El pueblo invisible

Caribe Hoy

Tenemos que hacer un proyecto colectivo que nos convierta en un pueblo invisible. Sí, así como se oye: en invisibles. Las luchas sociales por las cuales atraviesa en la actualidad el pueblo de Puerto Rico, las cuales se han manifestado en las pasadas tres semanas contra el proyecto de ley del gobierno, popularmente conocido como el IVA (importe al valor añadido), han reflejado que todo movimiento social, iniciado por los sectores históricamente no dominantes, ha acabado siendo cooptado por el capital, y de esta forma neutralizado en su vertiente contestaría, radical y transformadora. La única solución para que el capital no siga cooptando las voces de protesta, es convertirnos en invisibles.

¿Será posible un país invisible? Nos parece que la contestación es en la afirmativa. La lucha social en Puerto Rico, históricamente ha tenido dos interlocutores básicos: el pueblo, en su sentido genérico, como protagonista de su propia historia (la lucha de los invasores de tierra en la década de 1970); y los interlocutores externos que “a nombre del pueblo” dirigen sus luchas (los partidos políticos de izquierda, la iglesia, los académicos). Estos interlocutores se administran, existen, son reconocidos, sólo cuando la prensa dominante, de corte corporativo y pro-capital, las asume. Pero en particular para dicha prensa, y de paso sistemas mediáticos, si usted no es el interlocutor válido, entonces no existe. Peor aún, sus reclamos no son administrables mediáticamente hablando, por lo cual, usted no existe.

Es esta la construcción, y también respuesta, de lo que debe ser un pueblo invisible. Es decir, un pueblo que se siga organizando y que no esté pendiente a ver si la prensa corporativa lo recoge o no. En particular, porque se trata de un pueblo que se va organizando, creando sus propias respuestas fuera de la lógica de prensa y mediática, y sobre todo cuestionando las propias bases en las cuales se funda la difusión de la noticia y información de la prensa corporativa.

Es por esto que hay que reflexionar que mucho de lo que ha pasado al día de hoy en Puerto Rico, han sido respuestas desde los sectores sociales organizados, bajo corporaciones privadas, con y sin fines de lucro, y que a fin de cuentas se han insertado de forma normal para ser difundidas por la prensa corporativa. Pero no sabemos nada, por ejemplo, de la familia que en un barrio se organizó para no pagar ningún impuesto, o para crear un régimen alterno de trueque con sus vecinos y así negar doblemente al tributo que el estado desea impone por un lado, como al consumo que el capital, trasnacional como distribuidores o como vendedores, nos impone diariamente por otro lado.

La única organización de base comunitaria que ha tomado alguna iniciativa al día de hoy, la organización Somos pueblo, dirigida en parte por la iglesia Católica, terminó muy diluida y de forma no significativa, en las marchas del pasado 5 de marzo de 2015. Mientras las organizaciones de estudiantes, y dado la falta de respaldo presencial y masivo de los estudiantes del sistema público de educación superior y universitarios, fueron representados por los estudiantes de las universidades y escuelas privadas. El grado de autonomía de estos estudiantes, toda vez que fueron movilizados en transporte ofrecido y subvencionado por las propias instituciones privadas, hace cuestionable parcialmente su participación.

Entonces, ¿qué debemos de hacer, para criticar de forma alterna, no de forma neoliberal, y desde una lógica, al proyecto del IVA? Y ojo que la crítica no es necesariamente que el proyecto no se de. Sino garantizar que el pueblor no tenga que asumir tanto de la responsabilidad tributaria, y que los sectores poderosos asuman proporcionalmente hablando a sus ingresos  y ganancias el peso que les corresponda. La única respuesta es hacernos invisible y trabajar de forma organizada y fuera del radar de la prensa corporativa, proyectos y procesos alternos al discurso dominante.

Una propuesta de pueblo, discutida en foros populares, donde se integran más allá de los intelectuales, los sectores populares y de base, puede ser una respuesta correcta en esta coyuntura. Pero dejar a la prensa corporativa, incluyendo el uso de las redes sociales, el destino de nuestras necesidades como pueblo no dominante, sería un gran error. Trabajemos con el pueblo no dominante, que no se organiza en estructuras corporativas y que la prensa dominante no puede leer ni entender.

Hagámoslos invisibles, por unos días, y resurjamos con un proyecto alternativo que sea creíble y apoyado por los múltiples sectores que conforma el país. Apostemos a la invisibilidad por unos días.