Urbanismo, ocio y recreación en el Caribe: La Habana y San Juan

Agenda Caribeña
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La cultura del ocio y la recreación es un tema de investigación académica en países como Australia, Inglaterra y Alemania. Sin embargo en Latinoamérica y el Caribe es un tema que todavía esta en pañales. Estos dos elementos, que suelen ir constantemente unidos y asociados entre ellos, en muchas instancias de la historia contemporánea han delimitado el paisaje y el entorno urbano. Esto a su vez tiene repercusiones aspectos sociales y culturales. Al mismo tiempo, todo esto se enmarca en sucesos políticos e históricos; nacionales he internacionales.

Durante la primera mitad del siglo XX ocurrieron varios sucesos y cambios impactantes en todo el mundo. Todos estos sucesos impactaron el entramado urbano y social de la ciudad de La Habana en Cuba y de San Juan en Puerto Rico. Una mirada somera a ambas capitales caribeñas nos permite observar el contraste y similitudes en las estructuras destinadas al ocio y la recreación en ambas ciudades durante la primera mitad del siglo XX.

El Caribe hispano estuvo caracterizado por las plantaciones esclavistas en diversas modalidades. No obstante las mismas no establecieron una organización distributiva de las sociedades, durante mucho tiempo hasta ya avanzada la colonización. El sociólogo Ángel G. Quintero Rivera señala que dado la importancia militar de las colonias españolas, el cimarronaje no fue solamente una respuesta a la plantación esclavistas (es decir, aun tipo agrario de ruralía), sino también, y fundamentalmente a la ciudad murada militar que en cada isla representaba el Estado colonial, al Estado español.

Entre 1830-1840 varios países del Caribe francés y británico, luego de varios sucesos internos se impulsó un proceso de abolición de la esclavitud. Aunque durante los años subsiguientes a la abolición de la esclavitud, las estructuras socioeconómicas permanecían básicamente iguales, pero esta emancipación abrió las puestas a posibilidades de cambio. El mosaico cultural del Caribe ha sido eje de diversos debates académicos. Pero como bien destaca el sociólogo Ángel G. Quintero Rivera, más allá del origen de ese abanico de culturas que poblaron el Caribe, fueron las repercusiones culturales de los procesos a través de los cuales fueron constituyéndose las relaciones interétnicas entre sus primeros habitantes, que marcaron en forma definitiva nuestra cultura.

Luego de la década de 1930, las colonias caribeñas se comenzaron adentrar en un nueva era que dio base a cambios de carácter político, social económico. Procesos de industrialización, minería los servicios y el turismo comenzaron a observarse en algunas colonias caribeñas. El sector del turismo y de la industria liviana, en conjunto con un flujo migratorio, absorbieron algunas de las personas caribeñas.

Estos cambios trajeron también a las colonias caribeñas, nuevas formas de recreación, como las carreras de caballos, impulsando los juegos, las apuestas, bebidas y peleas. De hecho el juego ocupó un papel de importancia en la cotidianidad caribeña.

En La Habana

Con la instauración de la República en Cuba, a principios del siglo XX, y bajo influencia norteamericana, se desarrolla en la zona que fuera intramuros la función bancaria y financiera. Ello incorpora un elemento de centralidad, expresado en el llamado pequeño Wall Street, con una tipología de altos edificios que acentúan su verticalidad ante la angostura de las calles.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se produce un cambio en los sistemas de producción que afectan a la industrias y a la agricultura, dando lugar a la revolución industrial que traerá consigo un crecimiento demográfico en las ciudades…" Es precisamente en que comienza la proliferación de los clubes deportivos en La Habana. Los mismos solían ubicarse en los perímetros exteriores de los centros urbanos, a los que de una u otra forma que- daban vinculados. El historiador Maikel Farriñas Borrego señala que la Habana fue el lugar en que se estableció el primero de los yacht clubs en Cuba y tomó por nombre el de la ciudad misma.

En los terrenos costeros al otro lado de la demarcación fluvial se ubicaron muchos de los clubes que adoptaban perfiles de recreo náutico. Contrario a lo que se supone, los clubes, lejos de buscar emplazamiento en lugares de privilegiada composición urbanística, fueron los que generaron esos característicos «repartos» y formaron parte consustancial de los atributos que los llevaron a ser considerados como confortables, estéticamente placenteros, higiénicos e idóneos para vivir. La gran explosión de repartos y modernas urbanizaciones durante las décadas del 40 y el 50 contrasto con el inmovilismo que experimentó la antigua ciudad, donde el deterioro del fondo construido ganó terreno.

Las estructuras de La Habana aún reflejan en su trazado las huellas de aquellos centros recreativos que obraban en la diferenciación por áreas de la ciudad. Se trata de una situación que ni aun la Revolución ha logrado modificar, pues ni siquiera este proceso sociopolítico ha logrado revertir tales fenómenos de continuidad histórica. Lo definitivamente cierto es que algunas asociaciones del tipo yacht club participaron en los inicios de procesos de diferenciación socio-urbanística, producto de un insospechado entrelazamiento con empresas urbanizadoras.

