Lala García, musa descalza embrujando corazones

Economia Solidaria

(San Juan, 2:00 p.m.) Los movimientos teatrales que acompañan los recitales `poéticos de Lala García te transportan en el tiempo a los gloriosos día de la poesía coreada griega. Cada verso es acompañado por un lenguaje corporal poderoso que infunde vida a la palabra y acción al mensaje. Lala es en sí, creatividad y emociones. El dominio escénico de la “musa descalza” es absorbente y catártico. La poesía fluye fundiendo en un solo cuerpo a la poeta, la poesía y el público.

“Para mí la poesía es vida, porque la poesía me devolvió la vida”, afirma la poeta.

Poeta, gestora cultural, actriz y maestra retirada, Lala ha tenido una vida intensa. Las experiencias vividas por la poeta, algunas dolorosas y muchas gozosas, son el numen de su poesía. García logra en su trabajo literario un conjuro mágico visual y auditivo.

La autora insiste que nació poeta, pero que coqueteo con la prosa, hasta que la vida misma la llevó de regreso al verso de su concepción.

“Yo no decidí ser poeta, yo nací poeta. La poesía me escogió a mí. Yo comencé escribiendo narrativa, luego ensayos. Hasta que la poesía me escogió”, dice la poeta. “La poesía siempre ha sido parte de mi vida. He sido lectora voraz desde muy niña, pero la narrativa fue mi primer amor en la literatura. Fue en décimo grado que quedé enamorada de la poesía. Mi hermano mayor estaba entrando a la universidad y en mis manos cayeron las Antologías de Lectura de la UPR (Universidad de Puerto Rico). Entonces conocí a Julia de Burgos, Clara Lair, Corretjer, De Diego, Lola Rodríguez de Tió entre los puertorriqueños. Unamuno, Lorca, Gabriela Mistral, Sor Juana… la poesía se iba apoderando de mí, poco a poco, pero no fue hasta hace diez años que comencé a escribirla de manera casi desesperada”.

Mayra González Rodríguez de García nació en Mayagüez, pero es “completamente hormiguereña”. “Uso Lala García, pues desde la universidad me llamaron Lala y García es el apellido de mi esposo. No me molesta llevar su apellido, él se ha ganado que lo lleve”.

La mayor inspiración de Lala son su esposo, Josué García Cruz, sus hijos: Paula Pamela de 26 años y Cesar Augusto de 24 y sus nietos: Grace Gianni, 10, Kamilla Alejandra, 7 y Jacob Alexander, 3¨.

Sin embargo, afirma Lala, la mayor influencia en su vida son sus padres: el cialeño, don Pedro Germán González Rosado y la mayagüezana, Fedora Rodríguez Angleraux quien falleció hace trece años.

“Entre un padre permisivo con una mente “muy abierta” y “algo mundana” en contraste con una madre totalmente estructurada y con unas bases cristianas muy arraigadas, hubo balance y sobretodo comunicación. Crecí entre libros, arte, música. Mis padres alimentaban ese espíritu artístico en mí, sin perder de vista mis notas académicas. Mis padres han sido la base de mi vida en todo lo que ella significa. Aun en mis errores estuvieron ahí, y mi padre, aún está conmigo, y sigue siendo el mismo”.

Es en la estructura familiar donde Lala inicia su formación cultural. “Tuve el privilegio de crecer en una familia que el arte es fundamental así que tengo muchos hermosos recuerdos”.

Mayagüez, donde estudió y se formó culturalmente la poeta, era una ciudad efervescente en actividades culturales. Fue en la Sultana del Oeste donde la poeta asistió a “mi primera obra de teatro, mi primer concierto, mi primera audición de ballet…”

“Recuerdo que la primera obra de teatro que vi fue “La Casa de Bernarda Alba”, dirigida por Daisy Sánchez, y en el papel de Bernarda la excelsa primera actriz, nuestra Lucy Boscana QEPD. Ya en escuela superior, mi primer papel en la primera compañía de teatro en la que estuve (Compañía Teatral Anaiboa) fue exactamente en “La Casa de Bernarda Alba”, dirigida también por Daisy Sánchez”.

El sentido de pertenencia se adquiere a través de la experiencia familiar y cultural a la que es expuesto el ser humano desde su nacimiento. Para la escritora, la cultura es un ser vivo, que se transforma, pero que hay que cuidarla y atesorarla.

“Nuestra cultura está tratando de re inventarse, levantarse. Pero no creo que estemos tan mal como muchos pretenden. La cultura es un ente cambiante, con unas bases comunes y unas raíces históricas comunes, pero cambia, manteniendo su idiosincrasia. Si nosotros, que somos componentes de la cultura cambiamos con el paso del tiempo, sin perder nuestro “sabor boricua”, obviamente nuestra cultura ha de cambiar. Todos los días se escribe una nueva página en la historia de nuestra nación, y en esa página quedan rastros de una cultura cambiante, pero nuestra”.

“Me duele ver cómo hemos perdido mucho, debo decir cómo nos han “borrado” mucho. Pero veo un resurgir, un deseo de rescatar esas bases, esas raíces. Nuestra condición colonial nos ha llevado al desarraigo de las mismas. Los grandes poderes han querido, quieren borrar esa historia, ese fundamento, y aun así, con todo lo que hemos perdido, seguimos golpes”.

“La cultura cambia, como dije anteriormente, pero nuestra cultura ha sido violentada de muchas maneras, y por muchas gentes ajenas a ella. Pero tengo la esperanza de que siga dando golpes y renazca, fuerte, con sus rasgos propios, ya no será pura, es cierto, pero seguirá nuestra”.

La mayor aportación cultural del poeta a la Nación “es ser la voz del pueblo. No importa en el área en el que se desempeñe, el poeta es la voz, el alma, la conciencia del pueblo. El poeta denuncia, el poeta dicta, el poeta ama, el poeta revoluciona, el poeta libera, el poeta sana”.

“Es importante que la comunidad reconozca esa voz, la apoye. Ese es el real dilema. Aun así, es la poesía lo que sustenta esa voz”.

El trabajo sociocultural de la poeta pasa de la palabra a la acción a través del colectivo literario Musas Descalzas.

“Nosotras no somos un colectivo de escenarios y luces, no buscamos el protagonismo. Nosotras somos de pueblo, de sudar con la gente, de levantar patria desde abajo. Nos involucramos en nuestra gesta desde dar talleres en los barrios, las comunidades, las escuelas, conversatorios en las universidades, charlas a organizaciones y si, vamos a marchas, protestas sin temores algunos. Apoyamos el pueblo y defendemos la patria. El escenario es otra herramienta más que usamos en nuestra gesta”.

La poeta, miró a la muerte cara a cara, por eso entiende que la vida es un suspiro y que cada momento es significante e irrepetible.

“Hace un tiempo atrás que aprendí a vivir el momento. Cuando me vi de frente con la muerte, aprendí a manejar mis días uno a la vez”.

La poeta sueña con un país que valore la cultura, apoye la creatividad y ame la lectura.

“Quisiera ver mis libros en muchas más librerías, pero para eso en Puerto Rico habrían que florecer las mismas. Desearía que el colectivo el que dirijo, Las Musas Descalzas, dejara de ser colectivo, es mi sueño que se convierta en una liga de mujeres artistas y gestoras culturales”.

Lala García es esencia de mujer hecha poema, orgullo patrio hecho verso y valkiria cultural trastocando paradigmas para forjar una Patria orgullosa de su creatividad.

Crédito foto: Suministrada