Oscar López: soldado contra el colonialismo

Caribe Hoy

altEn la década del cincuenta, el régimen del gobernador Luis Muñoz Marín propició lo que se dio en llamar la válvula de escape. Esa política significó que cientos de miles de familias puertorriqueñas pobres e iliteratas, especialmente en el dominio del idioma inglés, se vieron forzadas a  migrar, a trabajar en empleos mal remunerados, sujetos a  condiciones paupérrimas de viviendas y de servicios educativos y de salud inadecuados.

Ese fue el caso de la familia de Oscar López que tuvo que ir a Chicago a luchar contra circunstancias de extrema pobreza, encabezados por una madre ejemplar que dedicó su vida y su existencia a sacarlos del círculo de la indigencia. Oscar fue reclutado a  combatir en Vietnam, una guerra injusta contra un pueblo heroico, contra el cual se practican los métodos más abyectos de genocidio y de experimentación. A su regreso de Vietnam, Oscar entra en contacto con nacionalistas exiliados en la diáspora, luego de la represión del  cincuenta, de la ley de la mordaza y de la Revuelta Nacionalista, que se orquestó para desmentir la farsa del Estado Libre Asociado.

Desde esa época Oscar se convirtió en un organizador comunal efectivo que rescató espacios para la educación, para viviendas dignas y para empleos adecuados a las destrezas del puertorriqueño(a). Esa militancia exitosa y racional, lo fue convirtiendo en un peligro para el gobierno de Estados Unidos, tanto en Chicago como en Puerto Rico, en virtud de que Oscar educaba sobre el problema colonial de Puerto Rico y cómo éste  incidía en las condiciones de pobreza y explotación de los puertorriqueños en Estados Unidos. Cerca del año 1976, Oscar decide irse al clandestinaje y es arrestado en 1981 y acusado por conspiración sediciosa. Es  decir, se le imputó el cargo de tratar de derrocar al gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico, aun cuando el derecho norteamericano define a Puerto Rico como un territorio no incorporado. Para efectos jurídicos, Puerto Rico es un territorio no incorporado, que quiere decir que pertenece a Estados Unidos aunque no forma parte de ellos en términos de la federación. Eso implica que el gobierno de Estados Unidos puede discriminar contra Puerto Rico por razones económicas y que la ciudadanía americana que nos impusieron en 1917 no conlleva la misma plenitud de derechos constitucionales que tienen los ciudadanos de los demás estados federales.

Aun cuando en 1952 se aprobó una Constitución para efectos de gobierno interno, con el aval de  Estados Unidos, ellos deciden cuáles de esas disipaciones van a respetar y cuáles no, en términos de la jurisdicción federal. Es así que piden la pena de muerte en procesos criminales aun cuando nuestra Constitución la prohíbe. De igual modo interfieren con llamadas telefónicas, siendo algo contrario  a nuestra Constitución (ver Camacho vs Autoridad, 868 F2d 482, 1989).

El Congreso de estados Unidos Permite a los estados declararse en quiebra y nos excluyen de esa defensa jurídica. El poder federal regula el precio de la leche, las comunicaciones, las relaciones internacionales, y la regulación de los mercados para fines de la protección a productos locales a los cuales aplican la ley de comercio interestatal. Todo ese esquema jurídico es lo que claramente constituye una relación colonial diseñada para proteger los intereses del país interventor y no del país intervenido. Contra eso es que Naciones Unidas ha legislado en la resolución 1514 xv y lo ha definido como un crimen contra la humanidad. Contra ese régimen es que Oscar López ha consagrado su vida,  no solo  a erradicarlo,  sino a concientizar a los puertorriqueños de que son víctimas de un régimen que les niega y le viola sus derechos humanos y constitucionales más fundamentales. El coloniaje como proceso, busca convencer y educar al colonizado sobre su incapacidad para gobernarse y la necesidad de conseguir y permitir que un ente superior le guíe y le proteja. Ese ente superior es el país interventor que detenta para sí la soberanía que ha usurpado ilegalmente, por la fuerza casi siempre de las armas.  El esquema jurídico que permite control sobre varias de las áreas de soberanía que forman conducta colectiva  deforma la personalidad y crea seres que en general responden a los siguientes rasgos de dependencia psicológica:

El ser colonizado ejerce violencia contra sí mismo, es inseguro, no se atreve a reclamar que es el más capacitado en algún área del conocimiento o de una profesión. Se ve obligado a figurar que es sencillo y humilde para ser aceptado y tiene temor de demostrar que merece, por derecho propio, ser respetado por su trabajo y sus habilidades.