El impacto cultural de las formas de recreo que potenciaban los clubes especializados en la náutica hizo furor en la época y provocó el surgimiento de múltiples nuevos clubes y de no pocas «dependencias náuticas» en la Habana. En este proceso de transculturación diversos sectores y especuladores mediaban para hacer suyas y reinterpretar las costumbres de las sociedades marineras. Los eventos náuticos deportivos al igual que otras actividades deportivas como el futbol, el remo, la esgrima, el béisbol, la natación, los veleros y el voleibol tuvieron gran acogida en la población de La Habana.

En San Juan

El desarrollo urbano en San Juan de Puerto Rico, durante muchos años estuvo enmarcado por ser una ciudad amurallada. No fue hasta después del 1897 cuando se derribaron algunas de sus murallas que San Juan comenzó a crecer “hacia sus extramuros”. Esto fomentó un proceso de arrabalización del área metropolitana creando una explosión de estructuras de escasa salubridad a las afueras de los muros. Las presiones poblacionales sirvieron como detonante para la explosión de modestas viviendas donde la gente que comenzó a migrar del campo a la ciudad, empujados por la necesidad se vieron obligados a levantar sus casuchas en los terrenos aledaños a las murallas, fortificaciones y las zonas defensivas. El incremento en la población en el área urbana de San Juan tuvo como resultado que afloraran unos “cinturones de pobreza conocidos como arrabales que comenzaron a crear desajustes en el tejido social de los centros urbanos.” Ejemplo de esto son La Puntilla, La Marina, La Perla y Puerta de Tierra.

Durante este proceso el antiguo partido de Cangrejos que había sido un área de hatos ganaderos estancias y haciendas comenzó a mutar en el siglo 17. En este momento Cangrejos empezó a ser poblado por libertos y cimarrones. Así continuaron las transformaciones de Cangrejos hasta convertirse en un área residencial altamente poblado cambiando su nombre a Santurce. El aumento poblacional que experimentó San Juan durante los años 1901 al 1940 influyó en el entorno urbano de el área metropolitana de la Isla.

Estos arrabales representaban un problema de salud e higiene para el gobierno. Para atender estas situación y aprovechando programas federales para vivienda, se desarrolló un programa de vivienda pública. Este programa consistía en unos edificios de apartamentos que se conocieron como caseríos.

En 1942 comenzó un programa de parcelas que entró en crisis a finales de los años sesenta. Fue en este momento cuando comenzaron los rescates de terrenos. Este proceso a marcado el entorno urbano de la Isla se mantiene hasta el día de hoy. El proceso de redistribución del territorio no es uno estático sino que se encuentra en cambio. Muchos de los terrenos dedicados a la agricultura hoy se han convertido en urbanizaciones o usos comerciales.

A mediados de la década 1950 se construye en San Juan el parque Hiram Bithorn. Este fue uno de vanguardia y proyección al futuro. El parque fue una obra que trascendió las líneas del deporte. Durante cinco décadas en él se han celebrado eventos deportivos, políticos y artísticos de talla nacional e internacional. San Juan tuvo un avance sin precedente al punto de convertirse en una de las más hermosas he importantes ciudades del Caribe y toda América.

Destaca el profesor Antonio Gaztambide que el motor y los actores de las transformaciones durante las décadas del 1960-1970, de “los eventos hecatómbicos”, (citando a Ana Lydia Vega) fueron los grupos marginados (mujeres, los jóvenes urbanos, los grupos y sociedades etnoculturalmente subordinados, y los disidentes y perseguidos de todo tipo). Señala que fue una rebelión en contra al llamado “progreso” del capitalismo. En esto coincide la Sra. Stephanie Cabrera, (Primera Campeona Puertorriqueña de Surfing), cuando dice que: Se esta forjando una nueva consciencia social… haciendo referencia a las mismas fechas. De igual forma el Sr. Omar Foglia (Creador de las tablas DEAKI), se refiere a esta época y señala que: El mundo estaba en un cambio total al salir de los años 60: actitudes que cuestionaban lo establecido, la rebeldía…

Es evidente la definición de un Caribe que va más allá de límites geográficos y que trasciende fronteras, aunque como bien señala el Dr. Gaztambide, puede incluir parte de ellas. Un Caribe cultural que puede incluir regiones continentales en los que coinciden procesos similares a los del desarrollo urbano que observamos en La Habana o San Juan.

Este concepto de un Caribe cultural no presupone una homogeneidad. De ahí que aunque podemos observar patrones de procesos de urbanismo similares se logran percibir diferencias. De igual manera no implica una identidad generalizada ya que como bien enfatiza el Dr. Antonio Gaztambide: el Caribe es, a la vez, uno y diverso…