La lucha por la independencia de Puerto Rico: antecedentes históricos y vigencia (primera parte)

Historia

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¨Aquellos entre los puertorriqueños que van más fondo en el porvenir, seguirán queriendo que Puerto Rico sea un estado confederado de las Antillas en un todo político y nacional, y esos puertorriqueños saben que ni hoy ni mañana ni nunca, mientras quede vislumbre de derecho en la vida norteamericana, estará para nosotros perdido el derecho a reclamar nuestra independencia, porque ni hoy ni mañana ni nunca dejará nuestra Patria de ser nuestra¨.

Eugenio María de Hostos (1900)

Buenas noches a los asistentes a este encuentro. Agradecemos enormemente la oportunidad que se nos brinda de dirigirnos a ustedes aquí, en el Ateneo de Cádiz, con el objetivo de presentarles una perspectiva histórica y actual de la situación colonial puertorriqueña, de nuestra lucha por la independencia nacional, de sus antecedentes históricos, su vigencia y sus perspectivas.

Agradecemos igualmente a la compañera Purificación de la Blanca, nuestra querida Puri, y al conjunto de compañeros y compañeras del Colectivo Ojos para la Paz, a quienes de manera expresa envío nuestro abrazo solidario y nuestro reconocimiento al trabajo de divulgación que a diario realizan en pro de la paz de los pueblos, el respeto a su soberanía y en contra de todo tipo de intervención e injerencia extranjera en los asuntos soberanos de cada Estado.

I. Antecedentes históricos previos al 1898:

Dentro del marco del llamado Encuentro de dos Mundos, precisamente partiendo desde estas costas, los españoles llegaron a Puerto Rico, entonces bautizada como ¨Isla de San Juan Bautista¨, el 19 de noviembre de 1493. El inicio del proceso de población y colonización de la Isla, no comenzó sino hasta el año 1508. Por su ubicación geográfica, colocada en medio de las principales rutas de navegación en el Caribe y hacia ¨tierra firme¨, Puerto Rico fue siempre considerada por España un importante bastión militar. Así también la consideraron otras potencias coloniales europeas como fueron Holanda e Inglaterra, que en más de una ocasión durante los primeros tres siglos de coloniaje, intentaron capturar la misma mediante ataques militares.

Con el paso de los siglos el desarrollo del capitalismo en los territorios coloniales de América y el proceso lento de formación de naciones en las colonias, colocaría sobre la mesa la contradicción entre las clases dominantes de las viejas naciones-estado europeas y las nuevas burguesías nacionales emergentes en las colonias que pujaban por el control político y económico en sus respectivas naciones.

A raíz de la invasión francesa a España en 1808 y la implantación en casi la totalidad del territorio español del reinado napoleónico a través de su hermano José Bonaparte, el gobierno en armas establecido aquí en Cádiz aprobó una Constitución liberal en 1812. En ella declara a Puerto

Rico y Cuba ¨parte integrante y Provincia de la Nación Española¨. De acuerdo con Francisco Moscoso(1), a raíz de la invasión napoleónica a España en 1808, se desarrollaba dentro del territorio español peninsular lo que se ha conocido como ¨la Guerra de Independencia¨. Así, nos indica Moscoso:

“En el reducto bajo control patriótico en Cádiz se organizó una Junta Suprema asistida por unas Cortes (parlamento) para gobernar en nombre del rey ausente. Fue en ese contexto que el Gobierno se acordó de sus colonias y las invito a enviar diputados a las Cortes. España procuraba mantener intacto su imperio colonial y movilizar sus hombres y recursos en su defensa¨. Pero las colonias estaban maduras para otra cosa. Toda Hispanoamérica envió representantes a Cádiz con pliegos de demandas. El enviado de Puerto Rico, Ramón Power, en el conjunto de las llamadas “Instrucciones de 1809”, propone el equivalente de un ¨Programa Político¨ criollo, considerado como el ¨primer programa de carácter nacional puertorriqueño”.

Indica Moscoso que en todas las colonias se escogieron sus representantes dividiéndose en tres tendencias: la conservadora, que favorecía la dominación española; la reformista, que procuraba un mayor poder político para la élite criolla; y la revolucionaria, que era partidaria de la independencia. El levantamiento independentista en Venezuela en 1810 y más adelante, ante el fracaso de las gestiones de Ramón Power Giralt, enviado puertorriqueño a Cádiz, aviva en Puerto Rico el proceso de organización de un primer levantamiento independentista, el cual se planificó para las Navidades de 1811 en la municipalidad de San Germán.

