No juguemos a la ruleta rusa con Puerto Rico

Agenda Caribeña
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altaltLa Estadidad para Puerto Rico, no solo es posible,

sino que a mediano o largo plazo es probable.

Precisamente por ello, es sumamente peligroso jugar a la ruleta rusa...

José Enrique Ayoroa Santaliz



¿Qué haríamos si hoy anunciaran que existe de un 5 o un 10 por ciento de posibilidades de que mañana un tsunami arrasara el área donde vivimos ¿Ignoraríamos lánguidamente esa “pequeña” posibilidad sin hacer nada por proteger a nuestra familia? Sólo si estuviéramos locos, ¿verdad?


Pues no hagamos con nuestra patria lo que no haríamos con nuestra familia. No es asunto de miedos sino de cordura.


Desear o promover el triunfo de la estadidad en un plebiscito con la intención de que Estados Unidos la rechace abriendo por carambola la  puerta hacia la independencia es jugar a la ruleta rusa con Puerto Rico. En la actualidad, más que nunca antes, esa es una “estrategia” con más rotos que un colador. Nadie es capaz de predecir los avatares de la política y geopolítica imperialista.  Si los puertorriqueños/as por primera vez en la historia pidiéramos la estadidad, Estados Unidos podría preferir continuar con el Estado Libre Asociado (ELA) actual o darle largas al asunto, pero pensar que de esa olla imperial saliera por arte de magia la independencia sería como poner una sola bala en las recámaras de un revolver, darle vueltas al tambor, ponerse el cañón en la sien, encomendarse a Dios o a la suerte y halar el gatillo: o sea, jugar a la ruleta rusa.


Hay, sin lugar a dudas, una conspiración en marcha para atosigarle la estadidad a Puerto Rico. Nos lo siguen diciendo los dirigentes del Partido Nuevo Progresita (PNP) y ya han tenido logros importantísimos: quedarse con el Supremo y el Tribunal Federal, hundir más la economía durante el cuatrienio del exgobernador Luis Fortuño (2009-2012), lograr un voto de rechazo al ELA, y muchos más. Pedro Pierluisi aboga por un plebiscito estadidad sí o no mientras Ricky Rosselló ha mencionado el Plan Tennesse. En realidad son procesos complementarios: de ganar la estadidad el plebiscito, Pierluisi podría recurrir al Plan Tennesse, y Rosselló probablemente necesitaría una victoria en el plebiscito para instrumentar el Plan Tennesse. ¿Sólo 5 o 10% de posibilidad de éxito? Los por cientos son más altos porque el Plan Tennesse siempre ha triunfado.


La estadidad sería peor que un gigantesco tsunami para nuestra patria. Un acontecimiento devastador para nuestra cultura y desarrollo socioeconómico. Sin embargo, muchos siguen tratando de tapar el cielo con la mano. La impotencia psicológica ante el futuro es una de las características principales de los hombres y mujeres colonizados. Es la impotencia de la dependencia.


Percibo que fuerzas importantes en Estados Unidos -ojalá me equivoque de raíz- han decidido darle paso al proceso hacia la estadidad. Tal vez la señal más clara sea la negativa rotunda del gobierno y los “powers that be” estadounidenses a participar constructivamente en la solución a la gran crisis fiscal y económica que confrontamos. Actúan como si no tuviera que ver nada con ellos, como si todo fuera la culpa de las víctimas de su política imperial. Sin embargo, ellos son los causantes verdaderos de la crisis por mantenernos consistentemente en un estado de indefensión: son los odiosos responsables de la deuda odiosa.


Parecería que han tomado el rechazo al Estado Libre Asociado en el último plebiscito como excusa para darle cauce al proceso anexionista.  De ser así, es posible que no sea necesario que los dirigentes anexionistas de aquí tengan que recurrir al Plan Tennesse como herramienta de presión al Congreso. ¿Qué haremos sobre esta creciente amenaza?


¿Seguiremos fantaseando con movimientos nacionales que nazcan del desastre de hoy como por arte de magia? Seguiremos con la ilusión de que repitiendo lo mismo echaremos hacia adelante. Como dijo Albert Einstein, "We cannot solve our problems with the same thinking we used when we created them". Hemos sumido al independentismo, con la ayuda persistente del imperio, en una profunda crisis de fragmentación organizativa e ideológica. Necesitamos ponernos de acuerdo sobre lo más importante, que suele ser lo más difícil. Por ejemplo, no podemos darnos el lujo de no comenzar a discutir desde ahora las próximas elecciones.


Dejemos a atrás las utopías, típicas del pensamiento colonizado incapaz de enfrentar la realidad, y desnudándonos de imágenes, como escribió Luis Pales Matos, echémosle una mirada fresca y renovada a la realidad que confrontamos hoy, incluyendo sus peligros y sus posibilidades. De ahí podremos extraer la unidad nacional que decimos desear, pero que en la práctica derrotamos. La unidad nacional saldrá de unir la teoría a la práctica, rectificando la teoría a la luz de la experiencia.


Las próximas elecciones son un enorme reto. El movimiento nacional indispensable ahora debe ser en contra de los dirigentes anexionistas y su principal instrumento, el PNP, y a favor de un proyecto de país que enfrente al proyecto de estado que predomina en la actualidad. Sólo podremos forjar un proyecto de país si lográramos la convergencia entre autonomistas, soberanistas e independentistas.


Para no recaer en la utopía no tenemos otra alternativa  que incluir en ese proyecto de país medidas políticas para atajar la crisis actual y comenzar a construir desde hoy paso a paso una economía nacional, componente esencial de la soberanía y la independencia. He aquí el gran reto: trabajar con la realidad actual. Sólo del estudio, el análisis, y la comprensión de esa realidad de hoy en arroz y habichuelas podremos delinear un camino en arroz y habichuelas hacia la soberanía y la independencia.


Las elecciones del 2016 serán particularmente importantes porque de ganarlas el PNP podríamos acabar metidos en un túnel irreversible hacia la estadidad. Espero que lleguemos a ellas con algún tipo de alianza electoral formal o informal entre la mayoría de los autonomistas, soberanistas e independentistas y los protagonistas electorales más cercanos, el PIP y el PPD.


El voto unidad -votar por la independencia y por los candidatos no anexionistas con posibilidad de triunfo- podría servir de embocadura al tema de las alianzas o ser uno de los vehículos hacia una alianza electoral en el 2016.