Distribución y transformación: decrecimiento y solidaridad

Economia Solidaria

Muy pocos hablan de la importancia de ‘decrecer’.  Todos, o casi todos, de derecha a izquierda, y lo que está entre medio, quieren que la economía crezca y desarrollan sus programas basados en lo mismo: crecimiento económico. Si bien los segundos hablan de mayor distribución de las riquezas y de socialización de los servicios/necesidades básicas para la vida, como la salud, casi ninguno se refiere a la necesidad de decrecer, de disminuir los gastos y las aspiraciones ‘metroburguesas’ y ‘ecocidas’ del consumo conspicuo y la acumulación eterna de capital.

Se quiere más y más ‘riqueza’: construcciones, casas, carros, ropa, comida, etc.  ¿Y por qué no tener menos ropa, pares de zapatos, sombreros, relojes, casas, autos, libros? ¿Por qué no comer menos? Digo, no es que en Puerto Rico hayan muchas personas que mueren de hambre. Sin duda muchos mueren por problemas de nutrición, como comer demasiada comida rápida/chatarra, y sus efectos en el corazón, la sangre, entre otros.  En fin, si se disminuye el consumo individual y se consume, en vez, a través de compartir recursos – como la lectura de un libro por medio de redes de lectores o en una biblioteca y no comprándolo en Amazon y ya – la percepción y experiencia de la vida toda cambiaría de forma radical. Lo que ha sido una virtud en ciertas tradiciones cristianas – la ‘pobreza voluntaria’ – hoy se convierte en un imperativo político. Esta pobreza no oprime, sino que libera, pues no se trata de ser miserable, de no tener nada y convertirse en mendigo, sino en tener lo necesario y compartir el resto, para no matar a nadie ni promover la destrucción del planeta.

¿Quién no sabe que somos un planeta injusto, desigual y finito? Entonces, ¿Cómo es que nos regimos por ‘lógicas’ de crecimiento infinito y competencia voraz? ¿Cuál es la lógica? Pero, ¿Quién se atreve a elaborar un programa de gobierno basado en el decrecimiento? ¿Quién propone la eliminación de los excesos (dos o más carros por hogar, el hecho de tener más carreteras que ríos y quebradas, tener múltiples propiedades? ¿Quién declara un detente a la construcción y hace una campaña de agricultura orgánica y urbana? ¿Quién pregona que el fin no es el crecimiento de la economía, entendida ésta como la acumulación eterna de riquezas, sino el crecimiento de la solidaridad, a través de la distribución y la ayuda mutua? El amor si es infinito, o puede serlo.

En un archipiélago de nuestro tamaño la finitud del territorio, de la ‘naturaleza’, se percibe más claramente.  Ha habido varios que lo han visto (desde Ivan Illich, pasando por Leopold Kohr, entre otros) y propuesto vías alternas. Un discurso descolonizador del decrecimiento y distribución debe surgir desde el ceno de iniciativas de autogestión y ayuda mutua que le den un giro radical a la discusión económica en Puerto Rico y el Caribe.