Nota: Este artículo de fondo sobre la revolución egipcia es de seis partes, escrito por nuestro corresponsal en el Medio Oriente, Ricardo Izabá. Esperamos que lo disfruten, compartan y comenten.
El Metro no corre sin conductores
Por más emblemática que sea Tahrir, la revolución egipcia ha sido más que esta plaza. Huelgas de trabajadoras y trabajadores en sectores estatales como el de electricidad, ferroviario, transporte público y hospitales coincidieron con protestas en fábricas de textiles, mayormente dirigidas por mujeres. Esto tuvo un efecto multiplicador que llevó a la salida de Mubarak del poder el 11 de febrero del 2011.
Una vez Mubarak salió del poder, trabajadoras y trabajadores utilizaron el espacio ganado en la revolución para hacer huelgas en contra de sus condiciones laborales y salariales. Pero la Junta Militar no tardó en contestar, y a la vieja ley de emergencia de Mubarak, los militares añadieron la prohibición a la huelga.
La prohibición de la huelga es conveniente para los militares, quienes utilizan varios sombreros: gobernantes, defensores del país y empresarios. Aunque es difícil saber con precisión, se considera que los militares controlan hasta un 40% de la economía egipcia; son dueños de fábricas de todo tipo desde ollas y textiles hasta ensamblaje de enseres eléctricos y vehículos. También son dueños de centros comerciales, proyectos de vivienda y complejos hoteleros. Razón por la cual cada manifestación y huelga que se lleva a cabo es una amenaza contra sus intereses.
A pesar de la represión, las manifestaciones y huelgas continúan. Para celebrar la salida de Mubarak y presionar a los militares, sindicatos y grupos de activistas convocaron a una huelga general el pasado 11 de febrero. Aunque no tuvo la acogida esperada, los sindicatos se están transformando y los que eran vinculados al gobierno están recuperando posturas de movilización para reclamar derechos.