El Metro de la Revolución Egipcia: Un Recorrido Hasta el Trayecto Actual (quinta parte)

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Nota: Este artículo de fondo sobre la revolución egipcia es de seis partes, escrito por nuestro corresponsal en el Medio Oriente, Ricardo Izabá. Esperamos que lo disfruten, compartan y comenten.

Violencia descarrilada

 

El 1 de febrero de este año murieron 74 personas al finalizar un partido de fútbol en Port Said. Algunas víctimas murieron a cuchillazos, otras cayeron de las gradarías al intentar escapar. En un lugar como Egipto, donde la información ha sido controlada y manipulada por el Estado durante décadas, existe la predisposición a la especulación y conjeturas sobre los hechos. Versiones de lo sucedido sobran. Unos acusan a los militares de que buscaron un chivo expiatorio para sacarse la presión de encima. Otros apuntan a que partidarios de Mubarak contrataron bandidos para vengarse del grupo de fanáticos de uno de los equipos – El Ahli-  por haber participado activamente durante los días de revolución.

Leer noticias sobre Egipto deja la sensación de que los egipcios son gente dada a la violencia. Pero tales hechos no representan lo ocurrido en el último año de revolución. El ambiente de las protestas ha sido generalmente pacífico. Suele llamarse “confrontaciones” cuando se reportan enfrentamientos entre la policía o militares y manifestantes, sin embargo el término no refleja la realidad pues la respuesta violenta por parte de la policía y militares ha sido y es desproporcionada. Más allá de los gases lacrimógenos, han disparado directamente a manifestantes. Aún cuando recurren a balas de goma, estas han sido utilizadas para disparar a los ojos de manifestantes, causando daño permanente.

Las agresiones han ido más allá,  y la policía se ha infiltrado en las manifestaciones para causar disturbios y justificar la violencia desproporcionada. En varias ocasiones también los militares recurrieron a incitar conflictos interreligiosos para causar distracción. A pesar de todas estas agresiones, los egipcios siguen recurriendo a manifestaciones predominantemente pacíficas. Es cierto que la gente ha lanzado piedras, cócteles molotov y hasta ha quemado edificios, pero estos hechos no representan el grueso de las manifestaciones masivas ni son equiparables a décadas de represión, empobrecimiento y hasta tortura.