H&M y la explotación en la industria de la aguja

Economia Solidaria

(San Juan, 3:00 p.m.) Hoy 9 de junio abre sus puertas en The Mall of San Juan la famosa tienda H&M. La tienda es la primera de dos, la segunda en Plaza del Sol en Bayamón, en planes de apertura de la cadena en la isla. La empresa sueca se ha destacado a nivel internacional como vendedora de ropa, calzado, accesorios y hasta maquillaje de la moda en grandes cantidades y a precios bajos, pero también hace dos años formó parte de un escándalo mundial de explotación laboral.

El escándalo surgió cuando una bloguera noruega formó parte de un reality show llamada “Sweatshop” que fue llevado a cabo por un diario grande de Noruega, Aftenposten. Anniken Jørgensen, la bloguera de moda, participó de un campamento como parte del reality que duró tres semanas en Camboya. En el mismo vio la trata de los empleados explotados para suplir las demandas y bajos precios de grandes compañías de productos de ropa. Al volver, no cayó los nombres de las compañías a las cuales estas fábricas trabajaban como lo estipulo el contrato para participar del mismo y uno de los nombres más grandes que dio fue H&M, junto a otras como Gap, Levis y Adidas.

Al final todo desembocó en un simple comunicado de prensa de parte de H&M diciendo que llevan a cabo constantes auditorías y trabajan para seguir mejorando los derechos laborales de los obreros de Camboya, pero no hubo ninguna otra consecuencia.

Estas prácticas súper aparentes en las industrias de la aguja alrededor de muchos países con leyes laborales mínimas son comunes en estas tiendas multinacionales. Le venden al consumidor ropa que siga la moda para después venderte la siguiente moda y seguir cambiando todo tu inventario se haberlo utilizado. Esto lleva a uno a plantearse el sistema. De verdad tenemos que tener un mercado que siga tanto la moda en donde el objetivo es vender productos que caduquen rápido para venderte más o buscar la producción de productos más duraderos donde las personas puedan invertir más para darle una paga más justas a los trabajadores del mismo.

Lo cierto es que conseguir ropa que no pase por estos llamados “sweatshops” es difícil en la isla. Uno piensa en comprar ropa y rápido lo que viene a la mente son estas multinacionales o cadenas locales que compran del exterior ropa con las mismas condiciones. Lo cierto es que mientras sigamos a la merced de estas corporaciones los esfuerzos para reducir estas explotaciones van a ser mínimos y países como Camboya, con una economía donde el 95% de la exportación son textiles y el 85% de las fábricas están capital extranjero, van a seguir existiendo no al servicio de su pueblo, sino al de las corporaciones.