¿Mantengo?

Economia Solidaria

De izquierda a derecha el ‘mantengo’ se ataca como el mal principal de la sociedad puertorriqueña.  Se critica la dependencia del Estado expresada a través de los cupones de alimentos, la tarjeta de salud, entre otras ‘dádivas’ gubernamentales.  La prédica es que los pobres deben trabajar y ganar su sustento por sí mismos en vez de depender tanto. Y así, se reproducen los prejuicios y la ideología dominante junto a la ética del ‘trabajo’, el cual debe mejor llamarse explotación.

En vez de impulsar la distribución de las riquezas a través de más servicios y responsabilidad con las necesidades básicas del ser humano, la adquisición de garantías para una nutrición básica, salud, entre otras condiciones materiales para una vida digna, la misma se ataca como dependencia y mantengo. No. Se debe exigir más, mucho más, de parte del Estado: una renta básica que garantice que todos tengamos un hogar digno, tiempo de ocio garantizado para que nadie tenga que trabajar más de 8 horas diarias, con miras a disminuir el tiempo de trabajo obligado (el tiempo de creación/trabajo voluntario, pues la palabra lo dice, queda a la voluntad de cada quien). Mas aún, si una persona quisiera no trabajar debe serle garantizada su supervivencia y existencia de forma digna. Para esto también debe proveerse suficientes recursos para que todos tengan garantizado una dieta básica y nutritiva para vivir sanamente. De igual forma se debe garantizar el vestido y el calzado y lugares y actividades de esparcimiento y cultura.

Más se debe exigir del ‘Estado’, y no menos. Desde esta perspectiva el problema no es el ‘mantengo’ sino la desigualdad y el prejuicio, la exclusión y la estigmatización, la acumulación del capital en unos pocos, mientras otros reciben migajas. El problema no es la ‘dependencia en sí’. ¿Acaso no todos somos dependientes de los demás, desde que nacemos hasta nuestro último respiro? El problema estriba en cómo se usa la dependencia para controlar y dominar, para gobernar y reproducir un sistema basado en la desigualdad y la explotación.

Hay tanto capital acumulado, adueñado por unos pocos, aunque creado y trabajado por la gran mayoría de la población, que su distribución haría posible la vida digna de todos los seres sobre la tierra. En vez de celebrar tanto el trabajo (que en el capitalismo no es otra cosa que explotación) como condición para una vida digna, se debe promover aun más la distribución de las riquezas, la solidaridad, la ayuda mutua y la vida balanceada que surge de la creación y el compartir, del respeto a la vida y la dignidad de todos.  Mantener la vida digna para todos, no como condición del trabajo, sino como responsabilidad y deber de todos, no es mantengo sino un imperativo ético, fundado en la solidaridad.

Dar ‘gratis’ cupones de alimentos, servicios de internet, o de salud, no es ‘mantengo’, sino una exigencia que todos debemos defender. Los usos de control y manipulación ideológica que se le da a estos servicios, que duda cabe, son muy problemáticos, pero esto no nos debe llevar a condenar los servicios en sí. Para que exista una democracia real, y una sociedad libre, tienen que existir las condiciones materiales necesarias que permitan la creación de ciudadanos con el tiempo para reflexionar y actuar en la vida política. Si se tiene que trabajar para ‘ganarse la vida’, entonces habrán muchos que no tengan tiempo para vivir mas allá del trabajo. La vida no debe ‘ganarse’, sino vivirse, y para esto deben estar garantizados todas las necesidades básicas. Esto se logra a través de la distribución de las riquezas – actualmente concentradas en un porciento minúsculo de la población – y de la aportación de todos (por medio de impuestos y otros mecanismos de donación/colaboracion).

Solo así entonces el término “mantengo” deja de significar un insulto para convertirse en una virtud: el don de todos para mantener la vida digna de todos.