Habitar una democracia desahuciada

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I. Democracia fast food

¿Cómo describir o nombrar estos tiempos de recortes y rescates? No es la época de la dictadura de Franco en España, donde la vida de las personas era desechable y enterrada en cualquier fosa común. España es sin duda una democracia: hay derechos alcanzados, unas garantías de seguridad ciudadana y también elecciones. Pero cada vez más las elecciones parecen ser un acto de vanidad y complacencia para un pequeño grupo de elegidos, que busca legitimarse a través de mentiras, alarmas y miedos.

El concepto de democracia se reduce a elecciones y las elecciones a su vez se convierten en un fast food. Primero, la mentira que la comida rápida sea verdaderamente comida, igual que la supuesta libertad de expresión sea verdaderamente libre en una democracia. Segundo, el espejismo que el menú tiene opciones nuevas y variadas, pero la (ham)burguesa sigue siendo el plato estrella. Tercero, un cambio de administración o, mejor dicho, de cocinero que sigue haciendo las mismas papas fritas, o lo que es la misma receta económica. Cuarto, la ilusión de que el plástico con saborizantes y grasa ha pasado por un estricto control de calidad, una calidad que no toma en cuenta cuán nocivos son los desinfectados ingredientes para la salud, como lo son las inspecciones de transparencia y anti-corrupción. Quinto, el libre albedrío, la libertad para elegir a fuerza de anuncios y slogans, a base de resaltar la (ham)burguesa por medio de la crítica al hot dog y el miedo al kebab, obviando otras posibilidades. Y al final, no hay fondos para una educación ciudadana sobre hábitos saludables y participativos.

 

La política no es estática, el combo se agranda y los postres son cada vez más barrocos. El resultado es un amplio grupo de consumidores adictos y exhaustos que, al estar en un food coma constante, tienen la ilusión de ser partícipes vitales de una democracia; una democracia llena de colesterol, que no fluye, pero que ha pasado por un estricto control de calidad que supuestamente asegura su legitimidad.

Y, ¿qué del derecho de saber y pronunciarse sobre cómo se recauda y reparte el presupuesto? ¿Cómo se deciden y efectúan los recortes? ¿Dónde está la balanza entre lo que puedan opinar los votantes y el peso de cabilderos a la hora de crear leyes? ¿Por qué se decide rescatar un banco después de haberle quitado el hogar a miles de familias, en vez de ayudar a las familias a mantener su techo (y de esa forma ayudar también al banco)?

II. El negocio de la crisis

La crisis democrática es parte esencial de la crisis económica actual. La crisis económica es real y afecta a mucha gente. La tasa de desempleo llega casi a un 25% y sube hasta un 50% en menores de 25 años, la peor de Europa. Y estas son cifras oficiales, que generalmente no muestran la totalidad de la situación, por tanto la situación es grave y hasta más grave de lo que se presenta, abarca más de cinco millones de personas.

Y quien tiene empleo está colgando de un hilo. Hace unos años se hablaba de la generación de mileuristas (quienes ganan mil euros al mes), a pesar de tener preparación profesional e inclusive maestría. Ahora es común escuchar el término “nimileurista”, es decir que no llegan ni a mil euros al mes, lo cual no es suficiente para todos los gastos.

Pero esta crisis económica real tiene también un componente de manipulación política. Hacia el exterior, el gobierno de España ha querido presentar la idea que su economía no peligra y no pone en riesgo al Euro. Pero a nivel interno, el gobierno ha buscado exaltar la CRISIS por la vía del miedo que le facilita la implementación de medidas que empeoran la situación.

Para vender la CRISIS interna basta con encontrar un pequeño grupo de economistas que utilizan unas palabras rebuscadas, para dar a entender que la economía es ciencia con temas muy técnicos como para que un votante promedio pueda entender. De esta forma se zafan los políticos de justificar lo injustificable, que no trabajan para las personas que los eligieron sino para los intereses económicos que cabildean.