Durante la década de 1820 otros esfuerzos similares serían desarrollados, como el encabezado por María de las Mercedes Barbudo en el suroeste de Puerto Rico (1823); o el plan desarrollado por el Mayor General Antonio Valero de Bernabé junto al ejército del Bolívar (1826); o los desarrollados por los hermanos Andrés, Juan y Lorenzo Vizcarrondo en 1838. Otros eventos que fortalecieron el reclamo nacional en Puerto Rico se producen como resultado de las transformaciones operadas en el país en el plano económico a raíz de la aprobación de la Cédula de Gracias de 1815; las manifestaciones de resistencia por parte de los esclavos entre 1795 y 1848 y la lucha contra el régimen de la libreta de jornaleros. Otras manifestaciones de afirmación nacional surgen con el desarrollo de una literatura puertorriqueña, como también otras manifestaciones del quehacer cultural. Todas ellas vinieron a definir la personalidad del pueblo puertorriqueño como uno diferenciado del español; todas ellas forman parte de los ingredientes, que al mezclarse, abonaron definitivamente a la formación de la nacionalidad puertorriqueña.

Hacia 1866-67 se estructuró la “Junta Informativa de Madrid”(2). Comisionados puertorriqueños fueron una vez más electos para representar al país. Como antes, una vez más se elaboraron sus peticiones a nombre de Puerto Rico para ser planteadas al Gobierno español.

En noviembre de 1867, desde Saint Thomas, el Padre de la Patria Ramón Emeterio Betances, lanzó su Proclama titulada Diez Mandamientos de los Hombres Libres, el cual recoge los aspectos básicos del reclamo independentista. En ella demandaba: 1) Abolición de la esclavitud; 2) Derecho a votar todos los impuestos; 3) Libertad de culto; 4) Libertad de palabra; 5) Libertad de imprenta; 6) Libertad de comercio; 7) Derecho de reunión; 8) Derecho de poseer armas; 9) Inviolabilidad del ciudadano; 10) Derecho de elegir nuestras autoridades.(3)

Si de acuerdo con Moscoso, en la Revolución Puertorriqueña de 1868: El Grito de Lares, Op. Cit , pág. 30, “[H]acia mediados del siglo 19 y antes del Grito de Lares, Puerto Rico vivió un renacer cultural y de afirmación puertorriqueña”, el cual se manifestó en la poesía y la literatura en general”, en el caso de Betances, nacido el 8 de abril de 1827, los efectos de esa ola literaria también se dejaron sentir en sus años de estudiante en Francia cuando escribió su novela Los Dos Indios(4). Esta novela está basada en un tema indigenista, humano y sentimental, donde a raíz de la conquista y colonización de Puerto Rico, se aproximan en el amor una hija de españoles en su relación con un guerrero indígena que se resiste al vasallaje y esclavitud. A través de la narración en la novela, Betances utilizará episodios del momento de la conquista y colonización para denunciar las condiciones prevalecientes tres siglos después en su

patria. (5) En este esfuerzo literario, valga mencionar también a manera de ejemplo, se encuentran las aportaciones de jóvenes como Alejandro Tapia y Rivera en 1852 con la publicación de La palma del cacique; de Eugenio María de Hostos con La Peregrinación de Bayoán en 1855; de Manuel Alonso con El Gíbaro en 1849; en el poema épico Agüeybaná el Bravo, de Daniel de Rivera en 1854; o sencillamente, en el esfuerzo de recopilación histórica de José Julián Acosta en la edición anotada la Historia de Puerto Rico del Siglo 18 de Abad y Lasierra en 1866. Otras expresiones en el arte podemos mencionarlas en la pintura de José Campeche; y en la poesía de María Bibiana Benítez, Alejandrina Benítez y José Gualberto Padilla.

Desde 1866 el gobierno español estaba preocupado por el desarrollo de planes revolucionarios en Puerto Rico de parte de la Junta Republicana de Cuba y Puerto Rico, establecida en la ciudad de Nueva York.

