Cuba-EE.UU. y América Latina: hacia una zona de paz

Caribe Hoy

Las conversaciones entre Cuba y Estados Unidos para el restablecimiento de relaciones diplomáticas fortalecen los preceptos de la Proclama de América Latina como Zona de Paz, decidida por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

La Habana y Washington celebrarán la próxima semana una segunda ronda de negociaciones con el objetivo de poner fin a la ruptura de sus vínculos diplomáticos decidida por el país de norte en 1961, previo a la implantación del bloqueo económico, comercial y financiero que ya sobrepasó las cinco décadas.

El comienzo del nuevo ambiente fue marcado por los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y Estados Unidos, Barack Obama, cuando el pasado 17 de diciembre anunciaron la decisión de las dos partes de iniciar un proceso hacia la reanudación de los lazos diplomáticos y su posterior normalización.

Al respecto, el mandatario cubano dijo hace un mes en la Tercera Cumbre de la Celac celebrada en Costa Rica, que el restablecimiento de esas relaciones "implica adoptar medidas mutuas para mejorar el clima entre ambos países, resolver otros problemas pendientes y avanzar en la cooperación".

Y agregó que la situación actual abre una oportunidad al hemisferio de encontrar nuevas y superiores formas de cooperación que convienen a "las dos Américas" y permitiría resolver acuciantes problemas y abrir nuevos caminos.

Raúl Castro subrayó que la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, adoptada en la Segunda Cumbre de la Celac (La Habana, enero de 2014), constituye una "plataforma indispensable para ello".

Dentro de ese concepto incluyó el reconocimiento de que todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de otro Estado, como un principio irrenunciable de Derecho Internacional.

La proclama de la Celac colocó la preservación de la paz como elemento sustancial de la integración de América Latina y el Caribe y un principio y valor común de esa comunidad, además de fortalecer la visión de un orden internacional justo, afirmado en el derecho y en una cultura de paz que excluye el uso de la fuerza y los medios no legítimos de defensa, entre ellas las armas de destrucción masiva, en particular las nucleares.

El texto aprobado en La Habana reafirmó el compromiso permanente con la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza de la región y ratificó los principios de soberanía nacional, igualdad de derechos y libre determinación de los pueblos.

También la necesidad de fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo, y de practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos.

En su discurso ante la Cumbre de Costa Rica el presidente cubano reiteró que "Cuba y Estados Unidos debemos aprender el arte de la convivencia civilizada, basada en el respeto a las diferencias entre ambos gobiernos y en la cooperación en temas de interés común, que contribuya a la solución de los desafíos que enfrentan el hemisferio y el mundo".

Y puntualizó que "no se debe pretender que para ello Cuba tenga que renunciar a sus ideales de independencia y justicia social, ni claudicar en uno solo de nuestros principios, ni ceder un milímetro en la defensa de la soberanía nacional".

América Latina fue la primera región en el mundo en establecer, mediante el Tratado de Tlatelolco, una Zona Libre de Armas Nucleares, y aquel acontecimiento avanzó ahora a su declaración como Zona de Paz, la cual también insiste en su vinculación con el desarrollo como aspectos que son interdependientes e indisolubles.

La proclama de la Celac fue saludada por el experto independiente de Naciones Unidas para la promoción de un orden internacional democrático y equitativo, Alfred de Zayas, quien la consideró como un claro ejemplo para el mundo y subrayó el énfasis que el texto otorgó al desarme universal.

La decisión de ese mecanismo regional "se basa en el anhelo legítimo de todos los pueblos de preservar y consolidar la paz mediante la promoción de relaciones amistosas entre los Estados y el compromiso de todos los países de resolver cualquier controversia por medios pacíficos", apuntó en una entrevista con Prensa Latina.

Para el experto de la ONU, el establecimiento de zonas de paz y de cooperación en un número creciente de regiones del mundo conlleva el compromiso de los gobiernos a una reducción significativa en presupuestos y gastos militares.

Se trata de una visión que excluye el uso de la fuerza y de los medios no legítimos de defensa, entre ellos las armas de destrucción masiva, e implica trabajar y negociar para lograr un desarme nuclear completo y una marcada reducción de las armas convencionales y de su comercio, explicó.

El documento adoptado en La Habana constituye un signo auspicioso para el avance de un orden internacional que puede y debe ser más democrático y equitativo, basado sobre los principios de la soberanía y de la solidaridad internacional, indicó.

Durante la cita de La Habana, Raúl Castro remarcó que "no puede haber paz sin desarrollo, ni desarrollo sin paz".

"Por eso nos hemos propuesto proclamar a nuestra región como una Zona de Paz que destierre para siempre la guerra, la amenaza y el uso de la fuerza, en la que los diferendos entre nuestros países se resuelvan por nosotros mismos, por vías pacíficas y de negociación, conforme a los principios del Derecho Internacional", acotó.

Más allá del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, aún quedará camino por andar hasta que Washington elimine a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo, cese las trasmisiones radiales y televisivas anticubanas, acuerde una compensación justa a los cubanos por los daños humanos y económicos que ha sufrido y levante el bloqueo impuesto a la isla caribeña.

Acciones que consolidarán el empeño regional hacia una Zona de Paz.