alguna medida, justificar abusos que puedan ser cometidos por el Estado bajo el palio de evitar nuevos sucesos como los ocurridos en París el día 7 de enero. Esta simplificación del problema o sus causas, también puede llevarnos a no entender los elementos que dan base a tan repudiables acciones terroristas para así evitar su repetición.