El actual gobierno de España que llegó al poder a fines del año pasado, comenzó su embestida con una reforma laboral bajo el pretexto de generar empleo. Y, ¿qué es la esencia de esta reforma laboral?, un procedimiento legal para facilitar los despidos que antes eran protegidos por ley, reducir las compensaciones económicas por los despidos –en otras palabras abaratar los despidos- y, last but not least, permitir que en tu lugar de trabajo puedan reducir tu salario de un mes a otro sin tu consentimiento. Y si no te gusta, está la puerta abierta. Para eso necesitan los políticos las palabrerías de unos economistas, para decirte que para crear empleo harán leyes que hagan más fáciles los despidos.

Eso fue sólo el comienzo, ahora van por los recortes a toda velocidad, lo que llaman medidas de austeridad. En este aspecto es esencial la CRISIS creada políticamente. Se vende como verdad incuestionable que la crisis económica viene de la insostenibilidad de las garantías sociales a la población como son la educación pública o un sistema de salud universal.

A la par de estos recortes, el gobierno lanzó una amnistía tributaria para individuos y compañías que han evadido impuestos por ganancias, para que sólo paguen el 10% de lo que deberían pagar. Las multas por estos incumplimientos también han sido perdonadas, unos 25 mil millones de euros intercambiados por 2,500 millones. Una medida que es inconstitucional, pues la Constitución estipula todas las personas o entidades contribuirán a los gastos públicos según su capacidad económica, a través de un sistema tributario.

Pero se perdonan los impuestos y se han recortado 10,000 millones de euros en educación y salud, porque no hay dinero para nada, es la CRISIS. Mientras tanto, ahora surge un plan de rescate a través de la nacionalización de un banco, Bankia, por 23,500 millones en total, el doble de dinero que han recortado en salud y educación.

Gran parte de las pérdidas del banco ha sido por inversiones inmobiliarias. Sin embargo, este tiempo anterior al rescate Bankia ha desahuciado a deudores que no han podido pagar la hipoteca. Al final el banco se queda con las viviendas y con el dinero recuperado de los préstamos por el rescate. Un negocio redondo a costa del dinero de los impuestos, que es ya reducido.

Y más redondo se hace el negocio, el presidente de España ha anunciado que una vez el banco esté en mejores condiciones - o sea después de haber chupado bastantes fondos públicos para cubrir las deudas por unas inversiones especulativas-, se volverá a privatizar. Para colmo, el gobierno ha bloqueado todos los intentos y llamados para que se investigue el rescate del banco en cuestión, que ha sido dirigido por pesos pesados del partido que gobierna actualmente.

III. Y volver, volver, volver

El 9 de junio finalmente ocurrió lo que el gobierno negó una y otra vez que sucedería, se anunció el rescate europeo a la banca española. Pero el gobierno insiste en jugar a la crisis-no crisis y enfatiza que no es un rescate sino sólo un préstamo, una inyección de capital para los bancos que la necesiten. Más aún, el presidente Rajoy glorificó el no rescate porque supuestamente es sólo para la banca y no habrá medidas de austeridad impuestas. ¿Será tan amnésico el presidente que olvidó que hace unos pocos meses recortó diez mil millones de euros en educación y salud? O mejor dicho, ¿pensará el gobierno que la gente es tan amnésica como para olvidar los recortes que están precarizando su existir? ¿Qué otras medidas de austeridad van a imponer con este rescate, si ya están todas en camino?

Entre las principales entidades detrás del rescate está el Fondo Monetario Internacional (FMI). El fondo fue creado en la década del 40 del siglo pasado para dar estabilidad financiera durante la época de la reconstrucción de Europa de la posguerra. Con los años esta institución fue creciendo hasta convertirse en uno de los pilares de la globalización económica neoliberal, que fomenta la austeridad con recortes sociales que culminan en privatizaciones, además de medidas como la reforma laboral recién implementada.

Estas medidas de austeridad propagadas por el FMI han llevado a declives económicos y deterioro social en regiones como el este asiático y América Latina en la década de los 90 y principios del 2000, como fue el caso de Argentina. Las intervenciones del FMI usualmente han servido para alargar y profundizar crisis económicas. Sin embargo se ha seguido fomentando este modelo económico que ha contribuido a la generalización de la crisis a nivel mundial, con tal de favorecer a las empresas. Actualmente, Latino América no tiene un desempeño económico tan sombrío comparado con otras regiones afectadas por la crisis económica mundial debido a que ha rechazado las políticas del FMI, entre otras medidas.

