Que mucho se debe, y que desbalanceada está la economía. La mayoría de la gente son deudores de dinero y los que lo ‘prestan’, cobrando grandes intereses, tienen deudas éticas que son casi imposibles de pagar. ¿Cómo se paga la opresión, el envenenamiento, el asesinato, la explotación? Los que mucho tienen deben todo, y más. Balzac decía que detrás de cada gran fortuna había un crimen. ¿Cómo se paga un crimen?
El énfasis en lo punitivo, en pagar es problemático, sin duda. Pero la exigencia de un balance parece tener una fuerza que va más allá de lo humano, de lo ‘natural’. Es como si la existencia misma, la vida, para existir lo imponga. El desbalance se cobra, tarde o temprano. Hambrunas, epidemias, calentamiento global, deforestación, monocultivos, sequías, escases de alimentos, sobreproducción de carros, bombas y balas, balas, balas…
Parecen semillas las balas. Tantas balas sembradas que germinan en capital y viceversa. La militarización y la mercantilización son dos caras de la misma moneda que tiene muchas mejillas. La partera de la invención resultó ser la guerra, no la ‘necesidad’ como se dice aún. Al menos así parece. Por ejemplo, la comida enlatada que tanto se consume, y nos consume, en Puerto Rico, se inventó en la guerra.
Acá en el corazón el Caribe, no se siembra casi comida. No solo el territorio está militarizado y ocupado hasta el tuétano, sino también los cuerpos a través de la comida, la vestimenta, la arquitectura, y el tiempo. La hora militar no es sólo la que escribe 13 después del medio día, sino también la que da ‘uniformidad’, la que crea uniformes, hábitos – en su doble definición de vestimenta y practica diaria cuasi inconsciente - para los cuerpos de consumo. Habrá cuerpos sin órganos o viceversa, y hasta zombis, pero más aún hay uniformes para los cuerpos y cuerpos uniformados, listo para la guerra contra ellos mismos, y todos, en defensa del MERCADO.