La cultura del fraude electoral

Cultura

En un país caribeño, cualquiera, es común pensar que las elecciones se gana, a favor de un candidato, que de más dinero, lavadoras de ropa, casas, en fin, que de algo.  Esto es terrible, pues mucho del Caribe se cultivó a partir de las prebendas políticas, los cacicazgos, y sobre todo un tipo de corrupción tolerada bajo la premisa que “las cosas y la gente son así”.

En el día de hoy, un informe de un comité ad-hoc de la Comisión Estatal de Elecciones de Puerto Rico, habrá de informar sobre un mega fraude que se cometió en las elecciones de primarista de un partido político.  Dichas elecciones reflejan que los candidatos que corrían para un puesto, cometieron los mismos fraudes electorales, incluyendo movilizar gente de fuera del distrito geográfico para que presumieran ser residentes y votar a favor de uno u otro candidato.  La gravedad del asunto se torna en algo complicado toda vez que el alcalde de dicho municipio, todo indica que participó en el esquema, y que 37 de sus policías municipales fueron parte activa del siniestro.  Es decir, son todos y todas unos soberanos corruptos.

Ahora bien, ¿Qué debemos de hacer con ellos?  Esto es curioso, pues hay versiones divididas entre anular el resultado electoral, encausarlos criminalmente o pedirle la destitución inmediata al alcalde.  Es un evento común en algunos sitios del Caribe. Lo distinto, es que en esta ocasión los descubrieron.  Es decir, existe la posibilidad que el evento no pase impune.

De mi parte – que les prohíban ocupar puestos públicos en los cuales se deba honrar y respetar la constitución del país. Esto en particular, pues se destaca mucho el hecho de que son estos funcionarios los que venían obligados a hacer cumplir la ley.  Todo lo contrario, aprendieron a utilizar la ley para violarla.  El futuro del país puede prescindir de todos ellos, incluyendo le alcalde.