Sin embargo perdura el masoquismo del FMI, que ahora vuelve a volcarse en Europa para ser parte esencial de la crisis. Y, ¿por qué Europa? La crisis económica mundial es parte de la crisis de un modelo económico neoliberal que ha sido forzado en un gran número de países, inclusive caribeños como es el caso de Jamaica. Enfocarse en Europa es agarrar con uñas y dientes un proyecto económico y llevarlo hasta las últimas consecuencias. El sector privado no nace de la nada, nace de políticas que se implementan, de recortes bajo la bandera de la austeridad para deteriorar servicios como la salud universal en España. De esta forma entra y crece el sector privado como la solución a una crisis que surgió justamente por la corrupción, especulación e ineficiencia del sector privado, especialmente la banca.

Cabe añadir que quien fuera el presidente de Bankia desde finales del 2010 hasta el momento de la quiebra y el rescate, fue Rodrigo Rato, que también fue Ministro de Economía de 1996 a 2004 con el partido que actualmente gobierna España, y luego Director Gerente del FMI del 2004 al 2007. No son distantes la política y la economía en este afán por implementar el modelo económico, donde hay personas no-elegidas pero seleccionadas por los elegidos para llevar a cabo esta tarea de intereses.

IV. Habitar una democracia desahuciada

¿Qué democracia puede haber en una situación como esta? La democracia se ha limitado a buscar la legitimidad de la exclusión ciudadana a través de las elecciones. Cuestionar y denunciar esta tomadura de pelo es delinquir. De esto surge el movimiento de los indignados, el 15M (15 de mayo, que este año cumplió su primer aniversario) y el reclamo de Democracia Real Ya.

El movimiento es diverso y dinámico porque parte de discusiones y prioridades de grupos comunitarios que luego son llevados a plenarios más grandes para tomar posturas comunes sin dejar a un lado las preocupaciones más inmediatas. Esto permite ver diversas iniciativas en una manifestación, que por un lado trabaja necesidades más inmediatas como es la recogida de firmas y movilización para evitar los desahucios. Por otro lado, se ven peticiones más estructurales como la revisión y anulación de leyes que han permitido la entrada y abuso del sector privado.

Una de las propuestas que más me llamó la atención en una manifestación que pude presenciar el 12 de mayo, de cara al primer aniversario del movimiento, ha sido la de demandar una auditoria ciudadana de la deuda española. De esta manera, se puede comenzar a cuestionar el mantra que la crisis viene de lo insostenibilidad del sistema de la seguridad social, cuando el rescate es por el desastre bancario, no por la deuda pública, que inclusive está por debajo de la alemana.

Este tipo de propuesta implica que la democracia no es el ejercicio puntual de elegir a quienes mienten menos o atemorizan más. La economía es parte de la democracia. Y cuando se excluye a la población hay que demandar participación más allá de las urnas, llenar las plazas, hacerse visible hasta con cacerolazos –como ha ocurrido recientemente- hasta poblar esta democracia desahuciada, cosa que no se hace voto a voto sino persona a persona.

Habitar una democracia desahuciada no es un reto que se limita a España. En esta ocasión, el rescate al sector financiero se ha dado allí y resuena tanto como Grecia en su momento. Pero no hay que olvidar que el rescate a los bancos se ha dado también en Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido; donde se han implementado recortes sociales que han afectado tanto como los programas que ha impulsado el FMI en regiones y lugares que irónicamente llama países en vía de desarrollo. Para legitimar tales robos en diversos lugares se ha impulsado una democracia fast food que hace a los ciudadanos partícipes de su propia exclusión. Llega el momento en que debemos construir nuevas dinámicas de participación ciudadana que alimenten una democracia saludable, no la misma (ham)burguesa chatarra que nos quieren vender como alimento de primera necesidad.