Invierno sobre palacio: Contemplaciones al retiro de Alejandro García Padilla

Economia Solidaria

La escena se brinda conciliatoria, total, inesperada, pero a su vez con armonía. Alejandro García Padilla Gobernador de Puerto Rico con voz meliflua, voz de despedida, de caminante iniciado en soledad reflexiva se dirige al país. Su traje incluso, es de soledad unánime y balanceada. Los ojos leales a la cámara también quieren brotar en un lenguaje corporal, magnánimo y en su diatriba exploran el encanto que podría darnos la resignación. Son las 5 de la tarde-las cinco en todos los relojes diría García Lorca ante la muerte de Ignacio Sánchez Mejías-el pueblo ha esperado semanas entre un silencio triturado de teorías y adivinanzas.

El lugar donde se origina el mensaje no es ni clásico ni metropolitano; es la campiña, con su trasfondo claro, desmedido de esplendor y sensible a la contemplación; a espaldas del mandatario, la dación inequívoca de la naturaleza, resplandece. Con esta escena cierra una era dentro de una nueva estirpe en el Partido Popular. Alejandro se retira, vivo aún, luego de una buena oleada de cuchillos, presiones, relojes de arena y de metal, y la insolación verbal de los ana(listos) perdón, analistas que le reclamaban su retirada ante una crisis fiscal provocada por prácticamente todos sus antecesores y que él agudizó más, en su mesa servida de decisiones antipáticas. Es interesante este evento donde un político se erosiona de manera inmediata; en solo tres años babor y estribor de lo que fuera su gran barco hacia el futuro, colisionan aún en temporada alta de verano.

Pudiera decir que dentro de la política sigue repetitivo el personaje de Marco Junio Bruto, bueno, ya de diversos tamaños y hasta miniaturas y esto fue algo que García Padilla nunca pudo descifrar: el control de su partido. Ya conocemos lo que hizo Bruto rodeado por su senado en el complot para asesinar a Julio César, y esa estampa veloz de la caída, se repite con la exactitud de un dios contra toda obra creada, que ya, no tiene pálpito a la continuidad. Alejandro se alejó del país, se diluía entre las voces somníferas de sus asesores, los contratos mal pensados y otorgados, la huérfana convocatoria hacia todos los sectores que apoyaran, si bien el algo, lo que nunca pudo transmitir. No puedes, como gobernante, lanzarte a la toma decisiones sin convocar, escuchar, tomar nota, y llevarle al pueblo el mensaje difícil, pero con la invitación a la esperanza.

Ese lúdico oráculo de las culpas, “anteriores administraciones” “fue aquél” “hemos heredado la debacle” ya no son ni serán suficientes para un pueblo más echado a la jarana de la comodidad, el “no pensar” y en si “no lo hace bien voto por el otro” y que los yanquis nos sigan brindando “la pesetita” total, para eso están ahí. Un gobernante tiene que tener conciencia de su pueblo: a corto, mediano, y largo plazo, y a eso le sumo los días en que haya cesado su término. La gente olvida rápido, quiere olvidar rápido, solo viven para la cotidianidad; el carro, el cable, comer y vivir bien, las tarjetas de crédito, la cerveza, la gritería, el juego de manos, y si usted como político representa una amenaza hablando de tiempos difíciles, de austeridad, de cruzar desde el Atlántico al Pacífico en un solo patín, ya perdió las elecciones, porque al menos en esta Ínsula Barataria, así están las cosas y la mediática, las sustenta. Ni se le ocurra hablar de malos tiempos, o de deuda o de bonistas; dedíquese a gobernar para despertar conciencias, no para brindarse al alejamiento. Este pueblo necesita mucha madurez en tantos asuntos y el ser político implica dos cosas; o iniciar la concienciación de manera justa, equilibrada y con consenso, o seguir el ritual, ya de tufo malsano de las tres B. Creo, que el gobernante que le siga-que será PNP, pues otra de las maravillas de este pueblo es el escapismo, no buscan nuevas opciones y se van por el lado más fácil-debe llevar a la madurez, a enfrentarnos con el pensar, el evolucionar, no en seguir haciéndole guirnaldas a la colonia, y muy importante darle el lugar que se merece y de lo que puede hacer, nuestra cultura ¿cultura? sí, cultura, palabra de siete letras que representa el pensamiento, el saber lo que somos y caminar, quizá por primera vez hacia el futuro. Otra cosa, todo gobernante debe escuchar SIEMPRE, la voz del magisterio-lo escribo en mayúsculas, irremplazables-la educación es vital en la vida de un pueblo; ahí empieza el ser, su lengua, su espíritu, y su identidad. Alejarse de esos hombres y mujeres que día a día están en “la frontera de fuego y sobrevivencia” con pocos materiales, aislados, con pésimas condiciones de trabajo es un error de errores, y es muerte política. Hubiera sido de vanguardias haberle concedido una reunión a Eva Ayala en palacio; a Eva y a los líderes sindicales que piden justicia social, y de trabajo. Hubiera sido de vanguardias quedarse un fin de semana en los campos, las barriadas, los residenciales marginados, escuchar el llanto, la ira, el desasosiego de seres humanos que viven surcados a merced del imperio de las drogas, las sangres la prostitución perfumada y solapada; hubiera sido de vanguardias fomentar la tierra y el placer de la cosecha, de sentir propio lo trabajado, de ver en el trabajo un oficio de espíritu, no de obstinación porque trabajar con conciencia de tu entorno, te hace grande, hace grande tu país y te hace libre.

De modo que nada pasará. Hay invierno en palacio; hay portones cerrados, hay bullicio en la oposición, ya se repartieron la nómina, los escaños, ya los analistas y analistos enfilan sus perfiles hipócritas de análisis; otros cacarean los próximos contratos, y en esa misma campiña que engalana la voz suave y de retiro de Alejandro García Padilla, un pueblo sigue irresoluto, y sigue la ausencia de un líder, tal vez por mucho tiempo.

Crédito foto: SKopp, Wikimedia Commons, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/deed.en)