Para controlar el pensamiento y  los valores de un pueblo se utiliza el arma de la educación, creando seres inseguros que desconocen su historia y sus logros como nación. En países colonizados, el conocimiento de la historia propia es anatema. De igual modo, se controla el poder de hacer tratados con otros países, las comunicaciones, el correo, las relaciones internacionales y el comercio externo así como el uso del territorio con fines militares. Todos esos poderes que son parte esencial de la soberanía, son a su vez, formadores de personalidad colectiva, de conducta y su ausencia es generadora de miedos ancestrales que nos hacen pensar que somos incapaces de gobernarnos a  nosotros mismos por ser pequeños, faltos de recursos y débiles militarmente. El coloniaje no surge silvestremente, es un diseño de conducta aprendido muy difícil de erradicar.

Contra ese esquema colonial, que se extendió al exilio que motivó la diáspora boricua, se enfrentó Oscar López como organizador comunal y fue tan efectivo combatiéndolo y organizando sus compatriotas en  EE UU, que el gobierno yanqui lo identificó como combatiente enemigo, como lo han hecho con varias generaciones de independentistas. La política pública de EE UU respecto al independentismo es similar a la política que han expresado con los que identifican como terroristas: El mejor terrorista es un terrorista muerto. En el caso de los independentistas, crean o no en la lucha armada, todos son identificados como peligrosos para los intereses de Estados Unidos en Puerto Rico porque saben que cuando choquen los intereses de Puerto Rico con los de EE UU, los puertorriqueños han aprendido e internalizado de los independentistas,  que los intereses de Puerto Rico son primeros. Es decir, la lealtad  a la  patria que nos vio nacer y formar, no puede ser supeditada a la lealtad a un país extranjero por más que aporte dinero a algunas áreas de inversión económica, sean rentables o no.

Aun cuando el encarcelamiento prolongado de Oscar López cuenta con el rechazo de la inmensa mayoría de los puertorriqueños y su excarcelación tiene el respaldo de la generalidad de los países latinoamericanos, que cada vez más identifican la causa de la descolonización e independencia de Puerto Rico como la  suya, EE UU está dispuesto a pagar el precio de su desprestigio, porque pretende con ello ahogar y disuadir el ansia de libertad de  los puertorriqueños. Su negativa a escuchar el cada vez más amplio reclamo de que se excarcele a Oscar, es una política disuasiva que pretende sembrar miedo en quienes compartan sus ideales y  se opongan las políticas imperiales de EE UU. Es una política ideológicamente terrorista porque pretende sembrar terror en los que luchan por la libertad y la descolonización de Puerto Rico. Por ello el Comité de Derechos Humanos de Puerto Rico (CDHPR) reclama constantemente que la lucha por excarcelar a Oscar es también una lucha por preservar sus ideales y que tenemos que profundizar el apoyo internacional a su excarcelación. Cuba y Venezuela han sido puntales en la lucha porque el gobierno de EE UU nos escuche y que la comunidad de países que los apoya a ambos, haga suya la causa de excarcelar a Oscar López.

El día internacional por la libertad de Oscar será también día de recordar a EE UU; que la fuerza moral siempre es mayor e imperecedera que la fuerza militar y la política del miedo. El día internacional por Oscar será también el día de la solidaridad entre los países latinoamericanos que ven aun inconcluso el sueño de Bolívar, Martí, Betances y Hostos, de que un día los pueblos de Hispanoamérica se hermanen para  ser una nación de naciones, unidos solidariamente por el ideal de la libertad, la  soberanía de los pueblos y la justicia social.