El 7 de junio de 1867 se produjo un incidente provocado por militares inconformes relacionado con la paga recibida. El Gobernador Militar Marchesi vinculó esta protesta con la actividad independentista y los planes de algunas personas en Puerto Rico de procurar la anexión a Estados Unidos, como también con los intentos de Estados Unidos de comprarle a Dinamarca las islas de Saint Thomas, Saint Croix y Saint John y las actividades del Cónsul estadounidense en Puerto Rico.

A pesar de no guardar relación el incidente militar con la actividad independentista que venía desarrollándose, Marchesi aprovechó el evento para decretar el destierro hacia España de importantes patriotas como Segundo Ruiz Belvis, José de Celis Aguilera, Vicente María Quiñones, Carlos E. Lacroix, Rufino de Goenaga, Julián E. Blanco, Pedro G. Goyco, Calixto Romero y Ramón Emeterio Betances, prohibiéndoles el regreso a Puerto Rico. Betances y Ruiz Belvis optaron por irse a la fuga.(7)

El 27 de octubre de 1867 Segundo Ruiz Belvis partió hacia Chile a gestionar ayuda para la lucha revolucionaria en Puerto Rico. El propósito era, con la ayuda del masón chileno Benjamín Vicuña Mackenna, acercar medios materiales para la revolución en Puerto Rico. En circunstancias aún al presente sospechosas, a Segundo Ruiz Belvis le sorprenderá la muerte el 4 de noviembre de 1867 en Valparaíso.

El 6 de enero de 1868, estando Betances en Santo Domingo, junto con los dominicanos Ramón Mella y el sacerdote Fernando de Meriño, así como los puertorriqueños Carlos E. Lacroix y Mariano Ruiz Quiñones, hermano de Segundo Ruiz Belvis, se funda el Comité Revolucionario de Puerto Rico. También formaron parte del Comité José Francisco Basora y José de Celis Aguilera, quienes estaban en esos momentos en Nueva York. El 10 de enero de 1868 se aprobó la Constitución de la organización estableciendo en su primer artículo que el “Gobierno Revolucionario se ha constituido con el nombre de Comité Revolucionario de Puerto Rico”.

Mediante su artículo 2, se establecía que el Comité “tiene por objeto la independencia de Puerto Rico, bajo la forma democrática republicana”. De acuerdo con Moscoso

“La estructura organizativa del Gobierno de la Revolución Puertorriqueña de 1868 concebida por su comandante en jefe, Dr. Ramón Emeterio Betances, comprendía en orden de mando: (a) el Comité

Revolucionario de Puerto Rico; (b) las Juntas revolucionarias; (c) las Legaciones revolucionarias, o núcleos de apoyo en barrios u otras instancias particulares.”

La labor organizativa efectuada desde el exterior por Betances junto al trabajo de decenas de hombres y mujeres en el interior del país, permitieron que más de un millar de puertorriqueños se organizaran a

través de sociedades secretas de los cuales cientos de ellos participarían directamente en lo que nuestra historia nacional identifica como el ¨Grito de Lares¨, ocurrido el 23 de septiembre de 1868. Del censo levantado por el Juez Nicasio Navascués en la investigación oficial de los sucesos que le fuera encargada por el gobierno colonial, establece en 551 el número de participantes capturados. Por su parte, Germán Delgado Pasapera, en su libro Puerto Rico: sus luchas emancipadoras, nos habla de 545 encausados, de los cuales solo 34 eran extranjeros.

La profesora Olga Jiménez de Wagenheim(8), da cuenta de 490 participantes de los cuales 39% eran jornaleros; 18% profesionales, empleados y funcionarios; el 15% labradores; el 10% esclavos; el 7% integrantes de la burguesía comercial, pulperos y artesanos, y el 4.5% de la clase hacendada. Desde el punto de vista de su composición social, los datos demuestran que los insurrectos incluían representantes de todos los sectores de clase de la sociedad puertorriqueña.

Desde el punto de vista geográfico, a base de los datos disponibles, las ramificaciones de la red conspirativa en diversas regiones de Puerto Rico hace del Grito de Lares un movimiento con el potencial de ser un suceso de carácter nacional y no estrictamente local. De acuerdo con la historiadora Loida Figueroa Mercado(9), los revolucionarios capturados en el municipio de San Sebastián del Pepino, donde fue derrotado el levantamiento armado, procedían de 27 pueblos en la Isla. Las operaciones militares iniciadas en Lares no concluyeron sino hasta el 28 de octubre de 1868 cuando se capturó a Bernabé Pol. El día anterior los jefes revolucionarios de la región de Mayagüez, Francisco Arroyo y Juan Terreforte habían sido también capturados. Estudios más recientes(10) destacan no solo el importante papel de la mujer en el Grito de Lares, sino que documentan una cantidad mayor de participantes en el mismo.

Desde el punto de vista del desarrollo político del país, el impacto fue también de dimensiones nacionales. Concluida la etapa de represión y encarcelamientos, los sobrevivientes en las cárceles, donde fallecieron 79 prisioneros víctimas del tifus, fiebre amarilla y el llamado “vómito prieto”, fueron eventualmente objeto de una amnistía, otorgada el 25 de enero de 1869.

El proceso político que trajo como secuela el Grito de Lares forzó en Puerto Rico reformas que incluyeron la abolición del régimen de la libreta de jornaleros, la abolición de la esclavitud y ciertas aperturas políticas que eventualmente llevarían a la formación del Partido Autonomista en 1887, y en 1897, la concesión de la Carta Autonómica para Puerto Rico.

El Grito de Lares organizado por Betances representa como consenso nacional, el parto de la nacionalidad puertorriqueña. Aún hoy existe un caudal de información por salir a la luz sobre los sucesos del Grito de Lares tanto en España como en el Archivo Histórico de Puerto Rico.

El 25 de agosto de 1894 Betances, al referirse a los sucesos por él organizados, publicaría en el periódico Patria(11) su valoración histórica sobre el Grito de Lares:

“No saben los que juzgan con desdén nuestra revolución de Lares, los peligros que costó ese movimiento, ni lo que con él se hizo, ni los resultados que se han obtenido, ni las penas, los dolores, las muertes, los lutos que siguieron; ni lo que sufren los proscritos, ni el reconocimiento que se les debe.

Pero el mundo está plagado de ingratitudes, y los desdeñosos se olvidan de que ese acto revolucionario es precisamente el esfuerzo más alto de dignidad que se ha realizado en Puerto Rico en cuatro siglos, de la más oprobiosa servidumbre, inscribiendo en su bandera la abolición de la esclavitud y la independencia de la Isla.

¡Ah no se me haga recordar tanto dolores, esfuerzos tantos para que haya quien pretenda desconocer esa gran obra redentora. Pero ella fue la honra del pueblo, de todo el pueblo borinqueño; que todo el que fue conspirador y sufrió por la patria futura y por la libertad de hoy!

¡Venga el día sagrado de la revolución de las Antillas españolas y moriré satisfecho!”

El fracaso militar del Grito de Lares llevó a la causa independentista puertorriqueña a concentrar su quehacer político y conspirativo en el adelanto de la causa de la independencia de Cuba. Desde el mismo momento del Grito de Yara el 10 de octubre de 1868 y a partir del inicio de la Guerra de los 10 Años, la sangre y sudor de cientos de luchadores independentistas regaría los campos de batalla cubanos. En este esfuerzo destacaría uno de los combatientes del Grito de Lares, el Mayor General Juan Ríus Rivera, quien acompañó al final de la Guerra al General Antonio Maceo en la ¨Protesta de Baraguᨠy pondría posteriormente, una vez más, bajo las órdenes de Maceo su espada a disposición de la causa de la Independencia en Cuba en la ¨guerra necesaria¨ por el Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí.

No es casual ni fortuito que en las Bases Constitutivos del Partido Revolucionario Cubano, José Martí dejara constancia de esta vinculación histórica de cubanos y puertorriqueños. Allí, en su Artículo 1, el documento consigna: “El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”.(12) Tampoco es casualidad que fuera precisamente en Nueva York, el lugar donde puertorriqueños y cubanos que luchaban por la independencia de ambas Antillas, fundaran el 22 de diciembre de 1895 la ¨Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano¨.(13)

Esta vinculación de la lucha de las dos Antillas por su independencia se hermana simbólicamente en las banderas que desde entonces representan a ambos pueblos y que inmortalizara la poeta puertorriqueña

Lola Rodríguez de Tió en sus versos: “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas, reciben flores y balas en el mismo corazón.”

La guerra Hispano-cubano-americana colocaría por rumbos distintos las dos alas del mismo pájaro. Como dice el cantautor cubano Pablo Milanés, Puerto Rico es el ala de aquel pájaro narrado en los versos de Lola que “cayó al mar…que no pudo volar.”

1 Moscoso Francisco, La Revolución Puertorriqueña de 1868: El Grito de Lares, Cuadernos de Cultura del Instituto de Cultura Puertorriqueña (2003).

2 De acuerdo con Francisco Moscoso, Programa de la Revolución Puertorriqueña de 1868: Patria, Justicia, Libertad, publicado como capítulo 4 en su libro Clases, Revolución y Libertad: Estudios sobre el Grito de Lares (2006), los comisionados seleccionados fueron Manuel Zeno Gandía, Segundo Ruíz Belvis, José Julián Acosta y Francisco Mariano Quiñones. Estos tres últimos se pusieron de acuerdo y sometieron tres informes en los que reclamaron de España la abolición de la esclavitud con o sin indemnización; el fin del régimen de la libreta de jornaleros; propulsaron el desarrollo de la libertad de empresa y trabajo libre asalariado; libertad de comercio, pesca e industria marítima, remover los impedimentos al desarrollo agrícola, una reforma contributiva y una reforma en las tarifas aduaneras; el reconocimiento de derechos individuales; elecciones populares; y el fin de las facultades omnímodas de los gobernantes españoles.

3 Haroldo Dilla y Emilio Godínez, Colección del Pensamiento de Nuestra América, Ramón Emeterio Betances, pág. 58, Casa de las Américas (1983).

4 Betances, Ramón Emeterio, Los Dos Indios, Congreso Nacional Hostosiano (1998).

5 Félix Ojeda Reyes, en su ensayo El Masón con fuego en la frente, el cual forma parte de su libro Peregrinos de la Libertad (1992), rescata del texto de Los Dos Indios el “Los españoles, recibidos al comienzo como amigos por los pueblos felices y hospitalarios de Borinquen, no habían tardado en dar rienda suelta a su locura furiosa de amasar oro. y al igual que en todas partes donde llegaron, no vieron en los indios nada más que esclavos cuya misión era enriquecerlos. Se vieron obligados entonces a sostener más de un asalto contra el valor y la indignación demasiado legítimas de los indígenas. Pero con más frecuencia celebraron la victoria que ellos debían a la superioridad de sus armas, a su fanatismo y a su codicia desenfrenada tanto como a la ignorancia de sus enemigos. Todos los días hacían nuevas conquistas y a cada paso arrojaban una tribu encadenada al fondo de las minas que despojaban ávidamente y que servían de tumba a aquellos insulares, amantes de la libertad. De tal manera llegaron a exterminar cerca de seiscientos mil indios en Borinquen solamente. ¡Tres siglos y medio de civilización no han sabido devolver a aquella Isla deliciosa la mitad de sus habitantes!”

7 Pasapera Delgado, Germán, Puerto Rico: sus luchas emancipadoras (1984).

8 Jiménez de Wagenheim, Olga: El Grito de Lares: sus hombres, sus causas, (1985).

9 Figueroa Mercado, Loida: El Grito de Lares: Ángulos inadvertidos de un tema al

parecer trillado, publicado en Siete Voces hacia el Grito de Lares (2000).

10 Rosario Rivera, Raquel: Mariana Bracety una patriota que no claudicó (2014).

11 Patria, Edición de 25 de agosto de 1894, Haroldo Dilla y Emilio Godínez, Colección del Pensamiento de Nuestra América, Ramón Emeterio Betances, Op. Cit. Pág. 58.

12 Martí, José, Obras Completas, Tomo I (1975)

13 Pasapera Delgado, Germán, Op. Cit. Indica Delgado Pasapera que el 8 de diciembre de 1895 los exiliados puertorriqueños en la ciudad de Nueva York constituyeron un Directorio. Más adelante, en una segunda reunión efectuada el 17 de diciembre, se acordó celebrar una reunión en Chimney Corner Hall, en la Sexta Avenida y la Calle 25 el domingo 22 de diciembre de 1895. Allí se reunieron 59 puertorriqueños fundando ¨Guerra de Independencia Cuba y Puerto Rico, Sección Puerto Rico¨, la cual más adelante adoptaría el nombre oficial de ¨Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano¨. En esa ocasión se adoptó, también como bandera, nuestro actual pabellón nacional.

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